23. EL AMOR, UN PRINCIPIO DIVINO Y ETERNO
El amor, el principio de acción.
Cuando el principio celestial del amor eterno llena el corazón, fluirá a los
demás... porque el amor es el principio de acción, que modifica el carácter,
gobierna los impulsos, domina las pasiones, subyuga la enemistad y eleva y
ennoblece los afectos. -4T 223 (1876); 3TS 265.
Es diferente de cualquier otro principio.
El amor puro es sencillo en sus manifestaciones, y distinto de cualquier otro
principio de acción. 1JT 209 (1876).
Es una planta delicada que debe ser cultivada y apreciada.
El amor es una planta tierna, y debe ser cultivada y apreciada, y las raíces de
la amargura deben ser arrancadas de su alrededor, a fin de que tenga lugar para
expandirse, y entonces llevará bajo su influencia a todos los poderes de la
mente, y del corazón, para que amemos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro
prójimo como a nosotros mismos. - NEV 175 (1894).
El sustituto de Satanás: egoísmo en vez de amor.
Por la desobediencia se pervirtieron las facultades del hombre, y el egoísmo
reemplazó al amor. Su naturaleza se debilitó de tal manera, que le resultó
imposible resistir al poder del mal; el tentador vio que se cumplía su
propósito de estorbar el plan divino de la creación del hombre, y de llenar la
tierra de miseria y desolación. -CM 33 (ed PP); 30 (ed ACES) (1913).
El amor brota espontáneamente cuando el yo se oculta.
Cuando el yo se oculta en Cristo, brota espontáneamente el verdadero amor. No
es una emoción o un impulso sino una decisión de una voluntad santificada. No
consiste en un sentimiento sino en la transformación de todo el corazón, el
alma y el carácter, los cuales están muertos al yo y vivos para Dios. Nuestro
Señor y Salvador nos pide que nos entreguemos a El. Entregar el yo a; Dios es
todo lo que nos pide, darnos a El para que nos use como lo vea conveniente.
Hasta que no lleguemos a este punto de sumisión, no trabajaremos con alegría,
utilidad ni éxito en ninguna parte. -6BC 1100, 1101 (1898).
El amor no es un impulso sino un principio divino.
Un supremo amor a Dios y un amor abnegado hacia nuestros semejantes, es el
mejor don que nuestro Padre celestial puede conferirnos. Tal amor no es un
impulso, sino un principio divino, un poder permanente. El corazón no
consagrado no puede originario ni producirlo. Sólo se encuentra en el corazón
en que reina Jesús. " "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó
primero" (1 Juan 4: 19)., En el corazón renovado por la gracia divina, el
amor es el principio de acción dominante. -HAp 455 (1911).
El amor, una fuerza intelectual y moral.
El amor es poder. Este principio encierra una fuerza intelectual y moral, que
no puede separarse de él. El poder de la riqueza tiende a corromper y destruir.
El poder de la fuerza es grande para hacer daño; pero la excelencia y el valor
del amor puro consisten en su eficiencia para hacer bien, solamente el bien.
Cualquier cosa que se haga por puro amor, por pequeña o despreciable que sea a
la vista de los hombres, es completamente fructífera; porque Dios considera más
con cuánto amor se trabajó que la cantidad lograda. El amor es de Dios. El
corazón inconverso no puede producir esta planta cultivada por el Cielo, porque
ésta vive y florece solamente donde Cristo reina. -1JT 207, 208 (1868).
El amor, una atmósfera fragante.
Cada alma está rodeada de una atmósfera propia, de una atmósfera que puede
estar cargada del poder vivificante de la fe, el valor y la esperanza, y
endulzada por la fragancia del amor. O puede ser pesada y fría por la bruma del
descontento y el egoísmo, o estar envenenada por la contaminación fatal de un
pecado acariciado. Toda persona con la cual nos relacionamos queda, consciente
o inconscientemente afectada por la atmósfera que nos rodea. -PVGM 274 (ed PP);
238-(ed ACES) (1900).
Desarraiga el egoísmo y las luchas.
La cadena dorada del amor, que liga los corazones de los creyentes en unidad,
con vínculos de amistad y de amor, y en unidad con Cristo y el Padre, realiza
la perfecta conexión y da al mundo un testimonio del poder del cristianismo que
no puede ser controvertido... Entonces el egoísmo será desarraigado y no
existirá más. Entonces no habrá luchas ni divisiones. No habrá obcecación en
ninguno que esté unido con Cristo. Ninguno manifestará la obcecada
independencia del hijo descarriado e impulsivo, que desecha la mano que se
extiende para conducirlo, y tropieza y anda en sus propios caminos. - NEV 175
(1893).
El fruto del amor puro.
"Todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así
también haced vosotros con ellos" (Mateo 7: 12). Como fruto de una
conducta tal se verán resultados bienaventurados. "Con la misma medida que
midiereis, os será vuelto a medir" (Lucas 6: 38). Estos son los poderosos
motivos que deben constreñirnos a amarnos unos a otros con corazón puro y con
fervor. Cristo es nuestro ejemplo. El anduvo haciendo bienes. Vivió para
beneficiar a otros. El amor embelleció y ennobleció todas sus acciones.
No se nos ordena que nos hagamos a nosotros mismos lo que desearíamos que otros
hiciesen con nosotros; debemos hacer a otros lo que quisiéramos que ellos nos
hiciesen en iguales circunstancias. Siempre se nos vuelve a aplicar la medida
con que medimos.
El amor puro es sencillo en sus manifestaciones, y distinto de cualquier otro
principio de acción. El amor por la influencia y el deseo de que otros nos
estimen, puede producir una vida bien ordenada, y con frecuencia una
conversación intachable. El respeto propio puede inducirnos a evitar la
apariencia del mal. Un corazón egoísta puede ejecutar acciones generosas,
reconocer la verdad presente y expresar humildad y afecto exteriormente, y sin
embargo, los motivos pueden ser engañosos e impuros; las acciones que fluyen de
un corazón tal pueden estar privadas del sabor de vida, de los frutos de la
verdadera santidad, y de los principios del amor puro. Debe albergarse y
cultivarse el amor, porque su influencia es divina. -1JT 208, 209 (1868).
El amor hace concesiones.
El amor de Cristo es profundo y ferviente, y mana como una corriente
incontenible hacia todos los que quieran aceptarlo. En este amor no hay
egoísmo. Si este amor de origen celestial es un principio permanente en el
corazón, se dará a conocer no sólo a aquellos con quienes estamos más
vinculados por amor en una relación sagrada, sino a todos con quienes nos
relacionamos. Nos inducirá a prestar pequeñas atenciones, a hacer concesiones,
a impartir actos de bondad, a pronunciar palabras tiernas, veraces, animadoras.
Nos impulsará a simpatizar con aquellos cuyos corazones anhelan simpatía.
-5SDABC 1114 (1899).
El amor gobierna los motivos y las acciones.
La atención más cuidadosa a las cualidades externas de la vida no basta para
excluir toda inquietud, juicio duro y palabra inconveniente. Nunca se revelará
verdadero refinamiento mientras se tenga al yo como objeto supremo. El amor
debe morar en el corazón. Un cristiano cabal encuentra sus motivos de acción en
su profundo amor cordial hacia su Maestro. De las raíces de su afecto por
Cristo brota un interés abnegado en sus hermanos. El amor imparte a su poseedor
gracia, propiedad y dignidad de comportamiento. Ilumina el rostro y suaviza la
voz; refina y eleva todo el ser. - OE 129 (1915).
El amor interpreta favorablemente los motivos de los otros.
El amor "no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor". El amor que se asemeja al de Cristo atribuye las razones más
favorables a los motivos y los actos de los demás. No expone innecesariamente
sus faltas; no escucha con ansias los informes desfavorables; más bien trata de
recordar las buenas cualidades de los demás. -HAp 263 (1911).
El amor suaviza la vida entera.
Los que aman a Dios no pueden abrigar odio o envidia. Mientras que el principio
celestial del amor eterno llena el corazón, fluirá a los demás. . . Este amor
no se reduce a incluir solamente "a mí y a los míos", sino que es tan
amplio como el mundo y tan alto como el cielo, y está en armonía con el de los
activos ángeles. Este amor, albergado en el alma, suaviza la vida entera, y
hace sentir su influencia en todo su alrededor. Poseyéndolo, no podemos sino
ser felices, sea que la fortuna nos favorezca o nos sea contraria.
Si amamos a Dios de todo nuestro corazón, debemos amar también a sus hijos.
Este amor es el Espíritu de Dios. Es el adorno celestial que da verdadera
nobleza y dignidad al alma y asemeja nuestra vida a la del Maestro.
Cualesquiera que sean las buenas cualidades que tengamos, por honorables y
refinados que nos consideremos, si el alma no está bautizada con la gracia
celestial del amor hacia Dios y hacia nuestros semejantes, nos falta verdadera
bondad, y no estamos listos para el cielo, donde todo es amor y unidad. - 4T
223, 224 (1876); 3TS 265, 266.
El verdadero amor es espiritual.
El amor, fuera del ámbito de la pasión y el impulso, llega a espiritualizarse y
se revela en palabras y actos. Un cristiano debe tener ternura y amor
santificados, en los cuales no hay impaciencia o desasosiego; los modales rudos
y ásperos deben ser suavizados por la gracia de Cristo. -5T 335 (1885).
El amor vive de la acción.
El amor no puede vivir sin acción, y cada acto lo aumenta, fortalece y
extiende. El amor alcanzará la victoria donde la discusión y la autoridad sean
impotentes. El amor no obra por ganancia o recompensa; sin embargo, Dios ha
manifestado que toda labor de amor tendrá una gran ganancia como seguro resultado.
Su naturaleza es difundirse, y obrar en forma tranquila, aunque en su propósito
es poderoso para vencer grandes males. Su influencia enternece y transforma, y
al apoderarse de la vida de los pecaminosos afecta su corazón aun cuando ningún
otro medio haya tenido éxito.
Donde quiera que se emplee el poder del intelecto, de la autoridad o de la
fuerza, y no se manifieste la presencia del amor, los afectos y la voluntad de
aquellos a quienes procuramos alcanzar, asumen una actitud defensiva y rebelde,
y se refuerza su resistencia. Jesús fue el Príncipe de paz. Vino al mundo para
poner en sujeción a sí mismo la resistencia y la autoridad. Podía disponer de
sabiduría y fortaleza, pero los medios que empleó para vencer el mal, fueron la
sabiduría y la fuerza del amor. -1JT 208 (1868.
Evidencias de un nuevo principio de vida.
Cuando los hombres no están vinculados por la fuerza o los intereses propios,
sino por el amor, manifiestan la obra de una influencia que está por encima de
toda influencia humana. Donde existe esta unidad, constituye una evidencia de
que la imagen de Dios se está restaurando en la humanidad, que ha sido
implantado un nuevo principio de vida. Muestra que hay poder en la naturaleza
divina para resistir a los agentes sobrenaturales del mal, y que la gracia de
Dios subyuga el egoísmo inherente en el corazón natural. - DTG 632 (1898)
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