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Lección 4 | ¿UN DIOS CELOSO? | Miércoles 22 de enero

Lección 4 | Miércoles 22 de enero

¿UN DIOS CELOSO?

El Dios de la Biblia es el «Dios compasivo». En hebreo, Dios se da a sí mismo el nombre ‘el rahum (Deut. 4: 31). El término hebreo ‘el significa «Dios», y rahum es una variación de la raíz de la palabra que significa compasión (rajám). Sin embargo, Dios no solo es llamado «compasivo» o «misericordioso», sino también «celoso» (‘el qanah). Como dice Deuteronomio 4: 24: «Porque Jehová, tu Dios, es fuego consumidor, Dios celoso [‘el qanah]». (Ver Deut. 4: 24; 6: 15; Jos. 24: 19; Nah. 1: 2).

1 Corintios 13: 4 declara que «el amor no es celoso» (NTV). ¿Cómo puede Dios, entonces, ser un «Dios celoso»?

Lee 2 Corintios 11: 2 y considera la forma en que el pueblo de Dios le fue infiel a lo largo de la Biblia (ver, por ejemplo, Sal. 78: 58). ¿Qué nos enseñan estos pasajes sobre el significado de los «celos» divinos?

2Co 11:2  Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. 

 Sal 78:58  Le enojaron con sus lugares altos, 
 Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.   

Los «celos» de Dios a menudo son malinterpretados. Cuando el adjetivo «celoso» se refiere a un cónyuge, no se trata de un elogio. El término «celos» suele tener connotaciones negativas en muchos idiomas. Sin embargo, ese no es el caso de los celos divinos en la Biblia, ya que se refieren a la sana expectativa de un marido amoroso por disfrutar de una relación exclusiva con su esposa.

Aunque existe un tipo de celos contrarios al amor (1 Cor. 13: 4, NTV), también hay «celos» buenos y justos. Pablo se refiere a ello como «celo de Dios» (ver 2 Cor. 11: 2). Los celos de Dios son solo y siempre del tipo correcto, y se los puede definir más adecuadamente como el amor apasionado que Dios siente por su pueblo.

El celo (qanah) de Dios por su pueblo proviene del profundo amor que siente. Dios desea una relación exclusiva con su pueblo; solo él ha de ser su Dios. Sin embargo, a menudo se describe a Dios como un cónyuge despechado, cuyo amor no es correspondido (ver Ose. 1-3; Jer. 2: 2; 3: 1-10). Por lo tanto, los «celos» –o la «pasión» de Dios– nunca son caprichosos o sin motivo, sino que siempre responden a la infidelidad y a la conducta indebida de las personas malvadas. Los celos de Dios (o su «amor apasionado») no tienen las connotaciones negativas de los celos humanos. Nunca obedecen a la envidia, sino al legítimo anhelo de disfrutar de una relación exclusiva con su pueblo y para el bien de este.

¿Cómo podemos aprender a reflejar el mismo tipo de «celos» positivos hacia los demás que Dios muestra hacia nosotros?

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