RESEÑA
Texto clave: Éxodo
40:34,38.
Enfoque del estudio:
Éxodo 35:1 – 40:38
Introducción
Antes de que los israelitas comenzaran a
preparar el Tabernáculo, se les recordó el mandamiento acerca del sábado y se
los instruyó específicamente acerca de cómo observarlo (Éxo. 35:1-3). Incluso
mientras trabajaban en el Santuario, las personas debían respetar y celebrar el
"sábado de completo reposo en honor del Señor” (Éxo. 35:2).
Dios mostró a Moisés un plano del
Tabernáculo e instrucciones acerca de cómo construirlo (Éxo. 25-31). Había
llegado el momento de ello. Cuando fue reunido todo el material necesario (Éxo.
35:4-29; 36:4-7), los artesanos (incluyendo mujeres; ver Éxo. 35:25, 26) fueron
dotados del Espíritu de Dios para trabajar en el Santuario con habilidad y
destreza artística (Éxo. 35:30-36:4). Entonces comenzó la construcción. Si se
incluye el trabajo diligente en la confección de varias prendas de vestir, hubo
que preparar diez elementos principales: (1) el Tabernáculo (Éxo. 36:8-38); (2)
el Arca (Éxo. 37:1-9); (3) la mesa (Éxo. 37:10-16); (4) el candelabro (Éxo.
37:17-24); (5) el Altar del Incienso (Éxo. 37:25-28); (6) el aceite de la
unción y el incienso (Éxo. 37:29); (7) el Altar del Holocausto (Éxo. 38:1-7);
(8) la fuente para el lavamiento de las manos (Éxo. 38:8); (9) el atrio (Éxo.
38:9-20); (10) las vestiduras sacerdotales, el efod, el pectoral y otras
prendas de vestir (Éxo. 39:1-31).
En Éxodo 38:21 al 31 se enumera el
material utilizado (más de una tonelada de oro, unas 3,75 toneladas de plata y
unas 2,5 toneladas de bronce). Moisés inspeccionó todo el trabajo del
Tabernáculo y comprobó que había sido hecho "todo lo que el Señor
mandó" (esta frase se repite tres veces para enfatizar la precisión y la
obediencia a las indicaciones divinas; Éxo. 39:32, 42, 43). Moisés se sintió
muy complacido por el trabajo realizado y bendijo a todos los trabajadores
(Éxo. 39:43).
El Tabernáculo debía ser erigido el
primer día del primer mes, según las instrucciones de Dios (Éxo. 40:1, 2), casi
un año después de que los israelitas salieron de Egipto (Éxo. 12:2, 6; 40:17).
Cuando la gran tienda estuvo lista, varios sectores especiales fueron
acondicionados dentro y fuera de ella, empezando por el Lugar Santísimo y
terminando por el patio, o atrio. Cada espacio estaba delimitado por una
cortina (se mencionan tres cortinas diferentes en Éxo. 40:3, 5, 8, 21, 28, 33).
COMENTARIO
La presencia de Dios El tema principal
de esta sección de Éxodo relacionada con el Tabernáculo es la presencia de
Dios. El Señor pidió a su pueblo que construyera el Santuario pues deseaba
morar de manera tangible junto a él. Dios quería estar cerca de su pueblo para
que este pudiera contemplar su gloria (shekinah). Los israelitas eran guiados
por Dios de manera visible mediante la nube durante el día. Esta misma nube se
convertía en una columna de fuego por la noche. Cuando la nube se elevaba sobre
el Tabernáculo, los israelitas retomaban la marcha (Éxo. 40:36-38). Si Dios los abandonaba, estaban
condenados al fracaso, la destrucción y la muerte.
El punto culminante de la construcción del Tabernáculo fue el hecho de
que "la gloria del Señor llenó el Santuario” (una expresión utilizada dos
veces en Éxo. 40:34, 35 como recurso enfático), representada por la nube como
señal visible de la presencia de Dios. El Tabernáculo lleno de la gloria de
Dios constituye un clímax y una conclusión muy apropiados para el libro de
Éxodo (Éxo. 40:34, 35) y debería motivar a cada creyente a cultivar la
presencia de Dios en su vida.
Llenos del Espíritu de Dios
El Señor no solo proveyó el plano del Santuario y ordenó a los israelitas
que lo construyeran, sino también "llenó” al pueblo con su Espíritu (Éxo.
31:3; 35:31) para que fueran capaces de realizar la tarea (Éxo. 31:1-11;
35:30-36:1). ¿Qué significa estar lleno del Espíritu Santo? El texto bíblico
ofrece una respuesta clara: El pueblo estaba lleno de sabiduría y conocimiento,
y estaba dotado de habilidades, destrezas y capacidades artísticas para
realizar todo tipo de artesanías y diseños con metales preciosos, piedra,
madera y telas para la construcción del Santuario. No se trató de algo mágico o
misterioso. No hubo entes invisibles o poderes que tomaron posesión de aquellas
personas, sino que el Espíritu Santo concedió habilidades y capacidades
artísticas que hicieron posible el avance de la obra de Dios consistente en
proclamar su verdad y su misión. Esta habilitación divina fue la experiencia de
Bezaleel, Aholiab y otros artesanos. Cuando el Espíritu del Señor se hace
presente en las personas, las capacita para hacer progresar la causa divina.
Lo mismo sucede cuando "el Espíritu de Dios viene sobre” una
persona. Esa frase aparece por primera vez en la Biblia en relación con Balaam
(Núm. 24:2), lo que significa que el Espíritu Santo le dio una revelación
especial y lo hizo capaz de profetizar.
En el libro de Jueces, la frase "el Espíritu del Señor vino
sobre" se utiliza siete veces en relación con diferentes jueces [Otoniel
(Juec. 3:10), Gedeón (Juec. 6:34), Jefté (Juec. 11:29) y Sansón (Juec. 13:24,
25; 14:5, 6,19; 15:14)], y se refiere al poder del que fueron dotados por el
Señor para proteger a su pueblo y realizar la obra de Dios. En el Nuevo
Testamento, la acción de recibir al Espíritu Santo o de ser bautizado por él
tiene un significado similar (Mat. 3:11; Mar. 1:8; Luc. 3:16; Hech. 2:38).
El Santuario terrenal y el celestial
El Señor ordenó a Moisés que construyera un santuario según el modelo
(hebreo: tabnit; Éxo. 25:9), o plan (hebreo: mishpat, literalmente
"juicio"; Éxo. 26:30) que le mostró en el monte Sinaí. Este modelo
era una representación en miniatura del Santuario celestial, adaptado a nuestra
situación y condición humanas, pero modelado según el original celestial (Heb.
8:1, 2).
El Santuario terrenal no era literalmente una copia física exacta del
celestial. El apóstol Pablo explica la diferencia entre ambos santuarios al
mencionar que el terrenal era solamente una sombra de la realidad celestial:
"un Santuario que es copia y sombra del que está en el cielo" (Heb.
8:5). Esta ilustración es muy apropiada. La sombra de una persona es tan real
como ella. Sin embargo, es una representación muy pobre de la persona que la
proyecta. En el mejor de los casos, puede permitir a un observador determinar
si quien la proyecta es un hombre o una mujer, si es una persona alta o baja,
obesa o delgada, y especular acerca de otras características externas. Pero la
sombra de una persona no revela nada acerca del pensamiento, las emociones, los
objetivos, los conocimientos, el trabajo, la posición, las metas, los sueños,
los planes o las decepciones de una persona. Este ejemplo es suficiente para
demostrar que no debemos amoldar el Santuario celestial a nuestro pensamiento,
conocimiento y experiencia limitados.
El Templo celestial original no es comparable con nada en lo que respecta
a sus medidas, disposición y materiales constitutivos, ya que es un lugar donde
Dios reside; es el palacio donde él tiene su Trono (jer. 17:12), un lugar de
reunión y adoración para el universo (Isa. 14:13), el centro celestial de mando
desde donde se emiten sus juicios (Sal. 11:4, 5; 18:6; 57:3; 76:8; 102:19;
123:1). El Santuario celestial es tan real como Dios, los ángeles y el Cielo.
Los rituales que se celebraban en el Santuario terrenal eran un aspecto
muy importante de la salvación, pues ¡lustraban la manera en que Dios salva a
los seres humanos y trata con el pecado y los pecadores. Los servicios diarios
otorgaban al creyente individual el perdón y la seguridad de la salvación. Los
servicios anuales representaban la solución objetiva y final para el problema
del pecado. Como resultado de ello, el carácter amoroso, veraz y justo de Dios
será exaltado, reivindicado y reafirmado por todo el universo en respuesta a la
revelación y la demostración que Dios ha hecho de su amor. Todas las criaturas
reconocerán su gloria, soberanía y poder. Él será reconocido como digno de la
alabanza de todo ser por su bondad y justicia, y toda persona se inclinará ante
él con total admiración (Fil. 2:9,10; Apoc. 15:4). Todos sin excepción
proclamarán que Dios es amor.
APLICACIÓN
A LA VIDA
1. ¿Insiste Dios en algún prerrequisito o condición que deba ser cumplida
para poder recibir el don del Espíritu Santo? Presta mucha atención a la
declaración de Pedro en su sermón de Pentecostés: "Arrepiéntanse, y sea
bautizado cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus
pecados. Y recibirán el don del Espíritu Santo" (Hech. 2:38). ¿Qué
significa esta promesa para ti?
2. Muchos oran pidiendo el Espíritu Santo como si se tratara de algo que
pueden poseer para su uso personal, pero el Espíritu Santo desea poseernos a
fin de equiparnos y usarnos para el servicio. Recuerda que cada creyente tiene
al menos un don espiritual para servir a los demás. ¿Qué don recibiste de Dios?
3. ¿Qué dones espirituales necesitas para ser más útil a Dios, a su
iglesia y a la sociedad en general?
4. ¿Cómo podemos cultivar la presencia de Dios en nuestra vida? ¿Qué
actividades pueden obstaculizar el gozo de su presencia o privarnos de ella?
5. ¿Por qué es tan importante erradicar el pecado y el mal de la Tierra
para restaurar la armonía original?
6. ¿Sería posible controlar el mal si Dios no lo eliminara, sino que
permitiera su existencia por la eternidad? Desarrolla tu respuesta.
7. Si el mal es autodestructivo, ¿cuánto tiempo existiría sin la
intervención de Dios para eliminarlo?
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