MÁS TESTIMONIOS ACERCA DE JESÚS
RESEÑA
Textos clave: Juan 1:32-36; 6:51-71; 5:36-38; 7:37-53·
En esta lección profundizaremos en el testimonio de Juan el Bautista. Juan no estaba confundido ni dudaba de la identidad de Cristo. En todo momento señaló a Jesús como el Hijo de Dios encarnado en cumplimiento de la profecía. Juan no era en absoluto un político al servicio de la multitud, sino que estaba comprometido con la verdad revelada acerca del Reino de Dios, independientemente de que fuera aceptada o no por la mayoría. Estaba incluso dispuesto a defender por plena convicción, solo e inquebrantablemente, la verdad que Dios le había revelado.
Esta semana también aprendemos que la verdad provoca división y determina quién la recibirá con mente abierta y corazón humilde.
COMENTARIO
La humildad del Bautista
Juan el Bautista no desapareció inmediata y completamente de la escena después de cumplir su papel crucial y profético como precursor del Mesías. Estaba verdaderamente comprometido con la misión de Cristo. Nada, excepto el encarcelamiento y el martirio, podía detener su labor. Su ejemplo de compromiso total con la causa de Cristo debería inspirarnos a permanecer firmes en ella.
Inquebrantablemente leal, juan conocía su propio límite y su papel en relación con Cristo. Este tipo de realismo y humildad no permite celos ni competencia. juan declaró claramente: "Yo no soy el Cristo" (Juan 3:28). Apartó a la gente de sí mismo y la condujo a centrarse en Jesús, el "Esposo", a quien servía como amigo y en quien se regocijaba.
Cristo es quien vino del Cielo, del seno del Padre, y sus palabras vivas proporcionan vida eterna. Juan, el discípulo amado, cita a su antiguo maestro, el humilde Juan el Bautista, quien dijo de sí mismo en relación con Cristo: "Es necesario que él crezca, pero que yo disminuya" (Juan 3:30). El crecimiento de Cristo y la disminución de uno mismo están en el orden correcto.
A menos que Jesús crezca en nuestra vida, no podemos ser verdaderamente humildes. Solo él puede crucificar el yo y quitarlo del trono del corazón. Por supuesto, Satanás trata de presentar juan 3:30 en el orden inverso: anima a las personas a disminuir primero a Jesús (obras) para que presuntamente contemplen luego cómo la gracia de Jesús aumenta en su vida. Pero tal intento es una imposibilidad espiritual, pues solo el poder dominante de Cristo en el corazón puede someter al yo. En otras palabras, y como dice el conocido refrán, no debemos poner el carro delante del caballo.
Se cuenta la historia de un niño que disfrutaba entonando canciones acerca de Jesús, a quien amaba profundamente. A menudo oraba para que Jesús viniera literalmente a vivir en su corazón y creía que lo haría. Pero se preguntaba cómo podría el gran Jesús caber en su pequeño cuerpo. Su padre no sabía cómo responder adecuadamente esa pregunta, pero el niño lo hizo. Dijo a su papá que Jesús era tan superior a él en tamaño que, cuando lo invitaba a entrar en su corazón, ¡Jesús siempre sobresalía!
¡Qué imagen tan conmovedora acerca de nuestro testimonio cristiano! ¿Quién sobresale cuando interactuamos con las personas? ¿El Salvador o nosotros? El Salvador anhela sentarse en el trono de nuestros corazones y llenar nuestras vidas con su gracia salvadora como un dulce aroma.
Una nueva concepción acerca del Mesías (Juan 1:32-36)
El Bautista hizo hincapié en el programa del reino espiritual de Cristo: la regeneración espiritual y la entrega personal del corazón a Dios. El mensaje de Juan chocaba con las expectativas que muchos judíos albergaban acerca del Mesías. Sin prestar atención a las profecías bíblicas acerca de un Salvador sufriente, muchos judíos pasaron por alto su humillación. En lugar de ello, centraron sus ambiciones en la esperanza de un rey poderoso que los liberaría de la esclavitud de Roma y extendería su dominio por el mundo.
Cuando consideramos detenidamente Juan 1:32 al 36, observamos que Juan se esforzó de nuevo por recordar a los judíos la naturaleza espiritual del Mesías. Obsérvese el énfasis que pone Juan en el ministerio del Espíritu Santo, quien descendió y se posó sobre Jesús y lo facultó para bautizar a los creyentes. Además, observa cómo destaca Juan la identidad eterna de Jesús como Hijo divino de Dios y como el Cordero sacrificial de Dios (Juan 1:29) para liberar a su pueblo de la esclavitud del pecado.
El anuncio de Juan acerca del Mesías refuerza la necesidad de que nos centremos en lo que es eterno por naturaleza, en contraposición con las cosas terrenales. Todo lo que vemos a nuestro alrededor, aun la mayor de las posesiones, pasará. Pero las realidades espirituales perdurarán para siempre. Debemos seguir los pasos de nuestro padre Abraham, quien "esperaba la ciudad con fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Heb. 11 :10). La referencia a los “fundamentos" pretendía recordar a Abraham, el padre de los fieles, la solidez y permanencia de la promesa de divina, en contraste con la naturaleza temporal de su vida nómada.
Aceptación y rechazo (Juan 6:51-71)
Después del milagro de la alimentación de los cinco mil, la multitud se levantó de repente para coronar a Jesús como rey sobre todo Israel. Pero Jesús no albergaba aspiraciones políticas ni se dejaba influir, como muchos políticos, por la popularidad o la opinión de la mayoría. A diferencia de ello, Jesús deseaba ardientemente establecer su Reino en el corazón de las personas. La gente trató de coaccionar a Jesús para que satisficiera sus expectativas políticas, pero él se retiró para estar a solas con su Padre.
La gente quería aceptar a Jesús en sus propios términos, no en los de él. Finalmente, decidieron rechazarlo porque eligieron centrarse en lo que era inmediato y temporal. No miraron más allá de estas cosas, al panorama más amplio de las realidades eternas e invisibles del Reino de Dios. El corazón humano inconverso tiende a rechazar lo que no se ajusta a sus ideas preconcebidas. La multitud estaba tan obsesionada por el pan físico que rechazó el ofrecimiento del Pan espiritual, Jesús mismo, a quien necesitaban desesperadamente para la salvación.
Jesús se ofreció a las personas como ese pan espiritual descendido del Cielo para que nunca más volvieran a tener hambre. Del mismo modo, se ofreció como el Agua viva a la mujer samaritana, quien bebió de él, el Agua de la vida, para no volver a tener sed. En el caso de muchos otros seguidores de Jesús, aparte de los Doce, los amorosos intentos de él de revelar la luz de la verdad divina solo parecían endurecer sus corazones y suscitar el rechazo de esa verdad. En lugar de tratar de entender y creer, la gente se excusaba diciendo: "Este lenguaje es duro. ¿Quién lo puede aceptar?" (Juan 6:60). En consecuencia, lamentablemente, "ya no andaban con él" (Juan 6:66).
En ese momento, Jesús miró a los doce discípulos que le quedaban y les preguntó: "¿Quieren irse ustedes también?" (Juan 6:67). Entonces Pedro, quien actuaba como portavoz del grupo, dijo algo profundo e inspirado por el Espíritu: "Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Juan 6:68). Esas fueron palabras inspiradas que todos debemos tener presentes. No hay adónde ni a quién acudir para obtener la salvación excepto Jesús.
El testimonio del Padre (Juan 5:36-38)
Juan el Bautista testificó en varias ocasiones acerca de Jesús como el verdadero Mesías enviado del Cielo. Pero el testimonio del Padre acerca de su Hijo y el del divino Espíritu Santo son sin duda los más poderosos. En el bautismo de Jesús los tres miembros de la Deidad estaban plenamente comprometidos. La voz del Padre dio testimonio acerca de Jesús: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mat. 3:17). En aquella ocasión, fueron abiertos los cielos "y Jesús vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía sobre él" (Mat. 3:16).
No había nada más que Jesús pudiera haber dicho o hecho para convencer a sus oponentes, aparte de lo que se dijo o hizo el día de su bautismo. Además, Juan el Bautista testificó en favor de la veracidad del testimonio dado por el Cielo en esa ocasión. En vista de todo ello, ¿por qué los oponentes de Cristo no aceptaron el testimonio audible y visible dado por el Padre y el Espíritu acerca de él? ¿Por qué no creyeron en las poderosas obras y palabras divinas?
El poderoso testimonio de la resurrección de Lázaro debería haber convencido a los líderes judíos de que Jesús era el verdadero Mesías. Pero, sumidos como estaban por decisión propia en la oscuridad espiritual, no podían ver la luz de la verdad de Dios brillando a su alrededor. Se negaron a creer a pesar de las evidencias que se les presentaban. De hecho, los fariseos, siempre en desacuerdo con los saduceos, encontraron una buena oportunidad para unir sus fuerzas y condenar a muerte a Jesús. Poco después, Jesús oró: "Padre, glorifica tu nombre" (Juan 12:28). La voz del Padre testificó a favor del sacrificio de Cristo en la Cruz: "Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez" (Juan 12:28).
El testimonio de la multitud (Juan 7:37-53)
Muchas personas comunes, incluidos algunos gentiles, llegaron a creer en Jesús como resultado de haber sido testigos de sus poderosas obras. Jesús se hizo muy popular entre las masas, que no eran cultas, pero tampoco tan mentalmente cerradas ni prejuiciadas como sus líderes. Los celos homicidas de los líderes llegaron a su clímax. Se negaron rotundamente a creer en ninguna evidencia favorable a Jesús, humana o divina, pasara lo que pasara.
APLICACIÓN A LA VIDA
Reflexiona acerca de las siguientes preguntas y respóndelas:
1. En contraste con la humildad del Bautista, existe mucha egolatría y exaltación propia actualmente en el mundo. Pero Juan era consciente de quién era y de cuál era su misión. Nunca trató en lo más mínimo de eclipsar a Jesús o usurpar su posición. No le importó ser eclipsado para que la verdadera Luz pudiera brillar más que él. ¿Cuál debería ser nuestra actitud cuando se trata de la posición o el reconocimiento humanos? ¿Qué dice de Jesús y de nosotros la idea de que él debe crecer y nosotros decrecer?
2. Respecto del tema crucial de la salvación en Cristo, ¿cómo nos ayuda el hecho de estudiar y aceptar de todo corazón los poderosos testimonios de Dios, de Juan el Bautista y de otros a creer que Jesús es realmente el único e incomparable Hijo de Dios y a sentirnos atraídos hacia él en vista de que estamos indefensos y sin esperanza lejos de él?
3· Acerca de la idea de alimentarse de Jesús, el Pan de vida, ¿cómo aplicas el siguiente consejo inspirado a tu vida diaria?: "Lo que es el alimento para el cuerpo, debe serlo Cristo para el alma. El alimento no puede beneficiarnos a menos que lo comamos; a menos que llegue a ser parte de nuestro ser. [...] Debemos alimentarnos de él, recibirlo en el corazón, de tal manera que su vida llegue a ser nuestra vida" (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 353).
4· ¿Cómo adquirimos la firmeza moral necesaria para defender lo correcto cuando entran en juego la popularidad, la opinión de la mayoría o la presión de los pares? Sabemos por la Biblia que la mayoría no siempre tiene razón. ¿De qué manera el hecho de contar con el apoyo de Dios y de su verdad nos convierte en mayoría, incluso cuando somos minoría?
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