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Lección 5: CÓMO CANTAR LA CANCIÓN DEL SEÑOR EN TIERRA EXTRAÑA | El Libro de Salmos | Libro complementario


Lección 5:

CÓMO CANTAR LA CANCIÓN DEL SEÑOR EN TIERRA EXTRAÑA

Los sentimientos de soledad, pérdida, abandono y miedo se cuentan entre las emociones más traumáticas que podemos experimentar los seres humanos. Mientras trabajaba en el Colegio Helderberg, la institución adventista de educación superior ubicada en Sudáfrica, llevé a mí familia de compras al centro comercial local en una ajetreada mañana de domingo. Nos acompañaba nuestro hijo David, de dos años, que era curioso pero muy tímido. Al final de la compra, empujábamos un carrito de compras hacia una pequeña zapatería para ver unos zapatos para mi mujer, Thandi. Yo llevaba de la mano a nuestro hijo mayor, Jonathan, mientras mi esposa llevaba de la mano a David. En un momento dado, ella le soltó la mano para probarse un par de zapatos y, cuando levantamos la vista, nuestro pequeño y veloz David había salido de la tienda y se había adentrado en medio de la multitud que recorría el centro comercial. Rápidamente, decidimos que yo correría a la izquierda, hacia la entrada y los estacionamientos, mientras mi mujer volvía al centro comercial con nuestro otro hijo, dejando el carrito de la compra con un vendedor muy comprensivo. Mientras corría hacia la izquierda, mirando desesperadamente entre multitud en busca de nuestro pequeño de pelo rubio, mis peores temores empezaron a materializarse en mi mente: un accidente de coche en el exterior, un secuestro infantil, un niño pequeño deambulando por un entorno hostil...

No pude encontrarlo, y decidí que no podía haber ido muy lejos en los pocos minutos que habían pasado desde que lo perdimos, así que volví frenéticamente al centro comercial para buscar a Thandi y a mis hijos. Finalmente los encontré a todos sentados en un pequeño banco. Jonathan tenía en su mano un zapato que se le había caído del pie mientras su mamá lo arrastraba en su frenética búsqueda por el pasillo del centro comercial. Me uní a ellos con un gran abrazo, mientras reconstruíamos lo sucedido.

David había salido de la tienda y caminado a la derecha, hasta que se dio cuenta de que estaba solo y perdido entre gente que no conocía. Entonces mamá lo vio justo cuando doblaba la esquina y gritó su nombre, iniciando una carrera desesperada mientras arrastraba a Jonathan detrás. Cuando ella lo tomó en brazos, él la miró a la cara y dijo una sola palabra: "Miedo".

Desde que Adán y Eva abandonaron el Jardín (Gén. 3:24), la humanidad ha tenido una sensación de pérdida y soledad, especialmente en momentos de angustia. En momentos de sufrimiento, enfermedad y dolor, los salmistas han expresado esta sensación de abandono, anhelando la presencia de su Padre celestial y formulando la penetrante pregunta: "¿Por qué escondes de mí tu rostro?" (Sal. 88:14). Estas preguntas alcanzan su clímax con la pregunta de Jesús en la cruz, que resuena en todo el universo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mat. 27:46).

DAVAR - Teodicea

El silencio y la ausencia de Dios ante el sufrimiento humano es un tema que preocupaba a los salmistas de hace tres mil años. Sus salmos están repletos de expresiones que muestran cómo los autores luchaban al percibir la ausencia de Dios.

El hecho de que Dios oculte su rostro (Sal. 10:11; 13:1; 22:24; 27:9; 30:7; 44:24; 69:17; 88:14; 89:46; 102:2; 104:29; 143:7) apunta al sentimiento de abandono total y a menudo está relacionado con el olvido (Sal. 31:12; 42:9; 44:24; 74:19; 77:9; 78:11). Esto no implica que Dios se olvide de nosotros, sino que describe los que los humanos experimentamos cuando perdemos el favor de Dios y somos excluido de su presencia.

El silencio de Dios (Sal. 28:1; 35:22; 39:12; 50:3; 83:1; 109:1), que pareciera no escuchar el clamor del salmista (Sal. 22:2; 66:18), es otro intento de lidiar con el sufrimiento ante la aparente lejanía divina. Sin embargo, casi todas estas expresiones se formulan como preguntas. La pregunta "¿Hasta cuándo?" es la más frecuente (Sal. 6:3; 13:2; 35:17; 74:10; 79:5; 80:4; 82:2; 89:46; 90:13; 94:3), e indica cómo los salmistas creían en última instancia que su sufrimiento era una experiencia temporal (Sal. 55:7; 63:1; 102:1; 107:4; 136:16). Por lo tanto, estaba delimitada por la gracia divina y con certeza sería revertida cuando Dios escuche de nuevo y vuelva su rostro hacia el suplicante, que volvería a experimentar la cercanía con Dios (Sal. 63:8). Sentir la ausencia de Dios era algo muy real para los salmistas; incluso se describe en el sufrimiento del Mesías en el Salmo 22. El poema comienza con la desgarradora pregunta que Jesús hizo a Dios en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (vers. 1).

La teodicea (palabra que proviene del griego y significa "justificar a Dios") plantea la cuestión de cómo un Dios bueno puede tolerar el sufrimiento del inocente. Su mayor objetivo es reivindicar la bondad divina y defender a un Dios justo y amoroso. No es que un Dios soberano necesite de una defensa humana, pero la cuestión de por qué sufren los justos y prosperan los malvados es tan antigua como el mundo mismo después de la Caída. Este tema es central en el libro de*Job, considerado uno de los primeros libros del Antiguo Testamento.1 La vida de Job proporciona una excelente oportunidad de estudiar la cuestión de la teodicea, que llega a una interesante conclusión en Job 42:5: "De oídas te había conocido; pero ahora mis ojos te ven". En última instancia, la teodicea es una crisis existencial de nuestra fe personal y de cómo consideramos el carácter de Dios.2

Hay dos salmos que son particularmente importantes para la cuestión de la teodicea: los salmos 73 y 88. Ambos reflejan la lucha del salmista con su sufrimiento mientras Dios parece haberse ido.

El Salmo 88 se destaca entre salmos que tratan del silencio divino, pues presenta un cuadro particularmente sombrío de oscuridad absoluta. No parece haber esperanza, ni siquiera al final del salmo, donde a menudo encontramos un atisbo de esperanza (por ejemplo, Sal. 22:22-31).

La primera sección del Salmo 88 trata de la aflicción y el sufrimiento a los que se enfrenta el salmista. Se describe un panorama de muerte inminente. Se mencionan el sepulcro, la fosa, las tinieblas y la ira de Dios que se abate sobre él sin esperanza de escapar (vers. 1-9). Esto conduce a una serie de preguntas retóricas sobre la muerte que apelan a la misericordia, la fidelidad y la justicia de Dios (vers. 10-12). La última parte del salmo (vers. 13-18) comienza con la expresión esperanzadora "por la mañana" (vers. 13. NVI), que implica un giro positivo en otros salmos (por ejemplo, Sal. 5:3; 30:5; 46:5). Aquí es todo lo contrario: el salmista se enfrenta a un sufrimiento que parece abrumarlo como una inundación. La última palabra del Salmo 88 en el idioma original es "oscuridad", con lo que el poema termina en desesperación. A veces el sufrimiento no tiene solución, ni entonces ni ahora. No hay respuestas fáciles a la cuestión de la teodicea, porque Dios no siempre revertirá nuestro sufrimiento en este lado de la eternidad.3

El Salmo 73 plantea la cuestión de la teodicea de forma explícita. Este salmo es parte del grupo compuesto por Asaf (Sal. 73-83) e inicia el tercer libro de Salmos. Este grupo de salmos se centra en la pregunta "Dios, ¿dónde estás?", y la aborda desde una perspectiva comunitaria e individual.

A Asaf le resultaba difícil conciliar la prosperidad de los malvados y el sufrimiento de los justos (Sal. 73:2-5). Sin embargo, encontró respuestas en un lugar sorprendente. Para el salmista, la prosperidad de los malvados se convierte en un obstáculo en su camino espiritual (vers. 13), algo que no puede comprender (vers. 16). ¿Por qué debería permanecer puro? Esta es la pregunta un tanto fútil del justo que ha limpiado su corazón en vano y trata de vivir una vida íntegra frente a la adversidad.

El punto de inflexión llegó cuando entró "al santuario de Dios" (vers. 17). Solo entrando en el Santuario empieza a comprender dónde acaba todo; empieza a ver el panorama completo. Nuestra perspectiva es a menudo limitada y tiende a centrarse en este lado de la eternidad. Al entrar en la presencia de Dios, el salmista se da cuenta de que el fugaz atractivo de la prosperidad de los malhechores los lleva a "deslizaderos [...] a completa ruina" (vers. 18) y observa que son destruidos "de repente" (vers. 19). A veces es esencial mirar al futuro para darle sentido al presente, especialmente si este futuro está centrado en Dios. Para el salmista, el futuro es glorioso porque avanza hacia una relación eterna y existencial con su Dios: "¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Fuera de ti, nada deseo en la tierra" (vers. 25). Tal vez sea esta la respuesta definitiva a la cuestión de la teodicea, que nos remite a la declaración de Job: "De oídas te había conocido; pero ahora mis ojos te ven" (Job 42:5). Esta relación íntima con Dios es lo que nos ayuda a darnos cuenta de que él es todo lo que necesitamos, sean cuales sean las circunstancias.

Asaf comprendió esto al entrar en el Santuario. Por lo tanto, al escribir sobre su experiencia, diseñó su poema para reflejar lo que había aprendido sobre el carácter de Dios. La palabra hebrea Tob ("bueno") se encuentra al comienzo y al fin del salmo (Sal. 73:1, 28). Este marco es un recurso literario llamado inclusio, que apunta a la premisa principal de que Dios es bueno. La frase al final del salmo, "¡qué bueno es estar cerca de Dios!" (vers. 28, NTV), indica que la bondad de Dios se traduce en nuestro propio bien a medida que nos acercamos a él. Y, por último, "hay también una reversión de destinos: mientras que el salmista se encuentra en terreno resbaladizo (73:1-3) y los malvados están seguros (73:4-12), son los malvados los que más tarde resbalan (73:18-20), y el salmista está en terreno firme en presencia de Dios (73:28) al final del poema"4

PESHER - Oscuridad y luz

Hace poco fui examinador externo en la defensa de una tesis doctoral en el McMasters Divinity College de Canadá. Su título era intrigante: "Where Is the Place of Darkness: A Metaphor Analysis of Darkness in the Oíd Testament" ["¿Cuál es el lugar de la oscuridad?: Un análisis de la metáfora de la oscuridad en el Antiguo Testamento"].5 Al hacer un estudio exhaustivo de la metáfora de la oscuridad, el autor llega a la conclusión de que la ¡dea de que "el mal es oscuro es ajena al AT" y que, aunque la oscuridad en el Antiguo Testamento se asocia con la muerte y el cautiverio, también está relacionada con Jehová: él la domina (Éxo. 10:21-29; 14:20; Deut. 28:28, 29; Sal. 105:28), está sobre ella (Sal. 18:9-11; cf.2 Samuel 22:10-12) e incluso habita en ella (Éxo. 19; 20; 1 Rey. 8:10-12; Sal. 97:2), demostrando así su soberanía sobre ella. De hecho, la tesis argumenta con firmeza que la idea de un dualismo entre la luz (el bien) y la oscuridad (el mal) es ajena a la cosmovisión bíblica y tiene su origen en el zoroastrismo persa y en la mitología/filosofía griega, que se introdujeron en el judaísmo durante el periodo Inter testamentario y en el cristianismo durante los siglos II y III, respectivamente. La cosmovisión bíblica es teocéntrica, no dualista, y sitúa a un Dios soberano en el centro de todo.'

Esto implica una comprensión completamente diferente de la cuestión de la teodicea y el sufrimiento humano. Es en el valle de sombra de muerte donde David encuentra a Pastor divino.6 Es a través de la oscuridad del sufrimiento humano que Job establece una relación más íntima con su Redentor, que controla lo que Satanás puede y no puede hacer a Job. Las malas intenciones de Satanás se ven frustradas porque Dios utiliza las tinieblas para acercarse a sus hijos que sufren.

EDUT - "Eli, Eli, ¿lama sabactani?"

El grito desesperado de Cristo desde el Calvario hace pensar que Satanás al final triunfó. Cristo pende entre el cielo y la tierra en el centro de tres cruces. Los pocos discípulos que se han atrevido a seguir a su maestro hasta ese momento veían cómo sus esperanzas se disolvían en medio de los sufrimientos del Hijo de Dios. La victoria del mal parecía inminente. La naturaleza se ha escondido bajo un manto de oscuridad y sufre junto a su Creador. Incluso Dios parece estar silencioso y ausente: "Cerca de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz: 'Elí, Elí, ¿lama sabactani?' Esto es: 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?'" (Mat. 27:46).

Las palabras desesperadas de Jesús parecen mostrar la ausencia de su Padre. Sin embargo, hay otra manera de ver esta deprimente escena: "Con asombro los ángeles presenciaron la desesperada agonía del Salvador. Las huestes del cielo velaron sus rostros para no ver el horrendo espectáculo. La naturaleza inanimada expresó simpatía por su Autor insultado y moribundo. El sol se negó a mirar la horrible escena. Sus rayos plenos, brillantes, estaban iluminando la tierra al mediodía, cuando de repente parecieron borrarse. Como fúnebre mortaja, una oscuridad completa rodeó la cruz".7 Esta oscuridad parece señalar la ausencia de Dios en este momento crucial de la historia de la salvación. Pero Elena de White continúa: "En esa densa oscuridad se ocultaba la presencia de Dios. Él hace de las tinieblas su pabellón y oculta su gloria de los ojos humanos. Dios y sus santos ángeles estaban al lado de la cruz. El Padre estaba con su Hijo".8

Lo que a primera vista parecía la victoria del mal fue, en realidad, el punto de inflexión del plan de salvación, que hizo posible el retorno de la humanidad a Dios. El Padre sufrió con su Hijo. La aparente derrota en realidad es la victoria. Solo se necesita un cambio de perspectiva para darse cuenta. La aparente ausencia de Dios nunca es una ausencia real.

La famosa ilustración de las huellas en la arena sigue siendo válida. Un hombre sueña con las escenas de su vida y ve dos pares de huellas en la arena, uno suyo y otro de Dios. Sin embargo, en los momentos difíciles de su vida, de repente solo ve un par de huellas. Se dirige a su Padre celestial, preguntándole por qué se quedó solo en esos momentos de prueba y sufrimiento, a lo que Dios responde: "Esos fueron los tiempos en que te llevé en brazos". Hoy, él todavía nos lleva. Está donde siempre ha estado: cerca de sus hijos que sufren.

TEHILUM

De la oscuridad al amanecer

Alcánzanos, Jesús, desde tu cruz.

Aunque nos sintamos olvidados,

susténtanos durante la noche dolorosa

hasta que despierten nuevos amaneceres.9


1  "Los largos años pasados en medio de la soledad del desierto no fueron una pérdida de tiempo. Moisés no solo obtuvo una preparación para la gran obra que le esperaba, sino que durante ese tiempo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, escribió el libro del Génesis y también el de Job, que serán leídos con el mayor interés por el pueblo de Dios hasta el fin del tiempo" (Elena de White, "Moses", Signs ofthe Times, 19 de febrero de 1880, p. 1).

2  Fredrik Lindstróm, "Theodicy in the Psalms", en Theodicy ¡n the World of the Bible, ed. Anttl Laato yJohannes C. de Moor (Leíden: Brill, 2003), pp. 256-303.

3  Klingbeil, "Psalms", 1.1, pp. 718, 719.

4  Klingbeíl, "Psalms 1-75", p. 300.

5  Daniel Ross Cooper, "Where Is the Place of Darkness: A Metaphor Analysis of Darkness in the Oíd Testament" (Tesis doctoral, McMaster Divinity College, 2021).

6  Véase el capítulo 2.

7  Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Florida: ACES, 2008), p. 701.

8  Ibíd, p. 702.

9  Brian Wren, "When on Life a Darkness Falls" (Carol Stream, Illinois: Hope Publishing, 1985).

 






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