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Miércoles 17 de julio: Un día de sanidad

Miércoles 17 de julio: Un día de sanidad

(Jesús) Había venido para librar al sábado de estos requerimientos gravosos que hacían de él una maldición en vez de una bendición.

Por esta razón, había escogido el sábado para realizar el acto de curación de Betesda. Podría haber sanado al enfermo en cualquier otro día de la semana; podría haberle sanado simplemente, sin pedirle que llevase su cama, pero esto no le habría dado la oportunidad que deseaba. Un propósito sabio motivaba cada acto de la vida de Cristo en la tierra. Todo lo que hacía era importante en sí mismo y por su enseñanza. Entre los afligidos del estanque, eligió el caso peor para el ejercicio de su poder sanador, y ordenó al hombre que llevase su cama a través de la ciudad a fin de publicar la gran obra que había sido realizada en él. Esto iba a levantar la cuestión de lo que era lícito hacer en sábado, y prepararía el terreno para denunciar las restricciones de los judíos acerca del día del Señor y declarar nulas sus tradiciones. (El deseado de todas las gentes, pp. 171, 172)

Otro sábado, al entrar Jesús en una sinagoga, vió allí a un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos le vigilaban, deseosos de ver lo que iba a hacer. El Salvador sabía muy bien que al efectuar [253] una curación en sábado, sería considerado como transgresor, pero no vaciló en derribar el muro de las exigencias tradicionales que rodeaban el sábado. Jesús invitó al enfermo a ponerse de pie, y luego preguntó: “¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla?” Era máxima corriente entre los judíos que el dejar de hacer el bien, cuando había oportunidad, era hacer lo malo; el descuidar de salvar una vida, era matar. Así se enfrentó Jesús con los rabinos en su propio terreno. “Mas ellos callaban. Y mirándolos alrededor con enojo, condoliéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué restituida sana.”13

Cuando le preguntaron: “¿Es lícito curar en sábado?” Jesús contestó “¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien.” (El deseado de todas las gentes, pp. 248, 249)

Los que, tanto como sea posible, se ocupan en hacer el bien de los demás, dándoles una demostración práctica de su interés por ellos están no sólo aliviando los males de la vida al ayudarlos a llevar sus cargas, sino que al mismo tiempo contribuyen en buen grado a la salud de su propia alma y su propio cuerpo. Hacer el bien beneficia tanto al dador como al receptor. (Testimonios para la iglesia, t. 2 pp. 496, 497) 


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