«“Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eternal”. Se regocijaron sobremanera porque Cristo los reconocía como hijos de Dios, y con corazones agradecidos escucharon la palabra predicada. Los que creyeron fueron celosos en comunicar a otros el mensaje evangélico, y así “la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia”» (Los hechos de los apóstoles, p. 143).
«Los que se habían dispersado a causa de la persecución que se desató por el caso de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin anunciar a nadie el mensaje con excepción de los judíos. Sin embargo, había entre ellos algunas personas de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, comenzaron a hablarles también a los de habla griega, anunciándoles las buenas nuevas acerca del Señor Jesús. El poder del Señor estaba con ellos, y un gran número creyó y se convirtió al Señor. La noticia de estos sucesos llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén, y mandaron a Bernabé a Antioquía.
Cuando él llegó y vio las evidencias de la gracia de Dios, se alegró y animó a todos a hacerse el firme propósito de permanecer fieles al Señor, pues era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Un gran número de personas aceptó al Señor. Después partió Bernabé para Tarso en busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Durante todo un año se reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente.
Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó “cristianos” por primera vez». «En la iglesia de Antioquía eran profetas y maestros Bernabé; Simeón, apodado el Negro; Lucio de Cirene; Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca; y Saulo. Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: “Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado”».
«Bernabé y Saulo, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. Al llegar a Salamina, predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos [...]. Recorrieron toda la isla hasta Pafos». «Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar desde Pafos, y llegaron a Perge de Panfilia [...].
Siguieron su viaje desde Perge hasta Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. Al terminar la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles:
“Hermanos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen”»...
https://drive.google.com/file/d/1OMBvO15JqnzvNOxUatT6Pv3t7DlTiEPw/view
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