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Lección 5: MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO | Libro de Marcos | Libro complementario

Lección 5:

MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO

Jesús pasó la mayor parte de su ministerio en la región de Galilea, al norte de Palestina. Como ya hemos dicho, el mar de Galilea es un lago pequeño en comparación con muchas masas de agua del mundo. Solo tiene unos 21 kilómetros de largo y 13 kilómetros de ancho en su punto más dilatado. Sin embargo, es la mayor masa de agua dulce de Palestina. Está situado en una depresión, con montañas que se elevan tanto al este como al oeste, una característica que favorece que las tormentas desciendan rápidamente sobre el lago. Se halla a 214 metros bajo el nivel del mar. Desemboca al sur en el río Jordán, que fluye por el valle Jordán a lo largo de 105 km y desemboca en el mar Muerto, el cual está a más de 400 metros bajo el nivel del mar, y es el punto terrestre más bajo del mundo.

Marcos 4 concluye con Jesús y sus discípulos en una barca, en medio de una tormenta en el mar de Galilea. Para asombro de sus discípulos, él pone fin a la tormenta simplemente dirigiéndose con autoridad al viento y a las olas. El capítulo 6 termina con otra escena en el lago. En esta ocasión, Jesús camina sobre las aguas para llegar hasta sus asustados discípulos. Entre estas dos historias de tormentas, Marcos 5 y 6 presentan a Jesús realizando una variedad de milagros y actividades en la tierra adyacente al lago. En este capítulo nos centraremos en varios de esos relatos.

Un endemoniado en Gadara

La tempestad que Jesús calmó en el lago (Mar. 4:35-41) tiene su paralelo en la "tempestad" de un loco poseído por el demonio que se encuentra con Jesús cuando este llega a "la región de los gadarenos" (Mar. 5:1). La orilla oriental del lago tenía una población mayoritariamente gentil, lo que explica la gran piara de cerdos que era apacentada en las cercanías. La historia del endemoniado está llena de impureza y contaminación. Se dice que aquel hombre habitaba en las tumbas, que son lugares de muerte y contaminación ritual (Núm. 19:14-16). Puesto que la tierra estaba poblada por gentiles idólatras, el Antiguo Testamento designa la tierra como contaminada (Jer. 2:23; Sal. 106:36-40). La enorme piara de cerdos se sumaba a la inmundicia de la ocasión (Lev. 11), y el hombre poseído, lacerado y ensangrentado, también estaba relacionado con la inmundicia (Lev. 15). Como si fuera poco, el demonio que poseía al hombre es calificado como "impuro" (Mar. 5:2).

Con esta totalidad de contaminación, uno podría sospechar que venir a tal lugar contaminaría a un judío observante. Pero ese no fue el caso de Jesús, quien en Marcos 1 se encontró con un leproso en busca de curación. Tocar a una persona así significaba quedar impuro (Lev. 13; Núm. 5:1- 4), pero Jesús no se mancha al curar al leproso. Por el contrario, la lepra abandona al hombre. El poder de Jesús es de naturaleza purificadora y, cuando llega a los gadarenos, lo hace como agente purificador de una tierra contaminada.

El evangelista pinta un cuadro sombrío de la situación del endemoniado. Vivía solo en las tumbas desde que se desprendió de cualquiera que intentara constreñirlo. Demostró una fuerza sobrehumana al romper los grilletes que lo ataban. Noche y día gritaba y se hería con piedras en las montañas y en las tumbas. La ayuda humana era imposible y los demonios lo controlaban. Pero, entonces, conoció a Jesús.

Este encuentro con Jesús es impresionante por varias razones. El hombre corre hacia Jesús y se inclina ante él. El término griego utilizado para describir esta acción es proskyneō, el verbo que significa típicamente "adorar". Aquí no representa necesariamente eso, pero bien puede señalar una distinción entre el hombre que siente que Jesús puede ayudarlo y los demonios que controlan su voz y producen un enfrentamiento a gritos con el Señor.

En Marcos 5:7, los demonios gritan a través del hombre: "¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes". Resulta extraño que los verbos relativos al hombre alternen entre el singular y el plural, lo que ilustra la dicotomía que existe en su vida entre él y los demonios que lleva dentro. Los demonios saben quién es Jesús y reconocen su poder superior. Resulta casi jocoso que le suplican en nombre de Dios que no los atormente. ¿Cómo podrían los agentes del Diablo esperar que Dios impidiera a Jesús salvar a un hombre poseído por los demonios? El término griego traducido aquí como "implorar" es horkizō, que significa también "instar" o "insistir". Se utilizaba en el exorcismo para ordenar a un demonio que saliera de una persona. Este hecho sugiere que los demonios podrían haber estado aquí intentando expulsar a Jesús de su territorio.

Jesús mantiene una breve conversación con los demonios. Sus primeras palabras son para ordenarles que salgan del hombre. Estas palabras son las que provocan la súplica de que no los atormente. Jesús pregunta a los demonios su nombre y ellos responden "Legión" (vers. 9). Una legión romana constaba de seis mil soldados, aunque es posible que aquí el término no se refiera a un número exacto, sino que equivalga a "somos muchos" (vers. 9).

Los demonios suplican a Jesús que no los expulse del territorio. No se dice adónde irían, aunque la tierra inmunda parece ser su morada lógica. Suplican a Jesús que los envíe a los cerdos, un destino apropiado para los espíritus inmundos. Jesús accede y los cerdos enloquecen, se precipitan por una ladera escarpada y se ahogan en el mar.

El Evangelio de Lucas añade un detalle que juega con el significado del mar. En Lucas 8:31, los demonios suplican que no se les envíe al "abismo". Este es el mismo término utilizado en la versión griega del Antiguo Testamento para referirse al caos antes de que Dios creara la luz en el primer día (Gén. 1:2). También se utiliza para referirse al lugar donde Satanás será confinado durante el milenio (Apoc. 20:2, 3). En Marcos 5, después de entrar en los cerdos, los demonios terminan en el agua del lago, ¡otro abismo!

Los resultados de la liberación del endemoniado son impactantes. Los cuidadores de los cerdos van a su pueblo e informan de lo sucedido. La gente se asombra al ver al endemoniado sentado, vestido y en su sano juicio. Esto los asusta y le ruegan a Jesús que se vaya. Cuando Jesús sube a la barca, el hombre curado le ruega que le permita ir con él. Jesús se niega y envía al hombre de vuelta a la comunidad, encargándole que cuente lo que Dios ha hecho por él.

En esta historia, tres personas o grupos ruegan algo a Jesús. Los demonios le ruegan que no los expulse de la región, la gente del pueblo le ruega que se vaya, y el hombre curado le ruega que le permita permanecer a su lado. Jesús concede lo solicitado en los primeros dos casos, pero no en el tercero. ¿Qué debemos pensar? Hay tres cosas que debemos considerar. Primero, Jesús tiene poder sobre los demonios: no son rivales para el. Segundo, Jesús no permanece donde no lo quieren. Y, finalmente, cuando hayas experimentado la gracia de Dios, cuéntaselo a otros.

Jairo y la mujer con flujo de sangre

Marcos 5:21 al 43 se encuentra inmediatamente después del relato de la curación del endemoniado gadareno. El relato acerca de la mujer con hemorragia es una de las historias sándwich de Marcos, a las que nos referimos por primera vez en el capítulo 3. En este tipo de historias, dos personajes paralelos realizan acciones opuestas, o dos personajes opuestos realizan acciones paralelas. En este caso, tenemos dos personajes opuestos que realizan acciones paralelas con resultados irónicos. Tanto Jairo como la mujer acuden a Jesús en busca de ayuda: el jefe de la sinagoga con una situación aguda (su hija está a punto de morir); la mujer, con una situación crónica (lleva doce años sangrando). Extrañamente, Jesús atiende primero la situación crónica, pero mientras atiende a la mujer con la hemorragia, la niña de doce años muere.

Existen numerosos contrastes entre Jairo y la mujer con flujo de sangre, como se ilustra en el siguiente cuadro:

Jairo

La mujer

Hombre

Mujer

Dirigente de la sinagoga

Excluida de la vida religiosa

Se presenta ante Jesús

Se acerca a Jesús a espaldas de él

Ve a Jesús

Escucha acerca de Jesús

Comienza en público, concluye en privado

Comienza en privado, concluye en público

Sanamiento final

Sanamiento inicial

Caso agudo

Caso crónico

Hija de doce años de edad

Doce años de padecimiento

Estos contrastes contribuyen al dramatismo del relato. Jesús acompaña a Jairo a su casa sin hacer ningún comentario. El hecho de que lo acompañe dice mucho de su disposición a ayudar a quienquiera que lo necesite, incluso a un típico enemigo.

El acercamiento público de Jairo y su aguda necesidad contrasta fuertemente con la historia de la mujer, cuya historia interrumpe la de Jairo —algo típico de las historias sándwich—, y es introducida con un extenso y penoso informe acerca de su situación. En español, su historia se suele presentar en varias frases, pero en griego se trata de una sola frase larga. De hecho, es una larga cláusula subordinada que conduce al verbo central de la frase, "tocar" la ropa de Jesús. Sus problemas se resumen en un solo toque. La frase siguiente explica la razón de este enfoque: Porque pensaba: Si tan solo tocara su manto, quedaré sana' " (vers. 28). El evangelista subraya su singular deseo mediante el uso del tiempo imperfecto (que expresa acciones prolongadas o repetidas en el pasado) al comienzo de la frase, que podría ser traducida de la siguiente manera: "Porque no cesaba de pensar.

Cuando toca a Jesús, su flujo de sangre se detiene inmediatamente y sabe que está sana (vers. 29). En términos fisiológicos, podemos imaginar que antes de ese toque, su hemoglobina en sangre había bajado bastante, quizás hasta siete u ocho gramos por decilitro (g/dL) o menos. Con el milagro, su hemoglobina alcanza inmediatamente un nivel normal (12 a 16 g/dL para las mujeres). Su sistema vascular también necesita una curación inmediata para soportar el aumento de la carga. Sin duda, al instante se siente estimulantemente bien y sana. Puede que se eche hacia atrás y respire profundamente con la sensación de una salud perfecta por primera vez en doce años.

Pero Jesús se detiene, se vuelve y pregunta: ¿Quién ha tocado mi ropa?" (vers. 30). Es una pregunta extraña en medio de la apremiante multitud. Pero hay una diferencia entre el toque de la fe y el toque casual de la multitud. Consciente de la insistencia de Jesús, la mujer sabe que no puede permanecer oculta. Marcos señala que se acerca atemorizada y temblorosa" (vers. 33). Pero ¿por qué ese miedo? ¿No pretendía acaso que Jesús la sanara? Tal vez, le preocupa estar contaminada por la hemorragia. Tal vez, teme que Jesús este enfadado, hasta el punto de temer que revierta la curación. En cualquier caso, cuenta toda su historia y Jesús le otorga la bendición de la paz.

Pero para Jairo es un momento terrible. Mientras Jesús curaba a la mujer, su hija moría. Qué palabras tan trágicas para cualquier padre. "Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aun al Maestro? (vers. 35). Al oír esto, Jesús se dirige rápidamente a casa de Jairo. Las plañideras ya están presentes, por lo que es fácil identificar la casa de Jairo. La conmoción sobresalta a Jesús. Pregunta: ¿Por qué alborotan y lloran? La niña no ha muerto, está dormida" (vers. 39). Al igual que la extraña pregunta acerca de quién había tocado su ropa en medio de la multitud, esta declaración en casa de Jairo resulta extraña, incluso irrisoria, para los oyentes. Se burlan de él y él los hace salir.

En tiempos de Jesús, el verbo "dormir" era un eufemismo para referirse a la muerte, algo semejante a nuestro uso de la expresión "descansa" cuando nos referimos a alguien que ha fallecido. Pero Jesús no podía estar usando la terminología de esa manera, ya que habría equivalido a decir: "No está muerta; ha fallecido". No es de extrañar la risa de los allí presentes. Pero Jesús está utilizando el término de una manera diferente. Su intención va más allá de la simple declaración que ha hecho, así como su pregunta sobre quién había tocado su ropa era más que una pregunta acerca de un contacto casual con su persona. En este caso, habla de la muerte como un sueño porque él es capaz de resucitar a los muertos, así como nosotros despertaríamos a alguien tocándolo o sacudiéndolo.

Jesús toma la mano de la niña y dice en arameo: "¡Talita, cumi!" (vers. 41). Marcos interpreta la expresión como "¡Niña, levántate!" (vers. 41). Talita significa, en realidad, "cordero". Probablemente era una designación afectuosa que se usaba en el hogar, como cuando hoy alguien se dirige a un niño llamándolo "campeón" o algún término similar. Jesús dice a Jairo y a su mujer que no den a conocer el milagro. No se explica cómo iban a mantener en secreto semejante acontecimiento cuando tanta gente había presenciado la muerte de la niña. Este detalle se inscribe en el típico motivo o tema revelación-secreto del Evangelio de Marcos, en el que la identidad de Jesús como Mesías no puede permanecer oculta y la verdad sale finalmente a la luz.

Misión iniciada, misión silenciada

Marcos 6 contiene el tercer relato sándwich del Evangelio de Marcos: Jesús envía a los doce discípulos a una misión en torno a la trágica decapitación de Juan el Bautista. La mayor parte del pasaje tiene que ver con la dramática y grotesca historia de la decapitación de Juan por parte de Heredes, uno de los hijos de Heredes el Grande. Su nombre completo era Heredes Antipas, quien gobernó Galilea y Perea desde la muerte de su padre en el año 4 a.C. hasta el año 39 d.C., cuando fue depuesto por el emperador Calígula.28

El contacto de Heredes con Juan el Bautista se produjo después de que este lo reprendiera por casarse con Herodías, la mujer de su hermano Felipe. En las democracias modernas, los ciudadanos tienen libertad para criticar a los dirigentes sin demasiado temor a represalias. No era así en el mundo antiguo, y ni siquiera lo es hoy en algunas de las sociedades más tradicionales o cerradas. En aquella época, criticar a un líder era invitar al castigo. Heredes mandó encarcelar a Juan, posiblemente en la fortaleza de Maqueronte, situada al este del mar Muerto.29

La historia de la decapitación de Juan gira en torno a la ambivalencia de Heredes respecto de Juan y al odio de Herodías hacia el profeta. Herodías engaña al rey enviando a su hija a un banquete para que baile para él y sus invitados. Cuando el rey le promete darle lo que desee, ella lo sorprende pidiéndole la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. Para no faltar a su palabra, el rey cede mientras nadie en la fiesta se opone.

La muerte del Bautista precede y anuncia la de Jesús. Al igual que Juan, Jesús será arrestado y condenado a muerte. Algunos informaron que Juan el Bautista había resucitado (Mar. 6:14), y Jesús resucitará de entre los muertos. Así pues, el Bautista es el precursor de Cristo en más de un sentido. El final del ministerio del Bautista contrasta con el éxito de la misión de los discípulos. Irónicamente, mientras se acalla la voz de Juan, los discípulos comparten el mensaje del evangelio.

 

8 Ver Mark L. Strauss, Mark, Zondervan Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Zondervan, 2014), p. 261; Flavio Josefo, Antigüedades judías 18.7.1—2; Flavio Josefo, Guerras judías 2.9.6.

29 Strauss, Mark, 264; Flavio Josefo, Antigüedades judías 18.5.2




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