Domingo 14 de julio: Suficiente maná
Si se come con exceso, aunque sea alimento sencillo, con el tiempo se dañarán los órganos digestivos; pero añádase a esto el consumo excesivo de alimento perjudicial, y el mal será mucho mayor. El organismo llega así a deteriorarse.
El Señor sacó a sus hijos de Egipto en forma victoriosa. Los condujo por el desierto para probarlos. Repetidas veces manifestó su poder milagroso al librarlos de sus enemigos. Prometió conservarlos para sí mismo, como su tesoro peculiar, si ellos obedecían su voz y guardaban sus mandamientos. No les prohibió comer la carne de los animales, pero la apartó de ellos en gran medida. Les proporcionó el alimento más saludable. Hizo llover su pan del cielo y les dio agua pura de la dura roca. Realizó un pacto con ellos según el cual los libraría de las enfermedades si ellos le obedecían en todas las cosas. (Mensajes selectos, T. 2 p. 421)
Muchos ven que son suplidas sus necesidades del momento, pero no confían en el Señor para el futuro. Manifiestan incredulidad y se entregan al abatimiento y el desánimo ante posibles necesidades. Algunos se preocupan constantemente por el temor de pasar necesidades y que sus hijos tengan que sufrir. Cuando surgen dificultades o se ven en aprietos -cuando se somete a prueba su amor y su fe en Dios- evitan la prueba y se quejan del procedimiento empleado [133] por Dios para purificarlos. Se verifica que su amor no es puro ni perfecto; no es capaz de soportar todas las cosas.
La fe de los hijos del Dios del cielo debería ser fuerte, activa y perseverante: la certeza de lo que se espera. En ese caso se expresarán de este modo: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre”, porque ha obrado generosamente conmigo.
Algunos consideran que la abnegación es un verdadero sufrimiento. Se complace el apetito pervertido. Y el dominio de las apetencias malsanas induce incluso a muchos profesos cristianos a retroceder, como si la inanición fuese la consecuencia directa de un régimen alimentario sencillo. Y como los hijos de Israel prefieren la esclavitud, la enfermedad y hasta la muerte, antes que verse privados de las ollas de carne. Pan y agua es todo lo que se promete al remanente en el tiempo de angustia. (Historia de la redención, p. 106)
Durante toda la semana, debemos recordar el sábado y hacer preparativos para guardarlo según el mandamiento. No sólo debemos observar el sábado en forma legal. Debemos comprender su importancia espiritual sobre todas las acciones de nuestra vida. Todos los que consideren el sábado como una señal entre ellos y Dios y demuestren que Dios es quien los santifica, representarán los principios de su gobierno. Pondrán diariamente en práctica las leyes de su reino. Diariamente rogarán que la santificación del sábado descanse sobre ellos. Cada día tendrán el compañerismo de Cristo y ejemplificarán la perfección de su carácter. Cada día su luz brillará para los demás en sus buenas obras. (Testimonios para la iglesia, pp. 326,327)
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