63 LA IMAGINACIÓN
Mediante la
imaginación, [Cristo] llegaba al corazón. Sacaba sus ilustraciones de las cosas
de la vida diaria, y aunque eran sencillas, tenían una admirable profundidad de
significado. Las aves del aire, los lirios del campo, la semilla, el pastor y
las ovejas, eran objetos con los cuales Cristo ilustraba la verdad inmortal; y
desde entonces, siempre que sus oyentes veían estas cosas de la naturaleza,
recordaban sus palabras. Las ilustraciones de Cristo repetían constantemente
sus lecciones.
Cristo nunca adulaba a los hombres. Nunca dijo algo que pudiese exaltar su
fantasía e imaginación, ni los alababa por sus hábiles invenciones; pero los
pensadores profundos y sin prejuicios recibían su enseñanza, y hallaban que
probaba su sabiduría. Se maravillaban por la verdad espiritual expresada en el
lenguaje más sencillo. DTG 219 (1898).
Pocos comprenden que es un deber ejercer dominio sobre los pensamientos y la
imaginación. Es difícil mantener la mente indisciplinada fija en temas
provechosos. Pero si no se emplean debidamente los pensamientos, la religión no
puede florecer en el alma. La mente debe preocuparse con cosas sagradas y
eternas, o albergará pensamientos triviales y superficiales. Tanto las
facultades intelectuales como las morales, deben ser disciplinadas, y por el
ejercicio se fortalecerán y mejorarán. CM 529,530 (ed. PP); 420 (ed. ACES)
(1913).
Algunas veces la imaginación produce enfermedad, y es frecuente que la agrave.
Muchos hay que llevan vida de inválidos cuando podrían estar bien si pensaran
que lo están. Muchos se imaginan que la menor exposición del cuerpo les causará
alguna enfermedad, y efectivamente el mal sobreviene porque se lo espera.
Muchos mueren de enfermedades cuya causa es puramente imaginaria. MC 185
(1905),
Por lo que el Señor me ha mostrado, las mujeres de esta clase [las que tienen
un concepto exagerado de sus cualidades] han pervertido su imaginación mediante
la lectura de novelas, el soñar despiertas y la edificación de castillos en el
aire; es decir, han vivido en un mundo imaginario. No ponen sus propias ideas a
la altura de los deberes comunes y útiles de la vida. No asumen las cargas de
la existencia, que se encuentran en su camino, ni tratan de tener para sus
maridos un hogar alegre y feliz. Depositan todo su peso sobre ellos, y no
llevan sus propias cargas. Esperan que los demás se anticipen a sus necesidades
y las satisfagan, mientras ellas quedan libres para buscar faltas y criticar a
gusto. Estas mujeres están imbuidas de un sentimentalismo enfermizo, y creen
constantemente que no se las aprecia, que sus esposos no les brindan la
atención que merecen. Se imaginan que son mártires. 2T 463 (1870).
Vi que el Señor le ha dado luz y experiencia para que Ud. pueda percibir la
pecaminosidad de un espíritu apresurado, y controle sus pasiones. De manera que
tan ciertamente como que Ud. falla en esto, perderá la vida eterna. Debe vencer
esta enfermedad de la imaginación. Ud. es sumamente sensible, y si se dice una
palabra que favorezca una conducta opuesta a la que ha estado siguiendo, se
siente herido. Cree que se lo acusa y que debe defenderse y salvar su vida; y
en el ferviente esfuerzo que hace para salvarla, la pierde. Tiene que hacer una
obra para morir al yo y cultivar una actitud tolerante y paciente. Abandone la
idea de que no se lo está usando correctamente, que se le está haciendo daño,
que alguien quiere invadirlo y perjudicarlo. Está viendo todo a través de una
visión falsa. Satanás lo induce a adoptar este concepto distorsionado de las
cosas. 2T 424 (1870).
Ud. es capaz de controlar su imaginación y vencer esos ataques de nervios.
Tiene fuerza de voluntad, y debería emplearla de tal modo que ella lo ayude. No
lo ha hecho. En cambio ha permitido que su imaginación extremadamente activa
controlara su razón. Al hacerlo, ha contristado al Espíritu de Dios. Si Ud. no
pudiera controlar sus sentimientos, no habría pecado; pero no da buen resultado
someterse de ese modo al enemigo. Su voluntad necesita ser santificada y
subyugada en lugar de levantarse en oposición a la de Dios. 5T 310, 311
(1885).
La intemperancia comienza en nuestras mesas con el consumo de alimentos
malsanos. Después de un tiempo, por la complacencia continua del apetito, los
órganos digestivos se debilitan y el alimento ingerido no satisface. Se
establecen condiciones malsanas y se anhela ingerir alimentos más estimulantes.
El té, el café y la carne producen un efecto inmediato. Bajo la influencia de
estos venenos, el sistema nervioso se 612 excita y, en algunos casos, el
intelecto parece vigorizado momentáneamente y la imaginación resulta más
vívida. 1JT 417, 418 (1875).
El té estimula y hasta cierto punto embriaga. Parecida resulta también la
acción del café y de muchas otras bebidas populares. El primer efecto es
agradable. Se excitan los nervios del estómago, y esta excitación se transmite
al cerebro, que, a su vez acelera la actividad del corazón y da al organismo
entero cierta energía pasajera. No se hace caso del cansancio. La fuerza parece
haber aumentado, la inteligencia se despierta y la imaginación se aviva. MC
250, 251(1905).
Los reavivamientos populares son provocados demasiado a menudo por llamamientos
a la imaginación, que excitan las emociones y satisfacen la inclinación por lo
nuevo y extraordinario. Los conversos ganados de este modo manifiestan poco
deseo de escuchar la verdad bíblica, y poco interés en el testimonio de los
profetas y apóstoles. El servicio religioso que no revista un carácter un tanto
sensacional no tiene atractivo para ellos. Un mensaje que apele a la fría razón
no despierta eco alguno en ellos. No tienen en cuenta las claras amonestaciones
de la Palabra de Dios que se refieren directamente a sus intereses eternos. CS
516 (1888).
El teatro se encuentra entre los placeres más peligrosos. En lugar de ser una
escuela de moralidad y virtud, como a menudo se pretende, es el mismo semillero
de la inmoralidad. Los hábitos viciosos y las inclinaciones pecaminosas se
fortalecen y confirman por medio de este entretenimiento. Las canciones de bajo
nivel, los gestos, expresiones y actitudes lascivos depravan la imaginación y
rebajan la moral. Todo joven que habitualmente asista a esos espectáculos, corromperá
sus principios.
No hay influencia más poderosa para envenenar la imaginación, destruir las
impresiones religiosas y embotar el gusto por los placeres tranquilos y las
sobrias realidades de la vida, que los entretenimientos teatrales. El amor por
estas escenas aumenta cada vez que se las ve, así como se fortalece el deseo
por las bebidas embriagantes cada vez que se las usa. La conducta más segura al
respecto consiste en descartar el teatro, el circo y todo otro lugar dudoso de
entretenimiento. 4T 652, 653 (1881).
Algunos se han dedicado tanto a la lectura de novelas y cuentos que viven en un
mundo imaginario. La influencia de una lectura tal perjudica tanto a la mente
como al cuerpo; debilita el intelecto e impone una terrible carga sobre la
fuerza física. A veces apenas podría considerarse que su mente está sana,
porque la imaginación se ha sobreexcitado y ha enfermado por causa de la
lectura de historias ficticias. La mente debe disciplinarse de tal manera que
todas sus facultades se desarrollen simétricamente. . .
Si constantemente se alimenta con exceso la imaginación, y se la estimula
mediante las ficciones, no tarda en volverse tiránica, en dominar todas las
otras facultades de la mente, tornar caprichoso el gusto y pervertir las
tendencias. 1JT 570, 571 (1881).
Conozco personalmente a algunos que han perdido el tono saludable de la mente
como consecuencia de los malos hábitos de lectura. Pasan por la vida con una
imaginación enfermiza, magnificando la más pequeña ofensa. Cosas que una mente
sana y sensata no tomaría en cuenta, se convierten para ellos en pruebas
insoportables e insuperables obstáculos. Sus vidas transcurren bajo una sombra
constante. CTBH 124, 1890; (FE 162, 163).
Esta es una época cuando la corrupción se encuentra en todas partes. Lo que se
contempla y se lee fomenta la concupiscencia de los ojos y las pasiones
corrompidas. El corazón se deprava por medio de la imaginación. La mente se
complace en contemplar escenas que despiertan las más bajas pasiones. Esas
viles imágenes, vistas a través de una imaginación contaminada, corrompen la
moral y preparan a esos seres engañados e infatuados para que den rienda suelta
a su concupiscencia. A ello siguen pecados y crímenes que rebajan a seres
formados a imagen de Dios hasta ponerlos al nivel de las bestias, hundiéndolos
finalmente en la perdición.
Eviten la lectura y la contemplación de cosas que sugieran pensamientos
impuros. Cultiven las facultades morales e intelectuales. No permitan que esas
facultades se debiliten y se perviertan por el exceso de lectura incluso de
libros de historias. Sé de mentes poderosas que se han desequilibrado y se han
anublado parcialmente, o se han paralizado, por la intemperancia en la lectura.
2T 410 (1870).
Cuando las personas se han vuelto adictas al hábito del abuso de sí mismas
[masturbación], es imposible despertar sus sensibilidades morales para que
aprecien las cosas eternas o disfruten de los ejercicios espirituales. Los
pensamientos impuros se apoderan de la imaginación y la controlan fascinando la
mente, a lo que sigue un deseo casi incontrolable de llevar a cabo actos
impuros. Si se educara la mente para que contemplara temas elevadores, si se
adiestrara la imaginación para que reflexionara acerca de cosas puras y santas,
se fortalecería contra esta complacencia terrible, depravadora, y destructora
del alma y el cuerpo. Por medio del adiestramiento se acostumbraría a meditar
en lo elevado, lo celestial, lo puro y lo sagrado, y no sería atraída por esta
complacencia depravada, corrompida y vil. 2T 470 (1870).
Si los pensamientos, los sueños de la mente, se refieren a grandes propósitos
en los cuales figura el yo, la exaltación propia se manifestará en palabras y
actos y se tenderá a una elevación del yo. Esos pensamientos son de una naturaleza
tal que no inducen a caminar más cerca de Dios. Los que avanzan en este sentido
sin una cuidadosa consideración, lo hacen imprudentemente. Hacen esfuerzos
intermitentes, dan golpes por aquí y por allá, empiezan esto y lo otro, pero
todo eso de nada vale. Se parecen a la vid; sus sarmientos no adiestrados y
abandonados a su suerte se aferrarán de cualquier basura que encuentren a su
paso; pero antes que la vid pueda servir para algo, esos sarmientos deben ser
separados de las cosas a las que se aferraron, y deben ser adiestrados para
adherirse a las cosas que les darán gracia y buena formación. Carta 33, 1886.
Si Ud. hubiera adiestrado su mente para que meditara en temas elevados y
asuntos celestiales, podría haber hecho mucho bien. Habría ejercido una
influencia sobre la mente de los demás para apartarlos de sus pensamientos
egoístas y su actitud amante del mundo, e introducirlos en los canales de la
espiritualidad. Si sus afectos y pensamientos hubieran sido sometidos a la
voluntad de Cristo, Ud. habría sido capaz de hacer mucho bien. Su imaginación
está enferma porque Ud. le ha permitido recorrer un canal prohibido, para
convertirla en soñolienta. El soñar despierta, y la romántica edificación de
castillos en el aire, la han incapacitado para ser útil. Ha vivido en un mundo
imaginario; ha sido una mártir imaginaria y una cristiana imaginaria. 2T 251
(1869).
Deberían apartarse del terreno encantado de Satanás, y no permitir que sus
mentes se alejen de la lealtad a Dios. Por medio de Cristo Uds. pueden ser
felices y deberían serlo; deberían adquirir hábitos de dominio propio. Hasta
sus pensamientos deberían ser puestos en sujeción a la voluntad de Dios, y sus
sentimientos deberían estar bajo el control de la razón y la religión. No se
les dio la imaginación para permitir que ésta se desbocara y anduviera por sus
propios caminos sin ningún esfuerzo de restricción ni disciplina. Si los
pensamientos son equivocados, los sentimientos también lo serán. Los
pensamientos combinados con los sentimientos constituyen el carácter moral.
Cuando Uds. llegan a la conclusión de que, como cristianos, no se les requiere
que controlen sus pensamientos y sentimientos, caen bajo la influencia de los
ángeles malos e invitan su presencia y su dominio. Si ceden a sus impresiones y
permiten que sus pensamientos transcurran por los canales de la sospecha, la
duda y los lamentos, se encontrarán entre los más infelices de los mortales, y
sus vidas serán un fracaso. 5T 310 (1885).
A menos que veamos la vida tal como es, a menos que dejemos a un lado las
brillantes fantasías de la imaginación, y descendamos hasta las sobrias
lecciones de la experiencia, cuando despertemos será demasiado tarde. Entonces
nos daremos cuenta de la terrible equivocación que hemos cometido. 3T 43 (1872).
El caso del Hno. I es lamentable. El mundo es su dios; adora el dinero. . . No
necesita la censura de nadie, sino la lástima de todos. Su vida ha sido una
terrible equivocación. Ha sufrido de necesidades económicas imaginarias
mientras su mente vivía rodeada por la abundancia. Satanás tomó posesión de su
mente, y al estimular su inclinación al enriquecimiento lo volvió loco en
cuanto a esto. Las facultades nobles y elevadas de su ser han sido en gran
medida sometidas a esta inclinación estrecha y egoísta.
Su única esperanza consiste en quebrantar las ligaduras de Satanás, y dominar
este mal en su carácter. Ha tratado de hacer algo en este sentido cuando su
conciencia lo ha molestado, pero eso no ha sido suficiente. El fruto de la
verdadera religión no es limitarse a hacer un poderoso esfuerzo para apartar
una pequeña porción de su amor a las riquezas, constantemente convencido de que
al hacerlo se está apartando de su alma.
Debe adiestrar su mente para las buenas obras. Debe luchar contra su propensión
a la adquisición de medios económicos. Debe entretejer las buenas obras en todo
aspecto de su vida. Debe cultivar el amor por las buenas obras y ponerse por
encima de esa actitud tacaña que ha desarrollo. 2T 237, 238 (1869).
Se me mostró que su imaginación no era digna de confianza porque se opone a la
ley natural. Está en conflicto con los principios inmutables de la naturaleza.
La superstición, mi querida hermana, que proviene de una imaginación enfermiza,
la pone a Ud. en contraposición con la ciencia y los principios. ¿Cuál de todas
debe ser abandonada? Sus firmes prejuicios y sus ideas bien establecidas
respecto de la mejor conducta a seguir en relación con Ud. misma, la han
apartado por mucho tiempo del bien. Por años yo he conocido su caso pero me he
sentido incompetente para presentar el asunto de manera clara, para que Ud.
pudiera verlo, comprenderlo y darle una solución práctica a la luz que se le
da. 3T 69 (1872).
Se me han mostrado madres dominadas por una imaginación enfermiza, cuya
influencia se ha hecho sentir sobre sus maridos e hijos. Hay que mantener
cerrada la ventana, porque la madre es sensible al aire frío. Si siente frío y
se cambia de ropa, cree que hay que tratar a sus hijos de la misma manera. De
ese modo toda la familia pierde fortaleza física. Todos reciben los efectos de
su mente, y daño físico y mental como consecuencia de la imaginación enfermiza
de una mujer que se considera criterio para gobernar a toda la familia. . .
Hay quienes atraen la enfermedad sobre sí mismos como consecuencia de sus malos
hábitos; sin embargo, aun frente a la luz y al conocimiento seguirán adheridos
a su propia conducta. Razonan de esta manera: "¿Acaso no hemos probado
esto? ¿No lo sabemos por experiencia propia?" Pero la experiencia de alguien
cuya imaginación es defectuosa, no debería tener mucho peso para nadie. 2T 524
(1870).
Los seres humanos son entes con libertad moral, y como tales deberían obligar
sus pensamientos para que transcurran por los canales apropiados. Aquí hay un
amplio campo en el cual la mente se puede explayar con seguridad. Si Satanás
trata de desviarla hacia cosas subalternas y sensuales, deberían traerla de
vuelta y concentrarla en las cosas eternas; y cuando el Señor vea que se hace
un esfuerzo decidido para retener solamente los pensamientos puros, atraerá la
mente como un imán, limpiará los pensamientos y los capacitará para que se
purifiquen de todo pecado secreto. "Derribando argumentos y toda altivez
que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia de Cristo" (2 Cor. 10: 5).
La primera obra que tienen que hacer los presuntos reformadores consiste en
purificar la imaginación. Si la mente se desvía en una dirección equivocada,
debe ser obligada a volver y espaciarse sólo en temas puros y elevados. Cuando
se vean tentados a ceder ante una imaginación corrompida, deberían huir hacia
el trono de la gracia y orar pidiendo fortaleza del Cielo. Con la fuerza de
Dios se puede disciplinar la mente para que se concentre en las cosas puras y
celestiales. Ms 93, sin fecha.
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