Sábado 25 de abril del 2020
Solo La Biblia: Sola Scriptura
La filosofía del Señor, claramente bosquejada en su Palabra, debe ser la regla de nuestra vida. Todo el ser debe estar bajo la dirección de Aquel que conoce el fin desde el principio. La Biblia y sólo la Biblia debe ser nuestra guía. Debemos seguir y obedecer los principios vivificadores del cielo, no sólo nuestras inclinaciones. La sabiduría y el poder de Dios, al obrar sobre el corazón susceptible, pone la mente y el carácter en armonía con las leyes y los requerimientos del cielo. Cada uno de nosotros debe estar sometido a la dirección del Espíritu Santo para comunicar al mundo los grandes hechos relativos a la verdad y la justicia. . . (Cada día con Dios p. 367)
Los que han crecido y se han desarrollado, cuyo raciocinio se ha acrecentado por la investigación profunda de las Escrituras para conocer la voluntad de Dios, ocuparán puestos de utilidad, porque la Palabra de Dios ha tenido entrada en su vida y carácter. La Biblia debe hacer su obra peculiar, aun hasta partir las coyunturas y los tuétanos y discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. La Palabra de Dios debe constituir el alimento por medio del cual el cristiano tiene que fortalecer su espíritu e intelecto, para batallar por la verdad y la justicia. (Mensajes para los jóvenes p. 392)
Los que han crecido y se han desarrollado, cuyo raciocinio se ha acrecentado por la investigación profunda de las Escrituras para conocer la voluntad de Dios, ocuparán puestos de utilidad, porque la Palabra de Dios ha tenido entrada en su vida y carácter. La Biblia debe hacer su obra peculiar, aun hasta partir las coyunturas y los tuétanos y discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. La Palabra de Dios debe constituir el alimento por medio del cual el cristiano tiene que fortalecer su espíritu e intelecto, para batallar por la verdad y la justicia. (Mensajes para los jóvenes p. 392)
Las enseñanzas de Lutero despertaron por toda Alemania la atención de los hombres reflexivos. Sus sermones y demás escritos arrojaban rayos de luz que alumbraban y despertaban a miles y miles de personas. Una fe viva fue reemplazando el formalismo muerto en que había estado viviendo la iglesia por tanto tiempo. El pueblo iba perdiendo cada día la confianza que había depositado en las supersticiones de Roma. Poco a poco iban desapareciendo las vallas de los prejuicios. La Palabra de Dios, por medio de la cual probaba Lutero cada doctrina y cada aserto, era como una espada de dos filos que penetraba en los corazones del pueblo. Por doquiera se notaba un gran deseo de adelanto espiritual. En todas partes había hambre y sed de justicia como no se habían conocido por siglos. Los ojos del pueblo, acostumbrados por tanto tiempo a mirar los ritos humanos y a los mediadores terrenales, se apartaban de estos y se fijaban, con arrepentimiento y fe, en Cristo y Cristo crucificado. (El conflicto de los siglos pp. 120,121)
El quiere que aun en esta vida las verdades de su Palabra se vayan revelando de continuo a su pueblo. Y hay solamente un modo por el cual se obtiene este conocimiento. No podemos llegar a entender la [110] Palabra de Dios sino por la iluminación del Espíritu por el cual ella fué dada. “Las cosas de Dios nadie las conoce, sino el Espíritu de Dios,”8 “porque el Espíritu escudriña todas las cosas, y aun las cosas profundas de Dios.”9 Y la promesa del Salvador a sus discípulos fué: “Mas cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de toda la verdad; ... porque tomará de lo mío, y os lo anunciará.” (El camino a Cristo p. 78)
La Biblia contiene los principios que cimentan la verdadera grandeza, la verdadera prosperidad, se trate del individuo o del país. La nación que permite la libre circulación de las Escrituras brinda oportunidades para que la mente de la gente se desarrolle y amplíe. La lectura de las Escrituras hace brillar la luz en medio de las tinieblas. Cuando se escudriña la Palabra de Dios, se encuentran verdades vivificadoras. En la vida de aquellos que siguen sus enseñanzas habrá una corriente invisible de felicidad que beneficiará a todos aquellos con quienes lleguen a relacionarse. (Dios nos cuida p. 50)
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