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Lección 8: EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO | Temas del evangelio de Juan | Sección maestros

Lección 8:

EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

RESEÑA

Texto clave: Juan 8:23

Las demostraciones o evidencias de la divinidad de Jesús se siguen sumando. En su Evangelio, Juan aporta pruebas más convincentes aún de que Jesús es realmente quien dice ser: el Hijo de Dios enviado para rescatar a la humanidad pecadora. En este Evangelio, Jesús razona con las personas para hacerles reconocer su carácter prístino, sus credenciales divinas, sus poderosas palabras y sus obras milagrosas.

Como Hijo de Dios encarnado, Jesús vino a salvar a este mundo pecador. Era uno con el Padre. Por lo tanto, Jesús dijo e hizo todo de acuerdo con la voluntad del Padre. Cristo fue el mayor regalo de Dios a la humanidad. Sin tal Don, el mundo estaría condenado. Sin embargo, triste y paradójicamente, a pesar de esta verdad, la mayor parte del mundo, creado por él, no creyó en él. Tampoco lo hizo su propio pueblo. Juan lo dice muy claramente. ¡Qué tragedia que las criaturas de Dios, hechas a su imagen, rechazaran su Don indispensable! Jesús "en el mundo estaba, y aunque el mundo fue hecho por él, el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, y los suyos no lo recibieron" (Juan 1:10,11).

Esta semana estudiaremos algunas profecías pertinentes de las Escrituras que revelan claramente que Jesús es el Mesías prometido. Además, examinaremos los detalles específicos que demuestran que esas profecías se cumplieron con precisión. Por ejemplo, estudiaremos el cumplimiento de la profecía que anunciaba que Jesús entraría en Jerusalén montado en un asno (Sal. 118:26; Zac. 9:9). También veremos la profecía acerca del discípulo que lo traicionaría (Sal. 41:9). Estudiaremos también la dinámica que explica por qué algunos dirigentes lo rechazaron mientras que otros decidieron creer en él. Finalmente, consideraremos qué significa razonar "desde abajo", según Juan 8:23, a diferencia de hacerlo "desde arriba".

COMENTARIO

Profecías acerca de Jesús en el Antiguo Testamento

El cumplimiento exacto de las numerosas profecías mesiánicas en la vida y el ministerio de Jesús es sencillamente sobrecogedor. Esas predicciones del Antiguo Testamento se cumplieron con una exactitud increíble. Aun el escéptico más empedernido queda sin argumentos ante la avalancha de tales evidencias. Aunque Jesús sabía lo endurecidos que estaban los líderes judíos, nunca se rindió ante ellos. Siempre intentó penetrar en sus obstinados corazones desde todos los ángulos posibles. Aunque muchos no respondían favorablemente a sus intentos, continuó acercándose a ellos para que al menos supieran que había un testigo de la verdad ante ellos.

Es fácil criticar a los dirigentes judíos y sentirse desconcertado por su rechazo de lo que sus propias Escrituras decían acerca del Mesías. Pero ¿cómo habríamos reaccionado en su situación, si nuestra mayor prioridad fuera anticipar la llegada de un libertador militar judío, no divino, semejante a Moisés o David, uno que pudiera expulsar de Israel a los romanos y poner fin así al yugo impuesto por estos?

Recordemos que incluso los discípulos de Cristo, los más cercanos a él, tardaron en creer en la naturaleza espiritual de su reino. De hecho, solo creyeron de verdad después de la resurrección. (Ver Juan 2:22).

El problema de muchos de los líderes religiosos era que conocían la letra de la Ley, pero no su espíritu. De hecho, conocían la Palabra escrita, pero no a quien era la Palabra viva. Jesús dio testimonio de este problema cuando les dijo: "Ustedes escudriñan las Escrituras porque piensan que en ellas tienen la vida eterna. ¡Ellas testifican de mí! Sin embargo, no quieren venir a mí para tener vida eterna" (Juan 5:39, 40). Las antiguas tradiciones judías enseñaban que el mero conocimiento de las Escrituras garantizaba la vida eterna. Esta noción es evidente en lo que Hillel, un renombrado rabino del siglo I a.C., supuestamente enseñó acerca de este tema: "Uno que ha atesorado para sí las palabras de la Torah, ha adquirido para sí la vida del mundo venidero" (Mishnah, tratado Aboth 2.7, ed. Soncino del-Talmud, p. 17; citado en el Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 932).

Los líderes judíos estaban tan obsesionados con las palabras de la Escritura que descuidaron a Jesús, quien era el corazón mismo de ella. Sustituyeron la regeneración del corazón por un asentimiento intelectual superficial. Escudriñar las Escrituras, lo cual hacían, no era algo malo en sí mismo, pero sus ideas preconcebidas les impedían ver en ellas el significado más profundo de la misión de Cristo y su ofrecimiento de salvación.

El apóstol Pablo se hace eco de las palabras dirigidas por Cristo a los líderes cuando escribe que "la letra mata, pero el Espíritu da vida" (2 Cor. 3:6). Centrarnos en la letra, pero estar desprovistos del Espíritu conduce al legalismo y la hipocresía, que a su vez hace que nos comparemos con los demás en lugar de mirar a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe.

Los dirigentes judíos afirmaban creer en Moisés, su profeta más venerado, pero no creían en el "Profeta" divino profetizado por Moisés. Antes de partir, Moisés prometió al pueblo: "Un Profeta de en medio de los tuyos, de tus hermanos, como yo, te levantará el Señor tu Dios; a él oirás" (Deut. 18:15). Jesús recordó a los dirigentes judíos que Moisés, a quien tanto admiraban, había creído en él y en su futura misión. Sin embargo, ahora que esta promesa se estaba cumpliendo ante sus ojos, se negaban a creer. Jesús los reprendió: "Si ustedes le creyesen a Moisés, me creerían a mí; porque él escribió de mí" (Juan 5:46).

Las profecías mesiánicas cumplidas, que muy a menudo se refieren a la dinámica de las relaciones humanas, revelan mucho acerca del carácter de Cristo. Veamos dos ejemplos. La primera profecía se encuentra en Salmo 41:9, que predice: "Hasta mi amigo íntimo, en quien yo confiaba, el que comía de mi pan, alzó contra mí su talón". Jesús aplicó esa profecía a sí mismo, como el traicionado por un amigo: "No hablo así de todos ustedes. Conozco a quienes elegí. Pero tiene que cumplirse la Escritura: 'El que come pan conmigo levantó su talón contra mi" " (Juan 13:18).

Hasta el día de hoy, en la cultura de Oriente Medio, compartir la comida con alguien es un acto especial que aporta cercanía emocional y espiritual a una relación. Por eso, la duplicidad, el fingimiento de alguien con quien se ha compartido la comida es señal de traición. Jesús pasó tres años y medio no solo comiendo con Judas, sino además perdonándolo y animándolo. Durante ese tiempo, Jesús trató de proteger la reputación del discípulo. Aunque el Maestro tenía amplia justificación para exponer públicamente a Judas como ladrón, no lo hizo. A cambio, Judas vendió a Jesús por treinta siclos, el precio de un esclavo común. Luego, en la noche del arresto del Salvador, Judas se acercó a Jesús y lo besó. A pesar de esta traición, Jesús llamó a Judas "amigo": "Amigo, ¿a qué vienes?" (Mat. 26:50).

El segundo ejemplo de profecía cumplida que analizaremos como revelación del carácter de Cristo es Zacarías 13:6, que se refiere a las heridas que Jesús recibió al ser crucificado. Su costado fue traspasado y sus manos fueron heridas. Zacarías predijo en este versículo que estas heridas serían infligidas*a Jesús en la casa de sus amigos. Jesús se refiere implícitamente a su traidor y a los líderes judíos llamándolos amigos. De este modo, la pura e inocente sangre de Cristo no clama venganza contra los que la derramaron. Sus manos heridas no están cerradas por la ira, están extendidas para abrazar a todos con amor y reconciliación.

Desde abajo (Juan 8:23)

Juan dedica la mayor parte del capítulo 8 a Jesús como el sublime y divino Hijo de Dios, enviado por su Padre celestial para ayudar a los humanos sin esperanza. Todo lo que Jesús decía era de origen celestial. Él era la Luz celestial que iluminaba un mundo oscurecido por el pecado. El Padre dio testimonio de que envió a su Hijo desde lo Alto para ser un verdadero Testigo de la verdad. Todos los dones concedidos por el Cielo a los humanos en la persona de Jesús fueron contrastados con las cosas terrenales cuando el Salvador dijo a los líderes judíos: "Ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo" (Juan 8:23).

"Desde abajo" implica que los líderes tenían una mentalidad tan terrenal, que era imposible para ellos pensar de manera celestial. Estaban tan apegados a sus tradiciones y tan cegados por su filosofía estrecha y egocéntrica que eligieron este mundo y la muerte, rechazando así el Cielo y la vida ofrecida por Jesús. Pablo describió acertadamente a esa clase de profesos seguidores como quienes tenían "apariencia de piedad" pero carecían de ella. Reemplazaban la pureza interior por la piedad aparente, exterior (ver 2 Tim. 3:5)-

Sorprendentemente, Juan dice que "muchos creyeron en él" (Juan 8:30). Esta afirmación contiene una gran lección para nosotros cuando parece no haber esperanza y muchos pierden su fe: la luz prevalece incluso en tiempos de oscuridad. Jesús predicó la verdad independientemente de la aceptación o el rechazo de ella por parte de la gente. Nosotros debemos actuar de la misma manera a pesar de las circunstancias desalentadoras.

El desprecio de los líderes religiosos hacia la verdad los condujo a cerrar deliberadamente sus ojos y a cegar sus corazones contra ella para no ver la luz proveniente del Cielo. Si hubieran abierto sus mentes a Jesús, habrían creído. Pero tal acto habría puesto en peligro sus ideas preconcebidas. Deberíamos estar siempre dispuestos a abrir nuestro corazón y nuestra mente a la verdad, porque como dijo Jesús: "Conocerán la verdad, y la verdad los libertará" (Juan 8:32).

APLICACIÓN A LA VIDA

Reflexiona acerca de las siguientes preguntas y respóndelas:

1. Considera cómo la vida de Jesús fue un reflejo perfecto de su Padre. Jesús hablaba a menudo de su Padre y de la íntima relación que mantenían. En cierta ocasión, Felipe pidió a su Maestro que les mostrara al Padre. Jesús respondió: "¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre" (Juan 14:9)- ¿Cómo influye en tu vida cotidiana el hecho de ver al Padre en Jesús y qué diferencia produce esa comprensión?

2. ¿No debería ser preocupante, incluso alarmante, que Ibis líderes religiosos se alejen deliberadamente de la verdad bíblica al ser confrontados con ella? ¿Qué papel desempeña el orgullo en la violación de la propia conciencia y en el rechazo de la verdad? ¿Cómo puede el Espíritu Santo ayudarnos a poner a un lado nuestras opiniones, que son fruto del orgullo, y a estar dispuestos a recibir instrucción?

3. Cualquier cosa que usurpe la prioridad de Jesús en nuestra vida se convierte en un ídolo. Por aterradora que resulte la idea, si no tenemos cuidado, incluso nuestro trabajo para él podría ocupar su lugar en nuestro corazón. El estudio inapropiado de la Biblia también podría ocupar el lugar de Jesús. Reflexiona acerca de esta declaración aleccionadora: "Al aumentar la actividad, si los hombres tienen éxito en ejecutar algún trabajo para Dios, hay peligro de que confíen en los planes y los métodos humanos. [...] Como los discípulos, corremos el riesgo de perder de vista cuánto dependemos de Dios y tratar de hacer de nuestra actividad un salvador" (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 329).

4. ¿Qué significa razonar "desde abajo"? ¿Caemos a veces en ello? Si es así, ¿cómo?

5. Muchos creyeron en Jesús (Juan 8:30) a pesar de toda la incredulidad que los rodeaba. ¿Cómo nos anima este hecho a no darnos por vencidos con las personas que parecen resistirse a la luz de la verdad divina?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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