Domingo 20 de abril | Lección 4
NIMROD Y NÍNIVE
El Edén fue creado como el hogar ideal para los seres humanos. Cuando entró el pecado, Dios no tuvo más remedio que sacar a la humanidad del Jardín e impedirle el acceso al Árbol de la Vida, al menos temporalmente.
Fuera del Jardín, los humanos debían trabajar arduamente para subsistir. La vida se hizo más difícil, ya que tuvimos que convivir con el dolor y conseguir el sustento con el sudor de nuestra frente (Gén. 3: 16-19). Nuestros primeros padres confiaron en que el Rey legítimo les proveería un camino de regreso al Jardín, y llevaron sacrificios a la entrada del Edén en fiel anticipación de la redención que Dios ofreció desde el principio al mundo caído.
«El huerto del Edén permaneció en la tierra mucho tiempo después que el hombre fuera expulsado de sus agradables senderos [...]. Allí iban Adán y sus hijos a adorar a Dios. Allí renovaban sus votos de obediencia a aquella ley cuya transgresión los había arrojado del Edén. Cuando la ola de iniquidad cubrió al mundo, y la maldad de los hombres trajo su destrucción por medio del diluvio, la mano que había plantado el Edén lo quitó de la tierra. Pero en la restitución final, cuando haya “un cielo nuevo, y una tierra nueva” (Apoc. 21: 1), será restaurado y más gloriosamente embellecido que al principio» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 41).
Otros, sin embargo, buscaron «soluciones» humanas para los nuevos problemas, y así nacieron las ciudades-estado con la intención de disfrutar de una vida más fácil y, tal vez, de recuperar lo que se perdió en el Edén.
Lee Génesis 10: 1 al 12. La Biblia presenta aquí a una serie de actores políticos clave que aparecen luego en el resto de la Biblia, incluidos Nínive y Babilonia. En vista de lo que sabemos acerca del papel de esas ciudades gracias al registro bíblico posterior, ¿qué podemos deducir del texto leído?
Gén 10:1 Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio.
Gén 10:2 Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras.
Gén 10:3 Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma.
Gén 10:4 Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim.
Gén 10:5 De éstos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones.
Gén 10:6 Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán.
Gén 10:7 Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y Dedán.
Gén 10:8 Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra.
Gén 10:9 Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová.
Gén 10:10 Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar.
Gén 10:11 De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala,
Gén 10:12 y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande.
Algunos han llegado a la conclusión de que Nimrod fue un héroe noble, muy parecido a los personajes de la mitología pagana. Sin embargo, cuando la Biblia lo describe como «poderoso en la tierra» y «vigoroso cazador ante el Señor», no se trata de un cumplido. Nimrod es grande en su propia opinión y está «ante» el Señor en el sentido de que desafía a Dios. Lo que vemos en estos textos es la propagación de la rebelión contra Dios, una rebelión que existirá hasta que sea erradicada para siempre.
¿Por qué el pecado de la rebelión contra Dios es más sutil de lo que percibimos? ¿Cómo podemos resguardarnos de este rasgo tan humano?
Amén solo confiando en Dios nuestro padre celestial Amén gloria a Dios
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