Las personas que se dedican a perfeccionar la comunicación con sus seres queridos disfrutan de excelentes relaciones familiares. Si piensas en las personas de tu familia que realmente te agradan, admitirás fácilmente que son las que te hacen sentir bien por la manera en que te hablan y te escuchan.
Un amigo nos contó su historia tras unirse a un grupo de corredores de su vecindario, que corre siete kilómetros por día. Después de regresar del entrenamiento un día, estaba entusiasmado con el hecho de que la segunda mitad de la carrera le había tomado menos tiempo que la primera mitad. Ya que le preocupaba volver a estar en forma y más saludable, se sentía bien con su progreso durante el entrenamiento y se lo mencionó a su esposa cuando regresó a casa. Sin pensarlo, ella le dijo: “La razón por la que pudiste correr más rápido en la segunda mitad es porque la mayor parte del camino de regreso está cuesta abajo”.
¡Vaya! Nuestro amigo sintió como si alguien lo hubiera golpeado en el estómago. En lugar de recibir el apoyo que esperaba de su esposa, después de todo el arduo trabajo que estaba realizando con su ejercicio físico, se sintió invalidado por la respuesta irreflexiva que recibió de ella.
No cabe duda de que se dicen cosas mucho peores en el contexto familiar. Sin embargo, es válido preguntarse: ¿Tenía que decir eso? Y, ya sea que sus comentarios hayan sido racionalmente correctos o no, no es lo esencial. Lo que sabemos es que no puede salir nada positivo de este tipo de observaciones.
Si deseas que tus relaciones familiares sean saludables y positivas, es importante que aprendas a comunicarte con gracia.
Cuando decimos gracia, estamos hablando del concepto espiritual relativo al favor inmerecido y el amor que Dios ofrece libremente a los seres humanos. La gracia es algo que no merecemos. Así como Dios perdona nuestras fallas incluso cuando no merecemos ser perdonados, comunicarse con gracia significa hablar con alguien de manera bondadosa, aun cuando esa persona no merezca tal tratamiento. Reflexiona en el siguiente proverbio: “Manzana de oro con adornos de plata: ¡eso es la palabra dicha cuando conviene!” (Proverbios 25:11, Reina-Valera Contemporánea [RVC]).
De este modo, las familias pueden fomentar una vida de paz y felicidad usando palabras como regalos preciados de oro y plata que se pueden dar todos los días, incluso cuando un ser querido no se lo merece. ¿Puedes pensar en alguien de tu familia con quien necesitas usar la GRACIA en tu comunicación? Esta es una pregunta fácil de responder para la mayoría de nosotros, porque un gran porcentaje de la población mundial tiene un pariente con el que se ha generado una relación difícil.
El concepto del Dr. Stephen R. Covey de “ser proactivo” para una comunicación efectiva incentiva a la gente a vivir dentro de lo que él llama su “círculo de control”, en lugar de vivir en lo que él llama su “círculo sin control”. Cuando vives en tu círculo de control, pasas la mayor parte del tiempo controlando a la única persona que realmente puedes controlar: a ti mismo. Esto es lo contrario de vivir la mayor parte de tu vida en tu círculo sin control, que es donde la gente pasa la mayor parte de su tiempo tratando de controlar a los demás. La gente que es proactiva vive su vida en su círculo de control, y es más probable que se comunique con gracia; no así los que se pasan la vida en su círculo sin control.
Lo cierto es que no puedes controlar a tu cónyuge, a tus hijos, a tus hermanos, a tus padres ni a tus parientes; en realidad, solo puedes controlarte a ti mismo. Entonces, cuando alguien te dice algo que no es muy agradable, en lugar de usar tu energía tratando de cambiarlo, es mucho más provechoso usar ese tiempo desarrollando tu respuesta de paz y gracia. Como mencionamos anteriormente, entre lo que alguien te dice y tu respuesta hay un espacio. Por eso, antes de responder, recuerda: detente, piensa y decide.
Cuando alguien nos dice algo que no nos gusta, tendemos a responder rápidamente y de la misma manera. Sin embargo, para comunicarte con gracia, para responder de una manera que los demás no se merecen, debes ser proactivo, vivir en tu círculo de control, hacer una pausa, para que tengas tiempo de recuperar el aliento antes de decir algo que causará el mismo dolor o que empeorará las cosas. En ese espacio, antes de tu respuesta, también debes pensar en lo que no deberías decir y en lo que sí deberías decir para mejorar las cosas. Finalmente, debes elegir la respuesta correcta. La respuesta correcta es la que calmará las cosas, en vez de “echarle leña al fuego”. Esto es lo que significa usar palabras como regalos de oro y plata.
La gente a menudo nos dice que es muy difícil vivir con miedo a herir los sentimientos de sus seres queridos. Dicen que no es normal. Afirman que la gente, simplemente, necesita dejar de ser tan sensible, y que la comunicación con los demás necesariamente trae aparejado ese dolor.
Si bien en algún sentido esto es cierto, las relaciones familiares, así como las demás relaciones, son análogas a conducir un automóvil. Cuando llegamos a un semáforo en rojo, nos detenemos. Lo natural sería seguir conduciendo para llegar a nuestro destino más rápido y sin interrupciones. Sin embargo, debido a que no somos los únicos que manejamos en las carreteras de las ciudades donde vivimos, tenemos que tener presente que compartimos el camino con otros conductores que van en diferentes direcciones.
Los semáforos existen para ayudar a todos los conductores a llegar a destino de forma segura. Si tenemos paciencia, todos tendremos la oportunidad de llegar a destino. Si no prestamos atención a los semáforos colocados en lugares estratégicos, lo más probable es que choquemos con otros autos, que lastimemos a otros o que resultemos heridos, y quizás hasta incluso causemos, o nos causemos, un accidente fatal debido a nuestra falta de atención y preocupación.
Entonces, ¿cuál es la responsabilidad del esposo con sentimientos heridos? El hecho de que su esposa haya expresado algo que le causó dolor ¿le da derecho a decir algo para lastimarla? Por supuesto que no; de hecho, esta es su oportunidad de comunicarse con gracia, de responderle de una manera que ella, quizá, no merezca. Ese es el verdadero significado de la gracia. Aquí es donde el esposo necesita vivir en su círculo de control y ser proactivo. Aquí es donde el esposo se detiene, piensa y elige la respuesta correcta para mantener su relación matrimonial sana y fuerte, a pesar de lo que dijo su esposa.
Es cierto que, dado que todos somos seres humanos, aunque no pretendamos herir a uno de los miembros de nues tra familia, predeciblemente diremos o haremos algo que les cause dolor. Cuando esto sucede, es nuestra oportunidad de disculparnos. Esta es tu oportunidad de vivir en tu círculo de control y asumir la responsabilidad de lo que hiciste, en lugar de culpar a la otra persona por ser demasiado sensible. Aquí es donde la esposa puede decir que lamenta haberle causado dolor emocional a su esposo, incluso si esa no era su intención. Aquí es donde la esposa puede decidir hacer una pausa, pensar y elegir la respuesta correcta para ayudar a construir una relación más fuerte y saludable con su esposo.
En los momentos en que te sientas tentado a reaccionar de manera inoportuna, recuerda lo que dice Santiago 1:19: “Todos ustedes deben estar dispuestos a oír, pero ser lentos para hablar y para enojarse”.
Entonces, mientras que algunos quizá crean que las mujeres o los niños deberían ser rápidos en escuchar y lentos para hablar, el sabio consejo de la Biblia es que “todos” deben escuchar con rapidez y demorarse en hablar. Esto significa que no hay nadie en la familia que no tenga la responsabilidad de manifestar gracia y comunicarse con amor y bondad. La buena comunicación no comienza con la boca, sino con los oídos.
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Un amigo nos contó su historia tras unirse a un grupo de corredores de su vecindario, que corre siete kilómetros por día. Después de regresar del entrenamiento un día, estaba entusiasmado con el hecho de que la segunda mitad de la carrera le había tomado menos tiempo que la primera mitad. Ya que le preocupaba volver a estar en forma y más saludable, se sentía bien con su progreso durante el entrenamiento y se lo mencionó a su esposa cuando regresó a casa. Sin pensarlo, ella le dijo: “La razón por la que pudiste correr más rápido en la segunda mitad es porque la mayor parte del camino de regreso está cuesta abajo”.
¡Vaya! Nuestro amigo sintió como si alguien lo hubiera golpeado en el estómago. En lugar de recibir el apoyo que esperaba de su esposa, después de todo el arduo trabajo que estaba realizando con su ejercicio físico, se sintió invalidado por la respuesta irreflexiva que recibió de ella.
No cabe duda de que se dicen cosas mucho peores en el contexto familiar. Sin embargo, es válido preguntarse: ¿Tenía que decir eso? Y, ya sea que sus comentarios hayan sido racionalmente correctos o no, no es lo esencial. Lo que sabemos es que no puede salir nada positivo de este tipo de observaciones.
Si deseas que tus relaciones familiares sean saludables y positivas, es importante que aprendas a comunicarte con gracia.
Cuando decimos gracia, estamos hablando del concepto espiritual relativo al favor inmerecido y el amor que Dios ofrece libremente a los seres humanos. La gracia es algo que no merecemos. Así como Dios perdona nuestras fallas incluso cuando no merecemos ser perdonados, comunicarse con gracia significa hablar con alguien de manera bondadosa, aun cuando esa persona no merezca tal tratamiento. Reflexiona en el siguiente proverbio: “Manzana de oro con adornos de plata: ¡eso es la palabra dicha cuando conviene!” (Proverbios 25:11, Reina-Valera Contemporánea [RVC]).
De este modo, las familias pueden fomentar una vida de paz y felicidad usando palabras como regalos preciados de oro y plata que se pueden dar todos los días, incluso cuando un ser querido no se lo merece. ¿Puedes pensar en alguien de tu familia con quien necesitas usar la GRACIA en tu comunicación? Esta es una pregunta fácil de responder para la mayoría de nosotros, porque un gran porcentaje de la población mundial tiene un pariente con el que se ha generado una relación difícil.
El concepto del Dr. Stephen R. Covey de “ser proactivo” para una comunicación efectiva incentiva a la gente a vivir dentro de lo que él llama su “círculo de control”, en lugar de vivir en lo que él llama su “círculo sin control”. Cuando vives en tu círculo de control, pasas la mayor parte del tiempo controlando a la única persona que realmente puedes controlar: a ti mismo. Esto es lo contrario de vivir la mayor parte de tu vida en tu círculo sin control, que es donde la gente pasa la mayor parte de su tiempo tratando de controlar a los demás. La gente que es proactiva vive su vida en su círculo de control, y es más probable que se comunique con gracia; no así los que se pasan la vida en su círculo sin control.
Lo cierto es que no puedes controlar a tu cónyuge, a tus hijos, a tus hermanos, a tus padres ni a tus parientes; en realidad, solo puedes controlarte a ti mismo. Entonces, cuando alguien te dice algo que no es muy agradable, en lugar de usar tu energía tratando de cambiarlo, es mucho más provechoso usar ese tiempo desarrollando tu respuesta de paz y gracia. Como mencionamos anteriormente, entre lo que alguien te dice y tu respuesta hay un espacio. Por eso, antes de responder, recuerda: detente, piensa y decide.
Cuando alguien nos dice algo que no nos gusta, tendemos a responder rápidamente y de la misma manera. Sin embargo, para comunicarte con gracia, para responder de una manera que los demás no se merecen, debes ser proactivo, vivir en tu círculo de control, hacer una pausa, para que tengas tiempo de recuperar el aliento antes de decir algo que causará el mismo dolor o que empeorará las cosas. En ese espacio, antes de tu respuesta, también debes pensar en lo que no deberías decir y en lo que sí deberías decir para mejorar las cosas. Finalmente, debes elegir la respuesta correcta. La respuesta correcta es la que calmará las cosas, en vez de “echarle leña al fuego”. Esto es lo que significa usar palabras como regalos de oro y plata.
Lo cierto es que no puedes controlar a tu cónyuge, a tus hijos, a tus hermanos, a tus padres ni a tus parientes; en realidad, solo puedes controlarte a ti mismo.
Quienes prestan poca importancia a fomentar relaciones familiares saludables viven en su círculo sin control. En lugar de tomar decisiones cuidadosas al responder en su conversación con un miembro de la familia, culpan a la otra persona por comenzar la pelea y se sienten justificados para insultarla. Estas personas responden de forma reactiva, en lugar de elegir ser proactivos. No se toman el tiempo necesario para analizar lo que la otra persona dijo y responder con tranquilidad, y no consideran las consecuencias y el impacto que tendrá su respuesta en la relación. Por lo tanto, no se detienen, no piensan, y no toman buenas decisiones para la salud de su relación con el miembro de la familia en cuestión.La gente a menudo nos dice que es muy difícil vivir con miedo a herir los sentimientos de sus seres queridos. Dicen que no es normal. Afirman que la gente, simplemente, necesita dejar de ser tan sensible, y que la comunicación con los demás necesariamente trae aparejado ese dolor.
Si bien en algún sentido esto es cierto, las relaciones familiares, así como las demás relaciones, son análogas a conducir un automóvil. Cuando llegamos a un semáforo en rojo, nos detenemos. Lo natural sería seguir conduciendo para llegar a nuestro destino más rápido y sin interrupciones. Sin embargo, debido a que no somos los únicos que manejamos en las carreteras de las ciudades donde vivimos, tenemos que tener presente que compartimos el camino con otros conductores que van en diferentes direcciones.
Los semáforos existen para ayudar a todos los conductores a llegar a destino de forma segura. Si tenemos paciencia, todos tendremos la oportunidad de llegar a destino. Si no prestamos atención a los semáforos colocados en lugares estratégicos, lo más probable es que choquemos con otros autos, que lastimemos a otros o que resultemos heridos, y quizás hasta incluso causemos, o nos causemos, un accidente fatal debido a nuestra falta de atención y preocupación.
Entre lo que alguien te dice y tu respuesta hay un espacio. Por eso, antes de responder, recuerda: detente, piensa y decide.
Las relaciones familiares son muy frágiles, y las conversaciones que entablas en el contexto de esas relaciones necesitan mucha atención. Si tienes la intención de ser cuidadoso y constructivo en las relaciones familiares, esas decisiones ayudarán a resguardar tus relaciones y evitar herir sentimientos, lo que podría llevar al fin de una relación.Entonces, ¿cuál es la responsabilidad del esposo con sentimientos heridos? El hecho de que su esposa haya expresado algo que le causó dolor ¿le da derecho a decir algo para lastimarla? Por supuesto que no; de hecho, esta es su oportunidad de comunicarse con gracia, de responderle de una manera que ella, quizá, no merezca. Ese es el verdadero significado de la gracia. Aquí es donde el esposo necesita vivir en su círculo de control y ser proactivo. Aquí es donde el esposo se detiene, piensa y elige la respuesta correcta para mantener su relación matrimonial sana y fuerte, a pesar de lo que dijo su esposa.
Es cierto que, dado que todos somos seres humanos, aunque no pretendamos herir a uno de los miembros de nues tra familia, predeciblemente diremos o haremos algo que les cause dolor. Cuando esto sucede, es nuestra oportunidad de disculparnos. Esta es tu oportunidad de vivir en tu círculo de control y asumir la responsabilidad de lo que hiciste, en lugar de culpar a la otra persona por ser demasiado sensible. Aquí es donde la esposa puede decir que lamenta haberle causado dolor emocional a su esposo, incluso si esa no era su intención. Aquí es donde la esposa puede decidir hacer una pausa, pensar y elegir la respuesta correcta para ayudar a construir una relación más fuerte y saludable con su esposo.
En los momentos en que te sientas tentado a reaccionar de manera inoportuna, recuerda lo que dice Santiago 1:19: “Todos ustedes deben estar dispuestos a oír, pero ser lentos para hablar y para enojarse”.
Entonces, mientras que algunos quizá crean que las mujeres o los niños deberían ser rápidos en escuchar y lentos para hablar, el sabio consejo de la Biblia es que “todos” deben escuchar con rapidez y demorarse en hablar. Esto significa que no hay nadie en la familia que no tenga la responsabilidad de manifestar gracia y comunicarse con amor y bondad. La buena comunicación no comienza con la boca, sino con los oídos.
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