Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 1 Juan 2:1.
Tenemos un abogado ante el trono de Dios, que está envuelto por el arco iris de la promesa, y estamos invitados a presentar nuestras peticiones ante el Padre en el nombre de Cristo. Dice Jesús: Pidan lo que deseen en mi nombre, y les será hecho. Al presentar mi nombre, dan testimonio de que me pertenecen, que son mis hijos e hijas, y el Padre los tratará como a su propio Hijo y los amará como me ha amado a mí.
Su fe en mí los llevará a ejercer un afecto íntimo y filial hacia mí y el Padre. Soy la cadena de oro por la cual el corazón y el alma de ustedes están unidos en amor y obediencia a mi Padre. Exprésenle a mi Padre el hecho de que mi nombre les es precioso, que me respetan y me aman, y pueden pedir lo que deseen. Él perdonará sus transgresiones y los adoptará en su familia real: los hará hijos de Dios, coherederos con su Hijo unigénito.
Por medio de la fe en mi nombre les impartirá la santificación y la santidad que los hará aptos para su obra en un mundo de pecado, y los calificará para una herencia inmortal en su reino. El Padre ha abierto de par en par no sólo todo el cielo, sino también todo su corazón a los que manifiestan fe en el sacrificio de Cristo, y quienes por medio de la fe en el amor de Dios vuelven a ser leales a él. Los que creen en Cristo como el Portador del pecado, la propiciación por nuestros pecados, como el que intercede en su favor, pueden, por medio de las riquezas de la gracia de Dios, reclamar los tesoros del cielo...
La oración del corazón contrito abre la mina de provisiones y se aferra del poder Omnipotente. Esta clase de oración capacita al suplicante para entender lo que significa aferrarse de la fuerza de Dios, y hacer la paz con él. Esta clase de oración nos motiva a tener una influencia sobre aquellos con los que nos relacionamos... Es nuestro privilegio y deber llevar la eficacia del nombre de Cristo en nuestras peticiones, y usar los mismos argumentos que Cristo usó en favor de nosotros. Entonces nuestras oraciones estarán en completa armonía con la voluntad de Dios.—The Signs of the Times, 18 de junio de 1896.
Comentarios
Publicar un comentario