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Lección 5: MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO | Libro de Marcos | Sección maestros

Lección 5:

MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO

RESEÑA

Textos clave: Marcos 5:6-9, 22-34.

Enfoque del estudio: Marcos 5.

Introducción:

Marcos 5 y 6 tratan temas similares a los de Marcos 1. En ellos, Jesús realiza milagros como la expulsión de demonios y la curación de personas además de predicar el evangelio. Por lo tanto, nuestro estudio repasará acontecimientos seleccionados de ambos capítulos que cubren esta gama de temas.

Temas de la lección:

El estudio de esta semana considera dos milagros de Jesús. El primero tiene como protagonista a un hombre gentil, o pagano, que estaba poseído por un espíritu impuro. El otro es la curación de una mujer judía “impura”.

1. Jesús y “la legión”. Marcos relata que Jesús viajó a Gadara, una comunidad gentil, y “en seguida vino a su encuentro, desde los sepulcros, un hombre con un espíritu impuro” (Mar. 5:2). Como resultado de este encuentro, Jesús curó al hombre.

2. Jesús y la restauración de dos hijas. Cuando Jesús regresó a su comunidad, un funcionario de la sinagoga, Jairo, salió a su encuentro y “le rogó con fervor: ‘Mi hija está muriendo’ ” (Mar. 5:23). Jesús resucitó a la hija de Jairo y curó a una mujer que padecía de flujo de sangre.

COMENTARIO

Jesús y “la legión”

Marcos proporciona a menudo detalles geográficos para destacar el ministerio de Jesús en lugares alejados de su ciudad natal. Tales elementos narrativos implican una clara intención por parte de Jesús de llegar a los gentiles en su propio terreno. Por ejemplo, en Marcos 4:35, Jesús dice a sus discípulos: “Pasemos a la otra orilla”. Y de nuevo, en Marcos 5:1, se ofrece otra referencia geográfica: “Cruzaron el lago hasta llegar a la región de los gerasenos” (Nueva Versión Internacional).

La ciudad de los gerasenos (Gerasa) era un distrito de Decápolis (Mar. 5:20). El hecho de que cerca de la ciudad “estaba paciendo una gran piara de cerdos” (Mar. 5:11) implica que era una ciudad gentil; es decir, pagana. Kelly R. Iverson ofrece una introducción precisa al ministerio de Jesús en territorio gentil. Afirma: “El episodio señala el comienzo de una serie de viajes deliberados de Jesús a territorio gentil.

El primer encuentro con gentiles fuera de la patria judía se produce al este del mar de Galilea, en la región de Gerasa. […] La historia del endemoniado geraseno pone de relieve el poder de Jesús, inaugura una misión entre los gentiles y prefigura un futuro ministerio en territorio gentil. Se trata de una misión preparatoria que allana el camino para su regreso a la región más adelante en el relato (7:31-37)” (Gentiles in the gospel of Mark, “Even the dogs under the table eat the children’s crumbs” [Londres: T&T Clark, 2007], p. 20).

La última parte de Marcos 4 y el comienzo de Marcos 5 revelan, pues, una transición en el ministerio de Jesús desde un entorno judío hasta un lugar gentil. Sin embargo, hay un elemento común que Jesús encontró en ambos lugares: fuerzas demoníacas. Según Marcos, Jesús comienza su ministerio entre los judíos. El primer milagro de Jesús tiene lugar en una sinagoga (un lugar judío), en la que un hombre con un espíritu impuro grita: “¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: ¡El Santo de Dios!” (Mar. 1:24).

Ahora, cuando Jesús comienza su ministerio entre los gentiles, vemos un escenario similar. Marcos 5:2 dice: “Cuando Jesús salió de la barca, en seguida vino a su encuentro, desde los sepulcros, un hombre con un espíritu impuro”. Tanto en la sinagoga de los escribas como entre los gentiles, había hombres con espíritus inmundos que necesitaban ser sanados. En ambas situaciones, había hombres cautivos de demonios. Jesús vino a restaurarlos dentro del Reino.

Marcos 5:7 a 9 describe un diálogo entre Jesús y el demonio o los demonios. La interacción sigue una pauta similar a la que se observa en Marcos 1:23 al 25. “Y gritó a gran voz: ‘¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes’ ” (Mar. 5:7). Curiosamente, los demonios reconocieron quién era Jesús. Lo llamaron “el Santo de Dios” (Mar. 1:24); “el Hijo de Dios” (Mar. 3:11); e “Hijo del Dios Altísimo” (Mar. 5:7). Cabe destacar que algunas afirmaciones cristológicas del Evangelio salen de la boca de los demonios. De parte de los maestros de Israel, el propio pueblo de Dios, no hay una confesión tal de igual magnitud y significado.

Consideremos la información que Marcos nos da acerca del hombre poseído por muchos demonios. El hombre dice llamarse “legión”. Una legión era una unidad militar romana integrada por un total de entre tres y seis mil soldados de infantería. Por muy abrumado que esté un ser humano por una fuerza tan maligna, no hay entidad demoníaca capaz de resistir el poder del Dios altísimo o prevalecer contra él.

El destino de este hombre poseído por el demonio era cruel y sangriento. Marcos 5:5 describe su miseria y su sufrimiento: “Siempre, día y noche, andaba dando voces por los montes y los sepulcros, hiriéndose con las piedras”.

En cuanto al endemoniado, Larry W. Hurtado escribe: “El hombre es descrito como totalmente cautivo de los poderes del mal y más allá de cualquier ayuda humana (5:2-4). Además, su morada entre las tumbas, la ‘morada’ de los muertos, casi lo convierte en un muerto viviente. Por último, el endemoniado es autodestructivo (5:5) y obviamente está atormentado. Todo esto es una poderosa imagen de cómo describe el Nuevo Testamento la condición de los humanos separados de Cristo: espiritualmente muertos y esclavos del mal” (Mark [Peabody: Hendrickson, 1989], p. 83).

Marcos 5:4 también nos dice que “nadie lo podía dominar”. “Nadie”, dice Marcos, hasta que Jesús acude a él. Después de su encuentro con Jesús, el mismo hombre “que había tenido la legión” (Mar. 5:15), y que había estado poseído por el demonio, ahora está tranquilamente sentado, vestido y en su sano juicio. Tal poder de liberación solo se encuentra en Jesucristo. Aquel que reprendió al viento y dijo al mar:

“¡Calla! ¡Enmudece!” (Mar. 4:39) también puede ordenar a los espíritus malignos que salgan de aquel hombre (Mar. 5:8).

Jesús y la restauración de dos hijas

En Marcos 5:21, Marcos introduce una nueva sección narrativa: el incidente en el que Jesús interviene en favor de dos hijas de Dios: “Estaba allí una mujer que padecía de hemorragia desde hacía doce años” (Mar. 5:25) y la hija de Jairo.

Esta sección contiene otra marca geográfica en el viaje de Jesús. Jesús “volvió en la barca a la otra orilla” (Mar. 5:21). Había regresado de ejercer su ministerio en una región gentil; ahora la escena vuelve a tener un trasfondo judío. Marcos confirma este cambio en la intervención de Jesús en favor de Jairo, el funcionario de la sinagoga. Este importante hombre entra en escena con la misma actitud que el endemoniado de Marcos 5:6: se postró a los pies de Jesús (Mar. 5:22). La petición de Jairo en favor de su hija fue: “¡Ven! Pon las manos sobre ella para que sane y viva” (Mar. 5:23).

En ese momento, una mujer desesperada interrumpe la narración. Hay que tener en cuenta que Jesús acaba de restaurar a un hombre que había sido poseído por una legión de espíritus impuros. Y ahora dirige su compasiva atención a una mujer “impura”. Debido a su enfermedad, estaba ritualmente impura y separada de la vida religiosa de Israel. “Cuando una mujer tenga flujo de su sangre por muchos días, más de lo normal, quedará impura todo el tiempo que dure su flujo, como en los días de su costumbre” (Lev. 15:25).

El comentarista M. Eugene Boring añade otra dimensión a la miseria relacionada con su enfermedad: “Puesto que la hemorragia vaginal impedía el matrimonio y era motivo de divorcio en la cultura de la que ella formaba parte, esta mujer no podía cumplir su función como mujer y madre, ya que no podía dar a luz una nueva vida”. Además, se había empobrecido al gastar todo su dinero en médicos, sin resultado. El comentarista añade: “Como el leproso de 1:40, su existencia es en realidad una muerte en vida, y su curación sería un restablecimiento de la vida. Como la niña que espera en casa de Jairo, está más allá de toda esperanza humana” (Mark: A commentary [Louisville: Westminster John Knox Press, 2006], pp. 159, 160). Finalmente, Jesús devuelve la vida a dos personas: a una mujer casi muerta, tanto física como socialmente (imagina la vida de alguien con una hemorragia de doce años de duración en una sociedad cuyas leyes recomendaban el aislamiento por tal condición); y a la hija de Jairo, una niña de doce años que estaba muerta.

En ambos casos, un toque sanador figura en la narración. La mujer toca el manto de Jesús, y Jesús toca la mano de la niña. Sin embargo, el autor intenta explicar a los lectores que no fue el toque en sí de la mujer lo que produjo la sanidad. Más bien, fue la fe de la mujer sangrante y de Jairo lo que hizo posible el resultado deseado. En el primer caso, Jesús consuela a la mujer diciéndole: “Hija, tu fe te ha sanado” (Mar. 5:34). En el segundo caso, Jesús anima al padre de la niña a persistir en la creencia de que su hija resucitará (Mar. 5:36).

APLICACIÓN A LA VIDA

Marcos, al igual que los otros tres evangelistas, describe el antagonismo de algunos de los maestros y líderes judíos de la sinagoga en contra de Jesús. Sin embargo, este antagonismo no detiene la participación religiosa de Jesús en la sinagoga ni su labor en favor de la gente de su comunidad. Por ejemplo, Marcos 1:21 narra que Jesús y sus discípulos “fueron a Capernaum, y cuando llegó el sábado, Jesús entró en la sinagoga y empezó a enseñar”. El primer milagro de Jesús registrado en el Evangelio de Marcos tiene lugar en la sinagoga: “Estaba en la sinagoga un hombre con un espíritu impuro” (Mar. 1:23). Luego, en Marcos 5:22, Jesús ministra a “uno de los principales de la sinagoga”.

A veces nos enfrentamos a desacuerdos con ciertos líderes u otros miembros de nuestra comunidad eclesial. ¿Hasta qué punto permitimos que estos desacuerdos afecten nuestras convicciones o nuestras relaciones con nuestra comunidad? ¿De qué manera el ejemplo de Jesús nos da una idea de cómo proceder en tales situaciones?

Jesús salió de su propia comunidad de fe para llegar a personas de comunidades gentiles; es decir, paganas. ¿Qué hacemos nosotros para alcanzar a las personas que están más allá de nuestros muros e invitarlas a formar parte del Reino de Dios? Considera, en tu respuesta, Marcos 6:34: “[Jesús] vio esa gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así empezó a enseñarles muchas cosas”.

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