La obediencia a Dios libera de la pasión y el impulso.
Obedecer a Dios es quedar libre de la servidumbre del pecado y de las pasiones e impulsos humanos. El hombre puede ser vencedor de sí mismo, triunfar de sus propias inclinaciones, de principados y potestades, de los "seores del mundo, gobernadores de estas tinieblas," y de las "malicias espirituales en los aires" (Efesios 6: 12).- MC 93 (1905).
Las emociones han de ser controladas por la voluntad. (Nota: Véase el capítulo 76, La decisión y la voluntad.*)
Lo que os corresponde es volcar vuestra voluntad en el bando de Cristo. Cuando le entregáis vuestra voluntad, él inmediatamente toma posesión de vosotros, y obra en vosotros para que hagáis su deseo. Entonces vuestra naturaleza queda sometida a su Espíritu. Hasta vuestros pensamientos quedan sujetos al Señor. Si no podéis dominar vuestros, impulsos y emociones como deseáis, a lo menos podéis dominar la voluntad, de modo que se efectúe un gran cambio en vuestra vida. Cuando entregáis vuestra voluntad a Cristo, vuestra vida queda escondida con Cristo en Dios. Hace alianza con el poder que supera a todos los principados y las potestades. Ya tenéis fuerza divina que os mantiene asidos a su fortaleza; y se abre ante vosotros la posibilidad de una nueva vida, y aún la vida de la fe.- MeM 328 (1898).
Las emociones controladas por la razón y la conciencia.
El poder de la verdad debiera ser suficiente para sostener y consolar en toda adversidad. La religión de Cristo revela su verdadero valor al capacitar a quien la posee para triunfar sobre la aflicción. Pone a los apetitos, las pasiones y las emociones bajo el control de la razón y de la conciencia, y disciplina los pensamientos para que fluyan por canales saludables. Y entonces la lengua no quedará abandonada para deshonrar a Dios por medio de expresiones de anhelos pecaminosos.- 5T 314 (1885).
Hacer la voluntad de Dios versus sentimientos y emociones (consejos a un joven).-
No son nuestros sentimientos, nuestras emociones, lo que nos hace hijos de Dios sino el cumplir la voluntad de Dios. Una vida de utilidad está delante de usted, si su voluntad viene a ser la voluntad de Dios. Entonces podrá subsistir con la virilidad que Dios le dio, como ejemplo de buenas obras.
Entonces ayudará a mantener las reglas de la disciplina, en vez de contribuir a quebrantarlas. Entonces ayudará a mantener el orden, en vez de despreciarlo, e incitar a la vida irregular por su propia conducta.
Le digo en el temor de Dios: Yo sé lo que usted puede ser si su voluntad es puesta de parte de Dios. "Coadjutores somos de Dios" (1 Corintios 3; 9). Usted puede hacer su obra para el tiempo y la eternidad de tal manera que resista la prueba del juicio. ¿Lo probará? ¿Realizará un cambió completo? Usted es objeto del amor y la intercesión de Cristo. ¿No quiere entregarse ahora a Dios, y ayudar a los que están puestos como centinelas para proteger los intereses de su obra, en vez de causarles tristeza y desaliento?- 5T 515, 516; 4TS 159 (1885).
La inquietud y la insatisfacción cambian (seguridad para uno que está en la balanza).
Cuando usted reciba a Jesús como su Salvador personal habrá un cambio marcado en usted; se convertirá, y el Señor Jesús por medio de su Espíritu Santo estará junto a usted. Ya no habrá más esa intranquilidad inquieta y esa insatisfacción que ahora posee.
Le gusta hablar. Si sus palabras glorificaran a Dios, no habría pecado en ellas. Pero usted no obtiene de paz y descanso y gozo en el servicio de Dios. Usted ciertamente no es un hombre convertido para hacer la voluntad de Dios, por lo tanto no puede sentir la influencia alegre y vivificadora de su Santo Espíritu.
Cuando usted decida que no puede ser un cristiano y seguir haciendo lo que desea, cuando se dé cuenta de que tiene que entregar su voluntad a la voluntad de Dios, entonces podrá acceder a la invitación de Cristo: "venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 28-30).- Ms 13, 1897.
Control de las emociones internas.
Usted puede ser alegre si pone hasta sus pensamientos en sujeción a la voluntad de Cristo. Usted no debería demorarse sino escudriñar cuidadosamente su propio corazón y morir cada día al yo.
Usted puede preguntar: ¿Cómo puedo dominar mis propios actos y controlar mis emociones internas?
Muchos que no profesan amar a Dios controlan su espíritu hasta cierto punto sin la ayuda de la gracia especial de Dios. Ejercen el autocontrol. Esto en verdad es una reprensión para los que saben que de Dios pueden obtener fuerza y gracia, y sin embargo no manifiestan las gracias del Espíritu. Cristo es nuestro modelo. El era manso y humilde. Aprenda de El e imite su ejemplo. El Hijo de Dios no tuvo tacha. Debemos apuntar a su perfección y vencer como El venció si hemos de sentarnos a su mano derecha.- 3T 336 (1873).
Las emociones son tan cambiantes como las nubes.
¿ Pero esperaremos hasta que sintamos que estamos limpiados? No. Cristo ha prometido que "si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1: 9). Sois probados por Dios mediante la Palabra de Dios. No habéis de esperar emociones maravillosas antes de creer que Dios os ha oído. Los sentimientos no han de ser vuestra norma, pues las emociones son tan mutables como las nubes. Debéis tener algo sólido como fundamento de vuestra fe, la Palabra del Señor es una Palabra de infinito poder, en ella podéis, confiar, y él ha dicho: "Pedid, y recibiréis". Mirad al Calvario. ¿No ha dicho Cristo que es vuestro abogado? ¿No ha dicho que si pedís cualquier cosa en su nombre, la recibiréis? No habéis de depender de vuestra propia bondad o de vuestras buenas obras. Habéis de venir dependiendo del Sol de justicia, creyendo que Cristo ha quitado vuestros pecados y os ha imputado su justicia.- ST, 12 de dic. de 1892; 1MS 385, 386.
Las emociones no son una salvaguardia segura.
Con frecuencia los sentimientos son engañosos, las emociones no son una salvaguardia segura; porque son variables y sujetas a circunstancias eternas. Muchos se dejan seducir al confiar en las impresiones sensacionales. La prueba es: ¿Qué, estáis haciendo para Cristo? ¿Qué sacrificios estáis haciendo, qué victorias estáis obteniendo? Un espíritu egoísta vencido, una tentación a descuidar el deber resistida, una pasión subyugada y la obediencia voluntaria y alegre prestada a la voluntad de Cristo, constituyen una evidencia mucho mayor de que somos hijos de Dios que la piedad espasmódica y la religión emotiva.- 2JT 100 (1876).
Los cristianos no debieran estar sujetos a las emociones. (Nota: Véase el Apéndice A, "Consejos a una mujer deprimida de mediana edad", y Apéndice B, "Confianza implícita a pesar de los cambios en la atmósfera espiritual".* )
Los hijos de Dios no deben estar, sujetos a los sentimientos y las emociones. Cuando vacilan entre la esperanza y el temor, hieren el corazón de Cristo, porque les ha dado pruebas evidentes de su amor. . . Quiere que hagan la obra que les ha confiado;, entonces sus corazones serán como arpas sagradas en las manos divinas, cada una de cuyas cuerdas emitirá alabanza y acción de gracias a Aquel que Dios ha enviado para quitar los pecados del mundo.- TM 518, 519 (1914).
Cristo da dominio sobre las inclinaciones naturales.
Cristo vino a este mundo y vivió conforme a la ley de Dios para que el hombre pudiera dominar perfectamente las inclinaciones naturales que corrompen el alma. El es el Médico del alma y del cuerpo y da la victoria sobre las pasiones guerreantes. Ha provisto todo medio para que el hombre pueda poseer un carácter perfecto.- MC 92 (1905).
El arrebato de los sentimientos no es evidencia de conversión.
Satanás induce a las gentes a pensar que porque han sentido un éxtasis de los sentimientos, se han convertido. Pero no cambia su vida íntima. Sus acciones son las mismas de antes. Su vida no manifiesta buenos frutos. Oran a menudo, y largo, y constantemente se refieren a los sentimientos que experimentaron en tal y tal ocasión. Pero no viven una vida nueva. Están engañadas. Lo que experimentan es un mero sentimiento superficial. Edifican sobre la arena, y cuando llegan los vientos adversos, su casa es arrasada.- YI, 26 de sept. de 1901; 4CB 1186.
El sentimiento de intranquilidad a veces es bueno.
Los sentimientos de desasosiego, de nostalgia o de soledad pueden ser para vuestro bien. Vuestro Padre celestial intenta enseñaros a encontrar en él la amistad, el amor y el consuelo que satisfarán vuestras esperanzas y deseos más sinceros... Vuestra única seguridad y felicidad está en hacer de Cristo vuestro constante consejero. Podéis sentiros felices con él aunque no tengáis otros amigos en todo el mundo. -Carta 2b, (1874); NEV 261.
El Señor desea perturbar las mentes.
Cristo ve a los hombres tan absorbidos en los cuidados mundanales y en las perplejidades de sus negocios que no tienen tiempo de relacionarse con El. Para ellos el cielo es un lugar extraño, porque no lo tienen en cuenta. Al no estar familiarizados con las cosas celestiales, se cansan de escuchar acerca de ellas. No les gusta que sus mentes sean perturbadas con respecto a su necesidad de salvación, y prefieren dedicarse a las diversiones. Pero el Señor desea perturbar sus mentes, para que puedan ser llevados a aferrarse de las realidades eternas. Lo hace en serio. Muy, muy pronto todos ellos lo conocerán, ya sea que lo deseen o no. -Ms 105 (1901).
No hemos de absorbernos en el estudio de nuestras emociones.
No es prudente que nos miremos a nosotros mismos y que estudiemos nuestras emociones. Si lo hacemos, el enemigo nos presentará dificultades y tentaciones que debiliten la fe y aniquilen el valor. El fijarnos por demás en nuestras emociones y ceder a nuestros sentimientos es exponernos a la duda y enredarnos en perplejidades. En vez de mirarnos a nosotros mismos, miremos a Jesús. -MC 193 (1905).
Obedecer a Dios es quedar libre de la servidumbre del pecado y de las pasiones e impulsos humanos. El hombre puede ser vencedor de sí mismo, triunfar de sus propias inclinaciones, de principados y potestades, de los "seores del mundo, gobernadores de estas tinieblas," y de las "malicias espirituales en los aires" (Efesios 6: 12).- MC 93 (1905).
Las emociones han de ser controladas por la voluntad. (Nota: Véase el capítulo 76, La decisión y la voluntad.*)
Lo que os corresponde es volcar vuestra voluntad en el bando de Cristo. Cuando le entregáis vuestra voluntad, él inmediatamente toma posesión de vosotros, y obra en vosotros para que hagáis su deseo. Entonces vuestra naturaleza queda sometida a su Espíritu. Hasta vuestros pensamientos quedan sujetos al Señor. Si no podéis dominar vuestros, impulsos y emociones como deseáis, a lo menos podéis dominar la voluntad, de modo que se efectúe un gran cambio en vuestra vida. Cuando entregáis vuestra voluntad a Cristo, vuestra vida queda escondida con Cristo en Dios. Hace alianza con el poder que supera a todos los principados y las potestades. Ya tenéis fuerza divina que os mantiene asidos a su fortaleza; y se abre ante vosotros la posibilidad de una nueva vida, y aún la vida de la fe.- MeM 328 (1898).
Las emociones controladas por la razón y la conciencia.
El poder de la verdad debiera ser suficiente para sostener y consolar en toda adversidad. La religión de Cristo revela su verdadero valor al capacitar a quien la posee para triunfar sobre la aflicción. Pone a los apetitos, las pasiones y las emociones bajo el control de la razón y de la conciencia, y disciplina los pensamientos para que fluyan por canales saludables. Y entonces la lengua no quedará abandonada para deshonrar a Dios por medio de expresiones de anhelos pecaminosos.- 5T 314 (1885).
Hacer la voluntad de Dios versus sentimientos y emociones (consejos a un joven).-
No son nuestros sentimientos, nuestras emociones, lo que nos hace hijos de Dios sino el cumplir la voluntad de Dios. Una vida de utilidad está delante de usted, si su voluntad viene a ser la voluntad de Dios. Entonces podrá subsistir con la virilidad que Dios le dio, como ejemplo de buenas obras.
Entonces ayudará a mantener las reglas de la disciplina, en vez de contribuir a quebrantarlas. Entonces ayudará a mantener el orden, en vez de despreciarlo, e incitar a la vida irregular por su propia conducta.
Le digo en el temor de Dios: Yo sé lo que usted puede ser si su voluntad es puesta de parte de Dios. "Coadjutores somos de Dios" (1 Corintios 3; 9). Usted puede hacer su obra para el tiempo y la eternidad de tal manera que resista la prueba del juicio. ¿Lo probará? ¿Realizará un cambió completo? Usted es objeto del amor y la intercesión de Cristo. ¿No quiere entregarse ahora a Dios, y ayudar a los que están puestos como centinelas para proteger los intereses de su obra, en vez de causarles tristeza y desaliento?- 5T 515, 516; 4TS 159 (1885).
La inquietud y la insatisfacción cambian (seguridad para uno que está en la balanza).
Cuando usted reciba a Jesús como su Salvador personal habrá un cambio marcado en usted; se convertirá, y el Señor Jesús por medio de su Espíritu Santo estará junto a usted. Ya no habrá más esa intranquilidad inquieta y esa insatisfacción que ahora posee.
Le gusta hablar. Si sus palabras glorificaran a Dios, no habría pecado en ellas. Pero usted no obtiene de paz y descanso y gozo en el servicio de Dios. Usted ciertamente no es un hombre convertido para hacer la voluntad de Dios, por lo tanto no puede sentir la influencia alegre y vivificadora de su Santo Espíritu.
Cuando usted decida que no puede ser un cristiano y seguir haciendo lo que desea, cuando se dé cuenta de que tiene que entregar su voluntad a la voluntad de Dios, entonces podrá acceder a la invitación de Cristo: "venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 28-30).- Ms 13, 1897.
Control de las emociones internas.
Usted puede ser alegre si pone hasta sus pensamientos en sujeción a la voluntad de Cristo. Usted no debería demorarse sino escudriñar cuidadosamente su propio corazón y morir cada día al yo.
Usted puede preguntar: ¿Cómo puedo dominar mis propios actos y controlar mis emociones internas?
Muchos que no profesan amar a Dios controlan su espíritu hasta cierto punto sin la ayuda de la gracia especial de Dios. Ejercen el autocontrol. Esto en verdad es una reprensión para los que saben que de Dios pueden obtener fuerza y gracia, y sin embargo no manifiestan las gracias del Espíritu. Cristo es nuestro modelo. El era manso y humilde. Aprenda de El e imite su ejemplo. El Hijo de Dios no tuvo tacha. Debemos apuntar a su perfección y vencer como El venció si hemos de sentarnos a su mano derecha.- 3T 336 (1873).
Las emociones son tan cambiantes como las nubes.
¿ Pero esperaremos hasta que sintamos que estamos limpiados? No. Cristo ha prometido que "si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1: 9). Sois probados por Dios mediante la Palabra de Dios. No habéis de esperar emociones maravillosas antes de creer que Dios os ha oído. Los sentimientos no han de ser vuestra norma, pues las emociones son tan mutables como las nubes. Debéis tener algo sólido como fundamento de vuestra fe, la Palabra del Señor es una Palabra de infinito poder, en ella podéis, confiar, y él ha dicho: "Pedid, y recibiréis". Mirad al Calvario. ¿No ha dicho Cristo que es vuestro abogado? ¿No ha dicho que si pedís cualquier cosa en su nombre, la recibiréis? No habéis de depender de vuestra propia bondad o de vuestras buenas obras. Habéis de venir dependiendo del Sol de justicia, creyendo que Cristo ha quitado vuestros pecados y os ha imputado su justicia.- ST, 12 de dic. de 1892; 1MS 385, 386.
Las emociones no son una salvaguardia segura.
Con frecuencia los sentimientos son engañosos, las emociones no son una salvaguardia segura; porque son variables y sujetas a circunstancias eternas. Muchos se dejan seducir al confiar en las impresiones sensacionales. La prueba es: ¿Qué, estáis haciendo para Cristo? ¿Qué sacrificios estáis haciendo, qué victorias estáis obteniendo? Un espíritu egoísta vencido, una tentación a descuidar el deber resistida, una pasión subyugada y la obediencia voluntaria y alegre prestada a la voluntad de Cristo, constituyen una evidencia mucho mayor de que somos hijos de Dios que la piedad espasmódica y la religión emotiva.- 2JT 100 (1876).
Los cristianos no debieran estar sujetos a las emociones. (Nota: Véase el Apéndice A, "Consejos a una mujer deprimida de mediana edad", y Apéndice B, "Confianza implícita a pesar de los cambios en la atmósfera espiritual".* )
Los hijos de Dios no deben estar, sujetos a los sentimientos y las emociones. Cuando vacilan entre la esperanza y el temor, hieren el corazón de Cristo, porque les ha dado pruebas evidentes de su amor. . . Quiere que hagan la obra que les ha confiado;, entonces sus corazones serán como arpas sagradas en las manos divinas, cada una de cuyas cuerdas emitirá alabanza y acción de gracias a Aquel que Dios ha enviado para quitar los pecados del mundo.- TM 518, 519 (1914).
Cristo da dominio sobre las inclinaciones naturales.
Cristo vino a este mundo y vivió conforme a la ley de Dios para que el hombre pudiera dominar perfectamente las inclinaciones naturales que corrompen el alma. El es el Médico del alma y del cuerpo y da la victoria sobre las pasiones guerreantes. Ha provisto todo medio para que el hombre pueda poseer un carácter perfecto.- MC 92 (1905).
El arrebato de los sentimientos no es evidencia de conversión.
Satanás induce a las gentes a pensar que porque han sentido un éxtasis de los sentimientos, se han convertido. Pero no cambia su vida íntima. Sus acciones son las mismas de antes. Su vida no manifiesta buenos frutos. Oran a menudo, y largo, y constantemente se refieren a los sentimientos que experimentaron en tal y tal ocasión. Pero no viven una vida nueva. Están engañadas. Lo que experimentan es un mero sentimiento superficial. Edifican sobre la arena, y cuando llegan los vientos adversos, su casa es arrasada.- YI, 26 de sept. de 1901; 4CB 1186.
El sentimiento de intranquilidad a veces es bueno.
Los sentimientos de desasosiego, de nostalgia o de soledad pueden ser para vuestro bien. Vuestro Padre celestial intenta enseñaros a encontrar en él la amistad, el amor y el consuelo que satisfarán vuestras esperanzas y deseos más sinceros... Vuestra única seguridad y felicidad está en hacer de Cristo vuestro constante consejero. Podéis sentiros felices con él aunque no tengáis otros amigos en todo el mundo. -Carta 2b, (1874); NEV 261.
El Señor desea perturbar las mentes.
Cristo ve a los hombres tan absorbidos en los cuidados mundanales y en las perplejidades de sus negocios que no tienen tiempo de relacionarse con El. Para ellos el cielo es un lugar extraño, porque no lo tienen en cuenta. Al no estar familiarizados con las cosas celestiales, se cansan de escuchar acerca de ellas. No les gusta que sus mentes sean perturbadas con respecto a su necesidad de salvación, y prefieren dedicarse a las diversiones. Pero el Señor desea perturbar sus mentes, para que puedan ser llevados a aferrarse de las realidades eternas. Lo hace en serio. Muy, muy pronto todos ellos lo conocerán, ya sea que lo deseen o no. -Ms 105 (1901).
No hemos de absorbernos en el estudio de nuestras emociones.
No es prudente que nos miremos a nosotros mismos y que estudiemos nuestras emociones. Si lo hacemos, el enemigo nos presentará dificultades y tentaciones que debiliten la fe y aniquilen el valor. El fijarnos por demás en nuestras emociones y ceder a nuestros sentimientos es exponernos a la duda y enredarnos en perplejidades. En vez de mirarnos a nosotros mismos, miremos a Jesús. -MC 193 (1905).
APÉNDICE A
Consejo a una mujer deprimida de mediana
edad.-
Mi mente va hacia Ud., Marta. . . Queremos verla confiando plenamente en el precioso Salvador. El la ama, dio su vida por Ud. porque le asignó valor a su alma. Tuve un sueño no hace mucho. Paseaba por un jardín, y Ud. estaba a mi lado. Ud. decía una y otra vez: "Mire ese feo arbusto, ese árbol deforme, ese pobre botón de rosa sin desarrollar. Me hacen sentir mal, porque me parece que representan mi vida y la situación en que me encuentro delante de Dios".
Me pareció que una forma esbelta caminaba justamente delante de nosotros y decía: "Junten las rosas, los lirios y los claveles, y dejen a un lado las espinas y los feos arbustos, y no hieran las almas que están a su cuidado".
Me desperté. Me volví a dormir y el sueño se repitió. Volví a despertar y me dormí nuevamente, y el sueño se repitió por tercera vez. Ahora quiero que Ud. considere esto y ponga a un lado su desconfianza, sus preocupaciones y sus temores. Aparte la vista de Ud. misma y mire a Jesús; retire la vista de su esposo y mire a Jesús. Dios le ha dirigido palabras de ánimo. Aférrese a ellas, obre de acuerdo con ellas, avance por fe y no por vista. "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11: 1). 839
Jesús le extiende sus manos. No permitirá que el enemigo la venza. Le dará la victoria. Tiene poder y justicia. Trate de buscarlos por Ud. misma y llegará a la desesperación porque no los encontrará. Jesús tiene ese poder y esa justicia, que serán suyos por la fe, porque Ud. ama a Dios y guarda sus mandamientos.
No escuche las mentiras de Satanás; por el contrario, enumere las promesas de Dios. Junte las rosas, los lirios y los claveles. Hable acerca de las promesas de Dios y de la fe. Confíe en Dios, porque él es su única esperanza. El es mi única esperanza también. Libro tremendas batallas contra la tentación al desánimo que me tiende Satanás, pero no le cederé un centímetro. No daré ventaja al enemigo sobre mi cuerpo y mi mente.
Si Ud. se mira a sí misma, verá sólo debilidad. No encontrará un Salvador allí. Sólo hallará a Jesús fuera de Ud. Debe contemplarlo y vivir, mirar a Aquel que se hizo pecado por nosotros para que pudiéramos ser purificados del pecado y recibir la justicia de Cristo.
Ahora bien, Marta, no se mire a sí misma, sino afuera, a Jesús. Hable acerca de su amor, su bondad, su poder. El no permitirá que Ud. sea tentada más allá de lo que pueda soportar. En Cristo está su justicia. Jesús se encarga de nuestras deficiencias, porque ve que nosotros no podemos con ellas. Mientras oro por Ud. veo que una suave luz rodea una mano que se extiende para salvarla. Las palabras de Dios son nuestras credenciales. Nos mantenemos firmes en ellas. Amamos la verdad. Amamos a Jesús. Los sentimientos no son evidencia del desagrado de Dios.
Su vida es preciosa a la vista del Señor. Tiene una obra que quiere que Ud. haga. Todavía no se la ha revelado, pero limítese a avanzar confiadamente sin decir una sola palabra porque podría contristar al querido Jesús manifestándole que teme confiar en él. Deposite su mano en la de él. El se está inclinando desde las almenas del cielo para que Ud. le entregue confiadamente su mano. Oh, qué amor, qué tierno amor ha manifestado Jesús en nuestro favor. Las promesas de la Biblia son los claveles, las rosas y los lirios del jardín del Señor.
Oh, cuántos avanzan por la senda oscura, mientras miran lo objetable, las cosas ingratas que hay a cada lado, cuando un paso más arriba están las flores. Creen que no tienen derecho a decir que son hijos de Dios y a confiar en las promesas que se les presentan en el evangelio, porque no tienen evidencias de la aceptación del Señor. Pasan por dolorosas luchas y afligen sus almas como Martín Lutero para poder entregarse a la justicia de Cristo.
Hay muchos que creen que sólo pueden acudir a Jesús como lo hizo el muchacho poseído por el demonio que lo arrojaba en tierra y lo despedazaba mientras lo llevaban al Salvador. Ud. no es de los que enfrentan tales conflictos y pruebas. Ricardo Baxter se sentía perturbado porque no tenía esa agonizante y humillante opinión de sí mismo que creía debía tener. Pero por fin se le explicó eso a su entera satisfacción, y la paz llegó a su alma.
No se le pide que lleve una carga por Ud. misma, porque Ud. es propiedad de Cristo. Está en sus manos. Sus brazos eternos la rodean. Su vida no ha sido pecaminosa en la acepción común del término. Tiene un temor consciente de obrar mal, una tendencia en el corazón a elegir lo recto, y ahora quiere apartar su rostro de los cardos y espinas para admirar las flores.
Fije sus ojos en el Sol de Justicia. No haga un tirano de su amado y amante Padre celestial; por lo contrario, contemple su ternura, su piedad, su vasto amor y su gran compasión. Su amor supera al de una madre por su hijo. La madre puede olvidarse de su hijo, pero "yo nunca me olvidaré de ti" (Isa. 49: 15), dice el Señor. Jesús quiere que Ud. confíe en él. Que sus bendiciones descansen sobre Ud. en rica medida es mi ferviente oración.
Ud. nació con una herencia de desánimo, y necesita fomentar en sí misma constantemente sentimientos de esperanza. Recibió tanto de su padre como de su madre una peculiar actitud concienzuda, y también heredó de su madre la disposición a desmerecer el yo en lugar de exaltarlo. Una sola palabra la conmueve, cuando sólo una severa reprensión podría conmover a alguien que tuviera otro temperamento. Si Ud. se encontrara donde pudiera ayudar a otros, por más pesada que fuera la carga, y por más exigente que fuera el trabajo, Ud. lo haría todo con alegría, preocupada incluso porque no está haciendo nada.
Samuel, que sirvió a Dios desde la infancia, necesitaba una disciplina diferente a la de otro que tuviera una voluntad asentada, obcecada y egoísta. Su infancia no se caracterizó por la tosquedad, aunque se manifestaron en ella los errores de la humanidad. Todo el asunto fue desplegado delante de mí. La conozco a Ud. mucho mejor de lo que Ud. se conoce a sí misma. Dios la ayudará a triunfar sobre Satanás si sencillamente confía en Jesús para librar esas duras batallas que Ud. es totalmente incapaz de llevar adelante con sus propias fuerzas finitas.
Ud. ama a Jesús, y él la ama. Ahora bien, confíe con toda paciencia en él, diciéndole una y otra vez: Señor, soy tuya. Entréguese de todo corazón a Cristo. No es el gozo la evidencia de que Ud. es cristiana. Su evidencia se encuentra en un "Así dice Jehová". Por fe, mi querida hermana, la entrego en los brazos de Jesucristo.
Lea las siguientes estrofas y haga suyos los sentimientos que expresan:
Otro refugio yo no tengo,mi alma depende sólo de ti.¡Oh, no me dejes sola!Sigue apoyándome y consolándome.Pongo toda mi confianza en ti,todo mi auxilio proviene de ti.Cubre mi cabeza indefensacon la sombra de tus alas.
En ti encuentro abundancia de gracia, que alcanza para perdonar todos mis pecados. Haz que tus corrientes sanadoras sobreabunden.
Purifícame por dentro y manténme pura.Tú eres la Fuente de la vida,permíteme beber de ella en abundancia.Entra en mi corazón,levántame para toda la eternidad. Carta 35, 1887. 843
Mi mente va hacia Ud., Marta. . . Queremos verla confiando plenamente en el precioso Salvador. El la ama, dio su vida por Ud. porque le asignó valor a su alma. Tuve un sueño no hace mucho. Paseaba por un jardín, y Ud. estaba a mi lado. Ud. decía una y otra vez: "Mire ese feo arbusto, ese árbol deforme, ese pobre botón de rosa sin desarrollar. Me hacen sentir mal, porque me parece que representan mi vida y la situación en que me encuentro delante de Dios".
Me pareció que una forma esbelta caminaba justamente delante de nosotros y decía: "Junten las rosas, los lirios y los claveles, y dejen a un lado las espinas y los feos arbustos, y no hieran las almas que están a su cuidado".
Me desperté. Me volví a dormir y el sueño se repitió. Volví a despertar y me dormí nuevamente, y el sueño se repitió por tercera vez. Ahora quiero que Ud. considere esto y ponga a un lado su desconfianza, sus preocupaciones y sus temores. Aparte la vista de Ud. misma y mire a Jesús; retire la vista de su esposo y mire a Jesús. Dios le ha dirigido palabras de ánimo. Aférrese a ellas, obre de acuerdo con ellas, avance por fe y no por vista. "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11: 1). 839
Jesús le extiende sus manos. No permitirá que el enemigo la venza. Le dará la victoria. Tiene poder y justicia. Trate de buscarlos por Ud. misma y llegará a la desesperación porque no los encontrará. Jesús tiene ese poder y esa justicia, que serán suyos por la fe, porque Ud. ama a Dios y guarda sus mandamientos.
No escuche las mentiras de Satanás; por el contrario, enumere las promesas de Dios. Junte las rosas, los lirios y los claveles. Hable acerca de las promesas de Dios y de la fe. Confíe en Dios, porque él es su única esperanza. El es mi única esperanza también. Libro tremendas batallas contra la tentación al desánimo que me tiende Satanás, pero no le cederé un centímetro. No daré ventaja al enemigo sobre mi cuerpo y mi mente.
Si Ud. se mira a sí misma, verá sólo debilidad. No encontrará un Salvador allí. Sólo hallará a Jesús fuera de Ud. Debe contemplarlo y vivir, mirar a Aquel que se hizo pecado por nosotros para que pudiéramos ser purificados del pecado y recibir la justicia de Cristo.
Ahora bien, Marta, no se mire a sí misma, sino afuera, a Jesús. Hable acerca de su amor, su bondad, su poder. El no permitirá que Ud. sea tentada más allá de lo que pueda soportar. En Cristo está su justicia. Jesús se encarga de nuestras deficiencias, porque ve que nosotros no podemos con ellas. Mientras oro por Ud. veo que una suave luz rodea una mano que se extiende para salvarla. Las palabras de Dios son nuestras credenciales. Nos mantenemos firmes en ellas. Amamos la verdad. Amamos a Jesús. Los sentimientos no son evidencia del desagrado de Dios.
Su vida es preciosa a la vista del Señor. Tiene una obra que quiere que Ud. haga. Todavía no se la ha revelado, pero limítese a avanzar confiadamente sin decir una sola palabra porque podría contristar al querido Jesús manifestándole que teme confiar en él. Deposite su mano en la de él. El se está inclinando desde las almenas del cielo para que Ud. le entregue confiadamente su mano. Oh, qué amor, qué tierno amor ha manifestado Jesús en nuestro favor. Las promesas de la Biblia son los claveles, las rosas y los lirios del jardín del Señor.
Oh, cuántos avanzan por la senda oscura, mientras miran lo objetable, las cosas ingratas que hay a cada lado, cuando un paso más arriba están las flores. Creen que no tienen derecho a decir que son hijos de Dios y a confiar en las promesas que se les presentan en el evangelio, porque no tienen evidencias de la aceptación del Señor. Pasan por dolorosas luchas y afligen sus almas como Martín Lutero para poder entregarse a la justicia de Cristo.
Hay muchos que creen que sólo pueden acudir a Jesús como lo hizo el muchacho poseído por el demonio que lo arrojaba en tierra y lo despedazaba mientras lo llevaban al Salvador. Ud. no es de los que enfrentan tales conflictos y pruebas. Ricardo Baxter se sentía perturbado porque no tenía esa agonizante y humillante opinión de sí mismo que creía debía tener. Pero por fin se le explicó eso a su entera satisfacción, y la paz llegó a su alma.
No se le pide que lleve una carga por Ud. misma, porque Ud. es propiedad de Cristo. Está en sus manos. Sus brazos eternos la rodean. Su vida no ha sido pecaminosa en la acepción común del término. Tiene un temor consciente de obrar mal, una tendencia en el corazón a elegir lo recto, y ahora quiere apartar su rostro de los cardos y espinas para admirar las flores.
Fije sus ojos en el Sol de Justicia. No haga un tirano de su amado y amante Padre celestial; por lo contrario, contemple su ternura, su piedad, su vasto amor y su gran compasión. Su amor supera al de una madre por su hijo. La madre puede olvidarse de su hijo, pero "yo nunca me olvidaré de ti" (Isa. 49: 15), dice el Señor. Jesús quiere que Ud. confíe en él. Que sus bendiciones descansen sobre Ud. en rica medida es mi ferviente oración.
Ud. nació con una herencia de desánimo, y necesita fomentar en sí misma constantemente sentimientos de esperanza. Recibió tanto de su padre como de su madre una peculiar actitud concienzuda, y también heredó de su madre la disposición a desmerecer el yo en lugar de exaltarlo. Una sola palabra la conmueve, cuando sólo una severa reprensión podría conmover a alguien que tuviera otro temperamento. Si Ud. se encontrara donde pudiera ayudar a otros, por más pesada que fuera la carga, y por más exigente que fuera el trabajo, Ud. lo haría todo con alegría, preocupada incluso porque no está haciendo nada.
Samuel, que sirvió a Dios desde la infancia, necesitaba una disciplina diferente a la de otro que tuviera una voluntad asentada, obcecada y egoísta. Su infancia no se caracterizó por la tosquedad, aunque se manifestaron en ella los errores de la humanidad. Todo el asunto fue desplegado delante de mí. La conozco a Ud. mucho mejor de lo que Ud. se conoce a sí misma. Dios la ayudará a triunfar sobre Satanás si sencillamente confía en Jesús para librar esas duras batallas que Ud. es totalmente incapaz de llevar adelante con sus propias fuerzas finitas.
Ud. ama a Jesús, y él la ama. Ahora bien, confíe con toda paciencia en él, diciéndole una y otra vez: Señor, soy tuya. Entréguese de todo corazón a Cristo. No es el gozo la evidencia de que Ud. es cristiana. Su evidencia se encuentra en un "Así dice Jehová". Por fe, mi querida hermana, la entrego en los brazos de Jesucristo.
Lea las siguientes estrofas y haga suyos los sentimientos que expresan:
Otro refugio yo no tengo,mi alma depende sólo de ti.¡Oh, no me dejes sola!Sigue apoyándome y consolándome.Pongo toda mi confianza en ti,todo mi auxilio proviene de ti.Cubre mi cabeza indefensacon la sombra de tus alas.
En ti encuentro abundancia de gracia, que alcanza para perdonar todos mis pecados. Haz que tus corrientes sanadoras sobreabunden.
Purifícame por dentro y manténme pura.Tú eres la Fuente de la vida,permíteme beber de ella en abundancia.Entra en mi corazón,levántame para toda la eternidad. Carta 35, 1887. 843
APÉNDICE B
Una confianza inconmovible a pesar de la
inestabilidad de las emociones. Experiencia personal de la
autora
Cuando nos encontramos profundamente ensombrecidos es porque Satanás se ha interpuesto entre nosotros y los brillantes rayos del Sol de Justicia. En los momentos de tribulación este resplandor se eclipsa y no entendemos por qué nos da la impresión de que la seguridad desaparece. Se nos induce a mirar al yo, y eso nos impide recibir el consuelo que hay en la cruz no en su sombra para nosotros. Nos quejamos del camino, y apartamos nuestra mano de la de Cristo. Pero a veces el favor de Dios irrumpe repentinamente en el alma, y las sombras se disipan. Vivamos a la luz de la cruz del Calvario. No moremos más en las sombras, quejándonos de nuestros dolores, porque eso sólo aumenta nuestra tribulación.
No olvidemos nunca, incluso cuando transitamos por el valle, que Cristo está con nosotros tanto cuando caminamos confiadamente como cuando estamos en la cima de la montaña. La voz nos dijo: "¿No depositaréis vuestra carga sobre el Portador de cargas, el Señor Jesucristo? ¿No habitaréis en el lado luminoso de la cruz diciendo: 'Sé a quien he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día'?" "A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que " es la salvación de vuestras almas" (2 Tim. 1: 12; 1 Ped. 1: 8, 9).
Es verdad que he caminado a tropezones a la sombra de la cruz. No es común para mí sentirme dominada y sufrir tanta depresión de espíritu como ha ocurrido en los últimos meses. No me gustaría que se me encontrara jugando con mi propia alma y, por lo tanto, con mi Salvador. No podría enseñar que Jesús salió de la tumba, que ascendió a lo alto y que vive para interceder por nosotros delante del Padre, a menos que ponga en práctica mis enseñanzas y que crea en él para salvación, depositando mi alma desamparada en Jesús en súplica de gracia, de justicia, de paz y de amor.
Debo confiar en él no importa cuántos cambios se produzcan en mi atmósfera emocional. Debo manifestar las alabanzas del que me llamó "de las tinieblas a su luz admirable" (1 Ped. 2:9). Mi corazón debe permanecer firme en Cristo, mi Salvador, para contemplar su amor y su bondad llena de gracia. No debo confiar en él solamente de vez en cuando, sino siempre, para que pueda manifestar los resultados de morar en Aquel que me adquirió con su preciosa sangre. Debo aprender a creer en sus promesas y a aceptarlas como la segura palabra de Dios para tener una fe estable.
Muchos que aman a Dios y tratan de honrarlo temen no tener derecho a reclamar sus ricas promesas. Se refieren a sus penosas luchas y a la oscuridad que se extiende sobre su senda, y al hacerlo pierden de vista la luz del amor que Jesucristo derramó sobre ellos. Pierden de vista la gran redención que fue adquirida para ellos a un costo infinito. Muchos están de pie allá lejos, como si tuvieran miedo de tocar aunque sea el borde de la túnica de Cristo, pero su invitación llena de gracia se les extiende incluso a ellos, y él sigue rogando: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 28-30). Ms 61, 1894.
Cuando nos encontramos profundamente ensombrecidos es porque Satanás se ha interpuesto entre nosotros y los brillantes rayos del Sol de Justicia. En los momentos de tribulación este resplandor se eclipsa y no entendemos por qué nos da la impresión de que la seguridad desaparece. Se nos induce a mirar al yo, y eso nos impide recibir el consuelo que hay en la cruz no en su sombra para nosotros. Nos quejamos del camino, y apartamos nuestra mano de la de Cristo. Pero a veces el favor de Dios irrumpe repentinamente en el alma, y las sombras se disipan. Vivamos a la luz de la cruz del Calvario. No moremos más en las sombras, quejándonos de nuestros dolores, porque eso sólo aumenta nuestra tribulación.
No olvidemos nunca, incluso cuando transitamos por el valle, que Cristo está con nosotros tanto cuando caminamos confiadamente como cuando estamos en la cima de la montaña. La voz nos dijo: "¿No depositaréis vuestra carga sobre el Portador de cargas, el Señor Jesucristo? ¿No habitaréis en el lado luminoso de la cruz diciendo: 'Sé a quien he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día'?" "A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que " es la salvación de vuestras almas" (2 Tim. 1: 12; 1 Ped. 1: 8, 9).
Es verdad que he caminado a tropezones a la sombra de la cruz. No es común para mí sentirme dominada y sufrir tanta depresión de espíritu como ha ocurrido en los últimos meses. No me gustaría que se me encontrara jugando con mi propia alma y, por lo tanto, con mi Salvador. No podría enseñar que Jesús salió de la tumba, que ascendió a lo alto y que vive para interceder por nosotros delante del Padre, a menos que ponga en práctica mis enseñanzas y que crea en él para salvación, depositando mi alma desamparada en Jesús en súplica de gracia, de justicia, de paz y de amor.
Debo confiar en él no importa cuántos cambios se produzcan en mi atmósfera emocional. Debo manifestar las alabanzas del que me llamó "de las tinieblas a su luz admirable" (1 Ped. 2:9). Mi corazón debe permanecer firme en Cristo, mi Salvador, para contemplar su amor y su bondad llena de gracia. No debo confiar en él solamente de vez en cuando, sino siempre, para que pueda manifestar los resultados de morar en Aquel que me adquirió con su preciosa sangre. Debo aprender a creer en sus promesas y a aceptarlas como la segura palabra de Dios para tener una fe estable.
Muchos que aman a Dios y tratan de honrarlo temen no tener derecho a reclamar sus ricas promesas. Se refieren a sus penosas luchas y a la oscuridad que se extiende sobre su senda, y al hacerlo pierden de vista la luz del amor que Jesucristo derramó sobre ellos. Pierden de vista la gran redención que fue adquirida para ellos a un costo infinito. Muchos están de pie allá lejos, como si tuvieran miedo de tocar aunque sea el borde de la túnica de Cristo, pero su invitación llena de gracia se les extiende incluso a ellos, y él sigue rogando: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 28-30). Ms 61, 1894.
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