Lección 4:
DIOS ES APASIONADO Y COMPASIVO
RESEÑA
Enfoque del estudio: Salmo
103:13; Isaías 49:15; Oseas 11:1-4, 8, 9; Mateo 9:36; 1 Corintios 13:4.
Introducción: Dios
siente una profunda compasión por su pueblo.
La lección de esta semana
destaca tres puntos básicos:
Nuestro Dios apasionado y
compasivo se presenta vívidamente en las Escrituras mediante imágenes
paternales y maternales: El amor de Dios, como el de
nuestros progenitores, tiene fuertes aspectos emocionales y afectivos. La
metáfora del amor divino como amor maternal transmite la noción de que Dios
recuerda a su pueblo y tiene compasión de él. La imagen maternal es, en cierta
medida, la mejor ilustración de la compasión, el cuidado amoroso y la atención
de Dios a las necesidades de su pueblo. La Escritura también ilustra la
compasión de Dios utilizando la imagen de un padre amoroso y compasivo.
Nuestro apasionado y
compasivo Dios es retratado de manera sorprendente en las Escrituras mediante
un lenguaje visceral: En muchos pasajes bíblicos se utiliza un
lenguaje tal para describir el afecto de Dios como expresión de la profunda
compasión que siente por las personas. La palabra hebrea utilizada para
referirse a esa compasión representa un amor como el que una madre siente por
su hijo desde que este está en su vientre. Del mismo modo, Dios muestra un
tierno afecto y compasión por su pueblo.
Nuestro Dios apasionado y
compasivo es celoso de una manera bondadosa y justa: Él
desea entablar una relación de pacto o alianza íntima y exclusiva con nosotros
y exige fidelidad de su pueblo. En este sentido, Dios es descrito en las
Escrituras como celoso. En lugar de la connotación negativa que esa palabra
suele tener en nuestro idioma, el contexto en que es usada en las Escrituras
transmite la idea de que Dios siempre actúa movido por su interés en nuestro
bien supremo para resguardarnos del daño autoinfligido y del incumplimiento de
las promesas hechas.
Como expresión de su amor
misericordioso y compasivo, Dios nos exhorta a ser y actuar como él. Debemos
ser compasivos y considerados con quienes nos rodean y tener, como iglesia, el
propósito de velar activamente por el bienestar de nuestros prójimos.
Nuestro
Dios apasionado y compasivo se presenta vívidamente en las Escrituras mediante
imágenes paternales y maternales
Una de las imágenes bíblicas
más vívidas de Dios lo representa como un padre o una madre, dos figuras que
idealmente encarnan el amor y la compasión en las relaciones humanas.
En el diálogo entre Dios y
Sion en Isaías 49:14 al 23, parte del mensaje más amplio acerca de la
consolación de Israel, que se extiende hasta el versículo 26, Sion se queja
inicialmente: "El Señor me dejó, el Señor se olvidó de mí" (Isa.
49:14). En su respuesta, Dios enfatiza que siempre se acuerda de su pueblo, una
afirmación que se plasma poéticamente mediante una imagen maternal:
"¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, para no compadecerse del
hijo de sus entrañas? Aunque ella se olvide, yo nunca te olvidaré" (Isa.
49:15). La figura materna se relaciona aquí con la acción de recordar y tener
compasión. Por el contrario, la idea del olvido implica, en este contexto, una
falta de compasión.
El supuesto general es que
la madre nunca olvida a su hijo lactante. Al menos, este nivel de devoción es
lo que se espera de ella. Por lo tanto, la imagen de una madre es probablemente
el mejor ejemplo para ilustrar la compasión y la atención de Dios a las
necesidades de su pueblo. Sin embargo, no todas las madres cumplen estas
elevadas expectativas. Mientras que muchas personas pueden describir a sus
madres como los seres humanos más atentos y compasivos del mundo, otras, por
desgracia, pueden no tener buenos recuerdos de sus progenitoras. Aunque Isaías
49:15 parece establecer la imagen de la madre como el pináculo de la conciencia
y la compasión humanas, este pasaje también puede dar cuenta de las
experiencias negativas provocadas por una madre indiferente y despiadada.
Por lo tanto, aunque tales
excepciones se consideran atípicas, ese pasaje reconoce que algunas madres
pueden desviarse de la norma y olvidar a sus hijos. Por desgracia, esta
experiencia es una triste realidad en la vida de algunas personas. Sin embargo,
aunque esto ocurra a veces, Dios nunca olvidará a su pueblo, pues siempre será
compasivo con él. En resumen, la comparación con una madre proporciona una
bella imagen de un Dios amoroso y compasivo, tanto para quienes tienen una
madre cariñosa (una verdadera metáfora viviente acerca cómo es Dios) como para
quienes tienen o tuvieron una madre poco cariñosa (Dios es definitivamente
diferente de una madre tal).
Del mismo modo, la Biblia
describe la compasión de Dios comparándolo con un padre. El Salmo 103 alaba al
Señor por su misericordia: "Compasivo y clemente es el Señor, lento para
enojarse y grande en amor. No siempre reprende, ni guarda el enojo para
siempre. No nos trata como merecen nuestras iniquidades, ni nos paga conforme a
nuestros pecados" (Sal. 103:8-10). Luego de esta descripción, el salmo
compara a Dios con un padre: "Como el padre se compadece de sus hijos, el
Señor se compadece de quienes le temen" (Sal. 103:13).
Nuestro
apasionado y compasivo Dios es sorprendentemente retratado en las Escrituras
mediante un lenguaje visceral
La compasión, especialmente
la divina, es retratada en la Biblia mediante un lenguaje visceral que la hace
muy expresiva emocional y corporalmente. Por ejemplo, "la palabra hebrea
traducida como 'compasión' (raham) está relacionada etimológicamente con el término rehem (vientre)"
(Shmuel Himelstein, "Compassion", en The Oxford Dictionary of
theJewish Religión, ed. por Adele Berlin [Oxford University Press,
2011], p. 181). Esto sugiere que la compasión que Dios siente por la humanidad
se asemeja a lo que una madre siente por el hijo que ha dado a luz. Sin
embargo, es importante recordar que esta comparación es una metáfora y no debe
tomarse de manera literal cuando se trata de Dios. No obstante, esta poderosa
imagen es una de las más impactantes que podemos usar para transmitir, aunque
sea dentro de las limitaciones de los conceptos y los lenguajes humanos, la
profundidad y la intensidad del amor compasivo de Dios.
En
Oseas 11, el Señor expresa su profundo amor por Israel al afirmar que:
"Cuando Israel era muchacho, yo lo amé" (Ose. 11:1) y que
"enseñé a andar a Efraín. Los llevé en mis brazos" (Ose. 11:3). Sin
embargo, el Señor señala que "mi pueblo está adherido a la rebelión contra
mí" (Ose. 11:7). Aun así, declara su amor diciendo: "¿Cómo podré
abandonarte, Efraín? ¿He de entregarte yo, Israel?" (Ose. 11:8). Utiliza
allí un lenguaje visceral para describir su compasión: "El corazón me da
vuelcos" (NVI). El Señor dice a su pueblo: "Mi corazón se conmueve
[hebreo: hafak] dentro de mí, se inflama toda mi
compasión" (Ose. 11:8).
El
verbo hebreo hafak también es usado en Lamentaciones para
describir la angustia humana. Una vez más, se utiliza el lenguaje visceral
relacionado con el cuerpo: "Estoy atribulada, hierven mis entrañas. Mi
corazón está trastornado" (Lam. 1:20). Por lo tanto, el lenguaje visceral,
referido a un corazón humano en Lamentaciones y al corazón divino en Oseas,
describe de manera intensamente emocional el amor y la compasión de Dios por su
pueblo.
Del
mismo modo, el verbo griego splanjnizomai se utiliza en el
Nuevo Testamento, sobre todo en los evangelios sinópticos, para describir la
compasión de Jesús por la gente (ver Mat. 9:36; 14:14; 15:32; 20:34; Mar. 1:41;
6:34; 8:2; Luc. 7:13; ver también este lenguaje en Mat. 18:27; Mar. 9:22; Luc.
10:33; 15:20). Cabe destacar que el sustantivo emparentado splanjnon, que
transmite la idea de afecto o compasión en muchos pasajes del Nuevo Testamento
(ver Luc. 1:78; Fil. 1:8; 2:1; Col. 3:12), se refiere literalmente a "las
partes internas de un cuerpo", especialmente a "las visceras, o
entrañas" (Danker, A Greek-English lexicon of the New Testament
and other Early Christian literature, p. 938). Como subraya Craig
Bloomberg en sus observaciones acerca de Mateo 9:36, las "emociones de
Jesús reflejan una profunda 'compasión' en un nivel visceral (un equivalente
razonable e idiomático en español para un término griego [splagjnon], que
podría referirse a los intestinos y los riñones)" (Matthew [Broadman
& Holman Publishers, 1992], p. 166). Por lo tanto, el Nuevo Testamento
describe la compasión de Jesús empleando el lenguaje visceral de las partes
internas del cuerpo que se conmueven en respuesta a ciertas emociones. Para
decirlo con más precisión, Jesús fue corporal y emocionalmente conmovido a
causa de la profunda compasión y amor que sentía por las personas. Esto es
compatible con la descripción que hace el Antiguo Testamento de la profunda
compasión que Dios siente por su pueblo.
Nuestro
Dios apasionado y compasivo es celoso de una manera bondadosa y justa
Como parte de la imagen que
el Antiguo Testamento presenta de nuestro Dios apasionado y compasivo, se
describe al Señor como celoso (ver Éxo. 20:5; 34:14; Deut. 4:24; 5:9; 6:15;
32:16, 21; Jos. 24:19; 1 Rey. 14:22; Sal. 78:58; Eze. 39:25; Nah. 1:2; Joel 2:18;
Zac. 1:14; 8:2). Esta descripción aparece en el segundo Mandamiento, que se
basa en el primero ("No tendrás otros dioses fuera de mí", Éxo. 20:3)
y prohibe hacer cualquier "imagen" (Éxo. 20:4). El mandamiento añade:
"No te inclinarás a ellas, ni las honrarás. Porque el Señor tu Dios soy
yo, fuerte, celoso" (Éxo. 20:5). Como en una relación matrimonial, Dios
exige a su pueblo exclusividad y fidelidad. En vista del pacto existente entre
Dios y su pueblo, cuando este quebranta su Mandamiento fabricando ídolos,
adorándolos y sirviéndolos, provoca los celos, o ira de Dios, según el lenguaje
bíblico (Deut. 32:16, 21; Jos. 24:19; 1 Rey. 14:22, 23; Sal. 78:58; Nah. 1:2,
14). Como Dios santo (Jos. 24:19, Eze. 39:25) y celoso de la relación con su
pueblo (Joel 2:18; Zac. 1:14; 8:2), su reacción es en realidad una respuesta
santa a la infidelidad y la idolatría.
Esta imagen
veterotestamentaria de los celos de Dios es obviamente diferente de la
advertencia de Pablo contra los celos entre los miembros de la iglesia en el
Nuevo Testamento (ver 1 Cor. 13:4; 2 Cor. 12:20; Gál. 5:20). Pablo habla
positivamente del "celo de Dios" al enfatizar en 2 Corintios 11:2 que
eso es lo que él siente por la iglesia. Esta distinción entre los celos
negativos, que deben ser evitados, y los celos positivos de Dios puede
discernirse en la lengua griega original a la luz de las dos definiciones
posibles que el término "celos" tiene en el Nuevo Testamento: (1)
"estar positiva e intensamente interesado" (celo); o (2) "tener
intensos sentimientos negativos por los logros de otro" (envidia) (Danker, A
Greek-English lexicón of the New Testament and other Early Christian
literature, p. 427).
Dios muestra activamente su
compasión y su amor apasionado por su pueblo y nos insta a imitarlo. Con esta
idea en mente, analiza con tu clase las siguientes preguntas:
1. Si comparamos la
compasión de Dios con la de una madre amorosa, ¿cómo influyen el amor o el
desinterés materno en la demostración de compasión o en la falta de ella?
Comparte ejemplos.
2. ¿Cómo puedes ser
positivamente celoso en tus relaciones en la iglesia, a semejanza de Dios en
sus relaciones con su pueblo?
3. ¿Cómo podemos cuidar
activamente a los demás e incorporar la causa de ellos a nuestros objetivos
espirituales?
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