EL DIOS QUE PROVEE
Texto bíblico para el estudio: Éxodo 15:22-18:27
Cuando los israelitas salieron de Egipto, el Dios creador no solo los condujo, sino que también los alimentó y proveyó para ellos todo lo que necesitaban. La forma en que se ocupó de las necesidades cotidianas de los israelitas se describe en Éxodo 15:22 al 18:27. Al mismo tiempo, les enseñó cómo corresponder adecuadamente a Dios y depender confiadamente de Aquel que los amaba más de lo que ellos comprendían.
Este pasaje bíblico tiene una clara estructura literaria. Dos relatos milagrosos relacionados con el agua constituyen la sólida columna vertebral de la sección, que contiene varias narraciones relacionadas con la alimentación en las que el Señor proveyó a su pueblo aún más suministros físicos mientras les enseñaba cómo vivir en relación con él:
1. Milagro: las aguas amargas de Mara se vuelven potables (Éxo. i5:22-25a)
2. Instrucción: La promesa divina de salud (vers. 25b, 26)
3. Narración: El oasis en Elim (vers. 27)
4. Milagros: Las codornices y el maná acompañado de instrucciones acerca de cómo observar el sábado (Éxo. 16:1-36).
5. Milagro: El agua de la roca (Éxo. 17:1-7)
6. Milagro en respuesta a la oración: Victoria sobre los amalecitas (vers. 8-16).
7. Narración: el consejo de Jetro (Éxo. 18:1-27)
Israel viajó durante tres días por el desierto de Shur sin encontrar agua. Finalmente, llegaron a Mara (que significa "amargo"), pero allí el agua era imbebible. En esta situación, "el pueblo murmuró" (Éxo. 15:24). Esta es la primera vez que se habla de murmuración en la Biblia. Cuando el pueblo se quejó, Moisés clamó al Señor por tercera vez en Éxodo (ver Éxo. 8:12; 14:15; 15:25). Dios le indicó lo que debía hacer y el agua amarga se volvió potable cuando el líder arrojó un trozo de madera en obediencia a la instrucción divina.
El agua es vital como fuente y sustento de la vida, sobre todo en el desierto. Solo es posible sobrevivir unos días sin ella. No es de extrañar que Éxodo y Números registren varias historias y milagros relacionados con el agua. Tras el incidente de Mara, Israel acampó en Elim, donde doce pozos proveían de abundante agua y setenta palmeras prodigaban su sombra.
En medio de las quejas de los israelitas, Dios no solo les proveyó agua, sino que también les hizo una poderosa promesa acerca de su salud. En el contexto de la potabilización del agua, el Señor prometió que no traería sobre ellos "ninguna enfermedad [hebreo majalah]" que había afectado a los egipcios como consecuencia de las plagas (Éxo. 15:26) si lo escuchaban atentamente y le obedecían. Dios utilizó una fórmula divina como garantía del cumplimiento de su promesa: "Yo soy el Señor, tu Sanador" (vers. 26). El Señor se refería a las diversas enfermedades relacio-1 nadas con las diez plagas. Ninguna de ellas afectaría a los fieles. Esa promesa es repetida y reforzada más adelante: "Al Señor tu Dios servirás, y él bendecirá tu pan y tus aguas, y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti" (Éxo. 23:25).
LAS CODORNICES, EL MANÁ Y LA IMPORTANCIA DEL SÁBADO
Toda la comunidad israelita "murmuró contra Moisés y Aarón" en el desierto de Sin (Éxo. 16:2). Esta actitud negativa aparece una y otra vez en el registro de la travesía de Israel por el desierto. En el relato del maná y las codornices, la raíz hebrea ¡un ("murmurar", "refunfuñar", "quejarse") es la nota dominante, ya que aparece como verbo en los versículos 2,7 y 8, y como sustantivo en los versículos 7,8 [dos veces], 9 y 12; es decir, ocho veces en total. También aparece en el relato posterior acerca del agua que brotaba de la roca en Refidim (Éxo. 17:3). La misma idea de murmurar o refunfuñar aparece en Números 14:2, 27, 29,36; 16:11,4r; 17:5,10. Aparte del Pentateuco, este término solo se registra en Josué 9:18.
El Señor respondió misericordiosamente a las murmuraciones de quienes se quejaban de que no tenían carne y otros alimentos de los que habían disfrutado en Egipto. La queja de ellos estaba llena de exageración y amarga ironía, ya que decían haber comido abundantemente y "gratis" (Núm. 11:5, NVI) en Egipto mientras eran explotados como esclavos por el faraón. Sin embargo, el Señor les prometió que les proporcionaría pan del cielo y codornices. Dijo que recibirían codornices por la tarde y maná por la mañana, y así fue (Éxo. 16:13,14)- Puesto que nunca habían visto maná, comenzaron a decir: "¿Qué es esto?". En hebreo, esto se pronuncia como man hu, que terminó dando forma al nombre de este alimento que provenía del cielo como mana.
En el capítulo 16 se combinan los dones de las codornices y el maná. Sin embargo, Dios volvió a dar codornices a los israelitas mientras estaban en el desierto, pero en un contexto muy negativo (ver Núm. n:4-i5, 18-23, 31-34). En contraste con las codornices, provistas como alimento solo en dos ocasiones, el Señor dio maná a Israel continuamente durante cuarenta años.
Dios instruyó a los israelitas acerca de cómo observar el sábado juntamente con el don del maná. Este "pan del cielo" (Juan 6:31, 32, una referencia a Éxo. 16:4) fue el alimento que el Señor dio a los israelitas durante cuarenta años (vers. 15, 35) y que solo cesó cuando celebraron su primera Pascua en la Tierra Prometida (Jos. 5:10-12).
La sección central del libro de Éxodo,1 conocida como la "narración del desierto", está estructurada de manera paralela y tiene su centro en la provisión del maná y el sábado:
A. Dios guía al pueblo (Éxo. 13:17-22)
B. Victoria sobre los egipcios (Éxo. 14:1-15:21)
C. Provisión de agua en Mara (Éxo. 15:22-27)
D. Provisión del maná e instrucción acerca del sábado (Éxo. 16:1-36) C'. Provisión de agua en Refidim (Éxo. 17:1-7) B'. Victoria sobre los amalecitas (vers. 8-16) A. Moisés juzga al pueblo (Éxo. 18:1-27)'
Si se aborda el libro de Éxodo desde la perspectiva de la geografía como factor principal para estructurar todo el libro, el capítulo 16 constituye su centro, cuyo tema principal es el sábado y cómo celebrarlo adecuadamente. Por lo tanto, el don del sábado es el corazón de todo el libro de Éxodo.J
Durante los cuarenta años en el desierto, ocurrieron cuatro milagros cada semana que enseñaron a los israelitas el carácter sagrado del sábado:
(1) El maná caía del cielo todos los días excepto en sábado.
(2) Si alguien recogía maná para el día siguiente durante la semana laboral, esa porción extra de maná se echaba a perder al día siguiente.
(3) El viernes caía una porción doble de maná, mostrando así que era el día de preparación para el sábado.
(4) El maná adicional provisto el viernes para el sábado no se echaba a perder y permanecía fresco para ser consumido durante el séptimo día. El Señor proveía cada día para las necesidades de su pueblo, así que cada día aprendían a depender de él pues debían recoger el sustento que les enviaba para alimentarse durante la semana.
Otro milagro relacionado con el "pan del cielo" fue la orden del Señor a Moisés de guardar unos dos kilos de maná en una vasija "delante del testimonio" (Éxo. 16:33,34)- Esa vasija con maná sería más tarde colocada en el arca del pacto (Heb. 9:4) como recordatorio para las generaciones futuras. Aunque el maná caído el viernes de mañana permanecía en buen estado solo hasta la tarde del día siguiente durante los cuarenta años de la travesía de los israelitas por el desierto, el que fue guardado por Moisés en el Tabernáculo no se echó a perder.
El sustantivo sábado (shabbat en hebreo) aparece varias veces en el libro de Éxodo, la primera de ellas en Éxodo 16:23, y se describe como el "santo sábado" (shabbaton en hebreo) y un "reposo consagrado al Señor". Este versículo es el primer mandamiento explícito relativo a la observancia del sábado y contiene tres imperativos acerca de la correcta observancia del sábado y la preparación previa para ello: "cuezan", "hiervan" y "guarden" o "pongan aparte". El sábado debe ser celebrado. Notablemente, el versículo 25 añade un cuarto imperativo: "Cómanlo [al maná] hoy". La acción de comer está estrechamente ligada a la observación del sábado. El término "hoy" es usado tres veces en este texto en conexión con el sábado, enfatizando así el milagro de comer el maná en sábado porque Dios lo proveyó. El versículo 25 afirma que se trata del "sábado del Señor", y el 26 explica que el sábado es el séptimo día de la semana. El versículo 30 relaciona el sábado con el descanso: "Así, el pueblo reposó [hebreo shabat] el séptimo día". Las tres palabras clave "sábado", "hoy" y "reposo" en Éxodo 16:23-30 aparecen también en Hebreos 4:7-10, donde Pablo desarrolla la misma trilogía: sábado, hoy y reposo. El término sábado aparece en Éxodo 16:25, 26, 29; 20:8,10, ir; 31:14,15 (dos veces), 16 (dos veces); y 35:2, 3.
En el relato acerca del maná, cuando algunas personas desobedecieron a Dios al buscar maná en sábado, Dios hizo una pregunta muy aguda: "¿Hasta cuándo se negarán a guardar mis mandamientos y mis leyes?" (Éxo. 16:28). El Señor utiliza la palabra "negarse" para describir la acción deliberada de esas personas. Necesitaban aprender que el sábado era un don, y esto se ve reforzado por el hecho de que el Señor les proporcionó el día anterior la porción de alimento correspondiente al sábado, por lo que no necesitaban recoger maná el séptimo día. El sábado es un regalo especial de Dios para la humanidad (Gén. 2:2, 3; Mar. 2:27, 28).
La historia acerca del agua que brotó de la roca cuando Moisés la golpeó es muy conocida (Éxo. 17:6). En referencia a este milagro, el apóstol Pablo explica que Jesucristo era la Roca (1 Cor. 10:4) que proporcionó el agua. En aquella situación, el pueblo sediento se quejó contra Moisés y puso a prueba al Señor (Éxo. 17:2, 7), lo que demostraba que no confiaban en que Dios los ayudaría y resolvería el problema. Ya no percibían la presencia de él en sus vidas. Debemos estar en guardia para que las situaciones difíciles no nos cieguen o nos impidan confiar en Dios para la resolución de nuestros problemas. Debemos recordar siempre las amorosas intervenciones de Dios en nuestras vidas. Tenemos que cultivar una percepción fresca de la presencia de Dios y alimentar un sentido agudo de que Dios está con su pueblo incluso cuando parece guardar silencio o estar ausente. Detrás de su aparente ausencia puede estar su propósito invisible, que a veces puede ser doloroso, pero que nos ayudará a crecer en nuestra experiencia personal de comunión con él. Nada ni nadie, por difícil que sea una situación o una persona, puede separarnos del amor de Dios (Rom. 8:35-39).
Los amalecitas atacaron a los israelitas en Refidim para impedirles que avanzaran a través de su territorio, pero su asalto no tuvo éxito (Éxo. 17:8-13). La victoria de los israelitas sobre Amalee fue asegurada por la oración. Mientras Moisés elevaba sus manos a Dios, los israelitas prevalecían en la batalla, por lo que Aarón y Hur sostuvieron en alto los brazos de él hasta la puesta del sol.
El versículo 13 incluye una declaración cuya traducción podría resultar ambigua: "Y Josué deshizo a Amalee". ¿Significa la palabra "deshizo" que los israelitas exterminaron a los amalecitas? Antes de llegar a una conclusión prematura, es necesario considerar cuatro hechos cruciales que indican que no fue así:
1. El versículo 11 afirma que a veces los israelitas prevalecían, pero que otras veces eran los amalecitas quienes lo hacían. Esto no significa necesariamente que se producían bajas en uno u otro lado de la contienda.
2. El relato no registra muertes en ninguno de los bandos, lo que indicaría que los amalecitas simplemente trataron de impedir que Israel pasara por su territorio, lo cual era necesario para llegar a su destino. El texto sugiere que los amalecitas no pudieron impedir que los israelitas avanzaran en su marcha hacia la Tierra Prometida. Esta conclusión está en armonía con la declaración de Elena de White: "Cuando Moisés se fatigó, Aarón y Hur sostuvieron sus manos hasta que, al ponerse el sol, el enemigo huyó".4
3. El Señor dio a Moisés una vislumbre del futuro, cuando dijo: "Raeré del todo la memoria de Amalee de debajo del cielo" (Éxo. 17:14). Esto implica que en esta ocasión Josué y su ejército no los aniquilaron, sino que solo "debilitaron" o "neutralizaron" el poder de los amalecitas, ya que el término hebreo jalash usado en el versículo 13 puede traducirse no solo como "derrotar" (NVI), sino también como "debilitar" o "inutilizar".
4. Curiosamente, fue Moisés quien envió a los israelitas a luchar contra los amalecitas bajo el liderazgo de Josué. No consultó al Señor respecto a esta acción ya que sentía que el pueblo debía hacer algo y no siempre pedir ayuda a Dios sin hacer su parte. Elena de White comenta al respecto: "Así como los hebreos triunfaban cuando Moisés elevaba las manos al cielo e intercedía por ellos, así también triunfará el Israel de Dios cuando mediante la fe se apoye en la fortaleza de su poderoso Ayudador. Sin embargo, el poder divino debe combinarse con el esfuerzo humano. Moisés no creyó que Dios vencería a sus enemigos mientras Israel permaneciera inactivo. Mientras el gran líder imploraba al Señor, Josué y sus valientes soldados estaban haciendo el supremo esfuerzo para derrotar a los enemigos de Israel y de Dios".5 Más tarde, Dios dijo explícitamente a Moisés que expulsaría a los habitantes de Canaán: "A quienes yo destruiré" (Éxo. 23:23). "Enviaré mi terror delante de ti. [...] Haré que todos tus enemigos huyan de ti" (vers. 27). El Señor lo haría con la condición de que los israelitas le obedecieran y no se rebelaran contra él (vers. 21, 22).
Jetro era el suegro de Moisés y el sacerdote de Madián. Él recibió el glorioso informe acerca de cómo Dios había guiado a Israel, pues Moisés le contó "todas las cosas que el Señor había hecho a Faraón y a los egipcios por amor a Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo el Señor los había librado" (Éxo. 18:8). "Y Jetro se alegró de todo el bien que el Señor había hecho a Israel" (vers. 9), alabó a Dios y le ofreció sacrificios, luego de lo cual se celebró un banquete en honor de Jetro.
Al día siguiente, Moisés estaba muy ocupado atendiendo diferentes disputas surgidas entre el pueblo. Jetro observó su agitada agenda y le dijo claramente: "No haces bien" (vers. 17). Luego dio a Moisés un valioso consejo, proponiéndole sabiamente que nombrara funcionarios en distintos niveles para administrar los asuntos cotidianos. Estos dirigentes debían ser cuidadosamente elegidos, tenían que ser capaces de liderar y ser personas íntegras. Jetro recomienda que tenga tres características principales:
1. Debían respetar profundamente al Señor (ver el vers. 21). Esta era la primera y más importante cualidad, ya que necesitarían tomar todas sus decisiones respetando a Dios y su voluntad y cultivar la presencia del Señor en sus vidas.
2. Ser dignos de confianza (vers. 21), lo que significa que debían tener muy buena reputación. Debían ser personas honestas y sinceras, con las que se pudiera contar y en cuya palabra se pudiera creer.
3. Odiar la ganancia deshonesta (vers. 21). Es decir, no podían ser parciales, sobornables ni mostrar favoritismo. Estas características simples y fundamentales son esenciales para los grandes líderes espirituales.
Moisés debía enseñar, instruir y guiar a estos líderes (vers. 20). El texto bíblico describe la humilde reacción de Moisés: "Oyó [...] la voz de su suegro y ejecutó todo lo que le dijo" (vers. 24). ¡Qué lección de liderazgo! La grandeza reside en escuchar, colaborar, aceptar consejos, tener disposición a aprender y ser humilde. De allí que la Biblia presenta a Moisés como el mayor modelo para otros profetas (Deut. 34:10-12) y "el más humilde de la tierra" (Núm. 12:3). De allí que se le caracteriza como "el siervo de Dios" (Jos. 1:1, 2).
Moisés nombró líderes sobre grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. Ellos "juzgaban al pueblo" (Éxo. 18:26) como "jueces de tiempo completo" (NVI), mientras que él se ocupaba solo de los casos difíciles. Es interesante observar cómo Moisés fue aprendiendo y creciendo en sus habilidades de liderazgo. Era un dirigente centrado en Dios que reconocía el liderazgo divino en su vida y en la de Israel, alguien muy dispuesto a escuchar, un hombre lleno de gratitud y alabanza al Señor y un visionario. Sin embargo, necesitaba aprender a delegar responsabilidades. Estaba dispuesto a ser instruido y estaba abierto a nuevas ideas y mejoras sin sentirse descalificado ni amenazado por ellas. ¡Qué ejemplo de auténtico liderazgo!
' Durham divide el libro del Éxodo en tres secciones de acuerdo con la geografía: (1) Egipto (1:1-13:16); (2) el desierto (13:17-18:27); y (3) el Sinaí (19:1-40:38). Ver John I. Durham, Exodus, Word Biblical Commentary 3 (Waco, TX: Word, 1987), pp. v-x.
2 David A. Dorsey, The Literary Structure ofthe Oíd Testament (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 1999), pp. 63-77.
3 Mathilde Frey, "The Sabbath in the Pentateuch: An Exegetical and Theological Study" (tesis doctoral, Andrews University, 2011), p. 80.
" Elena de White, Patriarcas y profetas (Florida: ACES, 2008), p. 305; énfasis añadido.
5 White, Patriarcas y profetas, p. 306.

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