36. PRINCIPIOS DE MOTIVACIÓN
El éxito
requiere una meta.
El éxito en cualquier actividad requiere una meta definida. El que desea lograr
verdadero éxito en la vida debe mantener constantemente en vista esa meta digna
de su esfuerzo. - Ed 262 (1903).
Apuntar tan alto como sea posible.
El lugar definido señalado para nosotros en la vida lo determinan nuestras
aptitudes. No todos alcanzan el mismo desarrollo, ni hacen con igual eficiencia
el mismo trabajo. Dios no espera que el hisopo adquiera las proporciones del
cedro, ni que el olivo alcance la altura de la majestuosa palmera. Pero todos
deberíamos aspirar a la altura a que la unión del poder humano con el divino
nos permita alcanzar. - Ed 267 (1903).
Los estudiantes han de tener una meta real.
Enseñe a los estudiantes a usar para los propósitos más elevados y santos los
talentos que Dios les ha dado, para que puedan realizar el mayor bien posible
en este mundo. Los estudiantes necesitan aprender lo que significa tener una
meta real en la vida, y a obtener una comprensión exaltada de lo que significa
la verdadera educación. - SpT Serie B , No. 11, pág. 16, 14 de nov. de 1905.
Cristo estimula a tener blancos elevados.
Quisiera estimular nuestros más elevados blancos, asegurar nuestro más selecto
tesoro. - PVGM 308 (ed PP); 264 (ed ACES) (1900).
Dejar de alcanzar el potencial de uno.
Muchos no llegan a ser lo que debieran porque no emplean el poder que hay en
ellos. No echan mano, como deberían hacerlo, de la fuerza divina. Muchos se
desvían de la actividad en la cual alcanzarían verdadero éxito. En procura de
más honores, o de una tarea más agradable, intentan algo para lo cual no están
preparados.
Más de un hombre cuyos talentos se adaptan a una vocación determinada, desea
ser profesional; y el que hubiera tenido éxito como agricultor, artesano o
enfermero, ocupa inadecuadamente el puesto de pastor, abogado o médico. Hay
otros que debieran haber ocupado un puesto de responsabilidad, pero por falta
de energía, aplicación o perseverancia, se contentan con un puesto más fácil. -
Ed 267 (1903).
Grandes posibilidades en la vida.
Y en cuanto a las posibilidades de la vida, ¿quién es capaz de decidir cuál es
grande y cuál pequeña? ¡Cuántos obreros que ocupan lugares humildes en la vida,
al crear factores de bendición para el mundo, han logrado resultados que los
reyes envidiarían! - Ed 266 (1903).
"Algo mejor" -la ley de la verdadera vida-.
"Algo, mejor", es el santo y seña de la educación, la ley de toda
vida verdadera. Al pedirnos Cristo que abandonemos alguna cosa, nos ofrece en
su lugar otra mejor.
A menudo los jóvenes albergan propósitos y anhelan ocupaciones y placeres que
no parecen malos, pero que distan mucho de ser buenos. Desvían la vida de su
más noble propósito. Las medidas arbitrarias o la acusación directa pueden no
servir para inducir a esos jóvenes a renunciar a lo que desean. Diríjaseles a
algo mejor que la ostentación, la ambición o la complacencia. Póngaselos en
contacto con una belleza más verdadera, con principios más elevados y con vidas
más nobles. Permítaseles ver a Aquel que es "del todo amable".
Una vez que la mirada se fija en él, la vida halla su centro. El entusiasmo, la
devoción generosa, el ardor apasionado de la juventud hallan en esto su
verdadero objeto. El deber llega a ser un deleite y el sacrificio un placer.
Honrar a Cristo, asemejarse a él, es la ambición superior de la vida, y su
mayor gozo. - Ed 296, 297 (1903).
Desarrollar las motivaciones más elevadas para progresar.
Los que se están, preparando para ser médicos y enfermeros deberían recibir una
instrucción diaria que desarrollará las motivaciones más elevadas para el
progreso. Deberían asistir a nuestros colegios y escuelas de preparación; y los
maestros de estas instituciones de enseñanza deberían percibir su
responsabilidad de trabajar y orar con los estudiantes. En estas escuelas, los
estudiantes deberían aprender a ser verdaderos misioneros médicos, firmemente
unidos al ministerio evangélico. - SpT Serie B , No. 11, pág. 12, 14 de nov. de
1905.
La falta de metas del hombre insensato.
Los ideales de este hombre no eran más elevados que los de las bestias que
perecen. Vivía como si no hubiese Dios, ni cielo, ni vida futura; como si todo
lo que poseía fuese suyo propio, y no debiese nada a Dios ni al hombre. El
salmista describió a este hombre rico cuando declaró: "Dijo el necio en su
corazón: No hay Dios". - PVGM 202 (ed PP); 176 (ed ACES) (1900).
Una vida sin metas es una muerte viviente.
Una vida sin metas es una muerte viviente. La mente debería espaciarse en temas
relacionados con nuestros intereses eternos. Esto favorecerá la salud del
cuerpo y de la mente.- RH , 29 -de julio de 1884; CH 51.,
Los hongos se arraigan en la falta de metas.
Una de las principales causas de la ineficacia mental y la debilidad moral es
la falta de concentración para lograr fines importantes. Nos enorgullecemos de
la vasta difusión de las publicaciones, pero esa gran cantidad de libros -aun
de los que en sí mismos no son perjudiciales- puede ser definidamente dañina...
Gran parte de los periódicos y libros que, como las ranas de Egipto, se
esparcen por la tierra, no son solamente vulgares, inútiles y debilitantes,
sino que corrompen y destruyen el alma.
La mente y el corazón indolentes, que no tienen propósito definido, son fácil
presa del maligno. El hongo se arraiga en organismos enfermos, sin vida.
Satanás instala su taller en la mente ociosa. Diríjase la mente a ideales
elevados y santos, dése a la vida un propósito noble, absorbente, y el enemigo
hallará poco terreno para afirmarse. - Ed 189, 190 (1903).
La falta de metas predispone a la intemperancia.
A fin de llegar a la raíz de la intemperancia, debemos ir más allá del uso del
alcohol o el tabaco. La ociosidad, la falta de ideales, las malas compañías,
pueden ser las causas que predisponen a la intemperancia. - Ed 202, 203 (1903).
Pocos males deben ser más temidos.
Pocos males deben ser más temidos que la indolencia y la falta de propósito.
Sin embargo, la tendencia de la mayor parte de los deportes atléticos es causa
de preocupación para los que se interesan en el bienestar de la juventud. . .
Estimulan el amor al placer y a la excitación, fomentan la antipatía hacia el
trabajo útil, y desarrollan una disposición a evitar las responsabilidades y
deberes prácticos. Tienden a destruir el gusto por las realidades serias de la
vida y sus apacibles satisfacciones. Así se abre la puerta a la disipación y a
la ilegalidad, con sus terribles resultados.- Ed 210, 211 (1903).
Ninguno ha de vivir sin metas.
Todos deben ministrar. El [el que ministra] debe usar cada facultad física,
moral y mental por medio de la santificación del Espíritu para que pueda
colaborar con Dios. Todos están moralmente obligados a dedicarse activamente y
sin reservas al servicio de Dios. Deben cooperar con Jesucristo en la gran obra
de ayudar a otros. Cristo murió por cada ser humano. Ha rescatado a cada uno
dando su vida en la cruz. Hizo esto para que el hombre no viviera una vida
egoísta y sin objeto, sino para que pudiera vivir para Jesucristo quien murió
por su salvación. No todos están llamados a entrar en el ministerio, y sin
embargo deben ministrar a otros. Es un insulto para el Espíritu Santo de Dios
el que alguien prefiera una vida de complacencia propia. - Carta 10, 1897; 4CBA
1181.
Deben cultivarse los motivos correctos.
Los verdaderos motivos del servicio han de ser mantenidos ante ancianos y
jóvenes. Se debe enseñar a los estudiantes de tal manera que se desarrollen
como hombres y mujeres útiles. Se ha de emplear todo medio que los eleve y
ennoblezca. Se les ha de enseñar a usar de la mejor manera posible sus
facultades. Los poderes físicos y mentales deben ser ejercitados por igual. Se
deben cultivar hábitos de orden y disciplina. Ha de mantenerse ante los
estudiantes el poder que ejerce una vida pura y fiel. Esto les ayudará en la
preparación para el servicio útil. Diariamente crecerán más puros y fuertes,
mejor preparados mediante la gracia de Dios y el estudio de su Palabra para
realizar esfuerzos agresivos contra el mal. - RH , 22 de agosto de 1912; FE
543.
Los actos revelan las motivaciones.
Los actos revelan los principios y las motivaciones. Muchos que pretenden ser
plantas en la viña del Señor llevan frutos que muestran que son sólo espinos y
zarzas. Una iglesia entera puede aprobar la conducta equivocada de algunos de sus
miembros, pero esa sanción no demuestra que el error sea correcto. No se pueden
transformar en uvas los frutos de las zarzas. - 5T 103 (1882).
Se juzgarán los motivos, no las apariencias.
Es un deber importante para todos familiarizarse con el tenor de su conducta
diaria y con los motivos que impulsan sus actos. Necesitan conocer los motivos
específicos que impulsan los actos específicos. Cada hecho de su vida es
juzgado, no por su apariencia externa, sino por los motivos que dictan ese
acto. - 3T 507 (1875).
Los seguidores de Cristo encuentran nuevas motivaciones.
Ninguna ciencia equivale a la que desarrolla el carácter de Dios en la vida del
estudiante. Los que llegan a ser discípulos de Cristo encuentran que se les
proporcionan nuevos motivos de acción y que adquieren nuevos pensamientos, de
los que deben resultar nuevas acciones. Pero los tales pueden progresar
únicamente por medio de conflictos; porque hay un enemigo que contiende si
contra ellos, presentándoles tentaciones que hacen el alma dude y peque. Hay
tendencias al mal, hereditarias y cultivadas, que deben ser vencidas. El
apetito y la pasión han de ser puestos bajo el dominio del Espíritu Santo. No
tiene término la lucha de este lado de la eternidad. Pero, aunque hay que
sostener batallas constantes, también hay preciosas victorias que ganar; y el
triunfo sobre el yo y el pecado es de más valor de lo que la mente puede
estimar. - CM 21 (ed PP); 20 (ed ACES) (1913).
Dos poderes motivadores contrarios.
La Biblia es su propio intérprete. Debe compararse texto con texto. El
estudiante debería aprender a considerar la Biblia como un todo y a ver la
relación que existe entre sus partes. Debería adquirir el conocimiento de su
gran tema central, del propósito original de Dios hacia el mundo, del comienzo
de la gran controversia y de la obra de la redención. Debería comprender la
naturaleza de los dos principios que luchan por la supremacía, y aprender a
rastrear su obra a través de las crónicas de la historia y la profecía, hasta
la gran culminación. Debería verificar cómo interviene este conflicto en todos
los aspectos de la vida humana; cómo en su mismo caso cada acto de su vida
revela uno u otro de esos dos motivos antagónicos; y cómo, consciente o
inconscientemente, ahora mismo está decidiendo en qué lado de la contienda se
va a encontrar. - Ed 190 (1903).
Todo acto tiene un carácter doble.
Todo curso de acción tiene un doble carácter e importancia. Es virtuoso o malo,
correcto o erróneo, de acuerdo con el motivo que lo impela. La frecuente
repetición de un hábito erróneo deja una impresión permanente en la mente del
que lo ejecuta y también en la mente de los que están relacionados con él en
alguna manera, ya sea espiritual o temporal. Los padres o maestros que no
prestan atención a las pequeñas acciones que no son correctas, establecen esos
hábitos en los jóvenes. - RH , 17 de mayo de 1898; CN 186, 187.
Los actos derivan su valor de los motivos.
Cada acto deriva su valor del motivo que lo impulsa, y si los motivos no son
elevados, puros y abnegados, la mente y el carácter nunca serán bien
equilibrados. . .- YI , 7 de abril de 1898; HHD 173.
Los motivos dan carácter a las acciones.
Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o
con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda
lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos
alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos
humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su
vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don
más costoso. La pobre viuda dio lo que necesitaba para vivir al dar lo poco que
dio. Se privó de alimento para entregar esas dos blancas a la causa que amaba.
Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no pasaría por alto su gran
necesidad. Fue este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el
elogio del Salvador. - DTG 567 (1898).
Dios revela los motivos.
Dios guía a su pueblo hacia adelante, paso a paso. Lo pone en posiciones
calculadas para manifestar los motivos del corazón. Algunos permanecen firmes
en un punto, pero fallan en el punto siguiente. En cada paso dado hacia
adelante el corazón es probado y vuelto a probar una vez más. Si la gente
encuentra que su corazón se opone a la recta obra de Dios debiera convencerse
de que tiene una obra que hacer para vencer, o bien serán rechazados finalmente
por el Señor. - RH , 8 de abril de 1880; NEV 164.
Nuestros motivos secretos deciden el destino.
Nuestros actos, nuestras palabras, hasta nuestros más secretos motivos, todo
tiene su peso en la decisión de nuestro destino para dicha o desdicha. Podremos
olvidarlos, pero no por eso dejarán de testificar en nuestro favor o contra nosotros.
- CS 540, 541 (1911).
Dios estima a los hombres por la pureza de sus motivos.
No estima Dios a los hombres por su fortuna, su educación o su posición social.
Los aprecia por la pureza de sus móviles y la belleza de su carácter. Se fija
en qué medida poseen el Espíritu Santo, y en el grado de semejanza de su vida
con la divina. Ser grande en el reino de Dios es ser como un niño en humildad,
en fe sencilla y en pureza de amor.- MC 379 (1905).
Dios juzga por los motivos.
Hay mucho en la conducta de un ministro que él puede mejorar. Muchos ven y
sienten su necesidad, pero parecen ignorar la influencia que ejercen. Son
conscientes de sus actos mientras los realizan, pero los dejan escapar de su
memoria, y por lo tanto no se reforman.
Si los ministros repasaran cuidadosa y deliberadamente sus actos de cada día,
con el objeto de familiarizarse con sus propios hábitos de vida, se conocerían
mejor a sí mismos. Mediante un cuidadoso escrutinio de su vida diaria bajo
todas las circunstancias, conocerían sus propios motivos, los principios que
los impulsan. Este repaso diario de nuestros actos, para ver si la conciencia
los aprueba o los condena, lo necesitan hacer todos los que deseen llegar a la
perfección del carácter cristiano.
Se descubrirá que muchos actos que pasan como buenas obras, aun actos de
benevolencia, cuando se los investiga con cuidado, son impulsados por motivos
equivocados. Muchos reciben aplausos por virtudes que no poseen. El
Investigador de los corazones inspecciona los motivos, y a menudo los hechos
que son muy aplaudidos por los hombres son registrados por El como procedentes
de motivos egoístas y baja hipocresía. Cada acto de nuestra vida, sea excelente
y digno de alabanza o sea merecedor de censura, es juzgado por el Investigador
de los corazones de acuerdo con los motivos que lo impulsaron. - 2T 511, 512
(1870).
A veces es difícil discernir los motivos.
En medio de los cuidados de una vida activa a veces es difícil discernir
nuestros propios motivos, pero se hace un progreso diario ya sea hacia el mal o
hacia el bien. - 5T 420 (1889).
La verdadera conversión cambia los motivos.
La verdadera conversión es un cambio decidido de sentimientos y motivos; es una
separación de las conexiones mundanas, un alejamiento de su atmósfera
espiritual, un retiro del poder que controla sus pensamientos, opiniones e
influencias. - 5T 82, 83 (1889).
Los grandes poderes motivadores.
Las grandes fuerzas motrices del alma son la fe, la esperanza y el amor; y a
ellas 358 se dirige el estudio de la Biblia, hecho debidamente. La hermosura
exterior de las Escrituras, la belleza de las imágenes y la expresión, no es
sino el engarce, por así decirlo, de su verdadera joya: La belleza de la
santidad. En la historia que ofrece de los hombres que anduvieron con Dios,
podemos ver fulgores de su gloria. En el que es "del todo amable"
contemplamos a Aquel de quien toda la belleza del cielo y de la tierra no es
más que un pálido reflejo. "Y yo, si fuere levantado de la tierra -dijo-,
a todos atraeré a mí mismo"(Juan 12: 32).- Ed 192 (1903).
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