Zorobabel y Zacarías
Profetizaron Hageo y Zacarías, hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos. Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban. Esdras 5:1, 2.
Al reconstruir la casa del Señor, Zorobabel se vio rodeado con múltiples dificultades. En años anteriores, los adversarios habían intimidado “al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara”, “y les hicieron cesar con poder y violencia”. Esdras 4:4, 23. Pero el Señor se interpuso en favor de los fieles constructores y ahora, por medio de su profeta Zacarías, habló a Zorobabel, diciendo: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella”. Zacarías 4:6,7.
A lo largo de la historia del pueblo de Dios, grandes montañas de dificultades, aparentemente insuperables, se han levantado ante quienes estaban avanzando en las providencias que Dios abría ante ellos. El Señor permite tales obstáculos al progreso para probar la fe. Cuando están apremiados por todos lados, es el momento de confiar en Dios y en el poder de su Santo Espíritu. No tenemos que
caminar con nuestras propias fuerzas, sino con el poder del Señor Dios de Israel.
Es una locura confiar en el hombre o hacer de la carne nuestro brazo. Debemos confiar en Jehová; porque en él hay fortaleza eterna. Aquel que, en respuesta a las palabras y obras de fe, señaló claramente el camino delante de su siervo Zorobabel, puede eliminar cada obstáculo inventado por Satanás para estorbar el progreso de la causa de Dios. Mediante el ejercicio perseverante de la fe, cada montaña de dificultad puede ser eliminada.
Algunas veces el Señor adiestra a sus servidores mediante chascos y fracasos aparentes. Es su propósito que aprendan a dominar las dificultades. Procura inspirarlos con una determinación de transformar cada aparente fracaso en un éxito.—The Review and Herald, 16 de enero de 1908. (Recibireís poder, p. 279)
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