Martes, diciembre 24
La vida cristiana es más de lo que muchos se la representan. No consiste toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y benevolencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita valor, fuerza, energía y perseverancia. La senda que Cristo señala es estrecha y requiere abnegación. Para internarse en ella e ir al encuentro de dificultades y desalientos, se requieren hombres y no seres débiles.
Se necesitan hombres firmes que no esperen a que el camino se les allane y quede despejado de todo obstáculo, hombres que inspiren nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros, hombres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos tengan fuerza para desempeñar la obra del Maestro….
Hay en el verdadero carácter cristiano algo indómito que no pueden sojuzgar las circunstancias adversas. Debemos tener enjundia moral, una rectitud inaccesible al temor, al soborno y a la adulación (El ministerio de curación, p. 397).
La esperanza y el valor son esenciales para dar a Dios un servicio perfecto. Son el fruto de la fe. El abatimiento es pecaminoso e irracional. Dios puede y quiere dar “más abundantemente” (Hebreos 6:17) a sus siervos la fuerza que necesitan para las pruebas. Los planes de los enemigos de su obra pueden parecer bien trazados y firmemente asentados; pero Dios puede anular los más enérgicos de ellos. Y lo hace cómo y cuándo quiere; a saber cuando ve que la fe de sus siervos ha sido suficientemente probada.
Para los desalentados hay un remedio seguro en la fe, la oración y el trabajo. La fe y la actividad impartirán una seguridad y una satisfacción que aumentarán de día en día. ¿Estáis tentados a ceder a presentimientos ansiosos o al abatimiento absoluto? En los días más sombríos, cuando en apariencia hay más peligro, no temáis. Tened fe en Dios. El conoce vuestra necesidad. Tiene toda potestad. Su compasión y amor infinitos son incansables…. Y otorgará a sus fieles siervos la medida de eficiencia que su necesidad exige. El apóstol Pablo atestiguó: “Me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona… Por lo cual me gozo en las flaquezas, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias por Cristo; porque cuando soy flaco, entonces soy poderoso.” 2 Corintios 12:9, 10 (Profetas y reyes, pp. 120, 121).
Todas las bendiciones se derraman sobre aquellos que mantienen una unión vital con Jesucristo. Jesús no nos llama junto a sí sencillamente para refrigerarnos con su gracia y presencia por unas pocas horas, y para apartarnos después de su luz a fin de que caminemos lejos de él en tristeza y desánimo. No, no. Nos dice que debemos morar con él y él con nosotros.
Doquiera debe hacerse su obra, él está presente con su ternura, su amor y su compasión. Ha preparado para ti y para mí una morada en sí mismo. El es nuestro refugio. Nuestra experiencia debiera ampliarse y profundizarse. Jesús ha abierto toda la divina plenitud de su amor inexpresable… Acercaos a Dios. Animaos, tened fe y esperanza. Mi hermano y mi hermana en el Señor, tened buen ánimo (Hijos e hijas de Dios, p. 193).
Coraje Y Poder
Se necesitan hombres firmes que no esperen a que el camino se les allane y quede despejado de todo obstáculo, hombres que inspiren nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros, hombres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos tengan fuerza para desempeñar la obra del Maestro….
Hay en el verdadero carácter cristiano algo indómito que no pueden sojuzgar las circunstancias adversas. Debemos tener enjundia moral, una rectitud inaccesible al temor, al soborno y a la adulación (El ministerio de curación, p. 397).
La esperanza y el valor son esenciales para dar a Dios un servicio perfecto. Son el fruto de la fe. El abatimiento es pecaminoso e irracional. Dios puede y quiere dar “más abundantemente” (Hebreos 6:17) a sus siervos la fuerza que necesitan para las pruebas. Los planes de los enemigos de su obra pueden parecer bien trazados y firmemente asentados; pero Dios puede anular los más enérgicos de ellos. Y lo hace cómo y cuándo quiere; a saber cuando ve que la fe de sus siervos ha sido suficientemente probada.
Para los desalentados hay un remedio seguro en la fe, la oración y el trabajo. La fe y la actividad impartirán una seguridad y una satisfacción que aumentarán de día en día. ¿Estáis tentados a ceder a presentimientos ansiosos o al abatimiento absoluto? En los días más sombríos, cuando en apariencia hay más peligro, no temáis. Tened fe en Dios. El conoce vuestra necesidad. Tiene toda potestad. Su compasión y amor infinitos son incansables…. Y otorgará a sus fieles siervos la medida de eficiencia que su necesidad exige. El apóstol Pablo atestiguó: “Me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona… Por lo cual me gozo en las flaquezas, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias por Cristo; porque cuando soy flaco, entonces soy poderoso.” 2 Corintios 12:9, 10 (Profetas y reyes, pp. 120, 121).
Todas las bendiciones se derraman sobre aquellos que mantienen una unión vital con Jesucristo. Jesús no nos llama junto a sí sencillamente para refrigerarnos con su gracia y presencia por unas pocas horas, y para apartarnos después de su luz a fin de que caminemos lejos de él en tristeza y desánimo. No, no. Nos dice que debemos morar con él y él con nosotros.
Doquiera debe hacerse su obra, él está presente con su ternura, su amor y su compasión. Ha preparado para ti y para mí una morada en sí mismo. El es nuestro refugio. Nuestra experiencia debiera ampliarse y profundizarse. Jesús ha abierto toda la divina plenitud de su amor inexpresable… Acercaos a Dios. Animaos, tened fe y esperanza. Mi hermano y mi hermana en el Señor, tened buen ánimo (Hijos e hijas de Dios, p. 193).
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