EL REGOCIJO DE DIOS
Aunque nos cueste imaginarlo, Dios considera que cada persona tiene un valor incalculable, y por eso se regocija por la salvación de una sola alma.
Lee Sofonías 3: 17. ¿Cómo arroja luz este versículo sobre la parábola del hijo pródigo?
Sof 3:17 Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.
Sofonías 3: 17 muestra enfáticamente el deleite que Dios experimenta por la redención de su pueblo. En este versículo aparecen casi todas las palabras del idioma hebreo que expresan alegría y regocijo. Daría la impresión de que ninguno de esos términos fuera suficiente por sí solo para describir la magnitud del regocijo divino. Nota también dónde está Dios según este versículo: «en medio» de su pueblo. La reconciliación que surge de la relación de amor implica la presencia inmediata de Dios. Al igual que el padre que corrió al encuentro de su hijo, Dios está en medio de su pueblo.
En Isaías 62: 4 se utiliza una analogía matrimonial. Según ese texto, el pueblo de Dios sería llamado «Hefzi-bá», que significa «mi delicia»; y la tierra recibiría el nombre de «Beula», que significa «casada». ¿Por qué? Porque, como dice el texto, «el Señor se deleita en ti y te reclamará como su esposa» (NTV). El pináculo mismo de la alegría de Dios está reservado para el día de la restauración, cuando él recibirá a su pueblo y se regocijará a causa de nosotros, así como el padre se regocijó por el regreso de su hijo pródigo.
Lee Efesios 5: 25 al 28. ¿Qué dice esto acerca del tipo de amor que también nosotros estamos llamados a demostrar?
Efe 5:26 para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra,
Efe 5:27 para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable.
Efe 5:28 Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo,
Este pasaje exhorta a los esposos a amar a sus esposas «como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella», y a amarlas «como a sus mismos cuerpos» (Efe. 5: 25, 28). Estos textos no solo ponen de relieve el tipo de amor desinteresado y abnegado que un marido debe prodigar a su esposa, sino que también muestran que Cristo mismo ama a su pueblo (la iglesia) como parte de sí mismo.
AMEN
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