SÁBADO 19 DE OCTUBRE: Cómo hacer frente a la oposición
En todo tiempo y en todos los países, los mensajeros de Dios han sido llamados a afrontar acerba oposición de parte de aquellos que deliberadamente escogían rechazar la luz del cielo. A menudo, mediante la tergiversación y la mentira, los enemigos del Evangelio han triunfado aparentemente, cerrando las puertas por las cuales los mensajeros de Dios podían tener acceso al pueblo. Pero esas puertas no pueden permanecer cerradas para siempre; y a menudo, al volver los siervos de Dios después de un tiempo para reanudar sus labores, el Señor la obrado poderosamente en su favor y los ha habilitado para establecer monumentos destinados a glorificar su nombre (Los hechos de los apóstoles, p. 145).
Dios no impide las conspiraciones de los hombres perversos, sino que hace que sus ardides obren para bien a los que en la prueba y el conflicto mantienen su fe y lealtad. A menudo los obreros evangélicos realizan su trabajo en medio de tormentas y persecución, amarga oposi ción e injusto oprobio. En momentos tales recuerden que la experiencia que se adquiere en el horno de la prueba y aflicción vale todo el dolor que costo. Así Dios acerca a sus hijos a sí mismo, para poder mostrarles sus debilidades en contraste con su fortaleza. Les enseña a apoyarse en él. Así los prepara para afrontar emergencias, para ocupar puestos de confianza, y para cuinplir el gran propósito para el cual les concedió sus poderes.
En todos los tiempos los testigos señalados por Dios se han expuesto al vituperio y la persecución por amor a la verdad. José fue calumniado y perseguido porque mantuvo su virtud e integridad. David, el mensajero escogido de Dios, fue perseguido por sus enemigos como una fiera. Daniel fue echado al foso de los leones porque se mantuvo fiel al cielo... Esteban fue apedreado porque predicó a Cristo y su crucifixión. Pablo fue encarcelado, azotado con varas, apedreado y finalmente muerto porque fue un fiel mensajero de Dios a los gentiles...
Estos ejemplos de constancia humana atestiguan la fidelidad de las promesas de Dios, su constante presencia y su gracia sostenedora (Los hechos de los apóstoles, pp. 459, 460).
Cristo fue varón de dolores y experimentado en quebrantos. Soporto la persecución y la contradicción de los pecadores; era pobre y sufría hambre y fatiga; el diablo lo tentó, y sus obras y enseñanzas atrajeron sobre él las más furiosas iras. ¿Qué nos negamos por causa de Cristo? ¿Dónde está nuestra dedicación a la verdad? Huimos de aquello que no nos complace y evitamos las preocupaciones y la responsabilidad. ¿Acaso podemos esperar que el poder de Dios actúe junto con nuestros esfuerzos estando tan poco consagrados a la obra? (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 372).
Dios no impide las conspiraciones de los hombres perversos, sino que hace que sus ardides obren para bien a los que en la prueba y el conflicto mantienen su fe y lealtad. A menudo los obreros evangélicos realizan su trabajo en medio de tormentas y persecución, amarga oposi ción e injusto oprobio. En momentos tales recuerden que la experiencia que se adquiere en el horno de la prueba y aflicción vale todo el dolor que costo. Así Dios acerca a sus hijos a sí mismo, para poder mostrarles sus debilidades en contraste con su fortaleza. Les enseña a apoyarse en él. Así los prepara para afrontar emergencias, para ocupar puestos de confianza, y para cuinplir el gran propósito para el cual les concedió sus poderes.
En todos los tiempos los testigos señalados por Dios se han expuesto al vituperio y la persecución por amor a la verdad. José fue calumniado y perseguido porque mantuvo su virtud e integridad. David, el mensajero escogido de Dios, fue perseguido por sus enemigos como una fiera. Daniel fue echado al foso de los leones porque se mantuvo fiel al cielo... Esteban fue apedreado porque predicó a Cristo y su crucifixión. Pablo fue encarcelado, azotado con varas, apedreado y finalmente muerto porque fue un fiel mensajero de Dios a los gentiles...
Estos ejemplos de constancia humana atestiguan la fidelidad de las promesas de Dios, su constante presencia y su gracia sostenedora (Los hechos de los apóstoles, pp. 459, 460).
Cristo fue varón de dolores y experimentado en quebrantos. Soporto la persecución y la contradicción de los pecadores; era pobre y sufría hambre y fatiga; el diablo lo tentó, y sus obras y enseñanzas atrajeron sobre él las más furiosas iras. ¿Qué nos negamos por causa de Cristo? ¿Dónde está nuestra dedicación a la verdad? Huimos de aquello que no nos complace y evitamos las preocupaciones y la responsabilidad. ¿Acaso podemos esperar que el poder de Dios actúe junto con nuestros esfuerzos estando tan poco consagrados a la obra? (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 372).
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