Domingo, 24 de mayo:
¿Una tierra plana?
El Señor parece estar muy cerca de mí mientras escribo, y me siento profundamente conmovida al contemplar esta controversia desde el principio hasta el tiempo actual. Se presentan claramente a mi espíritu las obras de las potestades de las tinieblas. Nos esperan tiempos muy penosos; y Satanás, vestido de ángel, sacudirá a las almas con sus tentaciones, como se presentó a Cristo en el desierto. Citará la Escritura; y a menos que nuestra vida esté escondida con Cristo en Dios, atará ciertamente nuestras almas en la incredulidad.El tiempo es muy breve, y todo lo que se ha de hacer, debe hacerse prestamente. Los ángeles están reteniendo los cuatro vientos, y Satanás está aprovechándose de todo aquel que no está plenamente establecido en la verdad. Toda alma ha de ser probada. Todo defecto del carácter, a menos que sea vencido por la ayuda del Espíritu de Dios, llegará a ser un seguro medio de destrucción. Siento como nunca antes la necesidad de que nuestro pueblo sea vigorizado por el espíritu de la verdad; porque los designios de Satanás entramparán a toda alma que no haya hecho de Dios su fortaleza —Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 540, 541.
El poder de Dios está aún en acción para sostener los objetos de su creación. No late el pulso ni se suceden las respiraciones por el hecho de que el mecanismo una vez puesto en movimiento sigue actuando por su propia energía inherente. Cada respiración, cada latido del corazón es una evidencia del cuidado de Aquel en quien vivimos, nos movemos y somos. Desde el insecto más pequeño, hasta el hombre, toda criatura viviente depende diariamente de su providencia...
El enorme poder que obra en toda la naturaleza y sostiene todas las cosas, no es meramente, como dicen algunos hombres de ciencia, un principio que todo lo penetra, ni una energía activa…
El apóstol Pablo, al escribir movido por el Espíritu Santo, declara de Cristo que “en el fueron creadas todas las cosas... y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. Colosenses 1:16, 17. La mano que sostiene los mundos en el espacio, la mano que mantiene en su disposición ordenada y actividad incansable todas las cosas en el universo de Dios, es la mano que fue clavada en la cruz por nosotros --La educación, pp. 131, 132. Dios invita a los hombres para que contemplen los cielos. Vedlo en las maravillas de los cielos estrellados. [Se cita Isaías 40:26.] No solo debemos contemplar los cielos; debemos considerar las obras de Dios. Él quiere que estudiemos las obras de lo infinito y que por ese estudio aprendamos a amarlo, reverenciarlo y obedecerlo. Los cielos y la tierra, con sus tesoros, deben enseñar las lecciones del amor, el cuidado y el poder de Dios —Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1167.
Amén amén y amén
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