Lunes 19 de agosto: Vencer con el bien el mal
Cada día aumentaba en el corazón del pueblo el anhelo de libertarse del yugo romano. Especialmente entre los osados y bruscos galileos, cundía el espíritu de rebelión. Por ser Capernaum una ciudad fronteriza, era la base de una guarnición romana, y aun mientras Jesús enseñaba, una compañía de soldados romanos que se hallaba a la vista recordó a sus oyentes cuán amarga era la humillación de Israel. El pueblo miraba ansiosamente a Cristo, esperando que él fuese quien humillaría el orgullo de Roma.
Miró Jesús con tristeza los rostros vueltos hacia él. Notó el espíritu de venganza que había dejado su impresión maligna sobre ellos, y reconoció con cuánta amargura el pueblo ansiaba poder para aplastar a sus opresores. Tristemente, les aconsejó: “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en tu mejilla derecha, vuélvele también la otra”. (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 57, 58)
Cristo presentó a los hombres algo que era completamente contrario a las representaciones del enemigo referentes al carácter de Dios, y procuró inculcar a los hombres el amor de su Padre, quien de tal manera amó al mundo, “que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. Instó a los hombres a reconocer la necesidad de la oración, el arrepentimiento, la confesión y el abandono del pecado. Les enseñó a ser honrados, tolerantes, misericordiosos y compasivos, recomendándoles amar no sólo a quienes los amaban, sino a los que los odiaban y los trataban despectivamente. En todo esto estaba revelándoles el carácter del Padre, quien es longánime, misericordioso, lento para la ira y lleno de bondad y verdad. (Consejos para los maestros, p. 30)
Representemos diariamente el gran amor de Cristo amando a nuestros enemigos como Cristo los amó. Si reveláramos de esa forma la gracia de Cristo, se quebrantarían fuertes sentimientos de odio y en muchos corazones surgiría el amor genuino. Se verían muchas más conversiones de las que ocurren ahora. Es cierto, nos costaría algo hacerlo. Si los ministros que predican la Palabra y los que ocupan puestos prominentes en la obra médica misionera consideraran como su deber especial practicar las enseñanzas de la Palabra en su vida diaria, colocándose bajo la disciplina de los requerimientos de Cristo y trabajando bajo su autoridad, su conducta consecuente guiaría a muchos a liberarse del servicio satánico y a ocupar su lugar bajo el estandarte teñido de sangre del Príncipe Emanuel. (El ministerio médico, p. 450)
Si os dicen palabras violentas, no repliquéis jamás con el mismo espíritu. Recordad que “la blanda respuesta quita la ira.” Proverbios 15:1. Y hay un poder maravilloso en el silencio. A veces las palabras que se le dicen al que está enfadado no sirven sino para exasperarlo. Pero pronto se desvanece el enojo contestado con el silencio, con espíritu cariñoso y paciente.
Bajo la granizada de palabras punzantes de acre censura, mantened vuestro espíritu firme en la Palabra de Dios. Atesoren vuestro espíritu y vuestro corazón las promesas de Dios. Si se os trata mal o si se os censura sin motivo, en vez de replicar con enojo, repetíos las preciosas promesas: “No seas vencido de lo malo; mas vence con el bien el mal.” Romanos 12:21. (Ministerio de curación, p. 342)
Comentarios
Publicar un comentario