Jueves 7 de febrero
Cuando tomas el nombre de cristiano prometes en esta vida prepararte para una vida más elevada en el reino de Dios. Ser cristiano significa ser como Cristo. Ningún rasgo satánico debe quedar en la mente o el cuerpo, que deben revelar gentileza, pureza, integridad y dignidad. Toma la vida de Cristo como tu modelo. Mantén la eternidad delante de tu vista. Entonces estarás en condiciones de acercarte a la apreciación de Cristo de la herencia que le costó tanto. Que los que trabajan para Cristo mantengan sus principios puros. Que la vida esté incontaminada de cualquier práctica profana. Todo el cielo está interesado en la restauración de la imagen moral de Dios en el hombre. Todo el cielo está trabajando con ese fin. Dios y los santos ángeles tienen un intenso deseo de que los seres humanos alcancen la medida de la perfección por la que Cristo murió para que fuera posible que ellos la alcanzaran. Ese es su deseo, que seamos uno con Cristo, perfectos en Cristo, que seamos herederos del cielo. Pero se nos deja libres para escoger.—Carta 21, 1901. (En los lugares celestiales p. 288)
A medida que se acerque el fin, el enemigo obrará con todo su poder para producir fanatismo entre nosotros. El se regocijaría de ver a los adventistas del séptimo día ir a extremos tales que diesen lugar a que el mundo los señalase como una sociedad de fanáticos. He sido invitada a poner a nuestros ministros y miembros laicos en guardia contra este peligro. Nuestra obra consiste en enseñar a hombres y mujeres a edificar sobre un fundamento verdadero, a asentar sus pies sobre un claro “así dice Jehová.”
Los que estudien detenidamente la Palabra, siguiendo a Cristo en humildad de alma, no irán a extremos. El Salvador no iba nunca a los extremos, nunca perdió el dominio propio, nunca violó las leyes del buen gusto. El sabía cuándo debía hablar y cuándo debía guardar silencio. Siempre era dueño de sí. Nunca erraba en su juicio de los hombres o de la verdad. Nunca lo engañaron las apariencias. Nunca formuló una pregunta que no fuese claramente apropiada, nunca dió una respuesta que no fuese directa. Acalló la voz de los maquinadores sacerdotes penetrando bajo la superficie y alcanzando el corazón, haciendo fulgurar la luz en la mente y despertando la conciencia.
Los que sigan el ejemplo de Cristo no serán extremistas. Cultivarán la calma y la serenidad. En su vida se verá la paz que se notaba en la vida de Cristo. (Obreros Evangeélicos p. 331-332)
Satanás realizará milagros para engañar; exhibirá su poder supremo. Podrá parecer que la iglesia está a punto de caer. Permanecerá, pero los pecadores que haya en Sion serán echados fuera al ser separada la paja del precioso trigo. Será una prueba terrible, pero debe ocurrir. Nadie, excepto los que hayan vencido mediante la sangre del Cordero y la Palabra de su testimonio, se encontrará entre los leales y veraces, sin mancha ni contaminación de pecado, sin engaño en su boca...
El remanente que purifique sus almas por la obediencia a la verdad se fortalecerá mediante este proceso de prueba, y mostrará la belleza de la santidad en medio de la apostasía. Cristo les dice: “En las palmas de las manos te tengo esculpida”. Isaías 49:16. Su memoria será eterna. Ahora necesitamos fe, una fe viviente... (Alza tus ojos p. 354)
Redimidos para Dios y para el Cordero
A medida que se acerque el fin, el enemigo obrará con todo su poder para producir fanatismo entre nosotros. El se regocijaría de ver a los adventistas del séptimo día ir a extremos tales que diesen lugar a que el mundo los señalase como una sociedad de fanáticos. He sido invitada a poner a nuestros ministros y miembros laicos en guardia contra este peligro. Nuestra obra consiste en enseñar a hombres y mujeres a edificar sobre un fundamento verdadero, a asentar sus pies sobre un claro “así dice Jehová.”
Los que estudien detenidamente la Palabra, siguiendo a Cristo en humildad de alma, no irán a extremos. El Salvador no iba nunca a los extremos, nunca perdió el dominio propio, nunca violó las leyes del buen gusto. El sabía cuándo debía hablar y cuándo debía guardar silencio. Siempre era dueño de sí. Nunca erraba en su juicio de los hombres o de la verdad. Nunca lo engañaron las apariencias. Nunca formuló una pregunta que no fuese claramente apropiada, nunca dió una respuesta que no fuese directa. Acalló la voz de los maquinadores sacerdotes penetrando bajo la superficie y alcanzando el corazón, haciendo fulgurar la luz en la mente y despertando la conciencia.
Los que sigan el ejemplo de Cristo no serán extremistas. Cultivarán la calma y la serenidad. En su vida se verá la paz que se notaba en la vida de Cristo. (Obreros Evangeélicos p. 331-332)
Satanás realizará milagros para engañar; exhibirá su poder supremo. Podrá parecer que la iglesia está a punto de caer. Permanecerá, pero los pecadores que haya en Sion serán echados fuera al ser separada la paja del precioso trigo. Será una prueba terrible, pero debe ocurrir. Nadie, excepto los que hayan vencido mediante la sangre del Cordero y la Palabra de su testimonio, se encontrará entre los leales y veraces, sin mancha ni contaminación de pecado, sin engaño en su boca...
El remanente que purifique sus almas por la obediencia a la verdad se fortalecerá mediante este proceso de prueba, y mostrará la belleza de la santidad en medio de la apostasía. Cristo les dice: “En las palmas de las manos te tengo esculpida”. Isaías 49:16. Su memoria será eterna. Ahora necesitamos fe, una fe viviente... (Alza tus ojos p. 354)
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