Jueves 25 de abril - Espiritualmente solo
Ahora, como en el tiempo de Cristo, la condición de la sociedad merece un triste comentario, en contraste con el ideal del cielo para esta relación sagrada. Sin embargo, aun a los que encontraron amargura y desengaño donde habían esperado compañerismo y gozo, el Evangelio de Cristo ofrece consuelo. La paciencia y ternura que su Espíritu puede impartir endulzará la suerte más amarga. El corazón en el cual mora Cristo estará tan henchido, tan satisfecho de su amor que no se consumirá con el deseo de atraer simpatía y atención a sí mismo. Si el alma se entrega a Dios, la sabiduría de él puede llevar a cabo lo que la capacidad humana no logra hacer. Por la revelación de su gracia, los corazones que eran antes indiferentes o se habían enemistado pueden unirse con vínculos más fuertes y más duraderos que los de la tierra, los lazos de oro de un amor que resistirá cualquier prueba. (El discurso maestro de Jesucristo p. 58)
La paciente perseverancia en el bien hacer la llevará desde este mundo de dolor y contienda a la gloria y la honra de la vida eterna. Si Dios mora en usted y está por encima de usted, no tiene nada que temer. La Biblia es una luz para los que están en tinieblas. Frente a la perspectiva de una inmortalidad bendita mantenida en reserva para los que perseveran hasta el fin, encontrará un poder elevador y una fortaleza que va a necesitar para resistir el mal. Manténgase firme en la hora de prueba y obtendrá finalmente una corona inmarcesible. Necesita dirección de lo alto.
Confíe en el Señor con todo el corazón, y él nunca la va a defraudar. Si le pide ayuda a Dios, no lo hará en vano. Para animarnos a tener confianza se acerca a nosotros por medio de su Santa Palabra y su Espíritu, y trata de lograrlo de mil maneras. Pero en nada se deleita más que en recibir al débil que acude a él en procura de fortaleza. Si quisiéramos encontrar corazón y voz para orar, ciertamente él encontraría oídos para oír y un brazo para salvar. (Cada día con Dios p. 192)
Es el privilegio de cada creyente hablar primero con Dios en su intimidad, y luego, como vocero de Dios, hablar con otros. Para tener algo que impartir, debemos recibir diariamente luz y bendiciones. Hombres y mujeres que tienen comunión con Dios, que tienen a Cristo morando en ellos, que están circundados de santa influencia porque colaboran con santos ángeles, son los que se necesitan en este tiempo. La causa necesita a los que tienen poder de trabajar con Cristo, poder de expresar el amor de Dios en palabras de ánimo y simpatía.
Los hijos y las hijas de Dios tienen que hacer una gran obra en el mundo. Deben aceptar la Palabra de Dios como su consejera y han de impartirla a otros. Deben hacer brillar la luz... En su conversación y en su comportamiento mostrarán que gozan de una conversión diaria a los principios de la verdad. Tales creyentes serán un espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres, y Dios será glorificado en ellos. (Dios nos cuida p. 167)
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