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Lección 3: LA LUZ BRILLA EN LA OSCURIDAD | El Gran conflicto | Sección maestros

 

Lección 3:

LA LUZ BRILLA EN LA OSCURIDAD

RESEÑA

Texto clave: Juan 12:35

Enfoque del estudio: Apocalipsis 12:7–9, Juan 8:44, Proverbios 23:23, Proverbios 4:18, Juan 12:35, Salmo 119:30, Hechos 20:27–32, 2 Tesalonicenses 2:7–12, Juan 8:32.

Introducción:

Esta semana observamos cómo la iglesia apostólica y postapostólica entra en el gran conflicto entre Dios y Satanás. Nacida de Jesús, la iglesia se unió al gran conflicto de su lado. Sin embargo, la iglesia pronto enfrentaría la misma tentación que Adán y Eva: dudar de la Palabra de Jesús y desear un compromiso entre Sus mandamientos autoritativos y las doctrinas engañosas de Satanás.

La lección de esta semana enfatiza que el gran conflicto se compone de dos lados desiguales e irreconciliables. Estos lados son desiguales debido a quién es Dios y quién es el diablo. Aunque Dios es el Eterno, el Creador y el Rey amoroso y justo del universo, el diablo y el mal tienen un principio y, por lo tanto, tendrán un fin. El diablo, el pecado y la maldad son aberraciones temporales que, aunque afectan a Dios y al universo entero, serán extinguidas por nuestro Dios todopoderoso, amoroso y justo. Por consiguiente, las dos partes involucradas en el gran conflicto, Dios y Satanás, simplemente no pueden transigir.

La Biblia describe el gran conflicto en términos de un conflicto entre dos fuerzas radicalmente opuestas, como la luz contra la oscuridad o la verdad contra la mentira. Es cierto que el lado del mal clama por un compromiso con la verdad, porque tal compromiso es la única oportunidad de supervivencia del mal. El lado del mal busca asegurar su supervivencia a cualquier precio para poder destruir lo que es bueno o de Dios. Es por eso que el diablo ha estado trabajando continuamente para atraer a la iglesia a un compromiso. Desafortunadamente, la iglesia cayó en compromiso, al igual que los primeros padres de la humanidad. Los efectos de estos compromisos se ven y se sienten hasta el día de hoy. Sin embargo, Dios, que es la Fuente de la verdad y de la luz, nunca transigirá.

La confianza en Dios y la fidelidad a la verdad, como se revela en Jesús a través de las Escrituras, salvaguardarán a la iglesia del compromiso y evitarán que caigamos presa del diablo.

Temas de la lección:

La lección de esta semana destaca cuatro temas principales:

1. Al describir el gran conflicto, la Biblia usa términos diametralmente opuestos, como luz y oscuridad, para resaltar el hecho de que Dios y su pueblo no pueden comprometer la verdad de ninguna manera con el error y la falsedad.

2. Desde los primeros días del ministerio de Jesús y en la obra subsiguiente de sus apóstoles, el diablo presionó implacablemente a la iglesia para que cayera en el error o, por lo menos, para que transigiera con la verdad de Dios.

3. Sin embargo, transigir con la verdad equivale a la traición de Dios y a la destrucción de la verdad misma. En última instancia, tal compromiso constituye ponerse del lado de Satanás.

4. La única manera en que la iglesia puede salir victoriosa en el gran conflicto es permanecer fiel a la revelación divina en Jesucristo y en la Santa Palabra de Dios

COMENTARIO

Compromiso

En diversos contextos sociales, como la vida familiar y la política, el compromiso se considera aceptable y, en muchas situaciones, incluso deseable. En general, la palabra "compromiso" se refiere a llegar a un acuerdo, a establecer, por concesión mutua, un punto intermedio entre las posiciones de dos o más partes. La clave de un acuerdo de este tipo radica en la "concesión": cada parte debe ceder algo para que ambas, o todas, puedan seguir coexistiendo o viviendo juntas. En algunos casos, cada parte se compromete porque ninguna tiene la fuerza para convencer, o vencer, y controlar a la otra parte por la fuerza. En otros casos, las partes se comprometen simplemente porque quieren vivir juntas pacíficamente como vecinos, o como familia, en amor o respeto mutuo.

En el contexto de esta última perspectiva, el compromiso tiene ciertamente una connotación positiva, ya que aparece como una solución al conflicto y como una oportunidad para la coexistencia pacífica. Este tipo de compromisos son comunes en nuestra vida diaria e implican negociación o tolerancia.

Sin embargo, en general, el compromiso se percibe como un fenómeno negativo, que implica la pérdida de un valor, principio, verdad o cualidad esencial. Una cantidad comprometida de medicina, sistema inmunológico, identidad nacional, educación, moralidad, reputación, cosecha o posición militar son compromisos indeseables e inaceptables porque amenazan nuestra forma de vida o existencia.

¿Y Dios? ¿No podría Él transigir con los ángeles rebeldes o con los humanos caídos para evitar la guerra en el cielo y permitir que todos coexistieran pacíficamente? ¿No podría, al menos, tolerar a la parte contraria? Si el bando contrario quería independencia o autonomía, ¿no podría Dios conceder esta petición? ¿No podría simplemente dar a los rebeldes una región en algún rincón del universo donde pudieran vivir solos en lugar de ser exterminados?

La respuesta es compleja. Varios puntos, sin embargo, pueden ayudar a dilucidarla.

Dios no transige

En primer lugar, hay una diferencia cualitativa entre nuestras negociaciones diarias y el compromiso que Lucifer deseaba alcanzar. Dios creó con toda la libertad necesaria para expresarnos, para interactuar y negociar con los demás, en amor y en rectitud. Sin embargo, hay algunas limitaciones físicas y morales que no se pueden comprometer porque estos límites constituyen la base misma de nuestra existencia. Este fundamento está compuesto por las verdades de que Dios es nuestro Creador, nuestro Proveedor, nuestro Legislador (y como tal, revela cómo debemos vivir nuestras vidas para ser felices) y nuestro Rey. Dios es la Fuente de nuestra vida. Simplemente no podemos existir sin Él. Lucifer quería cambiar este mismo fundamento. Desafió el carácter, el estatus y la autoridad de Dios y afirmó que los humanos son dioses (Génesis 3:4.), tener existencia en sí mismos y tener la capacidad de crear sus propios significados y estándares para la vida y la felicidad.

En segundo lugar, y estrechamente relacionado con el punto anterior, está la naturaleza del pecado. El pecado no es simplemente tener una opinión disidente. El pecado es la rebelión consciente y deliberada contra la afirmación de Dios de que Él es el único Creador, Proveedor, Legislador y Rey. El pecado no puede tolerar la existencia de un Dios así. El impulso fundamental del pecado es derrocar a este Dios de Su trono e instalarse a sí mismo como rey. El diablo, sin embargo, ofrece un compromiso. Estaría dispuesto a renunciar a su llamado a un rechazo total de la existencia de Dios siempre y cuando él, Lucifer, también fuera reconocido como un dios. Dios, por otro lado, no permite lugar para tal compromiso o negociación con el pecado. ¿Qué puede conceder de su parte? ¿Decir que Él no es el Creador? ¿Decir que Él no es el Proveedor? ¿Decir que Él no es la Fuente de la vida y la norma de la felicidad y la moralidad? ¿Decir que los ángeles y los humanos pueden tener vida sin Él? Cualquiera de estas cosas sería una mentira. Mientras que el compromiso sería un triunfo para el diablo, el compromiso significaría la capitulación para Dios

En tercer lugar, y estrechamente relacionado con los dos primeros puntos, la situación descrita anteriormente no se trata sólo de la verdad y el honor, sino que constituye la situación definitiva de vida o muerte. Imaginemos por un momento que somos Adán y Eva. Estamos en un escenario en el que Satanás y Dios nos explican sus posiciones antes de la caída en el pecado. Satanás afirma que Dios nos miente, que somos autónomos, que somos dioses y que somos inmortales. Además, afirma que podemos rechazar las afirmaciones de Dios y no moriremos (Génesis 3:4.) porque contenemos vida, original y subterránea, dentro de nosotros mismos. Además, Satanás acusa a Dios de usar Su afirmación de ser la Fuente y el estándar de vida para controlarnos a todos; esta pretensión divina, para Satanás, es dictadura, autocracia, abuso, engaño e injusticia. Según Satanás, el hecho de que Dios no quiera transigir corrobora sus acusaciones. Por esta razón, Satanás nos llama a liberarnos de las "mentiras" y "abusos" de Dios y experimentar una nueva conciencia y autonomía, en la que descubrimos y disfrutamos de nuestro infinito y eterno potencial divino. Pero, ¿no son solo acusaciones y especulaciones? ¿No corremos el riesgo de morir o desaparecer de la existencia si nos desconectamos de Dios? ¿Vale la pena intentarlo, solo para probar empíricamente una teoría? Lucifer ciertamente pensó que valía la pena correr el riesgo. Dios, por otro lado, nos dice que Él es el único Creador y Proveedor, y por lo tanto no podemos existir sin Él. Nos dice que, si no le creemos, si lo rechazamos a Él y a Sus afirmaciones, nos desconectaremos de Él, la Fuente de la vida, y moriremos, es decir, desapareceremos de la existencia. Dios nos explica que este resultado no es una mera especulación, sino un hecho porque Él es nuestro Creador. No nos creamos a nosotros mismos, y no somos eternos. Este solo hecho, basado en Su Palabra, debe ser suficiente para que le creamos. Sin embargo, Dios señala que Sus afirmaciones también se evidencian en nuestra vida pasada y presente: es decir, mientras le hemos creído y vivido con Él, todos han sido felices. El universo entero ha estado funcionando sin problemas y nadie ha muerto. Dios nos explica además que Él no puede transigir no solo porque Él tiene razón, sino también porque si Él renuncia a Su trono, todos nosotros y el universo entero desaparecerán de la existencia, ya que Él es el único Proveedor o Sustentador de la existencia y la vida. Por esta razón, Dios nos llama a creerle, a confiar en Él, a permanecer con Él y a vivir felices con Él para siempre. Si hubieras presenciado un debate así, ¿a quién le habrías creído?

Cuarto, desafortunadamente para la humanidad, nuestros padres primitivos aceptaron la especulación de Lucifer. ¿Valió la pena correr el riesgo? No. La elección de nuestros primeros padres se convirtió en una tragedia para ellos y para toda la raza humana. Además, esta conclusión no es una mera especulación, sino que se basa en pruebas históricas y empíricas. En lugar de sentirse divina y vivir para siempre después de desobedecer la ley de Dios, la humanidad se sintió vacía, desnuda, llena de vergüenza, con sus corazones y relaciones rotos (Gén. 3:7, 8.). Además, la raza humana comenzó a sufrir y a morir. Sin embargo, Lucifer no detuvo sus especulaciones contra el gobierno de Dios; Propuso más compromisos.

Somos inmortales, afirmaba ahora, porque tenemos un alma inmortal que, después de la muerte, pasa a una esfera espiritual y etérea. Trágicamente, la mayoría de las personas han caído en la trampa de creer esa falsedad. Además, Lucifer comenzó a pedir a Dios y a la humanidad que aceptaran la realidad de la existencia del pecado y la muerte como la nueva normalidad. En las muchas religiones no bíblicas que han prevalecido a lo largo de la historia humana, Satanás se ha propuesto redefinir y reinterpretar el sufrimiento y la muerte para evitar su presencia omnipresente, que constantemente socava sus afirmaciones mentirosas.

Quinto, Dios permaneció fiel a sí mismo. Explicó que Adán y Eva permanecieron vivos después de rechazarlo, no porque Satanás tuviera razón en su afirmación de que somos inmortales, ni porque Dios se comprometiera. Más bien, Adán y Eva no murieron porque Dios, en su amor eterno por la humanidad, tenía un plan de salvación, que comenzó a operar tan pronto como los humanos cayeron en pecado. De acuerdo con este plan, Dios, lejos de comprometerse, nos dio una nueva oportunidad de elegir ser salvos, vivir y permanecer con Él. Pero esta nueva oportunidad y salvación no fueron producto de un compromiso.

No debemos confundir el compromiso con la paciencia, el amor y la gracia de Dios. Más bien, la salvación y la nueva oportunidad de vida surgen del sacrificio de Dios. Precisamente porque Dios no transigió ni pudo transigir, se sacrificó. Pero Él no nos sacrificó. Más bien, sacrificó su propia vida.

Si el compromiso fuera posible, Él no habría necesitado morir en nuestro lugar. Pero debido a que Él no transigió, Él eligió morir en nuestro lugar para defender Su verdad, para manifestar Su amor y justicia, y para salvarnos de la culpa y el poder del pecado. Además, no transigió porque conocía las consecuencias del compromiso: sufrimiento, miseria y muerte de toda la humanidad y del universo.

Por las mismas razones, el verdadero pueblo de Dios no transige. Es cierto que el cristianismo tradicional comprometió la revelación de la verdad de Dios en las Escrituras. Sin embargo, Dios obró para restaurar Su verdad a fin de poder salvar a tantos como fuera posible. Por esta razón, Su fiel iglesia remanente colabora felizmente con Él para ayudar a difundir Su verdad reflejando Su luz.

APLICACIÓN A LA VIDA

1. ¿A qué criterio o criterios apela su cultura para determinar qué es la verdad? ¿Cuáles son las fuentes de la verdad en su sociedad, religión o cultura? ¿De qué manera, si es que hay alguna, ve su sociedad o cultura a la Biblia como la fuente de verdad sobre el origen, el significado, la dirección y el destino de nuestro mundo?

2. ¿De qué manera puede usted compartir nuestra comprensión adventista de las Escrituras como la principal fuente confiable de la verdad? ¿De qué manera esta comprensión de las Escrituras nos ayuda a desarrollar la cosmovisión correcta y el camino a la salvación?

3. Examina tu vida. ¿Crees que hay áreas en tu vida que son el resultado de comprometer la verdad de Dios? En caso afirmativo, ¿cuáles son? ¿Qué puedes hacer para rectificar esta situación?

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