Sábado 30 de marzo - Los ritmos de la vida
El hogar es el centro de toda actividad—La sociedad se compone de familias, y será lo que la hagan las cabezas de familia. Del corazón “mana la vida;” y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación.
La elevación o la decadencia futura de la sociedad será determinada por los modales y la moralidad de la juventud que se va criando en derredor nuestro. Según se hayan educado los jóvenes y en la medida en que su carácter fué amoldado en la infancia por hábitos virtuosos, de dominio propio y temperancia, será su influencia sobre la sociedad. Si se los deja sin instrucción ni control, y como resultado llegan a ser tercos, intemperantes en sus apetitos y pasiones, así será su influencia futura en lo que se refiere a amoldar la sociedad. Las compañías que frecuenten los jóvenes ahora, los hábitos que adquieran y los principios que adopten indican cuál será el estado de la sociedad durante los años venideros.
El más dulce de los cielos—El hogar debe ser hecho todo lo que la palabra implica. Debe ser un pequeño cielo en la tierra, un lugar donde los afectos son cultivados en vez de ser estudiosamente reprimidos. Nuestra felicidad depende de que se cultive así el amor, la simpatía y la verdadera cortesía mutua.
El símbolo más dulce del cielo es un hogar presidido por el espíritu del Señor. Si se cumple la voluntad de Dios, los esposos se respetarán mutuamente y cultivarán el amor y la confianza.
Importancia del ambiente hogareño—La atmósfera que rodea las almas de padres y madres llena toda la casa, y se siente en todo departamento del hogar.
Sea el hogar alegre y feliz—No olvidéis jamás que por el aprecio de los atributos del Salvador debéis hacer que el hogar sea un sitio alegre y feliz para vosotros mismos y para vuestros hijos. Si invitáis a Cristo a vuestro hogar, podréis discernir entre el bien y el mal. Podréis ayudar a vuestros hijos para que sean árboles de justicia, que lleven los frutos del Espíritu.
La presencia de Cristo hace cristiano el hogar—El hogar hermoseado por el amor, la simpatía y la ternura es un lugar que los ángeles visitan con agrado, y donde se glorifica a Dios. La influencia de un hogar cristiano cuidadosamente custodiado en los años de la infancia y la juventud, es la salvaguardia más segura contra las corrupciones del mundo. En la atmósfera de un hogar tal, los niños aprenderán a amar a sus padres terrenales y a su Padre celestial.
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