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Sábado 16 de noviembre: DIOS Y EL PACTO

Sábado 16 de noviembre: 

DIOS Y EL PACTO

Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán después de su caída, preservada por Noé y observada por Abraham, no habría habido necesidad del rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abraham hubieran guardado el pacto del cual la circuncisión era una señal, jamás habrían sido inducidos a la idolatría, ni habría sido necesario que sufieran una vida de esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la ley de Dios, y no babría sido necesario proclamarla desde el Si naí, o grabarla sobre tablas de piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los principios de los diez mandamien­tos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que se le dieron a Moisés (Patriarcas y profetas, p. 379).

Cuando Moisés estaba recibiendo la ley de Dios en el monte, el Señor le informó en cuanto al pecado del rebelde Israel y le pidió que los dejara ir, para que pudiera destrnirlos. Pero Moisés intercedió ante Dios en favor del pueblo. Aunque Moisés fue el hombre más manso que haya vivido, sin embargo cuando estuvieron en juego los intereses del pueblo sobre el cual Dios lo había nombrado como dirigente, perdió su timidez natural y con singular persistencia y audacia maravillosa intercedió ante Dios en favor de Israel. No consentiría en que Dios des­truyera a su pueblo, aunque Dios prometió que al destruirlos exaltaría a Moisés y levantaría a un pueblo mejor que fsrael.

Moisés prevaleció. Dios le concedió su ferviente petición de no destruir a su pueblo. Moisés tomó las tablas del pacto, la Ley de los Diez Mandamientos, y descendió del monte. La jarana tumultuosa y de borrachos de los hijos de lsrael llegó a sus oídos mu.cho antes de arribar al campamento. Cuando vio su idolatría y que habían quebrantado en la manera más manifiesta las palabras del pacto, se sintió abrumado de tristeza e indignacióo ante su ruin idolatría. Se sintió dominado por la confusión y vergüenza por lo que habían hecho, y allí arojó las tablas y las rompió. Como ellos habían quebrantado su pacto con Dios, Moisés, al quebrar las tablas, les indicó que así también Dios había roto su pacto con ellos. Las tablas sobre las cuales füe escrita la Ley de Dios fueron rotas (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 328).

Los que se han levantado con Cristo para andar en novedad de vida, son los elegidos de Dios. Son santos frente al Señor, y él los reconoce como sus amados. Como tales, están bajo el solemne pacto de distin­guirse manifestando humildad de mente. Deben revestirse del manto de justicia. Están separados del mundo, de su espíritu, de sus prácticas, y deben revelar que están aprendiendo de él... Si comprenden que han muerto con Cristo, si mantienen su voto bautismal, el mundo no tendrá poder para apartarlos con el fin de que nieguen a Cristo. Si viven la vida de Cristo en este mundo, son participantes de la naturaleza divina (Sons and Daughters o/ God, p. 133; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 135).

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