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Lección 8: INSTRUYENDO A LOS DISCÍPULOS PARTE 2 | Libro de Marcos | Libro complementario

Lección 8:

INSTRUYENDO A LOS DISCÍPULOS

PARTE 2

Convertirse en seguidor de Jesús es la decisión de un momento, pero el trabajo de toda una vida. Con demasiada frecuencia, centramos la mayor parte de nuestra atención en el comienzo del camino. Produce gozo ver a alguien tomar una decisión y sellarla ante una congregación mediante el bautismo, pero el fomento de esa decisión en la vida diaria es igual de importante. Formar a los jóvenes y a los mayores en lo que significa seguir a Jesús los ayuda a vivir su decisión ante los demás.

Los hogares cristianos estables, las congregaciones eclesiásticas sanas y las escuelas cristianas son cruciales para el crecimiento de los discípulos, especialmente de los jóvenes. Estas tres instituciones forman una tríada de formación con propósito que puede fomentar el desarrollo de caracteres cristianos sólidos en la vida de los discípulos. Lo que socava el hogar, la iglesia oía escuela también socava el discipulado.

'Vivimos en un mundo imperfecto en el que este menoscabo de la fe se produce con regularidad. Los hogares se desintegran, las iglesias sufren divisiones y las escuelas tienen problemas con alumnos y miembros del personal que no viven de acuerdo con los ideales cristianos. Con tantos desafíos, ¿cómo podemos construir hogares fuertes, iglesias sanas y escuelas vibrantes? Marcos 10 ofrece importantes enseñanzas al respecto.

Un hogar saludable

En el judaísmo de la época de Jesús, el divorcio era aceptado por diversas razones: infertilidad, irresponsabilidad respecto de las necesidades materiales, negligencia emocional e infidelidad.1 Dos pasajes del Antiguo Testamento se utilizaban para justificar el divorcio: Deuteronomio 24:1 al 4 y Éxodo 21:10 y 11. El primer texto prescribe que si un hombre se divorciaba de su mujer y esta se casaba con otro, el primero no podía volver a casarse con su exmujer a menos que el segundo muriera o se divorciara de ella. El pasaje no argumenta por qué se permitía el divorcio; da por sentado que se practicaba y limita el daño que podía sufrir la mujer.42

Éxodo 21:10 y 11 no parece tratar la cuestión del divorcio. Sin embargo, describe un caso en el que, si un hombre se casa con una esclava y luego se casa con otra mujer, no puede reducir las asignaciones para vestimenta o comida, o las relaciones maritales correspondientes a la primera esposa. De lo contrario, la esclava era libre de abandonar la casa, lo que implicaba también el fin del matrimonio. Este texto no ordena el divorcio, sino que da por supuesto que se produce en el marco imperfecto de las relaciones humanas, dando así protección a la mujer.

¿Cómo se convirtieron estos pasajes en el fundamento de la idea de que el divorcio es aceptable? Los rabinos tenían un método de razonamiento conocido como qal wahomer (literalmente, "liviano y pesado"). Este principio consiste en argumentar desde un caso menor a un caso mayor o viceversa. El argumento era el siguiente: Si este derecho rige para una mujer esclava según Éxodo 21, también rige para una mujer libre. Y si una mujer libre tiene estos derechos, su marido también los tiene.43

Cuando los fariseos interrogaron a Jesús en Marcos 10:2 al 9, no cuestionaron los diversos motivos para el divorcio, sino que preguntaron si este en sí era aceptable. Puede parecer extraño que los judíos creyeran que el divorcio era aceptable por diversos motivos. Pero cuando uno advierte que los fariseos plantearon esta pregunta a Jesús mientras él estaba en Perea (territorio controlado por Herodes Antipas), el intercambio cobra sentido. Juan el Bautista había sido decapitado por reprender al rey por casarse con Herodías, la esposa de su hermano. Ella se había divorciado de su primer marido y se había casado con Herodes Antipas. Si Jesús decía que el divorcio no era válido, podría ser denunciado a Herodes con consecuencias similares a las que sufrió Juan el Bautista. Era un astuto plan que los fariseos habían urdido.

Jesús se abre paso a través de la trampa de una manera que resulta en un rechazo al divorcio y una afirmación del matrimonio sin dar a los fariseos la oportunidad de denunciarlo ante el rey. No es una hazaña fácil. Cuando los fariseos le preguntan "si era permitido que un hombre se divorcie de su esposa" (vers. 2), Jesús responde con una pregunta: "¿Qué les mandó Moisés?" (vers. 3).

Los fariseos responden con contundencia que "Moisés permitió escribir carta de divorcio ^ despedirla" (vers. 4; énfasis añadido). Deuteronomio 24 y Éxodo 21 no eran mandatos de divorcio. En ninguna parte de las Escrituras se ordena el divorcio. Como se señaló anteriormente, los casos en Deuteronomio y Éxodo suponían la existencia del divorcio y limitaban el daño, particularmente el que afectaba a la mujer.

Jesús hace a un lado las suposiciones y argumentaciones subyacentes de los líderes religiosos, remitiéndose a Génesis 1 y 2 a fin de destacar el plan original de Dios para el matrimonio. Jesús se basa en ambos capítulos para exponer su punto de vista. En primer lugar, señala que Moisés dio permiso a los israelitas en Deuteronomio 24 no porque fuera la voluntad de Dios, sino por la dureza de sus corazones. Difícilmente una buena razón para romper un hogar. Luego se refiere a Génesis 1:27, señalando que Dios hizo a los seres humanos de dos géneros: hombre y mujer. Además, su plan para estas dos categorías de seres humanos es que "el hombre dejará a su padre y a su madre, se unirá a su esposa, y serán una sola carne" (Gén. 2:24). Aquí Jesús afirma que los dos individuos se convierten en una sola carne en el matrimonio, y lo que Dios ha unido' ninguna persona (la palabra griega es anthropos, "un ser humano") debe separarlo (ver Mar. 10:7-9).

Esta argumentación de Jesús tiene profundas implicaciones. En primer lugar, afirma la naturaleza histórica del relato de la Creación tal como se encuentra en Génesis 1 y 2. Si esos capítulos no relatan hechos históricos, el argumento de Jesús carece de sentido. En segundo lugar, Jesús afirma que el plan de Dios para el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. Otros arreglos no encajan en el plan bíblico para la vida, desautorizando el matrimonio entre personas del mismo sexo y la poligamia. El matrimonio consiste en la unión de un hombre y una mujer. En tercer lugar, Jesús ve claramente el matrimonio como un compromiso de por vida entre marido y mujer. Es este compromiso para toda la vida el que da estabilidad al pilar fundamental de la sociedad: el hogar.

En otros lugares (Mat. 5:32; 19:9), Jesús permite el divorcio por infidelidad conyugal, pero ni siquiera allí exige el divorcio. El enfoque demasiado común en las excepciones (cuando ello es permisible) socava el énfasis de Jesús en la estabilidad del hogar. No debemos buscar un cambio de cónyuge cuando no estamos de acuerdo, sino un cambio de corazón. La humildad, la confesión de los pecados, la sinceridad, la amabilidad y la dulzura, en una atmósfera de fidelidad y compromiso, darán al marido, a la mujer y a los hijos la estabilidad que necesitan para convertirse en cristianos y ciudadanos felices.

Jesús y los niños

En todas las sociedades se valora a los niños. Si bien la sociedad grecorromana de la época de Jesús valoraba y formaba a los niños, tampoco se privaba de dejar morir a los no deseados en lugares remotos o incluso de arrojarlos a los estercoleros.2 El judaísmo y el cristianismo primitivo rechazaban tales prácticas.3

A los niños les gustaba Jesús, y él los quería. En los evangelios, tenemos numerosos ejemplos de Jesús interactuando con ellos. Resucitó a la hija de Jairo (Mat. 9:25; Mar. 5:41-43; Luc. 8:54-56), curó a la hija de la mujer sirofenicia (Mat. 15:21-28; Mar. 7:24-30), expulsó un demonio de un muchacho (Mat. 17:14-21; Mar. 9:14-29; Luc. 9:37-43) y curó al hijo de un funcionario real (Juan 4:46-54). Llamó a un niño y lo puso como ejemplo del verdadero discipulado, además de advertir que engañar a un pequeño era un crimen terrible (Mat. 18:1-6; Mar. 9:35-37; Luc. 9:47, 48). Aceptó cinco panes y dos peces de un niño y alimentó con ellos a cinco mil (Juan 6:9). Está claro que Jesús considera importantes a los niños.

Por alguna razón, los discípulos piensan que los niños no deben ocupar el tiempo de Jesús. Indignado, este insiste en que se les permita acercarse a él. Les impone las manos y los bendice (Mar. 10:13-16; Mat. 19:13-15; Luc. 18:|5-17). Este breve pasaje muestra que los cristianos deben poner énfasis en la formación y el discipulado de los niños. Como pastor, he encontrado refrescante la fe de los niños pequeños que se preparan para el bautismo. Las manos se levantan durante nuestros estudios bíblicos cuando hago una pregunta de compromiso, tal como: "¿Cuántos de ustedes desean que Jesús sea su Salvador?" o "¿cuántos de ustedes quieren vivir su vida para Jesús?" Manos entusiastas se levantan nuevamente. No es de extrañar que Jesús utilizara la fe sencilla de un niño como paradigma de la vida cristiana.

El hombre rico y la invitación de Jesús a seguirlo

Jesús tenía mucho que decir acerca de las cosas materiales y las riquezas. Su llamado a los primeros discípulos en Marcos 1 ilustra la dedicación necesaria para su misión: "Al instante dejaron sus redes y lo siguieron" (vers. 18). Y en Marcos 2:14 ocurre algo similar con Leví: "Y Mateo se levantó y lo siguió".

En Marcos 10:17 al 22, un hombre rico (en Marcos no se le llama joven ni gobernante) le pregunta: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" (vers. 17). Es la pregunta central de la vida. Jesús cuestiona primero que el hombre se refiera a él como "Maestro bueno". ¿Sabe el hombre quién es Jesús, el divino Hijo de Dios? Luego, Jesús se refiere a la segunda mitad del Decálogo, dando a entender que estos mandamientos son el deber de quien quiere entrar en la vida eterna. El hombre afirma haber guardado todos estos mandamientos desde su juventud. Solo Marcos nos dice que Jesús miró al hombre con amor. Había algo atrayente en su idealismo.

El hombre preguntó qué debía hacer para heredar la vida eterna. En el Antiguo Testamento, la herencia se centraba sobre todo en la tierra (Gén. 15:1-7). Con el tiempo se llegó a considerar que incluía heredar la tierra justa y renovada (Sal. 37; Isa. 61; Mat. 5:5; 25:34; Apoc. 21:7).45 La herencia implicaba tanto acciones como una relación. La cuestión es si este hombre reconoce el doble requerimiento: relación y acción. Parece centrarse en la acción.

Jesús lo pone a prueba y le dice que venda todo lo que tiene y lo siga. Lo triste es que el hombre se va desanimado porque tiene muchas posesiones. El dinero es seductor. Atrapa fácilmente a una persona en la vorágine de hacer más y más para gozar de seguridad, poder y prestigio. Eso puede seducir casi a cualquiera.

La forma en la que Jesús responde al hombre ha inquietado a algunos, ya que parece sugerir que nos salvamos por las buenas acciones, por cumplir los Mandamientos. ¿No somos salvos por gracia mediante la fe, sin tener en cuenta las obras (Efe. 2:8-10)? En efecto, lo somos, pero la Biblia es igualmente clara al decir que somos juzgados por nuestras obras (Prov. 24:12; Isa. 59:18;Jer. 50:29; Lam. 3:64; Ose. 4:9; Mat. 16:27; 2 Cor. 5:10; 2 Tim. 4:14; Apoc. 22:12).

¿Cómo armonizan estos dos conceptos? La respuesta es la antropología bíblica holística. No tienes alma; eres un alma, la combinación del "polvo de la tierra" y el "aliento de vida" (Gén. 2:7). Como tal, tu fe interior se revela en tus actos exteriores. Haces lo que eres. La ausencia de una relación de fe con Dios se revela en las acciones externas. Así, la obediencia es requerida del cristiano, pero como fruto de una relación de salvación, no como la raíz de esa relación. La raíz es la gracia de Dios en tu vida. No puedes salvarte a ti' mismo, como Jesús explica a sus discípulos en Marcos 10:27: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios". El fruto de una relación salvífica con Dios se manifiesta en actos de gracia y misericordia para con los demás (Sant. 2:14-26).

"¿Qué quieres que te haga?"

Marcos 10 concluye con dos historias interesantes: dos hermanos que piden los mejores asientos, y un ciego que pide que se le conceda la vista. Los hermanos, Santiago y Juan, se acercan a Jesús y le hacen una petición. Jesús les pregunta, con razón: "¿Qué quieren que les haga?" (vers. 36). Lo que quieren es sentarse a su derecha y a su izquierda en su reino. El Señor responde con otra pregunta: "¿Pueden beber la copa que yo bebo o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?" (vers. 38). La copa será el sufrimiento de Jesús en Getsemaní (Mar. 14:36), y el bautismo será su muerte en la cruz.4

Los dos hermanos no entienden lo que quiere decir, porque están buscando puestos de honor. Jesús señala solemnemente que beberán su cáliz y serán bautizados con su bautismo. Santiago será el primer discípulo en morir a espada, y Juan, el más longevo, será desterrado a Patmos.

Los demás discípulos se molestan, con razón, por la petición de los hermanos. Jesús calma los ánimos aclarando cuál es la perspectiva divina acerca del poder. Este no consiste en el servicio a uno mismo, sino en servirá los demás. Jesús concluye diciendo: "Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mar. 10:45).

La última historia del capítulo trata de un mendigo ciego llamado Bartimeo que pide misericordia. Jesús responde con la misma pregunta que hizo a los hermanos que querían un lugar especial en su reino: "¿Qué quieres que te haga?" (vers. 51). En lugar de pedir un privilegio especial, Bartimeo pide simplemente recuperar la vista. Jesús le concede su petición, y el ciego lo sigue.

La curación de Bartimeo es una buena conclusión para esta sección acerca del discipulado (Mar. 8-10). Hemos sido llamados a seguir a Jesús. A nuestro alrededor hay personas que sufren y necesitan nuestro servicio. Jesús nos llama a ser sus manos y sus pies, a servir fielmente a sus hijos.

 

1  Ver David Instone-Brewer, Divorce and remarriage in the Bible: The social and literary context {Grand Rapids: Eerdmans, 2002), pp. 85-132.

Instone-Brewer, Divorce and remarriage, p. 101. Esta argumentación rabínica se inscribe claramente en una perspectiva patriíineal en la que el marido era considerado superior a la mujer en materia de derechos.

2  S. M. Baugh, "Marriage and family in ancient Greek society," in Marriage and family in the biblical world, ed. Ken M. Campbell (Downers Grove: InterVarsity, 2003), pp. 123,124. La exposición de los bebés hacía que a veces fueran "rescatados" solo para pasar a formar parte del comercio de crianza de infantes no deseados para convertirlos en esclavos.

3  Ver FlavioJosefo, Contra Apión 2.26; Filón, Sobre las leyes particulares 3.20.110-119. Ver también el análisis que aparece en Adela Yarbro Colllns, Mark, Hermeneia (Minneapolis: Fortress Press, 2007), pp. 445, 446. Para ejemplos de textos cristianos, ver Didajé 2.2; 5.2; Bernabé 19.5; 20.1-2; Diogneto 5.6.

Los textos extrabíblicos del judaismo del segundo Templo contienen ideas similares. Salmos de Salomón 14:9,10 presenta a los devotos como quienes heredan la vida dichosa mientras que los pecadores van al Hades y la destrucción. Los Oráculos Sibilinos, 46-49, se refieren a quienes honran a Dios como seres que viven en el jardín de! Paraíso por la eternidad. Ver Collins, Mark, p. 476.

4  Existe un fuerte vínculo entre la escena del bautismo de Jesús en Marcos 1 y su muerte en la cruz en Marcos 15. En ambos lugares hay una figura como Elias (Juan el Bautista en Marcos 1 y una referencia a Jesús presuntamente llamando a Elias en Marcos 15), una declaración de quién es Jesús, el Espíritu que viene y se va, y algo rasgado (los cielos y el velo del Templo).

 


 

 

 

 

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