Lunes 4 de febrero del 2019
El simbolismo del sellamiento halla un paralelo interesante en el pensamiento escatológico judío. Uno de los Salmos de Salomón (obra seudoepigráfica de mediados del siglo 1 a. C.) declara de los justos que "la llama de cuando salga de delante del rostro del Señor contra los pecadores para destruir toda la seguridad de los pecadores, pues la marca de Dios está sobre los justos para salvación. El hambre, la espada y la pestilencia (estarán) lejos de los justos" (15: 4-7). Así se imaginaban los judíos una marca sobre los justos que los protegería del peligro.
El pasaje que estudiamos indica también un sellamiento del pueblo de Dios, que lo preparará para estar firme durante los tiempos espantosos de angustia que precederán al segundo advenimiento de Cristo (ver com. Apoc. 7: 1). En los tiempos antiguos un sello sobre un objeto certificaba quién era el dueño, así también el sello de Dios sobre su pueblo proclama que él lo ha reconocido como suyo (2 Tim. 2:19; cf. TM 446). El sello que se estampará sobre los fieles siervos de Dios es "la pura marca de la verdad", la "señal" de su "aprobación" (3T 267). Este sello da testimonio de la "semejanza a Cristo en carácter" (EGW, Material Suplementario com. vers. 2). "El sello de Dios, la garantía o señal de su autoridad, se halla en el cuarto mandamiento" (EGW, ST 1 - 11 1899; cf. CS 698). Hay más detalles acerca del sello en com. Eze. 9:4.
Respecto a este número se han sostenido dos puntos de vista: (1) que es literario; (2) que es simbólico. Algunos de los que sostienen que es literal, destacan que el cómputo puede hacerse mediante un sistema como el que se empleó para el cálculo de los 5.000 que fueron alimentados milagrosamente, donde sólo se contó a los hombres, pero no a las mujeres ni a los niños (Mat. 14:21). Los que sostienen que el número es simbólico, destacan que la visión es claramente simbólica, y que como 799 los otros símbolos no se interpretan literalmente, éste tampoco debe entenderse así. Muchos estudiantes de las Escrituras consideran que doce es un número que tiene significado en la Biblia, sin duda porque hubo 12 tribus en Israel (Exo. 24:4; 28:21; Lev 24:5; Núm. 13; 17:2; Jos. 4:9; 1Rey. 4:7; 18:31; Mat. 10:1; Apoc. 12:1; 21:12, 14, 16, 21; 22:2). La multiplicación de 12.000 por 12 (Apoc. 7:5-8) puede sugerir que el propósito principal de este pasaje no es el de revelar el número preciso de los sellados, sino mostrar la distribución de los sellados entre las tribus del Israel espiritual.
De los 144.000 se dice que podrán "sostenerse en pie" en medio de los terribles acontecimientos descritos en el cap. 6:17 (ver comentario respectivo). Tienen " "el sello del Dios vivo" (cap. 7: 2) y son protegidos en un tiempo de destrucción universal, como lo fueron los que tenían la marca en la visión de Ezequiel (Eze. 9:6). Cuentan con la aprobación del cielo, pues Juan los ve más tarde con el Cordero en el monte de Sión (Apoc. 14: 1). Se declara que son sin engaño y sin mácula (Apoc. 14:5). Juan los oye cantar un canto que "nadie podía aprender" " (Apoc. 14: 3). Se los llama "primicias para Dios y para el Cordero" " (Apoc. 14: 4).
Hay diferencias de opinión en cuanto a quiénes de la última generación de los santos constituirán precisamente los 144.000. La falta de una información más definida, como la que se necesita para llegar a conclusiones dogmáticas sobre ciertos puntos, ha llevado a muchos a destacar, no quiénes son los 144.000 sino qué son, es decir, la clase de carácter que Dios espera que posean y la importancia de prepararse para pertenecer a esa multitud intachable. Viene muy al caso el siguiente consejo: "No es su voluntad [la de Dios] que se entabla discusiones por cuestiones que nobles ayudarán espiritualmente, tales como quiénes han de componer los ciento cuarenta y cuatro mil. Esto lo sabrán sin lugar a dudas dentro de poco tiempo los que son elegidos por Dios" (EGW, Material Suplementario com. cap. 14:1-4; cf. PR 141).
Todas las tribus.
Aquí se presenta una lista de doce tribus (vers. 5-8), pero que no es enteramente idéntica con las enumeraciones que hay en el AT (Núm. 1:5-15; Deut. 27:12-13; cf. Gén. 35:22-26; 49:3-28; 1Crón. 2:12). Las listas del AT generalmente comienzan con Rubén, mientras que esta enumeración empieza con Judá, quizá porque Cristo era de la tribu de Judá (Apoc. 5:5). Leví no se incluye a veces como tribu en el NT, aunque, por supuesto, se lo pone en la lista de los hijos de Jacob. Se debe sin duda a que Leví no recibió heredad entre las tribus (ver com. Jos. 13:14). En Apoc. 7:5-8 se cuenta a la tribu de Leví, pero no a la de Dan. Para incluir a Leví y mantener a la vez el número 12, era necesario omitir una de las tribus, pues José era contado como dos tribus, es decir, Efraín (quizá llamado "José" en Apoc. 7:8) y Manasés. Dan fue excluido debido quizá a la reputación que tenía esa tribu de ser idólatra (Juec. 18:30-31).
El orden en el cual se enumeran aquí las tribus es diferente de cualquier lista del AT. Algunos han hecho notar que si los vers. 7 y 8 se colocan entre los vers. 5 y 6, las tribus siguen el orden de los hijos de Lea, los de Raquel, los de la sierva de Lea y los de la sierva de Raquel, excepto Dan, en cuyo lugar aparece Manasés; sin embargo, no se gana nada con este cambio.
Israel.
Los que insisten en que los 144.000 son judíos literales, sostienen que la aplicación a cristianos que constituyen el Israel espiritual no concuerda con la división en 12 tribus específicas; sin embargo, si hay que tomar literalmente "hijos de Israel", ¿qué razón se opone para no tomar literalmente también los vers. 5-8 y cap. 14:1-5? Además de que los judíos perdieron hace mucho sus distinciones tribales, la probabilidad sumamente remota de que en realidad haya un número igual de redimidos de cada tribu -pero ni uno de Dan-, y el requisito de que todos sean célibes (cap. 14:4), pondría a prueba la credulidad de cualquiera. Sin embargo, si los 144.000 no son judíos literales sino israelitas simbólicos el Israel espiritual, la iglesia cristiana-, entonces las divisiones de las tribus y otros detalles son también figurados, y desaparecen las dificultades.
Debe, pues, entenderse que estos israelitas que son sellados pertenecen al Israel espiritual, la iglesia cristiana (Rom. 2:28-29; 9:6-7; Gál. 3:28-29; 6:16; cf. Gál. 4:28; 1Ped. 1:1; ver com. Fil. 3:3). El Israel espiritual se representa en el símbolo como dividido en 12 tribus, porque las 12 puertas de la nueva Jerusalén tienen grabados los nombres de las 12 tribus de Israel (Apoc. 21:12).
El Pueblo de Dios es Sellado
Sello
Los sellos se usaron en el Cercano Oriente desde los tiempos más antiguos, así como se usan las firmas hoy en día. Así se certificaba quién era el autor de un documento, se indicaba quién era el dueño del objeto sobre el cual se imprimía el sello, o se protegían objetos como baúles, cajones, tumbas, para que no fueran abiertos o violados. Las excavaciones arqueológicas han proporcionado centenares de sellos o impresiones hechas por sellos. Entre ellos hay uno que aparece en el mango (asa) de un jarrón y dice: "Perteneciente a Eliakim, mayordomo de Joaquín". En Laquis se encontró un sello que dice: "Perteneciente a Gedalías que está sobre la casa".
El concepto de que Dios coloca una marca sobre su pueblo se remonta a la visión de Ezequiel, cuando vio a un hombre con tintero de escribano que recibió la orden de poner "una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen" en Jerusalén. Los que tuvieran la marca "en la frente" serían salvados de la destrucción (Eze. 9:2-6). El concepto del sellamiento también se aplica en otras circunstancias. Pablo aplicó este símbolo a la experiencia de recibir el Espíritu Santo en relación con la conversión y el bautismo (2 Cor. 1:22; Efe. 1: 13; 4:30). Jesús habló de sí mismo diciendo que era sellado por el Padre, refiriéndose sin duda al testimonio aprobatorio del Padre por medio del Espíritu Santo en ocasión de su bautismo (ver com. Juan 6:27).
Los sellos se usaron en el Cercano Oriente desde los tiempos más antiguos, así como se usan las firmas hoy en día. Así se certificaba quién era el autor de un documento, se indicaba quién era el dueño del objeto sobre el cual se imprimía el sello, o se protegían objetos como baúles, cajones, tumbas, para que no fueran abiertos o violados. Las excavaciones arqueológicas han proporcionado centenares de sellos o impresiones hechas por sellos. Entre ellos hay uno que aparece en el mango (asa) de un jarrón y dice: "Perteneciente a Eliakim, mayordomo de Joaquín". En Laquis se encontró un sello que dice: "Perteneciente a Gedalías que está sobre la casa".
El concepto de que Dios coloca una marca sobre su pueblo se remonta a la visión de Ezequiel, cuando vio a un hombre con tintero de escribano que recibió la orden de poner "una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen" en Jerusalén. Los que tuvieran la marca "en la frente" serían salvados de la destrucción (Eze. 9:2-6). El concepto del sellamiento también se aplica en otras circunstancias. Pablo aplicó este símbolo a la experiencia de recibir el Espíritu Santo en relación con la conversión y el bautismo (2 Cor. 1:22; Efe. 1: 13; 4:30). Jesús habló de sí mismo diciendo que era sellado por el Padre, refiriéndose sin duda al testimonio aprobatorio del Padre por medio del Espíritu Santo en ocasión de su bautismo (ver com. Juan 6:27).
El simbolismo del sellamiento halla un paralelo interesante en el pensamiento escatológico judío. Uno de los Salmos de Salomón (obra seudoepigráfica de mediados del siglo 1 a. C.) declara de los justos que "la llama de cuando salga de delante del rostro del Señor contra los pecadores para destruir toda la seguridad de los pecadores, pues la marca de Dios está sobre los justos para salvación. El hambre, la espada y la pestilencia (estarán) lejos de los justos" (15: 4-7). Así se imaginaban los judíos una marca sobre los justos que los protegería del peligro.
El pasaje que estudiamos indica también un sellamiento del pueblo de Dios, que lo preparará para estar firme durante los tiempos espantosos de angustia que precederán al segundo advenimiento de Cristo (ver com. Apoc. 7: 1). En los tiempos antiguos un sello sobre un objeto certificaba quién era el dueño, así también el sello de Dios sobre su pueblo proclama que él lo ha reconocido como suyo (2 Tim. 2:19; cf. TM 446). El sello que se estampará sobre los fieles siervos de Dios es "la pura marca de la verdad", la "señal" de su "aprobación" (3T 267). Este sello da testimonio de la "semejanza a Cristo en carácter" (EGW, Material Suplementario com. vers. 2). "El sello de Dios, la garantía o señal de su autoridad, se halla en el cuarto mandamiento" (EGW, ST 1 - 11 1899; cf. CS 698). Hay más detalles acerca del sello en com. Eze. 9:4.
Ciento cuarenta y
cuatro mil.
Respecto a este número se han sostenido dos puntos de vista: (1) que es literario; (2) que es simbólico. Algunos de los que sostienen que es literal, destacan que el cómputo puede hacerse mediante un sistema como el que se empleó para el cálculo de los 5.000 que fueron alimentados milagrosamente, donde sólo se contó a los hombres, pero no a las mujeres ni a los niños (Mat. 14:21). Los que sostienen que el número es simbólico, destacan que la visión es claramente simbólica, y que como 799 los otros símbolos no se interpretan literalmente, éste tampoco debe entenderse así. Muchos estudiantes de las Escrituras consideran que doce es un número que tiene significado en la Biblia, sin duda porque hubo 12 tribus en Israel (Exo. 24:4; 28:21; Lev 24:5; Núm. 13; 17:2; Jos. 4:9; 1Rey. 4:7; 18:31; Mat. 10:1; Apoc. 12:1; 21:12, 14, 16, 21; 22:2). La multiplicación de 12.000 por 12 (Apoc. 7:5-8) puede sugerir que el propósito principal de este pasaje no es el de revelar el número preciso de los sellados, sino mostrar la distribución de los sellados entre las tribus del Israel espiritual.
De los 144.000 se dice que podrán "sostenerse en pie" en medio de los terribles acontecimientos descritos en el cap. 6:17 (ver comentario respectivo). Tienen " "el sello del Dios vivo" (cap. 7: 2) y son protegidos en un tiempo de destrucción universal, como lo fueron los que tenían la marca en la visión de Ezequiel (Eze. 9:6). Cuentan con la aprobación del cielo, pues Juan los ve más tarde con el Cordero en el monte de Sión (Apoc. 14: 1). Se declara que son sin engaño y sin mácula (Apoc. 14:5). Juan los oye cantar un canto que "nadie podía aprender" " (Apoc. 14: 3). Se los llama "primicias para Dios y para el Cordero" " (Apoc. 14: 4).
Hay diferencias de opinión en cuanto a quiénes de la última generación de los santos constituirán precisamente los 144.000. La falta de una información más definida, como la que se necesita para llegar a conclusiones dogmáticas sobre ciertos puntos, ha llevado a muchos a destacar, no quiénes son los 144.000 sino qué son, es decir, la clase de carácter que Dios espera que posean y la importancia de prepararse para pertenecer a esa multitud intachable. Viene muy al caso el siguiente consejo: "No es su voluntad [la de Dios] que se entabla discusiones por cuestiones que nobles ayudarán espiritualmente, tales como quiénes han de componer los ciento cuarenta y cuatro mil. Esto lo sabrán sin lugar a dudas dentro de poco tiempo los que son elegidos por Dios" (EGW, Material Suplementario com. cap. 14:1-4; cf. PR 141).
Todas las tribus.
Aquí se presenta una lista de doce tribus (vers. 5-8), pero que no es enteramente idéntica con las enumeraciones que hay en el AT (Núm. 1:5-15; Deut. 27:12-13; cf. Gén. 35:22-26; 49:3-28; 1Crón. 2:12). Las listas del AT generalmente comienzan con Rubén, mientras que esta enumeración empieza con Judá, quizá porque Cristo era de la tribu de Judá (Apoc. 5:5). Leví no se incluye a veces como tribu en el NT, aunque, por supuesto, se lo pone en la lista de los hijos de Jacob. Se debe sin duda a que Leví no recibió heredad entre las tribus (ver com. Jos. 13:14). En Apoc. 7:5-8 se cuenta a la tribu de Leví, pero no a la de Dan. Para incluir a Leví y mantener a la vez el número 12, era necesario omitir una de las tribus, pues José era contado como dos tribus, es decir, Efraín (quizá llamado "José" en Apoc. 7:8) y Manasés. Dan fue excluido debido quizá a la reputación que tenía esa tribu de ser idólatra (Juec. 18:30-31).
El orden en el cual se enumeran aquí las tribus es diferente de cualquier lista del AT. Algunos han hecho notar que si los vers. 7 y 8 se colocan entre los vers. 5 y 6, las tribus siguen el orden de los hijos de Lea, los de Raquel, los de la sierva de Lea y los de la sierva de Raquel, excepto Dan, en cuyo lugar aparece Manasés; sin embargo, no se gana nada con este cambio.
Israel.
Los que insisten en que los 144.000 son judíos literales, sostienen que la aplicación a cristianos que constituyen el Israel espiritual no concuerda con la división en 12 tribus específicas; sin embargo, si hay que tomar literalmente "hijos de Israel", ¿qué razón se opone para no tomar literalmente también los vers. 5-8 y cap. 14:1-5? Además de que los judíos perdieron hace mucho sus distinciones tribales, la probabilidad sumamente remota de que en realidad haya un número igual de redimidos de cada tribu -pero ni uno de Dan-, y el requisito de que todos sean célibes (cap. 14:4), pondría a prueba la credulidad de cualquiera. Sin embargo, si los 144.000 no son judíos literales sino israelitas simbólicos el Israel espiritual, la iglesia cristiana-, entonces las divisiones de las tribus y otros detalles son también figurados, y desaparecen las dificultades.
Debe, pues, entenderse que estos israelitas que son sellados pertenecen al Israel espiritual, la iglesia cristiana (Rom. 2:28-29; 9:6-7; Gál. 3:28-29; 6:16; cf. Gál. 4:28; 1Ped. 1:1; ver com. Fil. 3:3). El Israel espiritual se representa en el símbolo como dividido en 12 tribus, porque las 12 puertas de la nueva Jerusalén tienen grabados los nombres de las 12 tribus de Israel (Apoc. 21:12).
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