La pureza sexual es un asunto difícil de abordar en estos días. Para que alguien pueda tener la fortaleza de esperar hasta el matrimonio, debe creer en la importancia de la pureza sexual en su propia vida. ¿Por qué Dios nos negaría el placer físico hasta el matrimonio? ¿Por qué Pablo adoptó una actitud tan fuerte contra la impureza sexual?
El deseo de ser sexualmente activo antes del matrimonio no solo se refiere a una experiencia física, sino también al deseo de intimidad. El “Versículo para memorizar“ (1 Cor. 13:12) habla acerca de conocer y ser conocido: la mejor descripción de intimidad que este autor ha visto. El deseo de intimidad es muy humano y no es pecaminoso, en última instancia. Dios nos creó para gozar de una relación sexual dentro del matrimonio.
Todos compartimos un deseo de amar y ser amados. El mundo considera que el amor es un entimiento. El mundo dice que sentimos amor, y que cuando ese sentimiento se desvanece deberíamos abandonar la relación en busca de otro sentimiento. Sin embargo, la Biblia define de manera diferente el amor en 1 Corintios 13. El amor es acción. Cuando seguimos las indicaciones de Dios y actuamos con amor, los sentimientos de amor vendrán como resultado. Parte del amor verdaderro es esperar por la demostración física del amor hasta el matrimonio. El amor es paciente. Entonces, ¿qué es lo que los alumnos quieren para su vida, en última instancia? ¿Y cómo es que la Biblia nos dice que podemos obtenerlo? ¿Cuán diferente es esto del pensamiento del mundo? Analizaremos estos temas en nuestra lección esta semana.
OBJETIVOS
Los alumnos:
• Comprenderán por qué Dios nos pide que espe- remos hasta el matrimonio antes de tener sexo.
(Conocer.)
• Sentirán las buenas cosas que Dios tiene prepa- radas para nosotros como resultado de nuestra
paciencia. (Sentir.)
• Escogerán tomar una decisión personal acerca
de la pureza sexual en su vida. (Responder.)
Contexto y Trasfondo
La ciudad griega de Corinto está a unos ochenta kilómetros al oeste de Atenas. Era una ciudad famosa por su riqueza y su inmoralidad. Corinto tenía un templo dedicado a Venus, que empleaba a más de mil sacerdotisas prostitutas. El pueblo de Corinto lo había visto todo, y era difícil escandalizarlo.
Es importante recordar que la iglesia de Corinto era una congregación relativamente nueva y que Pablo se estaba esforzando por supervisarla y man- tenerla en la dirección correcta. Le causó más que un disgusto escuchar las historias de impureza sexual dentro de la congregación. ¡Un joven había llegado a dormir con su madrastra! Esto era inaceptable, y Pablo sabía que el resto de la gente estaba haciendo la vista gorda, escondiendo la mugre bajo la alfombra, y generalmente miraba estas cosas obscenas con una actitud de “no es de mi incumbencia”. Sin embargo, Pablo tenía algo que decir sobre el asunto. ¡Sí, le importaba! Dios tenía expectativas mucho más elevadas para los creyentes. Debían comportarse mejor que los pa- ganos que todavía no conocían a Dios. Y esperaba que ellos sintieran esa responsabilidad.
Pablo les había dicho que dejaran de vincularse con todo el que afirmara ser creyente, pero que llevaba un estilo de vida en flagrante oposición a Dios. Básicamente, se les dijo que dejaran de caminar con los pecadores, que dejaran de hacer amistad con ellos. Pablo sabía que los “pájaros de
un mismo plumaje se juntan”, y que si a un joven se le dejaba hacer lo que quisiera sin censura, termi- naría perdiendo su salvación. Es mejor mostrarle un amor firme que perderlo por la eternidad.
Pablo (en 1 Cor. 13) muestra qué es el amor ver- dadero. Venus, la diosa griega del amor, se centraba en la satisfacción sexual, mientras que Pablo mos- tró que el amor verdadero es algo completamente diferente. Pablo puso en evidencia que el amor no es un acto sexual ni un sentimiento pasajero, sino una aproximación a las personas y a la vida. El amor no es una relación sexual sórdida ni un acto de culpabilidad, sino un patrón de conducta. El amor es paciente, compasivo, altruista y puro. Y, como lo vimos en el primer pasaje, el amor no pasa por alto lo que está mal. El amor lo señala, con el objetivo de que la persona pueda beneficiarse. ¡Solo el amor de Dios en nosotros puede mostrarnos cómo hacer eso en forma eficaz!
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