Lección 11 | Martes 9 de diciembre
PERSEGUIDOS POR EL PASADO
Lee nuevamente Josué 22:13-15 a la luz de Números 25. ¿Por qué los israelitas eligieron a Finees como jefe de la delegación enviada a las dos tribus y media?
Jos 22:13 Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar,
Jos 22:14 y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel.
Jos 22:15 Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo:
Números 25: Israel acude a Baal-peor
El capítulo 25 de Números narra el pecado de Israel en Sitim, donde se prostituyeron con mujeres moabitas e idolatraron a Baal-Peor, provocando la ira de Dios y una plaga que mató a 24,000 personas; el sacerdote Finees detuvo la mortandad al matar a un israelita y madianita en el acto, sellando un pacto de paz con Dios por su celo, y Dios luego ordena a Moisés contar y castigar a los líderes del pecado.
Antes de dar pleno crédito a los rumores acerca de lo que podía ser interpretado como una declaración de independencia, las nueve tribus y media, denominadas dos veces como “los hijos de Israel”, enviaron una delegación para aclarar la intención y el significado del altar. La comitiva estaba encabezada por Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, quien sucedería a este tras su muerte (Jos. 24:33). Finees ya había adquirido cierta notoriedad como el sacerdote que puso fin al libertinaje de Israel en Baal Peor (Núm. 25).
“Lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de entre la congregación, tomó una lanza en su mano y fue tras el israelita a la tienda, y alanceó al hombre y a la mujer por sus vientres. Y cesó la mortandad de los israelitas” (Núm. 25:7, 8).
Finees seguramente tenía alguna influencia. Los otros emisarios eran representantes de las nueve tribus y media que estaban al oeste del Jordán, cada uno de ellos jefe de una familia (literalmente, “jefe de la casa de su padre”) de entre las tribus de Israel.
La delegación inició la acusación de sacrilegio y rebelión con la fórmula profética oficial “dice así”. La diferencia aquí fue que no era el Señor quien hablaba, sino “toda la congregación del Señor” (Jos. 22:16). La comitiva lanzó la acusación de que Israel había cometido prevaricación, traición y rebelión. El término traducido aquí como “transgresión” es la misma palabra hebrea que se utilizó para describir el pecado de Acán (Jos. 7:1) y que aparece varias veces en los cinco primeros libros de Moisés (por ejemplo, Lev. 5:15; 6:2; Núm. 5:6, 12). Los ejemplos de Acán y Baal Peor servían como precedentes: uno por traición y el otro por rebelión. También expresaban el temor de las nueve tribus y media de que el acto de construir un altar no autorizado condujera a la apostasía, la idolatría y la inmoralidad, lo que provocaría la ira del Señor sobre toda la nación.
Todos hemos tenido experiencias negativas que tienden a determinar nuestra manera de afrontar incidentes similares en el futuro. ¿Cómo puede la gracia de Dios ayudarnos a que esas experiencias pasadas no determinen la forma en que tratamos a nuestro prójimo en el presente?

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