Martes, 21 de enero:
Jehová, el eterno, el que posee existencia propia, el no creado, el que es la fuente de todo y el que lo sustenta todo, es el único que tiene derecho a la veneración y adoración supremas. Se prohíbe al hombre dar a cualquier otro objeto el primer lugar en sus afectos o en su servicio. Cualquier cosa que nos atraiga y que tienda a disminuir nuestro amor a Dios, o que impida que le rindamos el debido servicio es para nosotros un dios.
“No harás para ti imagen de escultura, ni figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni de las que hay en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni rendirás culto".
Este segundo mandamiento prohíbe adorar al verdadero Dios mediante imágenes o figuras. Muchas naciones paganas aseveraban que sus imágenes no eran más que figuras o símbolos mediante los cuales adoraban a la Deidad; pero Dios declaró que tal culto es un pecado. El tratar de representar al Eterno mediante objetos materiales degrada el concepto que el hombre tiene de Dios. La mente, apartada de la infinita perfección de Jehová, es atraída hacia la criatura más bien que hacia el Creador, y el hombre se degrada a sí mismo en la medida en que rebaja su concepto de Dios (Patriarcas y profetas, p. 313).
Los héroes hebreos no pudieron ser consumidos porque la presen cia del cuarto, el Hijo de Dios, estaba con ellos. Por consiguiente, en el día del Señor el humo y las llamas no tendrán poder para dañar a los justos. Los que estén unidos al Señor escaparán ilesos. Terremotos, huracanes, fuego e inundaciones no pueden dañar a quienes están preparados para encontrarse con su Salvador en paz. Pero quienes lo recha zaron, azotaron y crucificaron se hallarán entre los que sean levantados de los muertos para contemplar su venida en las nubes de los cielos, asistido por la hueste celestial, diez mil veces diez mil y miles de miles (Alza tus ojos, p. 259).
Confesar a Cristo significa más que dar un testimonio en una reunión. Tenemos que realizar una confesión diferente de aquella que hemos estado haciendo; y tendremos que hacerla bajo diferentes circunstancias. Los tres hebreos fueron llamados a confesar a Cristo frente al horno de fuego.
Si a vosotros se os pide que paseéis en el horno de fuego en el nombre de Cristo, Jesús estará a vuestro lado. "Cuando pasares por las aguas, yo seré contigo; y por los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti" Isaías 43:2 (Our High Calling, p. 358; parcialmente en Nuestra elevada vocación, p. 360). Los tres hebreos declararon a toda la nación de Babilonia su se en Aquel a quien adoraban. Confiaron en Dios. En la hora de su prueba recordaron la promesa: "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo... Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti". Y de una manera maravillosa su fe en la Palabra viviente sue honrada a la vista de todos. Las nuevas de su liberación admirable fueron transmitidas a muchos países por los representantes de las diferentes naciones que Nabucodonosor había invitado a la dedicación, Mediante la fidelidad de sus hijos, Dios fue glorificado en toda la tierra (Reflejemos a Jesús, p. 362).
“No harás para ti imagen de escultura, ni figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni de las que hay en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni rendirás culto".
Este segundo mandamiento prohíbe adorar al verdadero Dios mediante imágenes o figuras. Muchas naciones paganas aseveraban que sus imágenes no eran más que figuras o símbolos mediante los cuales adoraban a la Deidad; pero Dios declaró que tal culto es un pecado. El tratar de representar al Eterno mediante objetos materiales degrada el concepto que el hombre tiene de Dios. La mente, apartada de la infinita perfección de Jehová, es atraída hacia la criatura más bien que hacia el Creador, y el hombre se degrada a sí mismo en la medida en que rebaja su concepto de Dios (Patriarcas y profetas, p. 313).
Los héroes hebreos no pudieron ser consumidos porque la presen cia del cuarto, el Hijo de Dios, estaba con ellos. Por consiguiente, en el día del Señor el humo y las llamas no tendrán poder para dañar a los justos. Los que estén unidos al Señor escaparán ilesos. Terremotos, huracanes, fuego e inundaciones no pueden dañar a quienes están preparados para encontrarse con su Salvador en paz. Pero quienes lo recha zaron, azotaron y crucificaron se hallarán entre los que sean levantados de los muertos para contemplar su venida en las nubes de los cielos, asistido por la hueste celestial, diez mil veces diez mil y miles de miles (Alza tus ojos, p. 259).
Confesar a Cristo significa más que dar un testimonio en una reunión. Tenemos que realizar una confesión diferente de aquella que hemos estado haciendo; y tendremos que hacerla bajo diferentes circunstancias. Los tres hebreos fueron llamados a confesar a Cristo frente al horno de fuego.
Si a vosotros se os pide que paseéis en el horno de fuego en el nombre de Cristo, Jesús estará a vuestro lado. "Cuando pasares por las aguas, yo seré contigo; y por los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti" Isaías 43:2 (Our High Calling, p. 358; parcialmente en Nuestra elevada vocación, p. 360). Los tres hebreos declararon a toda la nación de Babilonia su se en Aquel a quien adoraban. Confiaron en Dios. En la hora de su prueba recordaron la promesa: "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo... Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti". Y de una manera maravillosa su fe en la Palabra viviente sue honrada a la vista de todos. Las nuevas de su liberación admirable fueron transmitidas a muchos países por los representantes de las diferentes naciones que Nabucodonosor había invitado a la dedicación, Mediante la fidelidad de sus hijos, Dios fue glorificado en toda la tierra (Reflejemos a Jesús, p. 362).
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