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Lección 4: DIOS ES APASIONADO Y COMPASIVO | El amor de Dios y su justicia | Libro complementario

Lección 4:

DIOS ES APASIONADO Y COMPASIVO

Desde que tenía uso de razón, la niñera de Jane le había dicho: -Tu mamá te ama incondicionalmente. En aquel momento, eso le pareció tranquilizador.

-A ella le da igual que seas buena o mala, dichosa o infeliz -le dijo.

-Pero ¿no estaría mami más contenta si yo fuera feliz? -preguntó Jane.

-Bueno, en realidad a ella no le afecta lo que haces o lo que te pasa -respondió la niñera-. No siente ninguna emoción respecto de tu vida. Siempre está plenamente feliz, no importa lo que te ocurra a ti o a cualquier otra persona.

Esto desconcertó a Jane.

Peor que desconcertarla, pues cuando su profesor abusó de Jane, su madre condenó el hecho, pero no se alteró por ello. Enjuició el caso con calma, defendiendo los principios abstractos de la justicia, al tiempo que permanecía emocionalmente indiferente y tan dichosa como siempre, aunque su hija sufría.

Cuando Jane fue la ganadora en su primera competición de atletismo, su madre no se alegró. Cuando es la mejor de su promoción, a su madre no le importa. En ocasión de su boda y del nacimiento de su hijo, la madre de Jane no derrama una lágrima ni muestra siquiera un atisbo de emoción. Cuando Jene enferma de cáncer terminal y finalmente muere, su madre sigue sin inmutarse.

Hasta el final, la niñera de Jane afirmó que su madre la amaba de verdad. "Si era así", pensó Jane, "había algo muy deficiente en su 'amor'". Numerosos teólogos afirman que el amor de Dios por nosotros es así. Dicen que Dios no puede verse afectado por nada externo a él, sino que disfruta de una dicha perfecta totalmente independiente de lo que ocurra en la Creación. Esto se relaciona estrechamente con la concepción popular del agape abordada anteriormente, en la que el amor se reduce a una bendición unilateral independiente de su objeto. "El amor de Dios", escribió León Morris, "no es una emoción condicionada por la clase de personas que somos". Así, la "pasión" no constituye el "amor cristiano".1

El amor de Dios ¿incluye reacciones emocionales? ¿Pueden los seres humanos afectar a Dios? Hemos visto antes algunas descripciones sorprendentes del aspecto emocional del amor de Dios. Este capítulo profundiza en las descripciones que hacen las Escrituras del amor divino como profundamente emocional, aunque sin ninguno de los defectos comunes a las emociones humanas (como la irracionalidad).

COMPASIVO, MISERICORDIOSO, PACIENTE, LLENO DE BONDAD Y DE VERDAD

Mientras intercedía por Israel, Moisés pidió a Dios: "Te ruego que me muestres tu gloria". Dios respondió: "Haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré mi nombre ante ti. Tendré misericordia de quien yo quiera, y seré clemente con quien yo quiera" (Éxo. 33:18,19). Recordemos que esto no es una declaración de que la compasión o la gracia de Dios sea arbitraria, sino que amplía la declaración anterior de Dios. Es decir, pasa de "yo soy el que soy" (Éxo. 3:14) a "yo soy el Dios que concede gracia y muestra compasión".

Después de esto, Dios ordenó a Moisés que preparara dos tablas de piedra para reemplazar los Diez Mandamientos que Moisés rompió al ver el pecado de Israel. Esto es muy significativo. La Ley es la primera señal tangible en esta historia de que la compasión y la gracia especiales de Dios hacia el pueblo del Pacto continuarán, de que Dios restaurará el pacto que ellos rompieron. Entonces,

el Señor descendió en la nube; estuvo allí con Moisés y proclamó su nombre. El Señor pasó ante Moisés y proclamó: "¡Señor! ¡Señor! ¡Dios compasivo [raham] y bondadoso, lento para la ira, y grande en amor [hesed, bondad amorosa] y fidelidad! Que mantiene su invariable amor [hesed] a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y no da por inocente al culpable" (Éxo. 34:5-7).

En respuesta, Moisés "adoró" (vers. 8). La única respuesta apropiada al carácter de Dios es la adoración.

Observa que Dios perdona, pero sin exculpar al culpable. El amor de Dios está indisolublemente ligado a su justicia. No pueden existir uno sin el otro. Sin embargo, Dios es paciente o "lento para la ira". Esto traduce dos términos que literalmente significan "largo de nariz". Imagina la nariz de alguien que se pone roja o caliente cuando se enoja. La metáfora describe la "nariz" de Dios como tan "larga" que tarda mucho tiempo en calentarse.2 Dios es lento para la ira y abunda en bondad (hesed) y verdad (emeth). Ya hemos visto la riqueza del término hesed, la firme bondad pactual de Dios. El término traducido como "fidelidad" designa no solo lo verdadero, sino también incluye las ideas de lealtad y justicia.

Todo esto aparece luego de la declaración de Dios acerca de su compasión y su bondad. La riqueza del concepto de la compasión de Dios es afín a la idea de su bondad (hesed). Salmos 103:13 dice: "Como el padre se compadece [raham] de sus hijos, el Señor se compadece [rájam] de quienes le temen". Asimismo, Dios declara en Isaías 49:15: "¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, para no compadecerse [rájam] del hijo de sus entrañas? Aunque ella se olvide, yo nunca te olvidaré". La palabra traducida como "compasión" (rájam) deriva de la palabra hebrea que designa el "vientre" (réjem) materno.28 La compasión de Dios es, entonces, un amor semejante al maternal, aunque infinitamente superior al de una madre amorosa hacia su hijo.29

Dios no solo declaró que es compasivo, sino también lo demostró sobradamente. A pesar de que los integrantes de su pueblo básicamente le escupieron en la cara, incluso después de que él acababa de librarlos de la esclavitud mediante grandes señales y maravillas, Dios les concedió abundante compasión. La profundidad de esa compasión divina es expresada en los siguientes términos: "¿No es Efraín mi hijo precioso, el niño en quien me deleito? Cuantas veces hablo contra él, tantas veces lo recuerdo con ternura. Por eso mi corazón se conmueve, y siento compasión [rájam] de él" (Jer. 31:20).

Este lenguaje, que incluye la expresión idiomática "mi corazón se conmueve", describe el amor divino como profundamente compasivo, dispuesto y conmovido por su pueblo.

¿CÓMO PUEDO RENUNCIAR A TI? MI CORAZÓN DA UN VUELCO

La misma profunda compasión aparece en Oseas, donde Dios dice:

Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; a

los baales sacrificaban y a los ídolos ofrecían sahumerios. Con todo, yo le enseñé a andar a Efraín. Los llevé en mis brazos, y no conocieron que yo los cuidaba. Con cuerdas de bondad los atraje, con lazos de amor. Y fui para ellos como quien levanta a un niño contra su mejilla; y me inclinaba y les daba de comer (Ose. 11:1-4).

Esto asemeja el amor de Dios al tierno afecto de un padre que adopta y cuida a un hijo. Asimismo, Deuteronomio 1:31 relata cómo "en el desierto" el pueblo vio que "el Señor su Dios los ha traído por todo el camino que han andado como un hombre trae a su hijo". Isaías 63:9 añade: "En todas sus angustias él fue afligido, y el ángel de su presencia los salvó; en su amor y en su compasión los redimió, los levantó y los sostuvo todos los días de antaño" (LBLA).

Oseas 11 continúa expresando el lamento de Dios por la rebeldía y la maldad de su pueblo: "Mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí" (Ose. 11:7). A continuación, Dios expresa su dolor y su compasión en uno de los lenguajes más conmovedores de la Escritura:

"¿Cómo podré abandonarte, Efraín? ¿He de entregarte yo, Israel? ¿Cómo podré hacerte como a Adma o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión" (vers. 8).,

La palabra que describe la encendida compasión de Dios (kamar) solo aparece en otros dos casos bíblicos relacionados con las emociones.

En primer lugar, cuando los hermanos de José llevaron a Benjamín a Egipto, José lo vio y "se apresuró, porque se conmovió (kamar) a causa de su hermano, y procuró dónde llorar. Entró en su cámara, y lloró allí" (Gén. 43:30). En segundo lugar, cuando dos mujeres acudieron a Salomón, ambas afirmando serla madre del mismo niño, el rey ordenó que cortaran al niño por la mitad y dieran medio niño a cada mujer. La verdadera madre gritó cuando "se le conmovieron las entrañas (kamar)" y dijo: "¡Ah, señor mío! Denle a ella el niño vivo y no lo maten" (1 Rey. 3:26).

Oseas 11 emplea estas mismas imágenes de la más profunda compasión para describir la insondable preocupación de Dios por sus hijos. Aunque lo traicionaron y abandonaron repetidamente, Dios siguió otorgándoles pacientemente su compasión y una misericordia sobreabundante que excedía toda expectativa razonable. Jesús mostró el mismo amor profundamente emocional y compasivo. Por ejemplo, "Jesús vio una gran multitud. Sintió compasión de ellos, y sanó a los que estaban enfermos" (Mat. 14:14; 15:32; Mar. 8:2). No solo aquí, sino sistemáticamente y en otros lugares, cuando Cristo vio a las personas necesitadas sintió compasión (Mat. 9:36; Mar. 1:41; 6:34; 10:21; Luc. 7:13; Juan 13:1).

El lamento de Cristo por Jerusalén se hace eco del lamento de Dios en Oseas n: "¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti. ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollos debajo de sus alas! Y no quisiste" (Luc. 13:34; cf. Mat. 23:37). Como dice Deuteronomio 4:31: "El Señor, tu Dios, es un Dios compasivo". En vista de la compasión de Dios por nosotros, ¿cuánto más compasivos deberíamos ser con los demás?

Se cuenta la historia de un niño de cuatro años que vio llorar a su vecino, un señor mayor cuya esposa acababa de fallecer. Al ver las lágrimas del hombre, el niño se acercó, se subió a su regazo y se quedó allí sentado. Más tarde, su madre le preguntó qué le había dicho. "Nada", respondió el niño, "solo lo ayudé a llorar". Puede que no nos demos cuenta, pero cuando estamos angustiados y sufrimos, Dios se sienta con nosotros y nos ayuda a llorar. ¿Podrías hacerlo tú también por los que sufren a tu alrededor?

¿UN DIOS CELOSO?

Las Escrituras no solo subrayan que Dios es misericordioso (el rajúm en hebreo; Deut. 4:31), sino también que es un Dios celoso, o apasionado (el qanná en hebreo; Deut. 4:24). Precisamente porque Dios es amor (1 Juan 4:8,16), se enfurece ante el pecado y el mal pues siempre dañan, incluso cuando son autoinfligidos, a sus amados seres humanos.

En consecuencia, Deuteronomio 4:24 enseña que "el Señor su Dios es fuego consumidor, Dios celoso" (ver también Éxo. 20:5; Deut. 5:9). ¿Qué significa esto? Si una mujer llama hoy "celoso" a su marido, probablemente no lo hace como un cumplido, ya que la palabra tiene actualmente una connotación negativa. Además, ¿no enseñan las Escrituras que el amor "no es celoso" (1 Cor. 13:4)? ¿Cómo podría, entonces, ser Dios un "Dios celoso"?

Los numerosos textos bíblicos que describen a Dios como "celoso" muestran su preocupación por mantener una relación exclusiva con su pueblo, al que ama apasionadamente, y a menudo lo presentan como un marido despreciado y no correspondido de una esposa infiel (ver Ose. 1-3; Isa. 62:4; Jer. 2:2; 3:1-12; Eze. 16; 23; Zac. 8:2; 2 Cor. 11:2). Paul House explica que "la mayoría de las personas casadas no quieren que sus cónyuges sean víctimas de la violencia sexual y son justificadamente protectoras de una relación sexual exclusiva". En tal caso, "los celos son un rasgo bueno y normal. Los celos divinos son igualmente positivos". Los celos divinos "no son un defecto de carácter. Por el contrario, magnifican la rectitud, la preocupación y el pacto de Dios".30 Dadas las connotaciones negativas de la palabra "celos", es más apropiado referirse a la "pasión" de Dios que brota de su profundo amor por su pueblo, similar a la de un esposo amoroso que aspira a una relación de amor exclusiva con su esposa y viceversa.

La pasión de Dios nunca es una emoción mezquina o inapropiada, como se ve a menudo en las relaciones humanas, sino un aspecto totalmente apropiado y virtuoso de su amor, sin ninguno de los defectos característicos de los celos humanos. En primer lugar, el amor apasionado de Dios nunca es envidioso. A diferencia de los falsos "dioses" de la antigüedad, Dios nunca tiene celos de otros dioses o ídolos o de cualquier otra cosa, sino que su pasión tiene que ver siempre con lo que le pertenece legítimamente.31

Dios es apropiadamente apasionado por su nombre y su pueblo. Cuando Pablo enseña que el amor "no es celoso", no excluye con ello la pasión apropiada típica de una relación de amor exclusiva, sino los celos de tipo deficiente, como la envidia. Esto resulta evidente a la luz de lo que Pablo escribe más adelante a los corintios: "Los celo con celo de Dios, porque los he desposado con un solo esposo, con Cristo; para presentarlos a él como una virgen pura" (2 Cor. 11:2). Existen, pues, "celos piadosos" en contraste con los deficientes celos humanos. El pecado y el mal provocan la pasión o los celos de Dios precisamente porque él es amor y aborrece el mal, que siempre perjudica a las personas.

"El Señor su Dios es misericordioso" (Deut. 4:31), "muy compasivo" (2 Sam. 24:14; 1 Crón. 21:13), "su compasión nunca falta" (Lam. 3:22). Dios es compasivo (ver Isa. 63:9; Heb. 4:15), profundamente afectado por las penas de su pueblo (Juec. 10:16; Luc. 19:41), dispuesto a escuchar, responder y consolar (Isa. 49:10,15; Mat. 9:36; 14:14). Es un Dios de "tierna misericordia" (Luc. 1:78), "rico en misericordia" y "gran amor" (Efe. 2:4), "Padre de compasión y Dios de todo consuelo" (2 Cor. 1:3).

Piensa en algo o alguien que ha sido o es objeto de tu mayor amor. Dios te ama exponencialmente más profunda, compasiva y apasionadamente que eso.

Algunos piensan erróneamente que Dios es como sus padres. Desgraciadamente, ¡algunos niños tienen padres terriblemente abusivos y malvados! Dios no es como ellos. Dios es mucho mejor que el mejor padre o la mejor madre. El amor de Dios por ti es más profundo, amplio y grande de lo que puedas imaginar.

(Peabody, MA: Hendrickson, 1997), t. 3, p. 1.446. La combinación de qaná' + ba sugiere la emoción negativa de la envidia (por ejemplo, Prov. 3:31) y nunca es usada en relación con Dios. La construcción qaná' + la sugiere una emoción intensa y apropiada en favor de su objeto y usada en relación con los seres humanos (por ejemplo, 1 Rey. 19:10) y Dios (por ejemplo, Zac. 8:2). Ver E. Reuter, "qn'", Theologlcal Dictionary ofthe Oíd Testament, ed. por G. Jo-hannes Botterweck, Helmer Ringgren y Heinz-Joseph Fabry (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2004), 1.13, p. 49- 46


1  León Morris, Testamentsoflove:Astudyoflove¡ntheBible(Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1981), pp. 151, 276.

2  Ver Walter Brueggemann, "The Book of Exodus", en The New Interpreter's Bible, ed. por Leander Keck (Nashville, TN: Abingdon, 1994), 1.1, p. 946. Compara la descripción de la ira de Dios con "el calor de mi nariz" en Éxodo 32:10 y 12.

 Ver H. J. Stoebe, "rhm", Theological lexicón of the Oíd Testament, ed. por Ernst Jenni y Claus Westermann (Peabody, MA: Hendrickson, 1997), t. 3, p. 1.226. Cf. Ludwig Koehler, Walter Baumgartner y Johann Jakob Stamm, The Hebrew and Aramaic Lexicón ofthe Oíd Testament (Leiden: Brill, 1996), t. 3, pp. 1.217-1.218; Mike Butterworth, "rhm", New International Dictionary ofOId Testament Theology &> Exegesis, ed. por Willem A. VanGemeren (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1997), t. 3- P-1.093.

30 Paul House, 7,2 Kings: An exegetical arid theological exposition of Holy Scripture (Nashville, TN: Broadman & Holman, 1995), p. 194-

31 Según G. Sauer, las deidades del Antiguo Cercano Oriente eran proclives a la envidia mutua, pero nunca al "celo en relación con sus adoradores" ("qn'", Theological lexicón ofthe Oíd Testament, ed. por Ernst Jenni y Claus Westermann

 

 

 




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