Lunes, 23 de marzo:
Escritos en el Libro
"En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran Príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia; cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro". Este pasaje revela la importancia de tener nuestros nombres escritos en el libro de la vida. Todos los que tengan sus nombres registrados allí serán librados del poder de Satanás, y Cristo ordenará que se le quiten sus vestiduras vi les y que sean vestidos con su propia justicia. "Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve". Malaquías 3: 17.
En el tiempo de angustia Satanás alborota a los malvados y estos rodean al pueblo de Dios para destruirlos. Pero él ignora que frente a sus nombres en los libros del cielo se ha escrito la palabra "perdón". Ignora que se ha dado la orden: "Quitadle esas vestiduras viles" y vístanlo con "ropas de gala", y "pongan mitra limpia sobre su cabeza". Zacarías 3:4-5 (Exaltad a Jesús, p. 341).
Es imposible que el hombre se salve a sí mismo. Puede engañarse a sí mismo en cuanto a esto, pero no puede salvarse a sí mismo. Sólo la justicia de Cristo puede servir para su salvación, y este es un don de Dios. Es el vestido de boda en el cual podéis aparecer como huéspedes bienvenidos en la cena de las bodas del Cordero. Que la fe se aferre de Cristo sin demora, y seréis una nueva criatura en Jesús, una luz para el mundo.
Cristo es llamado "Jehová, justicia nuestra", y mediante la fe cada uno debería decir: "Jehová,justicia mía". Cuando la fe se aferre de este don de Dios, la alabanza de Dios estará en nuestros labios y podremos decir a otros: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Juan 1 :29. Entonces podremos hablar a los perdidos en cuanto al plan de salvación, [para decirles] que cuando el mundo yacía bajo la maldición del pecado, el Señor presentó condiciones de misericordia al pecador caído y sin esperanza, y reveló el valor y significado de su gracia (Mensajes selectos, t. 1, p. 389).
Vemos que el mundo en general no piensa en ese gran día, y muchos de sus habitantes no tienen interés de escuchar cosa alguna en cuanto a ello. Pero tendremos que enfrentar el registro de nuestras vidas. Debemos recordar que hay un testigo de todas nuestras acciones. Un ojo, semejante a una llama de fuego, contempla todas las acciones de nuestra vida. Nuestros pensamientos mismos y las intenciones y propósitos de nuestros corazones están desnudos ante el escrutinio de Dios. Así como los rasgos se reproducen sobre la placa pulida del artista, nuestros caracteres están registrados en los libros del cielo (Alza tus ojos, p. 190).
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