Lunes 10 de junio: El poder de la cultura en la familia
Abraham había aceptado sin hacer pregunta alguna la promesa de un hijo, pero no esperó a que Dios cumpliera su palabra en su oportunidad y a su manera. El Señor permitió una tardanza, para probar su fe en el poder de Dios, pero Abraham fracasó en la prueba. Pensando que era imposible que se le diera un hijo en su vejez, Sara sugirió como plan mediante el cual se cumpliría el propósito divino, que Abraham tomara por esposa a una de sus siervas. La poligamia se había difundido tanto que había dejado de considerarse pecado; violaba, sin embargo, la ley de Dios y destruía la santidad y la paz de las relaciones familiares.
La unión de Abraham con Agar resultó perjudicial, no solamente para su propia casa, sino también para las generaciones futuras. (Patriarcas y profetas, p. 141)
Jacob fue humillado, y requirió que su familia se humillara y se despojara de todos sus adornos, pues él iba a hacer expiación por los pecados de ellos ofreciendo un sacrificio a Dios, para que él les concediera su favor y no quedaran abandonados para ser destruidos por otras naciones. Dios aceptó los esfuerzos de Jacob para quitar el mal de su familia, se le apareció, lo bendijo y renovó la promesa que le había hecho, porque el temor de Dios estaba delante de él (3SG 137). (Comentario bíblico adventista t. 1 p. 1110)
El pesar de Esdras y de sus asociados por los males que se habían infiltrado insidiosamente en el mismo corazón de la obra de Dios, produjo arrepentimiento. Muchos de los que habían pecado quedaron profundamente afectados. “Y lloraba el pueblo con gran llanto.” Esdras 10:1. Empezaron a comprender en forma limitada el carácter odioso del pecado, y el horror con que Dios lo considera. Vieron cuán sagrada es la ley promulgada en el Sinaí, y muchos temblaron al pensar en sus transgresiones.
Uno de los presentes, llamado Sechanías, reconoció la verdad de todas las palabras dichas por Esdras. Confesó: “Nosotros hemos prevaricado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra: mas hay aún esperanza para Israel sobre esto.” Sechanías propuso que todos los que habían transgredido se comprometieran ante Dios a abandonar su pecado, y a ser juzgados “conforme a la ley.”
Tal fué el comienzo de una reforma admirable. Con infinita paciencia y tacto, y con una cuidadosa consideración de los derechos y el bienestar de todos los afectados, Esdras y sus asociados procuraron conducir por el camino correcto a los penitentes de Israel. Sobre todo lo demás, Esdras enseñó la ley; y mientras dedicaba su atención personal a examinar cada caso, procuraba hacer comprender al pueblo la santidad de la ley, así como las bendiciones que podían obtenerse por la obediencia.(Profetas y reyes, p. 458)
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