Miércoles, 29 de abril:
La Escritura interpreta la Escritura
En berea Pablo encontró judíos que estaban dispuestos a investigar las verdades que enseñaba. El informe de Lucas declara de ellos: “Y fueron éstos más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos; y mujeres Griegas de distinción, y no pocos hombres.”
La mente de los bereanos no estaba estrechada por el prejuicio. Estaban dispuestos a investigar la verdad de la doctrina presentada por los apóstoles. Estudiaban la Biblia, no por curiosidad, sino para aprender lo que se había escrito concerniente al Mesías prometido. Investigaban diariamente los relatos inspirados; y al comparar escritura con escritura, los ángeles celestiales estaban junto a ellos, iluminando sus mentes e impresionando sus corazones. (Hechos de los apóstoles p. 163)
Las mentes humanas sin la ayuda especial del Espíritu de Dios considerarán que muchas cosas de la Biblia son muy difíciles de comprender, porque les falta esclarecimiento divino. Los hombres no deben ocuparse de la Palabra de Dios ensalzando su propia manera de obrar, o su propia voluntad, o sus propias ideas, sino deben ocuparse de ella con un espíritu dócil, humilde y santo. (Comentario bíblico Adventista del Séptimo día T. p. 931)
Dios ha dado en su Palabra pruebas suficientes del divino origen de ella. Las grandes verdades que se relacionan con nuestra redención están presentadas en ella con claridad. Con la ayuda del Espíritu Santo que se promete a todos los que lo pidan con sinceridad, cada cual puede comprender estas verdades por sí mismo. Dios ha dado a los hombres un fundamento firme en que cimentar su fe.
Si bien es cierto que Dios ha dado pruebas evidentes para la fe, él no quitará jamás todas las excusas que pueda haber para la incredulidad. Todos los que buscan motivos de duda los encontrarán. Y todos los que rehusan, aceptar la Palabra de Dios y obedecerla antes que toda objeción haya sido apartada y que no se encuentre más motivo de duda, no llegarán jamás a la luz. (El conflicto de los siglos p. 501)
El interpretar mal y dar un sentido forzado, verdadero a medias y místico a los oráculos de Dios, es para los agentes humanos un acto que pone en peligro sus propias almas y las de otros. “Porque yo protesto a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro”. Apocalipsis 22:18, 19. Aquellos que por su interpretación humana hacen que la Escritura enuncie lo que Cristo jamás puso en ella, debilitando su fuerza, haciendo que la voz de Dios, oída en instrucciones y amonestaciones, testifique mentira, a fin de no pagar el precio que demanda la obediencia a los requerimientos de Dios, se han convertido en letreros que señalan en dirección equivocada, hacia senderos falsos que conducen a la transgresión y la muerte. (La educación cristiana p. 236)
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