Sábado, 18 de enero
Al hacer que los hombres violaran el segundo mandamiento, Satanás se propuso degradar el concepto que tenían del Ser divino. Anulando el cuarto mandamiento, les haría olvidar completamente a Dios. El hecho de que Dios demande reverencia y adoración por sobre los dioses paganos se funda en que él es el Creador, y que todas las demás criaturas le deben a él su existencia. Así lo presenta la Biblia. Dice el profeta Jeremías: "Jehová Dios es la verdad; él es Dios vivo y Rey eterno: ... los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia.... Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor, porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos; vanidad son, obras de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán. No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo". Jeremías 10:10-16 (Patriarcas y profetas, p. 348).
Es demasiado cierto que la reverencia por la casa de Dios ha llegado casi a extinguirse. No se disciernen las cosas y los lugares sagrados, ni se aprecia lo santo y lo exaltado. ¿No falta en nuestra familia la piedad ferviente? ¿No se deberá a que se arrastra en el polvo el alto estandarte de la religión? Dios dio a su antiguo pueblo reglas de orden, perfectas y exactas. ¿Ha cambiado su carácter? ¿No es él el Dios grande y poderoso que rige en el cielo de los cielos? ¿No sería bueno que leyésemos con frecuencia las instrucciones dadas por Dios mismo a los hebreos, para que nosotros, los que tenemos la luz de la gloriosa verdad, imitemos su reverencia por la casa de Dios? Tenemos abundantes razones para conservar un espíritu ferviente y consagrado en el culto de Dios. Tenemos motivos para ser aún más reflexivos y reverentes en nuestro culto que los judíos. Pero un enemigo ha estado trabajando para destruir nuestra fe en el carácter sagrado del culto cristiano (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 468).
No debería tratarse con descuido e indiferencia nada que sea sagrado, que pertenezca al culto de Dios. Cuando se habla la palabra de vida, deberían recordar que están escuchando la voz de Dios a través de su siervo delegado. No pierdan esas palabras por falta de atención; si las atienden, impedirán que sus pies se extravíen por senderos equivocados (Mensajes para los jóvenes, p. 188).
Al hacer que los hombres violaran el segundo mandamiento, Satanás se propuso degradar el concepto que tenían del Ser divino. Anulando el cuarto mandamiento, les haría olvidar completamente a Dios. El hecho de que Dios demande reverencia y adoración por sobre los dioses paganos se funda en que él es el Creador, y que todas las demás criaturas le deben a él su existencia. Así lo presenta la Biblia. Dice el profeta Jeremías: "Jehová Dios es la verdad; él es Dios vivo y Rey eterno: ... los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia.... Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor, porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos; vanidad son, obras de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán. No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo". Jeremías 10:10-16 (Patriarcas y profetas, p. 348).
Es demasiado cierto que la reverencia por la casa de Dios ha llegado casi a extinguirse. No se disciernen las cosas y los lugares sagrados, ni se aprecia lo santo y lo exaltado. ¿No falta en nuestra familia la piedad ferviente? ¿No se deberá a que se arrastra en el polvo el alto estandarte de la religión? Dios dio a su antiguo pueblo reglas de orden, perfectas y exactas. ¿Ha cambiado su carácter? ¿No es él el Dios grande y poderoso que rige en el cielo de los cielos? ¿No sería bueno que leyésemos con frecuencia las instrucciones dadas por Dios mismo a los hebreos, para que nosotros, los que tenemos la luz de la gloriosa verdad, imitemos su reverencia por la casa de Dios? Tenemos abundantes razones para conservar un espíritu ferviente y consagrado en el culto de Dios. Tenemos motivos para ser aún más reflexivos y reverentes en nuestro culto que los judíos. Pero un enemigo ha estado trabajando para destruir nuestra fe en el carácter sagrado del culto cristiano (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 468).
No debería tratarse con descuido e indiferencia nada que sea sagrado, que pertenezca al culto de Dios. Cuando se habla la palabra de vida, deberían recordar que están escuchando la voz de Dios a través de su siervo delegado. No pierdan esas palabras por falta de atención; si las atienden, impedirán que sus pies se extravíen por senderos equivocados (Mensajes para los jóvenes, p. 188).
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