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Lección 11: ¿QUÉ MÁS PUDE HACER? | El amor de Dios y su justicia | Libro complementario

Lección 11:

¿QUÉ MÁS PUDE HACER?

Imagina que estás a punto de casarte con alguien a quien consideras el amor de tu vida. Entonces, para tu sorpresa, tu mejor amigo o amiga te dice que la persona con la que contraerás matrimonio es en realidad un monstruo culpable de hechos despreciables como la estafa, que no te ama de verdad, que te está utilizando y que, si confías en esa persona, ella arruinará tu vida y todo lo que aprecias. Naturalmente, tu relación amorosa con esa persona se vería afectada por el solo hecho de dar cabida a la sospecha en relación con esas acusaciones. Esto se debe a que las relaciones amorosas requieren confianza. Donde hay desconfianza, especialmente si es justificada, el amor resulta afectado.

¿Se puede confiar en Dios? ¿Ha hecho él todo lo que podía por este mundo? Estas preguntas y otras que son cruciales deben ser abordadas para concluir nuestro análisis acerca de la teodicea del amor divino.

LA CANCIÓN DE LA VIÑA DEL AMADO

"Ahora cantaré por mi Amado un canto de amor por su viña. Tenía mi Amado una viña en una ladera fértil" (Isa. 5:1). Aquí, el profeta Isaías canta una canción acerca de su "Amado", Dios mismo, y una viña, que representa al pueblo de Dios.

La viña de Dios estaba en una "ladera fértil", un lugar excelente. Dios cuidó especialmente de esa parcela: "La había cavado, despedregado y plantado de vides selectas. Había edificado en ella una torre y un lagar. Y esperaba que diese uvas buenas, y dio uvas silvestres" (vers. 2).

Dios invirtió mucho en esta viña. Nota todo lo que hizo. ¿Qué más podía hacer? Tras hacer todo lo que podía por su viña, Dios esperó a que produjera uvas deliciosas. Pero ¿qué encontró? Frutos malogrados. Literalmente, "fruta hedionda" según el idioma original. ¿Alguna vez mordiste una uva con la esperanza de que fuera jugosa y deliciosa, pero estaba podrida? Esa es la experiencia de Dios descrita aquí. A pesar de todo lo que Dios hizo por su viña, esta produjo uvas podridas y hediondas.

Cuando una viña da frutos de ese tipo, ¿es culpa del viñador? ¿Es culpa de Dios que en nuestro mundo existan y ocurran cosas repugnantes?

En el siguiente versículo de Isaías 5 se produce un cambio de oradores. Antes hablaba Isaías, pero ahora habla Dios mismo: "Ahora, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzguen entre mí y mi viña. ¿Qué más se había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas buenas, dio uvas silvestres?" (vers. 3, 4).

En primer lugar, nota que la palabra traducida aquí como "esperando" (qavah) significa simplemente eso y no indica que Dios fuera tomado por sorpresa. Lo que Dios dice allí es que el fruto podrido no concordaba con la preparación y el cuidado que él había prodigado a la viña. Esta debería haber dado buenas uvas, no frutos podridos y apestosos. ¿Fue eso culpa del viñador? ¿Quién tuvo la culpa?

Aquí, Dios invita a los oyentes a "juzgar" entre él y su viña: "¿Qué más se había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho?"" Este es un retrato asombroso del carácter de Dios y muestra su disposición a hacer todo lo posible para que sus criaturas conozcan la verdad acerca de él. Si las acusaciones de Satanás quedaran sin resolver, harían imposibles las relaciones de amor y armonía en el universo.

¿Qué más podía hacer Dios por su viña?

MÁS ACERCA DE LA HISTORIA

Esto me recuerda una historia ambientada en la Edad Media y titulada La espada de Denis Anwyck. Este relato trata acerca de un huérfano (Denis) que odia al rey de su tierra, debido a que los soldados del rey se llevaron a sus padres enfermos mientras él gritaba: "¡Papá! ¡Mamá!" Denis desprecia por completo al rey.

Pero, a través de una serie de acontecimientos, Denis encuentra respuestas en un libro escrito por el propio rey y titulado: Crónicas de la terrible peste negra y de los tiempos posteriores. Las palabras del rey registradas en el libro lo aclaran todo: "Me llena de amargura y dolor, y mi pueblo me odia por ello, pero lo más horrendo de esta plaga es que un ser vivo puede contraer la enfermedad por el solo contacto con los muertos. Al separar a los vivos de los muertos, puedo salvar a los vivos".1 Las lágrimas corren por el rostro de Denis cuando por fin se da cuenta de que el rey había actuado como lo hizo por el bien de Denis y de todo su pueblo. Había mucho más en la historia, y la verdad acerca del carácter del rey cambió todo para Denis.

LA PARÁBOLA DE LA VIÑA

En Mateo 21, Jesús cuenta una parábola que muestra que Dios ha hecho todo lo que podía por este mundo. La parábola comienza así: "Un propietario plantó una viña y la rodeó de una cerca. Cavó en ella un lagar, edificó una torre" (Mat. 21:33). Suena familiar, ¿verdad? Jesús cita aquí el cántico de la viña de Isaías 5. Luego, él añade lo siguiente a la historia:

La arrendó a unos labradores y se fue lejos. Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió a sus siervos a los labradores para recibir su fruto. Pero los labradores tomaron a los siervos, y a uno lo hirieron, al otro lo mataron, y al otro lo apedrearon. El dueño envió a otros siervos, en mayor número que los primeros. E hicieron lo mismo con ellos (Mat. 21:33-36).

Estos siervos representan a los numerosos profetas enviados por Dios para advertir al pueblo y darle la oportunidad de volver a él, pero que fueron asesinados.

Al fin envió a su hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo". Pero al ver al hijo, los labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Matémoslo, y quedaremos con la herencia". Así que lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga el señor de la viña, ¿qué hará a esos labradores? (vers. 37-40).

¿Qué más podía hacer? Dios lo dio todo, incluso a su Hijo. Dios se entregó por nosotros en la persona de Cristo. No hay amor más grande que este (Juan 15:13).

Tal vez tú o alguien que conozcas se sienta tentado a pensar que un Dios que permite el mal y el sufrimiento no puede ser plenamente bueno y amoroso. Te ruego que mires a la Cruz. ¿Quién sufre más a causa del mal? Dios mismo, no solo en relación con la Cruz, sino porque sufre cada vez que sufrimos, así como yo sufro cada vez que mi hijo sufre. Cuando él se fracturó el brazo hace algunos años, yo hubiera preferido que mis dos brazos se hubieran fracturado en lugar del suyo. Puesto que nos ama tanto, Dios sufre cada vez que sufrimos. Por eso, Dios es quien más sufre, pues asume todo el sufrimiento.

De haber existido otra forma de garantizar la armonía permanente del amor en este universo, Dios sin duda la habría elegido, aunque solo fuera para ahorrarse el insondable costo y las consecuencias que habría de representar el Conflicto. Aunque sabía que este mundo le costaría la vida al Hijo de Dios, él eligió crearnos, amarnos y sufrir él mismo las consecuencias que merecíamos para que pudiéramos recibir lo que él merece.

¿Qué más podía hacer? Dios ha hecho todo lo que se podía hacer por este mundo sin socavar su relación de amor, y finalmente erradicará el mal sin comprometer el amor. En tal sentido, Dios hará que de alguna manera todas las cosas terminen cooperando para el bien de quienes lo aman (Rom. 8:28). No obstante, como

escribe Pablo en Romanos 8:18: "las aflicciones de este tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros". Al final, "Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Y no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron" (Apoc. 21:4).

Mientras tanto, podemos mirar a la Cruz y confiar en el Dios que sufre con nosotros. Las criaturas sufren inmensamente a causa del mal, pero Dios sufrió más que nadie en la Cruz, donde demostró de manera concluyente su amor y su justicia perfectos.

En vista de ello, la respuesta a la pregunta reflexiva de Dios "¿qué más pude hacer?" es, sin duda: Nada más.

AMIGOS DEL ESPOSO

En el trasfondo de Isaías 5 hay dos metáforas paralelas. Dios es representado allí por el dueño de la viña, y la viña representa al pueblo de Dios (y, quizá por extensión, su perfecta Creación). Sin embargo, hay otra metáfora subyacente acerca de un novio (Dios) y su futura esposa.

Isaías actúa como "amigo del novio", algo así como un "padrino" (Juan el Bautista se describe a sí mismo de esta manera en Juan 3:29), donde habla en nombre del novio para defenderlo de las tergiversaciones o equívocos acerca de su carácter.

Muchos culpan a Dios cuando las cosas van mal, pero él no es el responsable de ello. Él nunca deseó nada de eso y pronto pondrá fin al mal, a la muerte, al pecado y al sufrimiento; no habrá más llanto, ni lágrimas, ni dolor, porque todo ello desaparecerá para siempre.

Hasta que ese día llegue, ¿quién hablará en nombre y en favor del Novio mientras tantos culpan a Dios de todo lo malo y rechazan la religión porque lo responsabilizan del sufrimiento de este mundo?

Los que conocen al verdadero Rey y saben cómo es, están llamados a actuar como Isaías, como amigos del esposo para compartir la buena noticia de que Dios es amor con cuantos podamos. Como dijo Elena de White:

Los últimos rayos de luz misericordiosa, el último mensaje de clemencia que debe darse al mundo, es una revelación de su carácter de amor. Los hijos de Dios deben manifestar su gloria. En su vida y su carácter deben revelar lo que la gracia de Dios ha hecho por ellos.2

REFLEXIONES FINALES ACERCA DEL MAL Y DE LA TEODICEA DEL AMOR

En los últimos capítulos hemos examinado una serie de piezas del rompecabezas que pueden ser útiles a la hora de reflexionar acerca del problema del mal. Es fundamental recordar que hay muchas cosas que no sabemos. Sin embargo, una cosa que sí sabemos por las Escrituras es que Dios no siempre consigue lo que quiere. Muchas cosas suceden contrariamente a sus deseos. Concretamente, el mal se debe a que las criaturas no eligen lo que Dios desea idealmente. Dios concede y respeta el libre albedrío incluso cuando sus criaturas hacen lo malo porque esa libertad es un prerrequisito necesario para el amor. Una auténtica relación de amor solo es posible si Dios concede sistemáticamente a sus criaturas la libertad de elegir lo contrario de lo que Dios desea; es decir, el mal. Dios permite temporariamente el mal, aunque lo desaprueba, pues excluir su posibilidad haría imposible el amor, y porque destruirlo prematuramente afectaría la confianza necesaria para que el amor pueda existir.

Las Escrituras ponen de relieve el marco más amplio del Conflicto Cósmico, en el que Satanás y sus secuaces se oponen al gobierno amoroso de Dios. Este conflicto es principalmente una disputa acerca del carácter divino causada por las falsas acusaciones del Diablo contra la bondad, la justicia y el gobierno de Dios. Un conflicto de este tipo no puede resolverse recurriendo al poder, sino que requiere una demostración cósmica. Dios ha concedido temporalmente a Satanás y sus secuaces una jurisdicción significativa en este mundo, aunque limitada según ciertos parámetros o reglas acordadas en la corte celestial y dentro de las cuales se deben resolver las acusaciones esgrimidas contra Dios sin afectar su amor. En consecuencia, estas "reglas" del Conflicto limitan moralmente el poder de Dios para eliminar o mitigar el mal.

Dios desea eliminar todo mal, pero en ciertos casos hacerlo: (1) socavaría el libre albedrío y, por lo tanto, el amor; (2) iría en contra de las reglas acordadas para dirimir el Conflicto y/o (3) daría lugar a un mayor mal o a un menor desarrollo del amor. Dios ha hecho todo lo que podía por este mundo sin socavar su relación de amor con la Creación, y finalmente erradicará el mal sin comprometer el amor. Mientras tanto, podemos mirar a la Cruz con la certeza de que el Dios que sufre voluntariamente con nosotros merece nuestra confianza.

Lo dicho hasta aquí puede resumirse en siete reflexiones:

1. Hay muchas cosas que no sabemos.

2. Dios no siempre consigue lo que quiere.

3. Dios concede y respeta el libre albedrío, incluso cuando sus criaturas hacen lo malo, porque esa libertad es un requisito necesario para el amor.

4. El problema del mal existente en el mundo se inscribe dentro del marco mayor de un conflicto cósmico (Mat. 13:24-30) consistente principalmente en una disputa acerca del carácter de Dios causada por las falsas acusaciones del Diablo contra la bondad, la justicia y el gobierno de Dios.

5. En este conflicto cósmico existen reglas o parámetros acordados en la corte celestial dentro de los cuales las acusaciones contra Dios pueden ser resueltas sin afectar el amor.

6. Dios siempre hace todo lo posible, en vista de las alternativas disponibles, a fin de lograr el mayor bien para todos, y erradicará finalmente el mal para siempre.

7. Mientras tanto, podemos contemplar la Cruz con la certeza de que podemos fiarnos de este Dios que sufre con nosotros.


1  Maylan Schurch, La espada de Denis Anwyck (Florida: ACES, 2010), pp. 135-137-

2  Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 342.

 

 




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