Lunes 26 de agosto: el ministerio y el testimonio de Dorcas
"Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía." (Hechos 9: 36).
En Jope, cerca de Lida, vivía una mujer llamada Dorcas, cuyas buenas obras la habían hecho muy amada. Como digna discípula de Jesús, su vida estaba llena de actos bondadosos. Sus hábiles dedos eran más activos que su lengua. Ella sabía quien necesitaba vestimenta confortable y quién necesitaba simpatía, y ministraba generosamente a los pobres y dolientes.
"Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió" (Hech. 9: 37). La iglesia de Jope se dio cuenta de la pérdida que había sufrido. Y en vista de la vida de servicio que había vivido Dorcas, no es sorprendente que se lamentaran o que cayeran cálidas lágrimas sobre su cuerpo inanimado.
Oyendo que Pedro estaba en Lida, los creyentes de Jope le enviaron mensajeros "a rogarle: No tardes en venir a nosotros" (Hech. 9: 38).
"Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas" (Hech. 9: 39).
Pedro ordenó que los amigos que lloraban salieran de la habitación, y arrodillándose oró fervientemente a Dios para que restaurara a Dorcas a la vida. Dirigiéndose al cuerpo dijo: "Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos y al ver a Pedro, se incorporó" (Hech. 9: 40).
Dorcas era de gran utilidad para la iglesia, y Dios vio conveniente devolverla desde la tierra del enemigo, para que sus habilidades y energía constituyeran una bendición para otros, y para que, por medio de esta manifestación de su poder, la causa de Cristo pudiera ser fortalecida.- Review and Herald, 6 de abril de 1911
En Jope, cerca de Lida, vivía una mujer llamada Dorcas, cuyas buenas obras la habían hecho muy amada. Como digna discípula de Jesús, su vida estaba llena de actos bondadosos. Sus hábiles dedos eran más activos que su lengua. Ella sabía quien necesitaba vestimenta confortable y quién necesitaba simpatía, y ministraba generosamente a los pobres y dolientes.
"Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió" (Hech. 9: 37). La iglesia de Jope se dio cuenta de la pérdida que había sufrido. Y en vista de la vida de servicio que había vivido Dorcas, no es sorprendente que se lamentaran o que cayeran cálidas lágrimas sobre su cuerpo inanimado.
Oyendo que Pedro estaba en Lida, los creyentes de Jope le enviaron mensajeros "a rogarle: No tardes en venir a nosotros" (Hech. 9: 38).
"Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas" (Hech. 9: 39).
Pedro ordenó que los amigos que lloraban salieran de la habitación, y arrodillándose oró fervientemente a Dios para que restaurara a Dorcas a la vida. Dirigiéndose al cuerpo dijo: "Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos y al ver a Pedro, se incorporó" (Hech. 9: 40).
Dorcas era de gran utilidad para la iglesia, y Dios vio conveniente devolverla desde la tierra del enemigo, para que sus habilidades y energía constituyeran una bendición para otros, y para que, por medio de esta manifestación de su poder, la causa de Cristo pudiera ser fortalecida.- Review and Herald, 6 de abril de 1911
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