Miércoles 31 de julio: Ezequiel
La abundancia general dio origen al lujo y al orgullo. La ociosidad y las riquezas endurecen el corazón que nunca ha estado oprimido por la necesidad ni sobrecargado por el pesar. El amor a los placeres fue fomentado por la riqueza y la ociosidad, y la gente se entregó a la complacencia sensual. “Esta fue la maldad de Sodoma— dice Ezequiel—, tu hermana: soberbia, pan de sobra y abundancia de ocio tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del necesitado. Se llenaron de soberbia e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi, las quité”. Ezequiel 16:49, 50.
La vida inútil y ociosa de sus habitantes los hizo víctimas de las tentaciones de Satanás, desfiguraron la imagen de Dios, y estaban más cerca de Satanás que de Dios.
La ociosidad es la mayor maldición que puede caer sobre el hombre; porque la siguen el vicio y el crimen. Debilita la mente, pervierte el entendimiento y el alma. Satanás está al acecho, listo para destruir a los imprudentes cuya ociosidad le da ocasión de acercarse a ellos bajo cualquier disfraz atractivo. Nunca tiene más éxito que cuando se aproxima a los hombres en sus horas ociosas. (Patriarcas y profetas, pp. 130, 131)
El Espíritu Santo había declarado por Ezequiel: “Y despertaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará.” “Yo buscaré la perdida, y tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada, y corroboraré la enferma.” “Y estableceré con ellos pacto de paz.” “Y no serán más presa de las gentes, ... sino que habitarán seguramente, y no habrá quien espante.”2
Cristo aplicó estas profecías a sí mismo, y mostró el contraste que había entre su carácter y el de los dirigentes de Israel...
Los fariseos no percibieron que estas palabras iban dirigidas contra ellos.
Las fieles palabras de la Inspiración describen a esos falsos pastores: “No corroborasteis las flacas, ni curasteis la enferma: no ligasteis la perniquebrada, ni tornasteis la amontada, ni buscasteis la perdida; sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.”(El Deseado de todas las gentes, pp. 437-439)
La vida inútil y ociosa de sus habitantes los hizo víctimas de las tentaciones de Satanás, desfiguraron la imagen de Dios, y estaban más cerca de Satanás que de Dios.
La ociosidad es la mayor maldición que puede caer sobre el hombre; porque la siguen el vicio y el crimen. Debilita la mente, pervierte el entendimiento y el alma. Satanás está al acecho, listo para destruir a los imprudentes cuya ociosidad le da ocasión de acercarse a ellos bajo cualquier disfraz atractivo. Nunca tiene más éxito que cuando se aproxima a los hombres en sus horas ociosas. (Patriarcas y profetas, pp. 130, 131)
El Espíritu Santo había declarado por Ezequiel: “Y despertaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará.” “Yo buscaré la perdida, y tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada, y corroboraré la enferma.” “Y estableceré con ellos pacto de paz.” “Y no serán más presa de las gentes, ... sino que habitarán seguramente, y no habrá quien espante.”2
Cristo aplicó estas profecías a sí mismo, y mostró el contraste que había entre su carácter y el de los dirigentes de Israel...
Los fariseos no percibieron que estas palabras iban dirigidas contra ellos.
Las fieles palabras de la Inspiración describen a esos falsos pastores: “No corroborasteis las flacas, ni curasteis la enferma: no ligasteis la perniquebrada, ni tornasteis la amontada, ni buscasteis la perdida; sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.”(El Deseado de todas las gentes, pp. 437-439)
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