RESEÑA
Texto clave: Éxodo 16:28-30.
Enfoque del estudio: Éxodo 15:22-18:27.
La intervención milagrosa de Dios para rescatar a su pueblo de la esclavitud, un hecho sin precedentes e irrepetible, debía ser recordada y conmemorada regularmente en ocasión de la Pascua. Los israelitas fueron liberados, pero la libertad tiene un precio muy elevado. Dios realizó sus señales y sus maravillas en favor de Israel, lo que implicó los juicios divinos que cayeron sobre Egipto. Estos juicios no fueron meramente punitivos para los egipcios, sino también instructivos para los israelitas, ya que les ayudaron a conocer al Dios verdadero y a descubrir los valores reales y duraderos de la vida. Dios se presentó como un amoroso y justo Redentor, un poderoso Guerrero que rescató a Israel de la esclavitud. Estos dramáticos acontecimientos tenían el propósito de llevar al pueblo de Dios a confiar plenamente en él como su sabio Guía y Protector, y a depender de su conducción.
Después de la gran liberación de Egipto, la experiencia del Mar Rojo y la espléndida celebración de la salvación de Dios de manos del faraón y su ejército, Dios condujo a Israel al desierto de Shur, donde viajaron durante tres días sin encontrar agua. Esto representó otra prueba para la confianza de los israelitas en el Señor (Éxo. 15:25). Justo antes de esa prueba, ellos habían confiado en él tras cruzar el Mar Rojo y ver la derrota del faraón (Éxo. 14:31). ¿Seguirían confiando en Dios como su Líder? Todo lo que había sucedido en los últimos días y semanas debería haber quedado grabado en sus memorias. ¿Recordarían la conducción de Dios cuando surgieran nuevas dificultades?
Dios cuidó de Israel como un padre amoroso y los guio pacientemente a través del desierto. Tuvo que enseñarles lecciones dolorosas cuando murmuraban; sin embargo, les proporcionó amorosamente agua, codornices y maná, y los instruyó acerca de cómo santificar el sábado.
Éxodo 15:22 a 18:27 describe el viaje de Israel al Sinaí. El pasaje consta de cinco narraciones, dos de ellas relacionadas con el don del agua. La primera, en Mara, se refiere a la potabilización del agua amarga (Éxo. 15:22-27). El segundo relato tiene que ver con el agua que brotó de una roca (Éxo. 17:1-7). Entre estos dos relatos se encuentran los milagros de la alimentación divina mediante las codornices y el maná e instrucciones acerca de cómo guardar el sábado (Éxo. 16:1-36). Estos tres prodigios -agua, codornices y maná- son seguidos por dos relatos adicionales: el regalo de la victoria del Señor sobre los amalecitas (Éxo. 17:8-16) y la visita de Jetro, durante la cual dio sabios consejos a Moisés (Éxo. 18:1-27).
La palabra hebrea lun ("murmurar", "refunfuñar", "quejarse") aparece por primera vez en el libro de Éxodo como parte del relato acerca de la falta de agua potable en el desierto de Shur. Los israelitas se detuvieron en Mara, donde el agua era amarga, por lo que "el pueblo murmuró contra Moisés" (Éxo. 15:24). Lamentablemente, el término lun aparece una y otra vez durante el deambular de Israel por el desierto y se destaca en los relatos del maná y las codornices, donde aparece ocho veces (como verbo en Éxo. 16:2, 7 y 8; como sustantivo en Éxo. 16:7 y 8; y dos veces más en los vers. 9 y 12). También se encuentra en el relato siguiente acerca del agua que brota de la roca en la narración de Refidim (Éxo. 17:3-6). La acción de murmurar o refunfuñar aparece también en Números (Núm. 14:2, 27, 29, 36; 16:11, 41; 17:5, 10). Este término aparece fuera del Pentateuco solamente en Josué 9:18.
Cuando el pueblo se quejó, Moisés clamó al Señor, quien ahora es mencionado por tercera vez en Éxodo (Éxo. 8:12; 14:15; 15:25). El Señor indicó a Moisés que arrojara un trozo de madera en el agua amarga, la cual se volvió potable en respuesta a la obediencia a las instrucciones divinas. En el contexto de la potabilización del agua, el Señor prometió que no traería sobre ellos "ninguna enfermedad [hebreo: majalah] de las que envié a los egipcios", si lo escuchaban atentamente y le eran obedientes. Para destacar la contabilidad de su promesa, utilizó la fórmula con la que se identificaba como Dios: "Yo soy el Señor, tu Sanador" (Éxo. 15:26). El Señor se refería a las diversas enfermedades relacionadas con las diez plagas (ver también la promesa de Dios en Éxo. 23:25). Ninguna de estas plagas caería sobre los fieles.
El agua es la fuente y el sustento de la vida, la cual no es posible sin agua, sobre todo en el desierto. Sin ella, solo se puede sobrevivir unos días. No es de extrañar que en Éxodo y Números tengamos varios relatos y milagros importantes relacionados con el agua. Después, Israel acampó en Elim, donde había mucha agua y el alivio de la sombra de las palmeras que allí crecían.
Las codornices, el don del maná y el sábado
El Señor respondió misericordiosamente a las murmuraciones del pueblo, que se quejaba por no tener carne y otros alimentos que habían disfrutado en Egipto. Su queja estaba llena de exageraciones y amarga ironía. Los israelitas recordaban sus platos llenos mientras trabajaban como esclavos para el faraón. En respuesta, sin embargo, el Señor prometió que les proporcionaría pan del cielo y también codornices. Dijo que tendrían codornices por la tarde y pan del cielo por la mañana, y así fue exactamente (Éxo. 16:13). Nunca antes habían visto maná, así que preguntaron: "¿Qué es esto?" (Éxo. 16:15), lo cual es el significado de la palabra "maná".
Mediante el don del maná, Dios enseñó a los israelitas cómo observar el sábado. Jesús llamó al maná el "pan del cielo" (Juan 6:31) en referencia a Éxodo 16:4. El maná era el pan que el Señor daba de comer a su pueblo en el desierto (Éxo. 16:15). Los israelitas recibieron maná durante cuarenta años (Éxo. 16:35). La provisión de este alimento celestial cesó únicamente cuando los israelitas celebraron su primera Pascua en la Tierra Prometida (Jos. 5:10-12).
Durante los cuarenta años de permanencia de los israelitas en el desierto, cada semana ocurrían cuatro milagros que les enseñaron el carácter sagrado del sábado:
(1) el maná descendía del cielo todos los días, excepto el sábado;
(2) si alguien recogía maná para el
día siguiente durante la semana, el "pan del cielo" se echaba a perder al día siguiente;
(3) cada viernes, el día de preparación para el sábado, caía una porción doble de maná; y
(4) el maná recogido los viernes no se echaba a perder, sino que permanecía fresco para su consumo el sábado. Así, el Señor proveía todos los días para las necesidades de Israel. Seis días a la semana tenían que salir a recoger el maná, un recordatorio de que cada día dependían completamente de él.
Otro milagro relacionado con el pan del cielo fue la orden dada por el Señor a Moisés de tomar un omer de maná (medida equivalente a unos 1,7 kg) y colocarlo dentro de una vasija ante el Arca del Pacto (Éxo. 16:34). Más tarde, ese maná fue colocado dentro del Arca del Pacto (Heb. 9:4) como recordatorio para las generaciones futuras. Este maná no se echaba a perder, a pesar de que originalmente solamente se conservaba en buen estado durante dos días como máximo, de viernes a sábado.
El sustantivo "sábado" (hebreo: shabbat) aparece varias veces en el libro de Éxodo y es mencionado por primera vez en la Biblia en Éxodo 16:23, donde se lo describe como "el santo sábado (hebreo: shabbaton), el reposo consagrado al Señor". Este versículo es el primer mandato explícito acerca de la observancia del sábado y contiene tres imperativos: "cocer", "hervir" y "guardar". El sábado debía ser celebrado. Es interesante que el versículo 25 añade el cuarto imperativo: "Cómanlo hoy". La acción de comer está estrechamente ligada a la observancia del sábado. El término "hoy" es utilizado tres veces en este texto en conexión con el sábado, enfatizando así el milagro de comer el maná en sábado porque Dios lo proveyó. En el versículo 25 se afirma que este es un "sábado del Señor", y el versículo 26 explica que el sábado es el séptimo día de la semana. El versículo 30 relaciona el sábado con el descanso: "El pueblo reposó [hebreo: shabat] el séptimo día". Las tres palabras clave de Éxodo 16:23 al 30 ("sábado", "hoy" y "reposo") lo conectan con Hebreos 4:7 al 10, donde el autor también desarrolla esos tres conceptos: "sábado", "hoy" y "descanso". La palabra "sábado" aparece también en Éxodo 16:25, 26 y 29; 20:8, 10 y 11; 31:14, 15 (dos veces) y 16; y 35:2 y 3.
En el clímax del relato acerca del maná, cuando algunas personas salieron en sábado a recogerlo, Dios hizo una pregunta muy aguda: "¿Hasta cuándo se negarán a guardar mis mandamientos y mis leyes?" (Éxo. 16:28). El Señor utiliza la palabra "negarse" para describir la acción deliberada de ellos. Necesitaban aprender que el sábado era un don, lo que era destacado por el hecho de que el Señor les proveía anticipadamente el alimento para ese día a fin de que no necesitaran recogerlo entonces.
1. Jesús afirmó que era "el pan de vida" (Juan 6:35, 48). ¿Cómo podemos tener una relación tan estrecha con Jesucristo al punto de que él se convierta en nuestro "alimento" y "bebida" de cada día?
2. ¿Cuándo y cómo deberíamos ayudar a quienes se lamentan de las dificultades de la vida? ¿Cuándo no deberíamos escuchar quejas?
3. Dios estaba presente en la columna de nube y en la columna de fuego, pero los israelitas dieron por sentada su presencia. También nosotros podemos no apreciar debidamente algo extraordinario que Dios esté haciendo en nuestro medio. ¿Cómo podemos mantener viva nuestra admiración por el carácter sagrado de Dios y de sus obras?
4. La visita de Jetro es por excelencia una narración acerca del liderazgo piadoso. Moisés estaba aprendiendo y desarrollando sus habilidades como dirigente. Era un líder centrado en Dios que reconocía la conducción divina en su vida y en la de Israel. También era un oyente excepcional, lleno de gratitud y alabanza hacia Dios. Era un visionario, pero necesitaba aprender a delegar responsabilidades. Era capaz de aprender a pesar de ser un poderoso líder. ¿Qué le permitía a Moisés estar abierto a nuevas ideas y a aceptar que había áreas en las que podía mejorar sin interpretar las críticas constructivas como un ataque personal ni sentirse amenazado por las sugerencias de crecimiento?
5. En referencia al milagro del agua que brotó de la roca en Refidim, Pablo afirma que Jesús era la Roca (1 Cor. 10:4). En ese relato, el pueblo se quejó y puso a prueba al Señor (Éxo. 17:2). En Malaquías 3:10 se nos invita a poner a prueba a Dios. ¿Cuál es la diferencia entre poner a prueba a Dios en sentido negativo y en sentido positivo? ¿Cómo podemos probar a Dios de manera equivocada?

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