CAPÍTULO 3
LA LLUVIA TARDÍA
Síntesis — Descripción — Propósito — Importancia y necesidad — Promesas y disposición de Dios — Condiciones — Resultados.
SÍNTESIS
EL ESPÍRITU Santo es la mayor bendición que un hijo de Dios o la iglesia puedan recibir. En su estela vienen todas las demás bendiciones espirituales.
Constituye la tercera persona de la Divinidad, y es el representante personal de Dios y de Cristo. Es el poder que obra en el corazón para enternecerlo y mostrarle su necesidad. Sin él no se convertiría una sola alma.
Algunas de las funciones del Espíritu Santo son las siguientes:
1. Convencer de pecado, de justicia y de juicio, produciendo arrepentimiento en el corazón (Juan 16:8).
2. Dirigir la mente en el estudio de la Palabra de Dios, guiándola a toda verdad (Juan 14:26; 16:13).
3. Recordar las verdades o los pasajes bíblicos ya estudiados en momentos de necesidad o emergencia (Juan 14:26; Marcos 13:11).
4. Interceder por nosotros ante el Padre cuando oramos, interpretando y perfeccionando nuestras súplicas (Rom. 8:26).
5. Darnos el testimonio o la seguridad interna de que somos hijos de Dios (Rom. 8:16).
6. Habilitar a los hijos de Dios a proclamar con éxito y con poder el Evangelio (Hech. 1:8).
Si bien en todos los tiempos el Espíritu Santo ha estado obrando en nuestro beneficio, el Señor registró en su Palabra promesas especiales de un derramamiento o efusión abundante y extraordinaria de este poder, que debía ocurrir en épocas especiales para habilitar a la iglesia a hacer una obra especial.
En este sentido, la “lluvia temprana” —primer cumplimiento de la promesa profética— capacitó a los apóstoles a realizar su obra prodigiosa. La “lluvia tardía”, que ha de ocurrir en nuestros días, permitirá que la iglesia finalice la gran tarea evangélica según el plan de Dios.
La lluvia tardía será uno de los sucesos más importantes de la historia de la iglesia, y debe constituir el objeto tic nuestras más fervientes plegarias y de nuestra más ardorosa preocupación.
Si bien ya estamos viendo aquí y allá chubascos aislados, la lluvia tardía, en toda su prodigiosa plenitud, descenderá cuando la mayor parte de la iglesia —ministros y laicos— pase por el reavivamiento y la reforma necesarios, y cumpla con las condiciones requeridas.
DESCRIPCIÓN
“Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio” (Joel 2:23).
“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová” (Joel 2:28-31).
Esta promesa se repite en Hechos 1:17-19.
“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, tomo la lluvia tardía y temprana a la tierra” (Ose. 6:3).
“Bajo la figura de la lluvia temprana y tardía... los profetas hebreos predijeron el derramamiento de la gracia espiritual en una medida extraordinaria sobre la iglesia de Dios. El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue el comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados. Hasta el fin del tiempo, la presencia del Espíritu ha de morar con la iglesia fiel” (HA 45).
PROPÓSITO
“En ese tiempo, descenderá la ‘lluvia tardía’ o refrigerio de la presencia del Señor para dar poder a la voz fuerte del tercer ángel, y preparar a los santos para que puedan subsistir durante el plazo cuando las siete postreras plagas serán derramadas” (PE 86).
“Es la lluvia tardía que los reaviva y los fortalece [a los hijos de Dios] para pasar por el tiempo de angustia” (RH, mayo 27 de 1862, republicado en 7 SDABC 984).
“Esta obra será semejante a la que se realizó en el día de Pentecostés. Como la ‘lluvia temprana’ fue dada en tiempo de la efusión del Espíritu Santo al principio del ministerio evangélico, para hacer crecer la preciosa semilla, así la ‘lluvia tardía’ será dada al final de dicho ministerio para hacer madurar la cosecha” (CS 669).
IMPORTANCIA Y NECESIDAD
“Esta bendición prometida, pedida con fe. trae consigo todas las demás bendiciones. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, quien está listo para abastecer a toda alma según su capacidad de recepción” (OE 302).
Las virtudes y bendiciones cristianas son frutos del Espíritu (Gál. 5:22, 28).
“En ningún punto de nuestra experiencia podemos dejar de contar con la ayuda de aquello que nos hace idóneos para hacer el primer comienzo. Las bendiciones recibidas bajo la lluvia temprana nos son necesarias hasta el fin. Sin embargo, éstas solas no serán suficientes. Mientras albergamos las bendiciones de la lluvia temprana, no debemos, por otra parte, perder de vista el hecho de que, sin la lluvia tardía, para llenar la espiga y madurar el grano, la cosecha no estaría lista para la siega, y el trabajo del sembrador habría sido en vano. La gracia divina se necesita al comienzo, se necesita gracia divina a cada paso de avance, y sólo la gracia divina puede completar la obra. No habrá ocasión de descansar en una actitud descuidada. Nunca debemos olvidar las amonestaciones de Cristo: ‘Velad en oración’, ‘Velad... orando en todo tiempo’. Una conexión con el agente divino es esencia] para nuestro progreso en todo momento. Podemos haber tenido una medida del Espíritu de Dios, pero por la oración y la fe continuamente hemos de tratar de conseguir más del Espíritu. No debemos nunca cesar en nuestros esfuerzos. Si no progresamos, si no nos colocamos en la actitud de recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos nuestras almas, y la responsabilidad descansará a nuestra propia puerta” (TM 516, 517).
PROMESAS Y DISPOSICIÓN DE DIOS
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Luc. 11:13).
“No es por causa de alguna restricción de parte de Dios por lo que las riquezas de su gracia no Huyen a los hombres sobre la tierra... Si todos lo quisieran, tocios serían llenados del Espíritu... El Señor está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que le sirven, que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos. Cada obrero debiera elevar su petición a Dios por el bautismo diario del Espíritu” (HA 41).
“El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro; pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Buscadlo, orad por él, creed en él. Debemos tenerlo y el cielo está esperando concederlo” (RH, marzo 19 de 1895, republicado en E 392).
“En este mismo momento su Espíritu y su gracia son para todos los que los necesitan y quieran aceptar su palabra al pie de la letra” (8 T 20 [1909], republicado en SC 310).
CONDICIONES
Por qué no ha descendido ya la lluvia tardía
Las promesas de Dios son para nosotros. El tiempo es ahora. El Señor está ansioso de cumplir lo prometido. ¿Por qué, entonces, la lluvia tardía paute demorarse?
Porque, como toda promesa de Dios, está sujeta a condiciones que deben cumplirse. Nótense las frases en cursiva de los siguientes párrafos inspirados:
“Cristo prometió el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos, Pero como toda otra promesa, tíos es dada bajo condiciones” (DTG, 626).
“Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela, Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo para proporcionarla a toda alma según su Capacidad para recibirla” (DTG 626).
“El Espíritu obra en el corazón del hombre de acuerdo con su deseo y consentimiento, implantando en él una nueva naturaleza” (PVGM 390).
“Antes que los juicios de Dios caigan finalmente sobre la tierra, habrá entre el pueblo del Señor un avivamiento de la piedad primitiva, cual no se ha visto nunca desde los tiempos apostólicos. El Espíritu y el poder de Dios serán derramados sobre sus hijos” (CS 517).
“A menos que estemos avanzando diariamente en la ejemplificación de las virtudes cristianas activas, no reconoceremos las manifestaciones del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Podrá estar derramándose en los corazones en torno de nosotros, pero no la discerniremos ni la recibiremos... Si no nos colocamos en la actitud de recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos nuestras almas, y la responsabilidad descansará a nuestra propia puerta” (TM 516, 517).
Y pasemos ahora a enumerar algunas de las condiciones:
1. Sentir la necesidad del Espíritu y orar por él
“Si todo, lo quisieran, tocios serian llenados del Espíritu. Dondequiera la necesidad del Espíritu Santo sea un asunto en el cual se piense poco, se ve sequía espiritual, oscuridad espiritual, decadencia y muerte espirituales. Cuandoquiera los asuntos menores ocupen la atención, el poder divino qué se necesita para el crecimiento y la prosperidad de la iglesia, y que traería todas las demás bendiciones en su estela, falta, aunque se ofrece en infinita plenitud.
“Puesto que éste es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él y predicamos respecto a él?” (HA 41).
“¿Por qué no tener hambre y sed del don del Espíritu, puesto que es el medio por el cual hemos de recibir poder? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él, y predicamos acerca de él?... Todo obrero debiera solicitar a Dios el bautismo del Espíritu” (JT 3:212).
“Oremos con corazón contrito con el mayor fervor para que ahora, en el tiempo de la lluvia tardía, los aguaceros de gracia caigan sobre nosotros...
“Mientras oráis, creed, confiad en Dios. Es el tiempo de la lluvia tardía. cuando el Señor dará liberalmente de su Espíritu. Sed fervientes en la oración, y velad en el Espíritu” (TM 518, 521).
“El Espíritu Santo será derramado sobre todos los que están pidiendo el pan de vida para darlo a sus vecinos” (SC 312).
“El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ilumina toda la tierra con su gloria, no acontecerá hasta que tengamos un pueblo iluminado, que conozca por experiencia lo que significa ser colaboradores de Dios. Cuando nos batamos consagrado plenamente y de todo corazón al servicio de Cristo. Dios lo reconocerá por un derramamiento sin medida de su Espíritu: pero esto no ocurrirá mientras que la mayor parte de la iglesia no colabore con Dios” (RH, julio 21 de 1896, republicado en SC 314).
“Las convocaciones de la iglesia, tales como las reuniones generales, las asambleas de la iglesia local, y todas las oportunidades en que hay un trabajo personal por las almas, son las ocasiones señaladas por Dios para dar la lluvia temprana y tardía...
“No es una ley inmutable la de que todos los que asisten a las reuniones generales o a las reuniones locales reciban grandes provisiones del cielo. Las circunstancias pueden parecer favorables para un rico derramamiento ele la lluvia de gracia. Pero Dios mismo es quien debe ordenar a la lluvia que caiga. Por lo tanto, no debemos ser remisos en la súplica. No debemos confiar en la forma ordinaria de actuar de la Providencia. Debemos orar que Dios abra las fílenles de las aguas de vida. Y nosotros mismos debemos recibir del agua viva. Oremos con corazón contrito con el mayor fervor para que ahora, en el tiempo de la lluvia tardía, los aguaceros de gracia caigan sobre nosotros. En toda reunión a que asistamos deben ascender nuestras plegarias para que en este mismo tiempo Dios imparta calor y humedad a nuestras almas” (RH, marzo 2 de 1897, republicado en TM 517, 518).
“Mientras oráis, creed, confiad en Dios. Es el tiempo de la lluvia tardía, cuando el Señor dará liberalmente de su Espíritu” (Id. 521).
2. Experimentar primero la lluvia temprana
Esto implica la confesión completa y el perdón del pecado, la limpieza de toda contaminación, la oración ferviente y la consagración de si mismo a Dios. En una palabra: el crecimiento constante en las gracias cristianas, aprovechando las oportunidades presentes.
“Muchos han dejado en gran medida de recibir la primera lluvia. No han obtenido todos los beneficios que Dios ha provisto así para ellos. Esperan que la falta sea suplida por la lluvia tardía. Cuando sea otorgada la abundancia más rica de la gracia, se proponen abrir sus corazones para recibirla. Están cometiendo un terrible error. La obra que Dios ha comenzado en el corazón humano al darle su luz y conocimiento, debe progresar continuamente, todo individuo debe comprender su propia necesidad. El corazón debe ser vaciado de toda con laminación, y limpiado para la morada interna del Espíritu. Fue por medio de la confesión y el perdón del pecado, por la oración ferviente y la consagración de si mismos a Dios, romo los primeros discípulos se prepararon para el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. La misma obra, sólo que, en mayor grado, debe realizarse ahora. Entonces el agente humano tenía solamente que pedir la bendición, y esperar que el Señor perfeccionara la obra concerniente a él. Es Dios el que empezó la obra y él la terminará, haciendo al hombre completo en Cristo Jesús. Pero no debe haber descuido de la gracia representada por la primera lluvia. Sólo aquellos que estén viviendo a la altura de la luz que tienen recibirán mayor luz. A menos que estemos avanzando diariamente en la ejemplificado» de las virtudes cristianas activas, no reconoceremos las manifestaciones del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Podrá estar derramándose en los corazones en torno de nosotros, pero no la discerniremos ni la recibiremos” (RH, marzo 2 de 1897, republicado en TM 515, 516).
“La religión de Cristo significa más que el perdón del pecado: significa la extirpación de nuestros pedidos y el henchimiento del vacío con las gracias del Espíritu Santo” (PVGM 398).
“Podemos estar seguros de que cuando el Espíritu Santo sea derramado, los que no reciban y aprecien la lluvia temprana no verán ni entenderán el valor de la lluvia tardía” (TM 405).
“Hay algunos que, en lugar de aprovechar sabiamente las oportunidades presentes, están esperando ociosamente que alguna ocasión especial de refrigerio espiritual aumente grandemente su capacidad de iluminar a otros. Descuidan sus deberes y privilegios actuales y permiten que su luz se empañe a la espera de un tiempo futuro en el cual, sin ningún esfuerzo de su parte, sean hechos los recipientes de bendiciones especiales que los transformen y capaciten para servir” (HA 44).
“Habéis de tener hoy vuestro vaso purificado, para que esté listo para el rocío celestial, listo para los aguaceros de la lluvia tardía; pues la lluvia tardía vendrá, y la bendición de Dios llenará toda alma que está purificada de toda contaminación” (E 393).
“No debemos seguir esperando la lluvia tardía. Ella vendrá sobre todos los que reconocen el rocío y los aguaceros de la gracia que descienden sobre nosotros, y se apropian de ellos. Cuando recogemos los fragmentos de luz. cuando apreciamos las seguras misericordias de Dios, quien ansia que confiemos en él, entonces todas las promesas se cumplen (Isa. 61:11). La tierra entera ha de llenarse de la gloria de Dios” (Carta 151, 1897).
3. Estar dispuesto a ser usado y guiado por el Espíritu
“Cristo prometió el clon del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos. Pero como toda otra promesa, nos es dada bajo condiciones. Hay muchos que creen y profesan aferrarse a la promesa del Señor; hablan acerca de Cristo, y acerca del Espíritu Santo, y sin embargo no reciben beneficio alguno. No entregan su alma para que sea guiada y regida por los agentes divinos. No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de empleamos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo ‘así el querer como el hacer, por su buena voluntad’ (Fil. 2:13). Pero muchos no quieren someterse a eso, quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Sólo a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu” (DTG 626).
4. Eliminar las disensiones
“Antes del día de Pentecostés, [los discípulos] se reunieron y apartaron todas sus divergencias. Estaban unánimes” (DTG 767).
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban tocios unánimes juntos” (Hech. 2:1).
“Pongan a un lado los cristianos sus disensiones y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición, y la recibirán” (DTG 767).
5. Despojarse del yo
“El anhela derramar sobre nosotros su Espíritu Santo en abundante medida, y nos ordena que limpiemos el camino por el renunciamiento. Cuando entreguemos el yo a Dios, nuestros ojos serán abiertos para ver las piedras de tropiezo que nuestra falta de cristianismo ha colocado en el camino ajeno. Dios nos ordena que las eliminemos todas.
Dice: ‘Confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos’ (Sant. 5:16)” (JT 2:382).
“Cuando uno ha quedado completamente despojado del yo, cuando todo falso dios es excluido del alma, el vacío es llenado por el influjo del Espíritu de Cristo” (OE 304).
“La ocasión exige mayor eficiencia y consagración más profunda. Clamo a Dios: Suscita y manda mensajeros llenos de un sentimiento de su responsabilidad, hombres en cuyos corazones la egolatría, que es la raíz de todo pecado, huya sido crucificada; que estén dispuestos a consagrarse sin reserva al servicio de Dios; cuyas almas sientan el carácter sagrado de la obra y la responsabilidad de su vocación; que hayan decidido no ofrecer a Dios un sacrificio mutilado, que no cueste esfuerzo ni oración” (OE 119, 120).
“Ningún hombre puede despojarse del yo por sí mismo. Sólo podemos consentir que Cristo haga esta obra. Entonces el lenguaje del alma será: Señor, toma mi corazón: porque yo no puedo dártelo. Es tuyo, mantenlo puro, porque yo no puedo mantenerlo por ti. Sálvame a pesar de mi yo, mi yo débil y desemejante a Cristo. Modélame, fórmame, elévame a una atmósfera pura y santa, donde la rica corriente de tu amor pueda fluir por mi alma.
“No sólo al comienzo de la vida cristiana ha de hacerse esta renuncia al yo. Ha de renovársela a cada paso que se dé hacia el cielo” (PVGM 145).
“No hay nada que ofenda tanto a Dios, o que sea tan peligroso para el alma humana, como el orgullo y la suficiencia propia. De todos los pecados es el más desesperado, el más incurable” (PVGM 140).
“No hay límite a la utilidad del que, poniendo a un lado el yo, permite que el Espíritu Santo obre sobre su corazón, y vive una vida enteramente consagrada a Dios” (SC 315).
“El ministro de Dios debe poseer humildad en un grado eminente. Aquellos que llenen la experiencia más profunda de las cosas de Dios son los que más .ir alejan del orgullo y ensalzamiento propio. Por tener un alto concepto de la gloria de Dios, comprenden que el lugar más humilde en su servicio es demasiado honorable para ellos” (OE 150).
RESULTADOS DE LA LLUVIA TARDÍA
“A medida que los miembros del cuerpo de Cristo se acercan al período de su conflicto final, ‘el tiempo de la angustia ele Jacob, crecerán en Cristo, y participarán en mayor escala de su espíritu. A medida que el mensaje el tercer ángel se convierte en el fuerte pregón, y a medida que un gran poder y gloria corona la terminación de la obra, él pueblo fiel de Dios participará de esa gloria. Es la lluvia tardía, la cual revive y fortalece a los hijos de Dios para pasar por el tiempo de angustia. Sus rostros brillarán con la gloria de la luz que hace brillar el tercer ángel” (RH, mayo 27 de 1862, republicado en 7 SDABC 984).
“Oí que los revestidos de la armadura proclamaban poderosamente la verdad, con fructuosos resultados. Muchas personas habían estado ligadas: algunas esposas por sus consortes, y algunos hijos por sus padres. Las personas sinceras, que hasta entonces habían sido impedidas de oír la verdad, se adhirieron ardientemente a ella. Desvanecióse todo temor a los parientes y sólo la verdad les parecía sublime. Habían tenido hambre y sed de la verdad, y ésta les era más preciosa que la vida. Pregunté por la causa de tan profundo cambio y un ángel me respondió: ‘Es la lluvia tardía: el refrigerio de la presencia del Señor; el potente pregón del tercer ángel’” (PE 271).
“Esta obra será semejante a la que se realizó en el día de Pentecostés. Como la ‘lluvia temprana’ fue dada en tiempo de la efusión del Espíritu Santo al principio del ministerio evangélico, para hacer crecer la preciosa semilla, así la ‘lluvia tardía’ será dada al final de dicho ministerio para hacer madurar la cosecha...
“La gran obra de evangelización no terminará con menor manifestación del poder divino que la que señaló el principio de ella. Las profecías que se cumplieron en tiempo de la efusión de la lluvia temprana, al principio del ministerio evangélico, deben volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicho ministerio. Esos son los ‘tiempos de refrigerio’ en que pensaba el apóstol Pedro cuando dijo: ‘Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor, y enviará a Jesucristo’ (Hedí. 3:19. 20).
“Vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles de voces predicarán el mensaje por toda la tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán y signos y prodigios seguirán a los creyentes” (CS 669, 670).
“El derramamiento del Espíritu en los días apostólicos fue la ‘lluvia temprana’, y glorioso fue el resultado. Pero la lluvia ‘tardía’ será más abundante” (DTG 767).
“Estas escenas [la conversión de millares en el día de Pentecostés] han de repetirse, y con mayor poder. El descenso del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue la primera lluvia, pero la última lluvia será más abundante” (PVGM 106).
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