Jueves, 2 de enero:
Se necesita un estudio mucho más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra. Podemos tener menos que decir en algunos respectos, con relación al poder romano y al papado; pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles han escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. El Espiritu Santo ha dispuesto las cosas, en la forma de dar las profecías y en los acontecimientos descriptos, para enseñar que el agente humano ha de ser mantenido fuera de la vista, oculto en Cristo, y que el Señor Dios del cielo y su ley han de ser exaltados. Leed el libro de Daniel. Evocad. punto por punto, la historia de los reinos allí representados. Contemplad a estadistas, consejos, ejércitos poderosos, y ved cómo Dios obró para abatir el orgullo de los hombres y arrojar la gloria humana en el polvo...
La luz que Daniel recibió de Dios fue dada especialmente para estos postreros días. Las visiones que él tuvo junto a las riberas del Ulai y del Hidekel, los grandes ríos de Sinar, están hoy en proceso de cumplimiento, y todos los acontecimientos predichos pronto ocurrirán (Testimonios para los ministros, pp. 112, 113).
El Señor prometió al antiguo Israel que lo preservaria de todas las enfermedades con que había afligido a los egipcios, si tan solo quería permanecer en él y hacer todo lo que lo exigiera; pero su promesa tenía la obediencia por condición. Si los israelitas hubiesen seguido las instrucciones dadas y sacado provecho de sus ventajas, hubiesen llegado a ser una lección objetiva para el mundo, por su salud y su prosperidad. Los israclitas no realizaron el propósito divino y perdieron así las bendiciones que les eran reservadas. Sin embargo, en José y en Daniel, en Moisés y en Elias, como en otros muchos casos, tenemos nobles ejemplos de los resultados que pueden obtenerse viviendo conforme a las verdaderas normas. La misma fidelidad producirá hoy día los mismos resultados. A nosotros se aplican estas palabras: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable". 1 Pedro 2:9 (Testimonios para la iglesiu, t. 9, p. 132).
La misericordia y el amor de Dios hacia la raza caída no han dejado de multiplicarse, ni han cambiado de dirección.
Es cierto que sufriremos chascos y que nos aguardan tribulaciones; pero debemos encomendar todo, sea grande o pequeño, a nuestro Dios. A él no lo aturden la multitud de nuestros sinsabores, ni lo abruma el peso de nuestras cargas. Su protección se extiende a todos los hogares y vela por cada individuo. A él le preocupan todos nuestros negocios y pesares. El anota cada lágrima; se conmueve al advertir nuestras debilidades. Todas las aflicciones y pruebas que nos sobrecogen son permitidas a fin de que obren los divinos propósitos de amor en nuestro beneficio, "para que recibamos su santificación", y así participemos de la plenitud del gozo que se halla en su presencia (Mi vida hoy, p. 301).
Viernes, 3 de enero: Para estudiar y meditar
Reflejemos a Jesús, “Estudien el divino libro guía en el culto fami liar", p. 173.
La luz que Daniel recibió de Dios fue dada especialmente para estos postreros días. Las visiones que él tuvo junto a las riberas del Ulai y del Hidekel, los grandes ríos de Sinar, están hoy en proceso de cumplimiento, y todos los acontecimientos predichos pronto ocurrirán (Testimonios para los ministros, pp. 112, 113).
El Señor prometió al antiguo Israel que lo preservaria de todas las enfermedades con que había afligido a los egipcios, si tan solo quería permanecer en él y hacer todo lo que lo exigiera; pero su promesa tenía la obediencia por condición. Si los israelitas hubiesen seguido las instrucciones dadas y sacado provecho de sus ventajas, hubiesen llegado a ser una lección objetiva para el mundo, por su salud y su prosperidad. Los israclitas no realizaron el propósito divino y perdieron así las bendiciones que les eran reservadas. Sin embargo, en José y en Daniel, en Moisés y en Elias, como en otros muchos casos, tenemos nobles ejemplos de los resultados que pueden obtenerse viviendo conforme a las verdaderas normas. La misma fidelidad producirá hoy día los mismos resultados. A nosotros se aplican estas palabras: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable". 1 Pedro 2:9 (Testimonios para la iglesiu, t. 9, p. 132).
La misericordia y el amor de Dios hacia la raza caída no han dejado de multiplicarse, ni han cambiado de dirección.
Es cierto que sufriremos chascos y que nos aguardan tribulaciones; pero debemos encomendar todo, sea grande o pequeño, a nuestro Dios. A él no lo aturden la multitud de nuestros sinsabores, ni lo abruma el peso de nuestras cargas. Su protección se extiende a todos los hogares y vela por cada individuo. A él le preocupan todos nuestros negocios y pesares. El anota cada lágrima; se conmueve al advertir nuestras debilidades. Todas las aflicciones y pruebas que nos sobrecogen son permitidas a fin de que obren los divinos propósitos de amor en nuestro beneficio, "para que recibamos su santificación", y así participemos de la plenitud del gozo que se halla en su presencia (Mi vida hoy, p. 301).
Viernes, 3 de enero: Para estudiar y meditar
Reflejemos a Jesús, “Estudien el divino libro guía en el culto fami liar", p. 173.
Cada dia con Dios, “Mira hacia el lado luminoso”, p. 120.
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