Miércoles 11 de diciembre:
Pisando en lagares en sábado
Otro resultado de [interactuar] con los idólatras era el desprecio en que se tenía al sábado, o sea la señal que distinguía a los israelitas de todas las demás naciones como adoradores del Dios verdadero. Nehemías comprobó que los mercaderes y traficantes paganos de la comarca venían a Jerusalén y habían inducido a muchos de los israelitas a comerciar en sábado. A algunos no los habían podido persuadir a sacrificar sus principios; pero otros habían transgredido y participado con los paganos en los esfuerzos de éstos para vencer los escrúpulos de los más concienzudos. Muchos se atrevían a violar abiertamente el sábado. Nehemías escribe: “En aquellos días ví en Judá algunos que pisaban en lagares el sábado, y que acarreaban haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos, y toda suerte de carga, y traían a Jerusalem en día de sábado. … También estaban en ella Tirios que traían pescado y toda mercadería, y vendían en sábado a los hijos de Judá” (Profetas y reyes, p. 495).En la obra de reforma que debe ejecutarse hoy, se necesitan hombres que, como Esdras y Nehemías, no reconocerán paliativos ni excusas para el pecado, ni rehuirán de vindicar el honor de Dios. Aquellos sobre quienes recae el peso de esta obra no callarán cuando vean que se obra mal ni cubrirán a éste con un manto de falsa caridad…. En su obra, Esdras y Nehemías se humillaron delante de Dios, confesaron sus pecados y los del pueblo, y pidieron perdón como si ellos mismos hubiesen sido los culpables. Con paciencia trabajaron, oraron y sufrieron. Lo que más dificultó su obra no fue la franca hostilidad de los paganos, sino la oposición secreta de los que se decían sus amigos, quienes, al prestar su influencia al servicio del mal, decuplicaban la carga de los siervos de Dios…
El éxito que acompañó los esfuerzos de Nehemías revela lo que lograrán la oración, la fe y la acción sabia y enérgica (Profetas y reyes, p. 498).
Durante la dispensación cristiana, el gran enemigo de la felicidad del hombre hizo al sábado del cuarto mandamiento objeto de ataques especiales. Satanás dice: “Obraré en forma contraria a los propósitos de Dios. Daré a mis secuaces poder para desechar el monumento de Dios, el séptimo día como día de reposo. Así demostraré al mundo que el día santificado y bendecido por Dios fué cambiado. Ese día no vivirá en la mente del pueblo. Borraré su recuerdo. Pondré en su lugar un día que no lleva las credenciales de Dios, un día que no puede ser una señal entre Dios y su pueblo. Induciré a los que acepten este día a que lo revistan de la santidad que Dios dio al séptimo día….
Por el establecimiento de un falso día de reposo, el enemigo pensó cambiar los tiempos y las leyes. Pero ¿logró realmente cambiar la ley de Dios? La respuesta se encuentra en las palabras del capítulo 31 de Éxodo. El que es el mismo ayer, hoy y por los siglos, declaró acerca del día de reposo, o sábado: “Es señal entre mí y vosotros por vuestras edades.” “Señal es para siempre.” Éxodo 31:13, 17 (Profetas y reyes, p. 136, 137).
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