Miércoles 8 de mayo: Amar en el momento adecuado
Pocas tentaciones son más peligrosas o más fatales para los jóvenes que la tentación a la sensualidad, y ninguna será, si se cede a ella, más ruinosa para el alma y el cuerpo por el tiempo y la eternidad.
La impureza está hoy muy difundida, aun entre los profesos seguidores de Cristo. La pasión está desenfrenada; las propensiones animales están ganando fuerza por la complacencia, mientras los poderes morales se debilitan continuamente [...].
Existen hoy los pecados que destruyeron a los antediluvianos y las ciudades de la llanura, no meramente en los países paganos, no solo entre los que profesan el cristianismo popular, sino aun entre algunos que profesan esperar la venida del Hijo del hombre. Si Dios presentara estos pecados delante de ustedes como aparecen ante su vista, se llenarían de vergüenza y terror.—Testimonies for the Church 5:218 (1882). (Mente, carácter y personalidad, t. 1, pp. 236,238)
Los que piensan en casarse deben pesar cada sentimiento y cada manifestación del carácter de la persona con quien se proponen unir su suerte. Cada paso dado hacia el matrimonio debe ser acompañado de modestia, sencillez y sinceridad, así como del serio propósito de agradar y honrar a Dios. El matrimonio afecta la vida ulterior en este mundo y en el venidero. El cristiano sincero no hará planes que Dios no pueda aprobar. (Ministerio de curación, p. 277)
María había sido considerada como una gran pecadora, pero Cristo conocía las circunstancias que habían formado su vida. El hubiera podido extinguir toda chispa de esperanza en su alma, pero no lo hizo. Era él quien la había librado de la desesperación y la ruina. Siete veces ella había oído la reprensión que Cristo hiciera a los demonios que dirigían su corazón y mente. Había oído su intenso clamor al Padre en su favor. Sabía cuán ofensivo es el pecado para su inmaculada pureza, y con su poder ella había vencido.
Cuando a la vista humana su caso parecía desesperado, Cristo vió en María aptitudes para lo bueno. Vió los rasgos mejores de su carácter. El plan de la redención ha investido a la humanidad con grandes posibilidades, y en María estas posibilidades debían realizarse. Por su gracia, ella llegó a ser participante de la naturaleza divina. Aquella que había caído, y cuya mente había sido habitación de demonios, fué puesta en estrecho compañerismo y ministerio con el Salvador. Fué María la que se sentaba a sus pies y aprendía de él. Fué María la que derramó sobre su cabeza el precioso ungüento, y bañó sus pies con sus lágrimas. María estuvo junto a la cruz y le siguió hasta el sepulcro. María fué la primera en ir a la tumba después de su resurrección. Fué María la primera que proclamó al Salvador resucitado.
Jesús conoce las circunstancias que rodean a cada alma. Tú puedes decir: Soy pecador, muy pecador. Puedes serlo; pero cuanto peor seas, tanto más necesitas a Jesús. El no se aparta de ninguno que llora contrito. No dice a nadie todo lo que podría revelar, pero ordena a toda alma temblorosa que cobre aliento. Perdonará libremente a todo aquel que acuda a él en busca de perdón y restauración. (El deseado de todas las gentes, p. 521)
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