Martes, 21 de abril:
La cultura
El que trabaja en campos extranjeros llegará a estar en contacto con toda clase de personas y toda variedad de mentes, y hallará que se necesita emplear diferentes métodos de trabajo para satisfacer las necesidades de la gente. Un sentimiento de su propia ineficiencia lo impulsará a acudir a Dios y a la Biblia para obtener luz, fuerza y conocimiento.
Los métodos y medios por los cuales logramos ciertos fines no son siempre los mismos. El misionero debe hacer uso de razón y criterio. La experiencia le indicará la conducta más prudente que se haya de seguir en las circunstancias existentes. Sucede a menudo que las costumbres y el clima de un país crean un estado de cosas que no se toleraría en otro. Deben hacerse cambios para beneficio de la obra, pero no es prudente ser demasiado abrupto.
No se susciten controversias por cosas triviales. El espíritu de amor y la gracia de Cristo ligarán corazón con corazón, si los hombres quieren abrir las ventanas del alma a los cielos, y cerrarlas a la tierra -Obreros evangélicos , pp. 483, 484.
Pedro habló con Cornelio y con los que se hallaban reunidos en su casa con respecto a las costumbres de los judíos; que se consideraba ilegal que se relacionarán socialmente con los gentiles, y que ello implicaba contaminación ceremonial. No estaba prohibido por la ley de Dios, pero la tradición de los hombres había hecho de esto una costumbre imperativa...
Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”. Aunque Dios había favorecido a los judíos por encima de todas las naciones, si rechazaban la luz y no vivían de acuerdo con su profesión de fe, no serían más estimados por él que otras naciones. Los gentiles que, como Cornelio, temían a Dios y practicaban justicia, y vivían de acuerdo con la luz que tenían, era bondadosamente considerados por Dios, quien aceptaba sus sinceros servicios —La historia de la redención, p. 301.
Nuestra única seguridad está solo en mantenernos en pie como el pueblo especial de Dios. No hemos de ceder ni una pulgada a las costumbres y modas de esta época degenerada, sino antes sostenernos firmes en nuestra independencia moral, sin avenirnos a sus corruptas e idólatras costumbres.
Mantenernos por encima de las normas religiosas del mundo cris tiano es a lg o que requerirá valor e independencia. Ellos no siguen el ejemplo de abnegación dado por el Salvador; no hacen ningún sacrificio; procuran constantemente evadir la cruz, la cual Cristo declaró que es la señal del discipulado — Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 74.
Nunca necesitamos una relación más íntima con Dios como hoy día. Uno de los mayores peligros que acosan al pueblo de Dios siempre ha sido el conformarse con las máximas y las costumbres mundanas. Los jóvenes especialmente están en constante peligro. Los padres y las madres debieran estar en guardia contra las artimañas de Satanás. Mientras él procura efectuar la ruina de sus hijos, no se engañen los padres a sí mismos pensando que no hay un pel i gro particular. No den pensamiento y cuidado a las cosas de este mundo al paso que descuiden los intereses más elevados y eternos de sus hijos —Conducción del niño, pp. 443, 444.
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